AMBER ©

Oleh TRomaldo

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Aaron Foster nunca supo en qué momento las cosas cambiaron con ella. Empezó siendo solo un juego para él, bes... Lebih Banyak

AMBER
Prólogo
CAPÍTULO 1: Primera vez
CAPÍTULO 2: Promesas
CAPÍTULO 3: Odiosa diversión
Capítulo 4: ¿Interesado, Aaron?
CAPÍTULO 5: La primera fiesta
CAPÍTULO 6: Discusiones
CAPÍTULO 7: Expectativas equivocadas
CAPÍTULO 9: Los amigos de Megan
CAPÍTULO 10: ¿Verdades?
CAPÍTULO 11: Una fiesta cualquiera
CAPÍTULO 12: Hermanos Bradford
CAPÍTULO 13: Chantaje
CAPÍTULO 14: Auto sabotaje
CAPÍTULO 15: ¿Celoso?
CAPÍTULO 16: ¿Amigos o enemigos?
CAPÍTULO 17: Corazones rotos
CAPÍTULO 18: Volver a verla
CAPÍTULO 19: Amber y Trent
CAPÍTULO 20: Jane
CAPÍTULO 21: Fuera de lugar
CAPÍTULO 22: Cogorza
CAPÍTULO 23: De verdad y dolores
CAPÍTULO 24: Secretos
CAPÍTULO 25: Descubierto
CAPÍTULO 26: De encuentros y juegos
CAPÍTULO 27: ¿Juegas?
CAPÍTULO 28: La última noche
CAPÍTULO 29: Es Marcel
CAPÍTULO 30: Problemas
CAPÍTULO 31: Tú, nada más
CAPÍTULO 32: Emily Prescott
CAPÍTULO 33: La familia de Aaron Foster
CAPÍTULO 34: Revelaciones
CAPÍTULO 35: ¿Estás dispuesto?
CAPÍTULO 36: ¿Aaron o Marcel?
CAPÍTULO 37: Adiós
CAPÍTULO 38: La decisión correcta
CAPÍTULO 39: Verte de nuevo
CAPÍTULO 40: El amor
CAPÍTULO 41: No podría odiarte
CAPÍTULO 42: Cómo intentar olvidarla, por Aaron Foster
CAPÍTULO 43: Confesión
CAPÍTULO 44: ¿Eras?
CAPÍTULO 45: Final
EPILOGO
Último anuncio.

CAPÍTULO 8: Tensión

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Oleh TRomaldo


Tensión

Sentada por casi media hora en uno de los bancos de la tienda de hombres, veía cómo Aaron se ponía miles de remeras y camisas.

— Joder, que sexy soy... —aprobó él mientras, mirándose en el espejo, flexionaba los brazos.

Rodó los ojos con aburrimiento y mucha hambre al verlo sonreír con galantería.

— Sí, campeón —murmuró ella con burla a su lado, viéndose las uñas como si fuera lo más interesante del mundo.

Porque en el tiempo desperdiciado que llevaba viendo cómo se jactaba de su cuerpo—tan—ejercitado, había llegado a la conclusión de que Aaron lo hacía a propósito.

Era cierto que él se vestía bien y se veía bien con lo que fuera que usara, pero Amber se negaba a aceptar que había chicos que realmente amaban ir de compras.

— ¿Puedo irme de aquí? —murmuró enfadada por el calor que empezaba a tener.

¿Y cómo no tenerlo?

Los dos estaban encerrados en uno de los pequeños vestidores.

— Vamos, Amber, no es tan malo. Cualquier chica incluso estaría aprovechando de la situación —rió él mientras volvía a desvestirse—. No te hagas la difícil.

Se puso de pie con el orgullo herido y lo encaró furiosa.

— ¿Cuál es la necesidad de cambiarte aquí? Si mal no recuerdo, te encanta desnudarte en todos lados —espetó fastidiada, apuntándole el pecho desnudo con el dedo índice—. Además, no sé qué tanto te miras, no hay nada bueno que ver.

Solo entonces logró que él le prestara atención.

Y sí que lo hizo. Porque antes de poderlo asimilar, Aaron acababa de acortar la distancia entre ellos.

Con las mejillas sonrojadas, intentó sonreírle con fingida inocencia en los escasos centímetros que los separaban.

— Vaya, no parecías pensar lo mismo hace cinco minutos. — Se inclinó sobre ella y sonrió con malicia—. No dejabas de comerme con la mirada.

El cálido aliento de Aaron se coló entre sus labios, tan cerca que su rostro se sonrojó aún más.

— Ya basta, aléjate —murmuró con la voz más aguda para su gusto.

Se regañó internamente por verse nerviosa, incapaz de moverse bajo el pesado y desnudo torso del castaño. De pie y arrimada contra la puertecilla del vestidor, lo vio sonreír triunfal, mirándola con malicia.

— ¿O qué? —preguntó con diversión antes de apoyarse aún más sobre ella.

Bufó débilmente, empezando a desesperarse cada vez más.

— No voy a pagarte tu tonta remera —siseó furiosa.

Aaron Foster ladeó el rostro y fingió estar sopesando aquella amenaza. Aunque, en realidad, lo tenía más que claro. Le fascinaba en desmesura hacerla enfadar, rabiar y, sobretodo, ponerla tan nerviosa que parecía no poder moverse. Era increíblemente divertido ver aquellas mejillas sonrojarse solo por susurrarle como solo él sabía hacerlo.

Así que, sin dejar de sonreír, apoyó el brazo al lado de la cabeza de Amber y, lentamente y bajo su atenta mirada furiosa, deslizó la lengua sobre los labios.

— ¿Te cuento algo? —rió ligeramente—. La remera me importa una mierda, estamos aquí porque me da la gana, nena.

Podía no saber pelear en absoluto pero, por lo menos, sabía defenderse de los ridículos golpes que personas como Amber querían hacer. Así, justo cuando la castaña, aún más furiosa, intentó darle un ridículo golpe directo a su pecho desnudo, le sujetó de las muñecas.

Se rió de ella en la nula distancia que los separaba mientras mantenía los brazos de la chica por encima de su cabeza.

— ¿Puedo saber por qué tienes la manía de encerrarnos en espacios pequeños? —escupió ella con la respiración agitada, tan enfadada que su ojos parecían estar chispeando sobre él.

No lo había pensado, en realidad. Pero, si era sincero, le gustaba. ¿Y por qué no? Le encantaba hacerla enfadar y no era su culpa que ella desprendiera un aroma que se le hacía tan adictivo. Sí, esa era la única razón, por supuesto, claro que sí.

— ¿Tienes algún problema?

— Suéltame o no voy a darte el dinero para tu estúpida...

— No —la calló rápidamente, poniendo un dedo sobre sus labios—. Las princesas no dicen malas palabras, niña mala —se burló.

Entonces se alejó de ella como si no hubiese nada más interesante que hacer allí. Y, colocándose su prenda, salió del vestidor sin más.

— ¡No soy ninguna princesa! —la escuchó gritar con frustración.

Rió sin poder evitarlo al saberla nerviosa y, mejor aún, enojada. Joder, cómo le encantaba...

— Llevaré esta —dijo a la dependienta mientras le entregaba la remera blanca que debía devolverle a su amigo. Esa que Amber había arruinado con su tan característica torpeza.

Se apoyó sobre el mueble con aburrimiento, pensando en toda la ropa que podría llevar si la aburrida de Larousse no estuviera pisándole los talones. Sí, debió haber ido solo o, por lo menos, con alguna muchacha que se sintiera más a gusto con él.

|...|

Amber salió de los baños con fastidio pero con cierto sentimiento de triunfo. Había tardado demasiado para vengarse de Aaron por hacerle perder el tiempo con tonterías. Pero, obviamente, él siempre ganaba. Se sintió fastidiada al verlo apoyado con galantería sobre una muchacha, susurrándole cosas al oído y riendo.

Era increíble lo rápido que Foster trabajaba. Es más, seguramente y ya había conseguido el número, nombre y dirección de la chica. Como fuera, no esperaría a que terminara de coquetear para ir a almorzar su deliciosa hamburguesa. Así que, mientras iba hacia ellos, se le ocurrió una mejor manera de arruinarle la cita. Fingió una sonrisa adorable y se colgó del cuello de Aaron al llegar a ellos. Y bajo la mirada de la rubia, porque a él le encantaban las rubias, le dio un largo beso en su mejilla.

— ¿Me esperaste mucho, bebé?

Aaron giró el rostro con brusquedad hacia ella y la miró con los ojos abiertos en desmesura, sin saber qué decir.

— ¿Pero qué...

Hizo un tonto puchero con los labios y entrelazó sus manos con fingida felicidad.

— ¿Son... novios?

Volteó a ver a la incómoda chica que, con el rostro sonrojado, se mantenía alejada.

— Claro que...

No pudo ni terminar de hablar porque la muchacha ya se había ido como si escapara de un fantasma.

Bueno... no esperaba esa reacción, en realidad.

— ¡¿Pero qué demonios?! —espetó Aaron con enfado, alejándola bruscamente de su lado—. Me acabas de arruinar la noche, joder.

Rodó los ojos y lo arrastró hacia los comedores.

— Tengo hambre.

— Bueno, eres tú la que tardó media hora. Debía hacer algo productivo, ¿no?

— Sí, pero...

— No me importa —Le cortó fastidiado—. Iré a pedir algo.

Era muy guapo, lástima que fuera tan gruñón. Consiguió una mesa donde comer y esperó a que él llegara con la comida. Finalmente, al parecer, las cosas no habían salido como Aaron lo quiso. Se quedó sin chicas y sin compras. Aunque, media hora después, las cosas iban muy diferentes a como empezó. Aaron, después de haberse comido su segunda hamburguesa de doble queso, reía a mandíbula batiente ante cada ocurrencia que ella le contaba.

— Eres muy torpe, joder —se burló, mirando la hora de su reloj—. Te llevaré a Gregory's, ¿bien?

Cogió las llaves de su auto y esperó a que ella le dijera algo. Pero, a su lado, se limitó a reírse. Frunció el ceño al verla sonriendo con cierta burla. Se sintió incómodo pero sobretodo fastidiado al notar que estaba riéndose de él.

—¿De qué demonios te ríes? —espetó—. ¿Tengo un mono en la cara o qué?

—No, solo... Y yo soy la torpe, claro— siguió riendo mientras se inclinaba sobre el asiento para estar más cerca de él.

Y como acto reflejo, sonrió con coquetería al verla inclinada hacia él.

— Sabía que no tardarías en caer en...

Ella sonrió, deslizando un pulgar sobre su labio con lentitud, casi en una caricia tortuosa. Se quedó quieto, disfrutando en silencio del tacto tan suave y delicado que Amber le hacía. Hasta que reaccionó. Sintió el calor acoplarse en su garganta antes de alejar los dedos moviéndose lentamente en su boca de un manotazo.

—Sólo te habías manchado toda la boca —se mofó ella, limpiándose los dedos y tirándole la servilleta en la cara. Se puso de pie y dándole un guiño, deslizó el pulgar sobre sus propios labios de la misma manera como lo había hecho con él—. Aún tienes algo aquí.

No sabía si estaba jugando con él o si realmente era demasiado inocente como para notar que sin ningún jodido esfuerzo había logrado conseguir toda su atención. De pronto quedó prendado mirando sus labios y preguntándose si serían tan suaves como parecían a... Gruñendo, detuvo sus propios pensamientos que empezaban a molestarle. Ni siquiera con Camille o Megan sucedía eso. Solo fue un estúpido roce en los labios, pensó fastidiado consigo mismo. Se levantó y fue detrás de ella, casi pisándole los talones y pensando que estaba comportándose como un niño que estaba por tener su primer beso.

Además, ¿Amber Larousse? Ni siquiera le gustaba su compañía. Solo le encantaba hacerla enfadar.

Por supuesto, claro que sí

.

Espero les haya gustado! Nos leemos el domingo. ¡Que tengan un buen fin de semana!

Gracias por por sus votos♥

Pd: Las invito a pasarse por mi novela Sueños perdidos, disponible en Wattpad y Booknet. Es una recopilación de relatos, del tipo fantasía. Espero lo disfruten y sea de su agrado. Gracias por leerme!

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