En cuestión de minutos entraron 3 señoras (mayores de 20 años) que sirvieron la comida, se veía tan delicioso, que mi estómago no pudo evitar gruñir. Tengo tanta hambre.
Kendall: ¿Tienes mucha hambre?
—No, la verdad no, tal vez sea...
Logan: No mientas, tu estomago te delata.
James: No tienes porque temer, estas segura aquí.
Sentí que me ruborizaba un poco, nunca me había sentido inferior y débil ante nadie, siempre había tenido un carácter fuerte con las personas que no confío, carajo, ¿por qué está pasando esto?
¡Por fin habíamos pasado a la mesa! Sí, tenía mucha hambre, más si la comida era exquisita. Quería dejar a un lado los modales y comerme todo como si no había comido en días. Fue tanto mi apetito, que los directores notaron como veía la comida.
Carlos: Puedes comer lo que quieras, estas en tu casa.
—No quiero abusar, son la ley. -Lo dije en un tono burlón-
James: Sí, la ley en todo. -sonó algo pícaro-
Kendall: Sí, pero nunca esta mal ser amables. -dijo de inmediato-
—Bien, empezaré por comer ya. -Dije nerviosa.-
Tomé la cuchara y la llené de sopa que estaba enfrente de mi y la lleve hacia mi boca; ellos empezaron después de verme, al parecer les sorprende que este aquí, no sé porque.
Estábamos tan tranquilos, hablando, sonriendo, había dejado a un lado el misterio que tenía sobre ellos.
Logan: ¿Dices que te caíste el primer día en el preescolar? -ríe-
—Sí, desde ahí mi miedo a los primeros días de la escuela.
James, Kendall, Carlos y Logan rieron al igual que yo, admito que fue un hermoso momento.
Hasta que una de la servidumbre interrumpió.
—Tienen una llamada, señores
James: ¿Quién habla?
—Me dijo que se llamaba Roxanna, que es urgente.
Logan: Dile que hable más tarde, estamos ocu... -Kendall se acerca a su oído, pero puedo oír perfectamente lo que dice.-
Kendall: Vamos, hoy tenemos que dedicarnos a Roxanna, no a Miranda.
James: Enseguida iremos.
Carlos: Aguarda aquí Miranda, no tardaremos.
Y me dejaron sola. Se fueron por una estúpida llamada, me sentía tan ingenua y molesta.
Cuando se fueron, me levanté de inmediato de la mesa y me dirigí hacia la puerta, ya no tenía nada que hacer aquí.
Azote la puerta lo más que pude, no debieron dejarme sola, son unos malditos por haberme convencido de entrar ahí.
Soy una ingenua al dejarme fiar por ellos en un momento.