gone; camren

By laurensillage

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¿Cómo se sentiría ser libre? Secuela: https://www.wattpad.com/story/75704519-here-camren More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Girls Do It Better
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo Final

Capítulo 5

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By laurensillage


(Cada vez que vean ** significa que es un flashback)

CAMILA
**

Días después de mi décimo quinto cumpleaños, me encontraba sentada en el comedor de mi casa cenando con mis padres. Era algo que hacíamos todos los días de manera monótona y cotidiana, pero hoy se sentía diferente. Había algo flotando en el aire que me hacía sentir incómoda, los gestos de mis padres parecían estar computarizados y en sus rostros tenían una expresión que me era difícil descifrar.

— Camila— dijo mi padre con una voz profunda, casi tenebrosa—. Necesitamos hablar contigo sobre algo y creemos que ya tienes la edad suficiente para ello.

— ¿Van a darme la charla? — Pregunté aterrada. Mis padres se miraron confundidos y soltaron una risa.

— No, no es eso, pero si quieres podemos tenerla ahora — sugirió mi padre—. Ya habrá momento para eso luego. Ahora queremos hablarte sobre otra cosa. —Solté el aire que estaba conteniendo, ahora más asustada que antes. Si no era la charla, ¿qué cosa tan importante y seria tendrían mis padres que decirme como para armar todo este teatro y esperar a que yo tuviese la edad suficiente para eso?

Mi madre tomó mi mano en un gesto tranquilizador, y la quité suavemente para colocarla sobre mi regazo. Su tacto me hacía sentir más nerviosa.

— ¿Alguna vez escuchaste hablar sobre los matrimonios por conveniencia? —Inquirió mi padre.

— Si, supongo que habré visto por ahí una que otra cosa.

— ¿Y qué puedes decirnos sobre eso? — Preguntó mi mamá con interés.

— Que era muy comunes en los siglos pasados, aunque hoy en día también los hacen. Son matrimonios forzados o arreglados en donde una o ambas partes obtienen beneficios.

— ¿Sabes qué tipo de beneficios?

— Económicos, supongo.

Me encogí de hombros, sin saber exactamente a donde iba esta conversación. La expresión de mis padres se mantenía sombría y se miraban entre ellos antes de que alguno hablara o hiciera algo.

— Parece que estás bastante informada sobre el tema— comentó mi papá.

Lo miré desconcertada en busca de respuestas, porque toda esta situación me estaba poniendo incómoda. Él conectó su mirada con la mía brevemente antes de girarse para mirar a mi mamá con una pequeña sonrisa, y luego volver a mirarme a mí.

— Tu madre y yo te hemos organizado un matrimonio con un jovencito de buena familia. Es educado, guapo y con una gran herencia.

Los miré perpleja, sin saber si había escuchado bien lo que mi padre acababa de decirme. Comencé a toser cuando me ahogué con la comida. Esto tenía que ser alguna broma de mal gusto, un programa de cámaras escondidas, un juego; cualquier cosa menos mis padres organizándome un matrimonio y prácticamente vendiéndome a alguien a quien no conocía.

— ¿Por qué? — Fue lo único que pude decir.

—Todo lo nuestro es y será únicamente para ti por ser nuestra única hija— comenzó a decir mi papá—. Queremos asegurarnos de que la persona con la que te cases no te busque solo por tu dinero.

Fruncí el ceño sin poder creer que ellos consideraran eso una buena justificación. ¿Dónde quedaba la parte en la que esperaban que me casara con alguien que me amara por quien soy, alguien que fuese capaz de ver más allá de mi dinero?

— ¿Y qué pasa si no quiero casarme? — Pregunté, a un tono más alto que antes.

— ¿Cómo no vas a querer casarte? ¡Estarás loca! — Respondió mi madre enojada.

— Tal vez tengo miedo al compromiso, tal vez quiero morir sola con veinte gatos, ¿no han pensado en eso?

— ¿Para qué querrías morir sola con veinte gatos? — Mi madre me miró con confusión.

— ¡No lo sé! — Exclamé, dándome cuenta de que me estaba quedando sin argumentos que utilizar para defenderme—. ¿Y qué pasa si ya estoy enamorada de alguien más?

— El amor es pasajero— espetó mi padre.

— No puedo casarme con un chico solo porque ustedes lo dicen. Estamos en el siglo veintiuno y soy libre de tomar mis propias decisiones.

— Solo estamos velando por tu bienestar, cariño... ¿Sabes cuánto dinero vamos a tener cuando te cases con el muchacho? —Trató de remendar mi papá, fallando de manera miserable.

— No me importa eso. No quiero casarme con él y no voy a hacerlo, punto. — Di un golpe en la mesa con mi puño para hacer más válido mi argumento y me levanté lista para dejar el comedor.

— ¿Por qué no quieres hacerlo? — La voz de mi mamá me detuvo antes de que pudiese irme.

— ¡Porque me gustan las chicas! — Dije por impulso y yo misma me sorprendí de aquella declaración. Nunca me había replanteado mi orientación sexual ni había sentido interés por las chicas, por lo que no entendía de dónde venía eso.

Luego de meditarlo por un segundo, me di cuenta de que parecía una buena idea: mis padres se alteraban porque su hija era lesbiana, me trataban de convencer de que era una fase y al ver que no lo era, me llevarían al psicólogo y eso tomaría al menos unos meses. Luego estaba la parte más importante, ¿dónde iban a encontrar una familia millonaria con una hija lesbiana de mi edad que estuviese de acuerdo en someterla a un matrimonio por conveniencia? En mi mente, parecían el plan perfecto. Ellos nunca la encontrarían y yo podría seguir con mi vida como si nada.

Sin embargo, nada de lo anterior pasó. Mis padres no enloquecieron ni me llevaron a un psicólogo, ni amenazaron con encerrarme en un hospital psiquiátrico o desheredarme. Más bien, empezaron a buscar a una nueva candidata.

Tres semanas después, mi mamá me dijo que tendríamos una cena para conocer a mi nueva prometida y a sus padres.

Una nueva familia se había mudado a la ciudad algunas semanas antes de que yo "saliera del closet" y cuando tuvieron que cancelar el acuerdo con mi antiguo prometido, su segunda opción fue la hija de esta familia. Los muy astutos se empeñaron en hacer todo lo posible para lograr que su hija se casara conmigo, y de alguna manera, lo habían logrado.

*

Salí de mi habitación luego de que mi madre fuese a buscarme por enésima vez para regañarme por hacerla quedar mal frente a la familia de mi prometida, y traté de sacar mis mejores dotes de actriz para no demostrarle lo muy alterada que me tenía toda esta situación. Debía estudiar primero a los intrusos, evaluar el escenario y luego trazar un plan para poder librarme de esto. Tal vez, hasta podía conseguir que mi noviecita se pusiera de mi lado.

—Camila, ella es Lauren. Lauren, ella es Camila. Las voy a dejar solas para que se conozcan mejor antes de la cena.

Apenas bajé las escaleras, mi mamá me presentó a mi prometida, y ninguna de las dos hizo algún movimiento, ni desvío la mirada. Parecía una competencia por quien tenía el control y yo no estaba preparada para perder.

Su mirada altanera y la manera en la que parecía estarme desafiando no me gustaba para nada. Era ligeramente más alta y fuerte que yo, pero con una mirada de autosuficiencia le hice saber quién tenía el control cuando pasé a su lado y choqué su hombro de camino a la cocina.

Ahí terminaban todos mis planes de asociarme con mi noviecita. Tendría que hacer esto por mi cuenta.

Durante la cena, cada vez que la miraba, encontraba una nueva razón para odiarla. Su sonrisa encantadora, sus ojos verdes, su envidiable cuerpo, su delicada voz, su buen gusto al vestirse y sus preferencias sexuales. Si a la imbécil le gustaran los chicos al igual que a mí, mis padres aun estarían buscando a la candidata perfecta para su preciada heredera.

Cabe destacar que la cena fue un fracaso. La tensión era casi palpable en el aire las veces que Lauren y yo llegamos a mirarnos por accidente, cada una más arrogante que la otra, buscando demostrar con cada una que ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder.

— ¿Todo este teatro significa que tenemos que actuar como novias? — Pregunté, sin poder evitar rodar los ojos.

— Eso depende de ustedes— respondió el padre de Lauren, quien parecía ser la persona más amable de esa familia. Aunque no olvidaba que él había aceptado el trato de mi padre, por lo que también formaba parte de mis rivales.

—Ustedes dos ahora están comprometidas. Lógicamente tienen que actuar como tal— argumentó mi madre, dándome una mirada severa.

— Esto es absurdo— espeté. Dejé mis cubiertos en la mesa de manera brusca y salí del salón. No me importó escuchar los gritos de mi mamá pidiéndome que volviese ni quedar como una inmadura frente la altanera de Lauren y su familia.

Odiaba que me trataran como a una marioneta a la que podían mover y manipular a su antojo cuando yo era una persona capaz de tomar sus propias decisiones.

**

LAUREN

— La policía ha estado preguntado a las personas si han visto a Camila en los sitios que ella suele frecuentar— comentó mi mamá de manera casual durante la cena.

— ¿Y por qué no nos avisaron? — Exclamé. Me levanté de la mesa, y busqué mi chaqueta para ir a la comisaría. Si había alguien que conocía a Camila era yo y si había alguien que la quería de vuelta, si, esa también era yo.

Quería ayudar en cualquier cosa que pudiese llevarnos a encontrarla y no me importaba si eso significaba congelarme en una avenida o tener que tocar puerta por puerta preguntando a las personas si habían visto a Camila.

Después de saber en qué puntos estaba la policía, me uní a ellos y comencé a preguntarles a las personas por Camila. La mayoría salía del trabajo y sólo quería llegar a casa, por lo que me ignoraban, más a mí que a los policías.

— Tal vez con esto te presten más atención. — Uno de los policías me dio su chaqueta que estaba identificada y se lo agradecí. Con ella las personas me tomarían más en serio, y me ayudaría a soportar al frío infernal que estaba empezando a calarme por entre la ropa.

Entré a una tienda de comestibles, la cual reconocí como una en las que Camila había comprado unas que otras veces. Fui hasta el mostrador y el vendedor detuvo lo que estaba haciendo cuando me vio de pie frente a él.

— Buenas noches. ¿Ha visto a esta chica recientemente? —Pregunté con el mismo tono neutro que había escuchado utilizar a los policías.

— Entré al turno a las cuatro y no la he visto. Tal vez el del primer turno la vio.

— ¿Está él aquí?

— No lo creo. Tal vez si le mandamos una foto pueda decirnos si la vio.

Esperé hasta que el hombre le mandara la foto al del primer turno y a que este respondiera. Di algunas vueltas por la tienda para matar el tiempo, pero eso solo logró desesperarme más.

— ¡Eh, chica! — Me llamó el hombre luego de unos veinte minutos—. Mark dice que la vio esta mañana cuando apenas empezaba su turno, como a eso de las cinco. Se acuerda de ella porque fue la primera persona a la que atendió.

Fui a buscar a uno de los policías para contarles las noticias y después de ahí todo quedó en manos de ellos. Poco después, a Alejandro lo llamaron para informarle sobre las conclusiones del día.

Camila había ido a la tienda, a eso de las cinco y diez de la mañana, y había gastado casi trescientos dólares entre comida, artículos de uso personal y agua. Los detectives encargados del caso descartaron la idea de que pudiese tratarse de un secuestro o un asesinato. Camila se había preparado para unos días fuera de casa porque había escapado voluntariamente.  

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