Llegamos al encuentro de Lucas, quien miró a Peter con cara de pocos amigos, pero se saludaron de la forma más cordial que se podía en esas circunstancias. Lucas nos llevó hacia donde estaban Connor y Lucy, ellos dormían, pero Charles, Patrick y Richard parecían estar esperando por nosotros, Lucas los había reunido.
- Escucharemos lo que el lobo tenga que decir - Dijo Charles a los chicos - Luego tomaremos una decisión.
- Mi manada y yo estamos seguros de que atacaran en la noche - Empezó Peter sin soltar mi mano, tuvo que decir lo de la manada para no crear confusiones - Así que Lucy debe quedarse junto a Connor, ningún lobo, ni siquiera Miranda, lastimaría a un humano. Alice se quedará con ellos, mi hermana, su esposo, ustedes y yo haremos el resto.
- ¿El resto? - Dijo Richard.
- Ellos son pocos, máximo pueden ser cinco, nosotros somos siete, ellos van a tener que rendirse, y por lo menos dejarnos ir en paz.
- ¿Siete? Seremos ocho - Dije yo.
- No, tú no vas a meterte allí - Rugió Peter con voz autoritaria.
- ¿Cómo que no? - Pregunté indignada.
- No voy a ponerte en peligro. Miranda irá por ti a penas te vea - Dijo Peter.
- Ya no soy tan indefensa... - Repliqué.
- Él tiene razón, Alice - Dijo Lucas - No dejaré que te metas en esto.
- No puedo perderte - Me dijo Peter en mi cabeza - No de nuevo, si me amas, no te meterás allí.
- Pero... - Empecé.
- Alice - Siguió Lucas - Te quedarás junto a Lucy y a Connor.
- ¿Cómo sabemos que no es una trampa? - Dijo Patrick interrumpiendo mi protesta.
- Si así lo fuera, yo hubiera asesinado a Alice mientras estábamos a solas - Respondió Peter muy tranquilo a pesar de la acusación.
- Sigo creyendo que es un truco - Dijo Richard, yo iba a replicar, pero Charles fue quien lo hizo.
- No tenemos más opción, hay que acabar esto ahora.
Con la decisión tomada, sin nadie que oponerse a Charles, empezamos a movernos, logramos esconder a Lucy y a Connor tras un conjunto de arbustos, Lucas trajo termos de sangre - Nadie supo cuando fue por ellos - Los cuales repartió rápidamente. Peter hablaba con Charles mientras yo tomaba el mío. Estaba frustrada y aunque sabía que era por mi bien, no me gustaba la idea de quedarme sin hacer nada.
Ese día, los vampiros buscaron formaciones de batalla, después de todo, todos habían participado en alguna guerra y sus conocimientos eran útiles. Peter estuvo con ellos y escuchaba atentamente para ir a comunicar eso a su hermana cuando se fuera para ir a buscarlos.
No me dejaron acercarme ni un poco, así que me quedé con Lucy y Connor, éste durmió casi todo el día y sólo se despertaba para beber sangre, no hablaba con nadie, salvo con Lucy. Ella era la única que parecía entenderme, pero no había nada que se pudiera hacer. Así que me distrajo hablándome de todo, incluso de una serie que le gustaba ver en televisión. Y aunque le prestaba toda mi atención, aún me molestaba no poder hacer nada. Ya era vampiro y era tan fuerte como cualquiera de ellos, además de que sabía defensa personal y con mis nuevos poderes, sabía que podía ser bastante útil.
En el atardecer, Peter se fue a buscar a su hermana. El resto se quedó haciendo guardia en caso de un ataque sorpresa, y yo me quedé donde estaba. Sólo que Lucy me convenció de que diera un paseo para despejarme, prometió no decir nada, y me puse en marcha.
No caminé mucho, cuando sentí que alguien más estaba conmigo, supe que no era vampiro por el sonido de su palpitar, y tampoco reconocí su olor. Todos mis sentidos de crisparon en búsqueda de la procedencia de aquel ser. Dejé que mi alrededor me guiara a la procedencia de aquello que sobraba. Me detuve cuando lo logré.
Puse mis pies en posición de ataque, con la mirada fija, no me movería hasta que ese alguien se mostrara. De hecho, no tuve que esperar mucho, una figura apareció de entre los árboles, para estar en el bosque en plena noche, parecía bastante calmado.
Era un hombre de cincuenta y tantos años, pero era bastante apuesto, era como ver a una versión más adulta de Daniel. Pero en sus ojos había algo más, odio.
- El chico sí que supo elegir bien - Dijo él mirándome de arriba a abajo con una voz grave y rasposa, luego añadió con una sonrisa torcida - Va a ser una lástima.
- ¿Quién es usted? - Pregunté con la voz firme.
- Perdóname mi falta de educación, querida - Hizo una pequeña inclinación con la cabeza - Mi nombre es Michael.
Di un paso atrás por la impresión. ¡Era el padre de Raquel! Él había asesinado la otra mitad de Emma, la madre de Peter, y por ende, eso la había asesinado a ella.
- Pareces sorprendida, querida - Me dijo con otra sonrisa.
- No me diga así - Gruñí.
- Me parece que puedes algo por mí, querida - Hizo un énfasis en lo último, ignorándome por completo.
- No lo conozco, ¿Por qué habría de ayudarlo?
- Imagino que quieres que tus amigos lleguen a ver un mañana. Así que yo creo que a pesar de que no me conoces, vas a ayudarme.
Mi mente quedó en blanco por unos instantes, estaba con Michael, y él amenazaba a mis amigos. Ya sabía que estaba fuera de pregunta si haría lo que fuera por protegerlos, pero eso no evitaba que estuviera asustada por lo que iría a pedirme.
- Bien, dígame qué es lo que quiere - Dije cruzando los brazos.
- Sólo ven conmigo - Empezó a caminar en dirección opuesta al lugar donde estaban todos y yo lo seguí con prudente distancia.
Llamé a Peter mentalmente, pero sabía que era inútil, él estaba demasiado lejos, y aún no sabía cuánto alcance podríamos tener al comunicarnos.
- ¿Qué está haciendo aquí? - Pregunté después de un rato de caminar - Se suponía que había desaparecido.
- Se suponía, bien dicho.
- Eso no responde a mi pregunta - Repliqué molesta. Él soltó una carcajada.
Después de eso, repitió lo mismo que yo acababa de decir, tratando de copiar mi voz de una manera muy aguda, luego habló de una manera profunda y aterradora.
-No tengo que responder a tus preguntas. Después de todo, tú estás a mi merced.
- ¿Qué quiere de mí? - Volví a preguntar.
- ¡Deja de hacer tantas preguntas estúpidas! - Gritó sin siquiera mirarme - Si quisiera decírtelo, ya lo hubiera hecho. Así qué no hables hasta que lleguemos.
Hubiera preguntado hacia dónde nos dirigíamos, pero opté por quedarme callada, no sabía nada de este tipo que me pudiera ser útil en esas circunstancias, por lo que, lo mejor era esperar.
Veinte minutos después, llegamos a un pequeño lugar vacío. Había un gran espacio donde no había árboles, el césped estaba seco, y la luna alumbraba aunque el sol saldría pronto.
- Es hora - Susurró Michael.
Apenas terminó de decir esas palabras, dos lobos saltaron a mi espalda, todo fue tan rápido, que no tuve tiempo de reaccionar.
Casi que al tiempo, cada uno mordió una de mis muñecas, grité por que el dolor fue espantoso. Recordé la noche en que me transformé, el dolor que sentía en ese instante era comparable con aquel.
Cuando intenté zafarme, los afilados dientes se enterraban más profundo, dejé de intentarlo, pero no por eso dejaba de doler. Michael volvió a verme con una sonrisa, parecía estar disfrutando esa imagen mía, como si pudiera ponerse a dar saltitos de alegría.
- ¿Acaso no va a matarme ya? - Grité con rabia.
Ambos lobos me gruñeron, y Michael movió su dedo índice en señal negativa, haciendo un sonido con la lengua que recordaba a alguien reprendiendo un niño.
- Aún no, querida. El público principal falta todavía - Sonrió - ¡Vas a ver que va a ser muy divertido!
- ¿Por qué está haciendo esto? - Pregunté aunque temía que me reprendiera por hacerlo. En cambio, él se encogió de hombros.
- Odio. Venganza. Desprecio. Aburrimiento. Tú elige - Dijo como si mi pidiera que eligiera un sabor de helado. Luego miró hacia el bosque - Átenla.
Los lobos soltaron mis muñecas y yo caí al suelo, omití un grito al ver mis muñecas y antebrazos, estaban destrozados y sangraban demasiado, podía ver la carne adentro y lo peor de todo es que no sanaba. Estaba en problemas, y muy graves.