Suicidas (Rubelangel)

Autorstwa EiderR

41.6K 3.6K 4.4K

"Y sin saberlo... ambos terminamos saltando agarrados de la mano" Historia corta Więcej

Suicidas (dos)
Suicidas (tres)

Suicidas (uno)

18K 1.2K 979
Autorstwa EiderR

~¤~

...Aún lo recuerdo...

...Mi salvador...

¿Por dónde comenzar? Bueno... tal vez sería conveniente decir que el inicio de nuestra historia fue bastante... curioso y extraño; absurdo podría decirse. Pero tengo que admitir que no tengo mejor recuerdo que el de cuando lo conocí.

Fue durante una helada noche de invierno.

Una helada noche de invierno en víspera de año nuevo.

Una helada noche de invierno en la que... decidí terminar con todo.

Pero en aquel entonces, hace tantos años, cuando pensaba en "terminar con todo", realmente me refería a todo. ¿Y qué era ese "todo" para mí? Mi "todo" se reducía a un patético nada. Mi vida por aquellos años de mi juventud era completamente miserable, al menos así la veía yo y todas las personas que me rodeaban. Se volvió miserable cuando sucedió... aquello.

Ya no tenía sentido seguir viviendo. ¿Para qué?, me preguntaba constantemente. No quería tener esa vida tan triste y oscura. Había intentado recuperarme, de veras lo había intentado, pero no lo había logrado. Y no quería que los demás se percataran de ello, ya tuvieran reacciones malas o buenas. No quería me observaran con ojos de pena.

No quería saber nada, y esa última noche helada que daría comienzo al año nuevo en unas horas, decidí que ya era tiempo de ceder mi vida a alguien con más ganas de vivir. Decidí acabar con mi todo que se reducía a un patético nada.

Era un completo cobarde.

Corrí por la acera sintiendo los latidos cardíacos presionando con fuerza mi pecho, mientras que mi garganta se anudaba más y más. Era una horrible sensación de ahogo insoportable, y mi visión borrosa por las lágrimas que querían salir no ayudaba en mucho.

Recuerdo que cuando llegué a mi departamento solitario, pasé de largo la puerta de mi hogar sin entrar y seguí subiendo las escaleras desesperadamente, tomando brutas bocanadas de aire que me hacían doler el estómago y las costillas. Pero aquellos pequeños dolores no se comparaban en nada a lo que estaba sintiendo emocionalmente. Ya lo había decidido, y cuando crucé la puerta metálica de la azotea del edificio, supe que no había vuelta atrás.

Ya nada me importaba, no le importaba a nadie y no quería importar.

Había llegado a mi límite.

Me acerqué tambaleante y con paso inseguro hacia el borde del edificio, sintiendo el frío aire de invierno chocando contra mi rostro helado, y cuando me apoyé en el borde y logré ver hacia abajo, en donde la gente hacía sus vidas sin sentido y los coches andaban con un rumbo fijo sobre el pavimento, suspiré aliviado, formando una pequeña nube helada de aire frente a mi rostro.

Al fin... al fin podría acabar con todo de la manera más rápida y cobarde, pero ¿qué importaba de todas maneras? O mejor dicho... ¿a quién le importaría?

Ya no tenía a nadie.

Fue en ese momento en el que escuché un portazo a mis espaldas, y totalmente alterado y sobresaltado giré sobre mis talones.

Pestañeé extrañado al ver a un sujeto despeinado y agitado, apoyándose en la puerta que anteriormente yo había cruzado. Al parecer no me había visto, porque comenzó a caminar con la cabeza gacha hacia el borde de la azotea, a unos pocos metros de mí. Fruncí el ceño al verlo apoyarse y mirar hacia abajo, y enfurecí. Ese sujeto estaba arruinando todo. Yo quería acabar con todo en paz, sin que alguien interrumpiera mis últimos minutos de vida. ¿Por qué tenía que venir este sujeto justamente ahora, a esta azotea, esta noche, a esta hora?

-¡Hey!- le grité sin moverme de mi lugar, apretando mis puños con fuerza.

Se giró hacia mí, incluso más sobresaltado que yo, y me inspeccionó de arriba a abajo rápidamente.

-¡Será mejor que te vayas!- seguí gritándole, completamente cabreado por mi mala suerte.

-¡Ni lo sueñes!- le escuché gritar a él del mismo modo.- ¡Yo llegué primero! ¡Vete tú!- negué con la cabeza, sintiendo cómo la furia comenzaba a recorrerme las venas.

-¡¿Estás loco!? ¡Tú eres el que no me ha visto! ¡Yo he llegado aquí antes!

-¡¿Y cómo puedo saber yo eso!? ¡Estás mintiendo!

-¡Claro que no! ¡Es la verdad maldita sea! ¡Vete por donde viniste!

-¡Déjame en paz!- si alguien nos hubiese visto desde afuera, de seguro habría pensado que éramos unos idiotas por gritarnos de esa manera tan infantil, pero creo que en ese momento ninguno de los dos estaba completamente en sus cinco sentidos.

-¡¿Qué diablos te sucede!?- seguí gritándole, ya sin poder controlar mi furia- ¡Por un puta vez quiero estar sólo! ¿¡Tan difícil es eso!? ¿¡Tan difícil te es entender!?- ahora que lo pienso, en realidad, mis reclamos no iban directamente para ese sujeto desconocido, era más una protesta general que le hacía a la sociedad de mierda que me hizo sentir menos en los peores momentos de mi vida.

Mi voz se quebró al final de aquel último grito desgarrador antes de que yo pudiera evitarlo, y sentí mis piernas flanquear. Hacía días que no comía ni dormía bien, así que supuse que aquello me estaba pasando factura. Me apoyé con las manos en el borde de la azotea, sintiéndome mareado, y me dejé caer de rodillas, respirando agitado con los ojos cerrados mientras que intentaba calmarme.

Era demasiado. Fue como si hubiese llegado a mi límite, pero a la vez como si no pudiera superarlo ni tampoco retroceder. Estaba estancado en ese lugar, en mi límite, y temía quedarme allí de manera permanente.

Pero fue un suave tacto sobre mi hombro cubierto por mi abrigo, lo que me hizo entreabrir los ojos con debilidad.

-¿Estás bien?- escuché que preguntaba el sujeto al que le había estado gritando como todo un lunático.

-No...- susurré sin levantar la mirada y con mis manos protegidas por guantes aún apoyadas en el borde de la azotea.- Quiero matarme.

Hubo un silencio luego de eso. Un silencio en el que mi mente se quedó en blanco por breves segundos. Recuerdo que sólo sentía la brisa fría de invierno estremeciendo mis músculos y aquella mano preocupada sobre mi hombro adormecido. Era curioso porque... antes sólo quería que aquel sujeto se alejara, pero su mano en mí hacía que una sensación de calidez se colara en mi pecho apretado por la oscuridad de mi vida que estaba apunto de terminar.

-También yo.- respondió luego de un rato.

Levanté mi rostro hacia él, totalmente sorprendido por lo que había dicho. Estaba arrodillado junto a mí sin quitar su mano de mi hombro, mirándome seriamente, y yo, sin saber bien por qué, aproveché nuestra cercanía para observarle con más detalle.

Su piel estaba bastante pálida al igual que la mía, y unas grandes ojeras se dibujaban debajo de sus ojos azabaches, los cuales eran muy oscuros; sin una pizca de brillo. Grandes y tristes. Tenía puestos unos anteojos de borde negro que le daban un rostro bastante caricaturesco y sus cejas y cabellos estaban despeinados y desalineados, al igual que su pequeña barba mal afeitada.

Fue como si, en parte, me viera al espejo. Esa mirada cansada de todo... era idéntica a la mía. Estaba casi seguro.

-¿Ah si?- murmuré con lágrimas en los ojos. No sabía qué me pasaba, pero repentinamente sentía ganas de llorar.

-Sí. Tengo muchas ganas de hacerlo, de hecho.- y sonrió débilmente, mostrándome esa misma mueca de falsa felicidad que yo había estado enseñando a los demás por mucho tiempo.

-Que bien.- sonreí de manera triste sin motivo aparente, haciendo que él soltara una risilla corta y baja.- Soy Rubén.- me presenté encogiéndome de hombros y bajando mis manos del borde de la azotea, intentando que las lágrimas no se me salieran.

-Miguel- dijo él quitando su mano de mi hombro.- Lamento si interrumpí tus intenciones, yo... no encontré otro lugar más cercano para... ya sabes... hacerlo.

-Está bien. No te preocupes, yo no debí gritarte así. De todas formas iré al infierno luego de esto pero... ya que. No quiero morir sintiéndome culpable.

-También lo siento, entonces.- rió él esta vez de forma más sincera, sacándome una sonrisa tímida. Tenía una bonita sonrisa.

-Bueno... supongo que entonces no eres mi salvador, Miguel.- susurré suspirando mientras que lentamente me ponía de pie. Ya no me sentía tan mareado.

-¿Ah?- preguntó él sin entender, mientras que se incorporaba al mismo tiempo que yo.

-Se supone que ahora debes decirme que "no cometa una estupidez", "que no acabe con algo que muchos luchan por obtener y mantener." "Que puedo arreglar mi vida."

-¿No escuchaste lo que te dije? Yo también... también quiero... matarme...- parecía costarle admitirlo en voz alta. Y lo entendía.

-Lo sé. Es por eso que supuse que no serías mi salvador. Más bien... eres algo así como un incentivo que me alienta a seguir con mis intenciones.- me apoyé más relajado en el borde de la azotea, y dejé que el aire helado despeinara aún más mis cabellos castaños.

-Gracias... creo.- murmuró confundido. Reí bajo mientras que veía cómo él se apoyaba a mi lado, y así, ambos nos quedamos viendo hacia abajo, en donde podía apreciarse parte de una calle principal totalmente iluminada por las luces festivas.

-Míralos... corriendo de un lado a otro...- suspiré con la mirada perdida en los coches apresurados- ¿No crees que es algo tonto? Después de todo, cada una de esas personas morirá algún día, y a su vez, los seres queridos de esas personas también morirán, y así será hasta que todos se olviden entre sí por completo. ¿Para qué vivir, si ya tenemos un destino fijado? ¿Para qué, si algún día todos nuestros aprendizajes y teorías sobre la vida humana quedarán hechos polvo junto con nuestras memorias? ¿Para qué, Miguel? ¿En verdad tiene algún sentido?- pregunté de manera retórica. No esperaba que me contestara, pero realmente me interesaba saber qué era lo que él pensaba al respecto. Además, se sentía bien expresar mis más profundos pensamientos sin temer a ser juzgado. O al menos eso creía... Miguel debería de pensar igual que yo, después de todo él también quería matarse, ¿verdad?

Mi compañero se quedó en silencio por unos minutos, pensando, supuse. Giré mi cabeza hacia él, y observé atento cómo sus ojos seguían clavados en el vacío bajo nuestros cuerpos. El aire helado volvió a agitar nuestros cabellos, y finalmente le vi suspirar mientras que sus párpados se cerraban.

-Todos estos años...- comenzó a hablar en voz baja-...me han dicho que siempre podría elegir qué hacer con mi vida.- abrió sus párpados, y noté cómo sus ojos negros se habían aguado un poco.- Pero me mintieron. Yo quería vivir. ¡Claro que quería hacerlo! Siempre me pareció estúpido el que la gente se suicidara. Por ejemplo...- me observó seriamente, haciendo que me sintiera algo intimidado-...lo que dijiste antes; sobre que básicamente al final habremos vivido para nada, porque todos moriremos y cada uno de nuestros aprendizajes y vivencias serán olvidados... esa clase de pensamientos me parecían estúpidos. Odiaba a la gente que pensaba así porque sentía que estaban desperdiciando su vida.- me sentí algo dolido al escucharle decir aquello. Desvié mi visión hacia el horizonte una vez más.- La vida es un regalo. Esa siempre ha sido mi frase favorita. Sólo... existe para vivirla y ya... No hace falta darle una explicación. Mi padre decía que había que aprovechar todas las oportunidades que se nos daban a lo largo de nuestras vidas. Pero hace unas semanas me di cuenta de que no siempre esas oportunidades te llevarán al resultado que tú quieres.

-Lo siento Miguel, pero... no entiendo.- tartamudeé nervioso. Realmente me confundía su razonamiento. Era difícil seguirle el hilo de la conversación sin conocer toda su historia, y a la vez temía que se enojara conmigo por alguna metedura de pata por mi parte. Solía decir palabras incorrectas en momentos incorrectos. Supongo que eso también fue en parte lo que me trajo hasta aquí.

Le vi sonreír con tristeza, y luego sentí algo desagradable en el pecho al verle limpiar sus ojos con brusquedad, como si no quisiera llorar y le enojara producir lágrimas contra su voluntad. En eso nos diferenciábamos. Yo sentía que llorar era la única manera que tenía de liberarme. Llorar era una forma de sufrir menos, o al menos de aliviar un poco el dolor.

-Estoy enfermo. Tengo un melanoma maligno en mi espalda.- explicó finalmente.

-Se oye grave...- murmuré.

-Cáncer de piel. Sí.- su voz sonaba algo quebrada, y me ponía nervioso el verlo limpiar sus lágrimas con tanta brusquedad.

-Lo siento.- no tenía idea de qué decir. No era bueno consolando a las personas. Yo no era el más positivo que digamos, sólo había que ver en dónde había terminado para comprobarlo.

-No, no lo sientes para nada. Nadie siente esto, nadie me entiende.- frunció el ceño al mismo tiempo que sus ojos volvían a llenarse de lágrimas- Claro... ahora que estoy enfermo todos me miran con pena y compasión, como si ya estuviera dentro de la tumba. ¡Joder! ¡Yo en verdad quería vivir! ¿¡Pero cómo hacerlo si ya ni siquiera me permiten salir de mi casa sólo!? ¿¡Cómo!? ¿¡En serio vale la pena vivir así!?

-Miguel, tranquilo.- me acerqué a él al notar su respiración alterada, y sin saber qué hacer, decidí jalar su brazo hacia mí y atrapé su frágil cuerpo contra el mío en un fuerte abrazo que él correspondió al segundo.

-No quiero hacer quimioterapia ni toda esa mierda que me dicen. Ya me han hecho una cirugía pero no sirvió de nada. No quiero aprovechar esas oportunidades de vivir, porque sé que no sobreviviré. Sé que aquello sólo me causará más dolor. Ya no quiero sufrir, Rubén. Sé que es egoísta para mi familia, pero es mi vida, joder. Yo decido qué hacer con ella. ¿Por qué no pueden entender que si mi destino es morir dentro de poco, prefiero hacerlo sin sentir dolor?- su voz ya se había quebrado por completo, y sus lágrimas mojaban ahora mi abrigo en la parte de mi hombro derecho. Sentí mis ojos aguarse y subí una de mis manos hacia su cabello para luego acariciarlo con delicadeza. No tenía idea de por qué lo hacía, pero escucharle sollozar contra mí era verdaderamente un infierno.

-Entiendo.- susurré asintiendo con convencimiento. Era la verdad, finalmente lo había comprendido.- Te entiendo, Miguel. Entiendo que quieras hacer esto. Entiendo que quieras acabar con tu vida. Y en verdad te apoyo al cien por ciento. Yo también odio el dolor y... si esta es la única manera de ya no sufrir... creo que estoy dispuesto a saltar.- concluí mirando hacia el borde de la azotea.

-Rubén...- balbuceó contra mi hombro. Separó un poco su rostro de aquel lugar y clavó sus ojos rotos en los míos. Observé la oscuridad hipnotizante reflejada en su mirada atentamente.- ¿Dónde estuviste toda mi vida?- y me brindó una sonrisa inestable que terminó por acelerar mi corazón. Sentí mis mejillas calientes y desvié mi mirada carraspeando nerviosamente mientras que le soltaba con delicadeza para que no se sintiera rechazado.

-¿Qué dices...?- negué con la cabeza sin dejar de sonreír, y me alejé mientras que volvía a apoyarme en el borde de la azotea, sin atreverme a mirarlo a los ojos otra vez.

-¿Por qué te conozco ahora, justo cuando voy a terminar con mi vida? Es que es injusto, tío.- rió un poco limpiando sus ojos.

-La vida es una mierda a veces.- sonreí encogiéndome de hombros.

-No, las personas son una mierda.- afirmó él apoyándose a mi lado.

-Sí, supongo... que tienes razón.- suspiré pensativo.

Volvimos a quedarnos en silencio luego de eso. Faltaban sólo unos minutos para que un nuevo año comenzara, momento en el cual yo había decidido saltar para terminar con mi todo reducido a un patético nada. Pero ahora que Miguel estaba a mi lado... bueno... no encontraba las palabras para decirle que me dejara sólo.

Aunque a la vez quería que estuviera conmigo... me causaba un extraño sentimiento que contrarrestaba la soledad que había sentido los devastadores últimos años.

-Y... ¿cuál es tu trágica historia?- le escuché preguntar de repente. Lo miré sorprendido por su interrogante, y debí de haber puesto una mueca de horror puro, ya que el rostro de Miguel se tornó serio de un momento a otro- N-No tienes que decirme si no quieres. Lamento si te incomodé.- agregó rápidamente.

-No, no. Es sólo que... nunca le he contado a nadie acerca de mi vida... nadie me lo ha preguntado, me tomaste por sorpresa, es todo.- expliqué nervioso.

-Entonces...- murmuró él mirándome expectante.

-Te confesaré algo Miguel.- suspiré con la mirada perdida en el horizonte.- Me da vergüenza contarte mi historia luego de haber escuchado la tuya.- en verdad me avergonzaba.

-¿Por qué? No entiendo...

-Porque la mía es patética. Es decir... estoy seguro de que te reirás de mí y luego me odiarás por saber que la razón de mi suicidio es una estupidez. Un... simple desamor...

-¿Desamor? ¿Por eso estás aquí? ¿Por una chica que no te quiere como tú la quieres a ella?- pareció burlarse.

-Sí. Por una chica...- suspiré desanimado.

Lo siguiente no me lo vi venir, para nada.

Se rió.

Giré mi cabeza hacia él, totalmente indignado, y observé cómo se descojonaba frente a mí, intentando contener su risa que parecía estar desgarrándole la garganta. Me quedé viendo con los ojos abiertos de par en par cómo se doblaba sobre sí mismo por la falta de aire, sus manos sujetando el borde de metal de la azotea, sus párpados cerrados y fuertemente apretados, su rostro un poco rojo por las carcajadas que soltaba...

Y en ese momento, por más estúpido que parezca, por más extraño que haya sido el que no me cabreara con él por burlarse de mí, por más insólito que se vea... en ese momento... sólo pensé una cosa:

Que risa más rara...

Aunque para mí, la palabra "raro" no era algo malo. Para nada.

-¡Lo siento!- exclamó tapándose la boca con las manos.

-No te preocupes.- sonreí con debilidad y volví a mirar el horizonte... sin verlo realmente- Me alegra que puedas reír de esa forma aún teniendo tantos problemas en los hombros. Yo... yo no podría hacerlo...- suspiré formando otra pequeña nube fría y blanca frente a mi rostro.

Miguel dejó de reír por completo, y luego observé cómo se había quedado mirando hacia abajo con una pequeña sonrisa cansada.

-Rubén...- susurró con debilidad.- ¿Qué crees que haya del otro lado?

-No lo sé.- respondí con sinceridad.- Sólo espero que sea mejor que esto.

Observé con mi visión panorámica cómo él me analizaba fijamente con sus ojos negros y apagados. Giré mi cabeza hacia él y le devolví la intensa mirada que ninguno de los dos se atrevió a apartar. Alcancé a reconocer alguna clase de resignación y admiración en su visión cansada, una mezcla bastante curiosa a mi parecer.

-Quiero escucharte reír.- murmuró al tiempo que su aliento producía pequeñas nubecitas blancas frente a su rostro.

-¿Por qué?- pregunté sin entender, brindándole una débil sonrisa por pura inercia.

-Te lo debo. No es fácil hacer reír a alguien que va a suicidarse. A menos que haya perdido los estribos por completo.

-Concuerdo.- asentí sin dejar de mirarle- ¿Has perdido los estribos Miguel?

-No que yo sepa- volvió a reír, pero esta vez no fueron carcajadas como antes. Esta vez solo fue una pequeña risotada simpática y agradable a la audición.

-No tiene sentido que intentes hacerme reír, Miguel. Tú mismo lo has dicho, es muy difícil hacer reír a alguien que va a suicidarse.

-Podrá ser difícil, pero no imposible.- contestó simplemente.

Volví a quedarme embobado con su rostro totalmente determinado. No lo entendía. Miguel parecía ser esa clase de personas a las que nada lograba tirarlas abajo. Estaba seguro de que ese morocho jamás se había rendido en su vida, y ahora me parecía totalmente extraño verlo a mi lado, con sus manos abrigadas por guantes negros apoyadas sobre el borde de metal que nos asilaba de nuestra cercana muerte. Quería suicidarse, pero algo en su profundos ojos me decía que no era del todo así.

-¿Y qué harías para hacerme reír? Mi salvador- bromeé formando una sonrisa socarrona.

-Ven conmigo y descúbrelo- extendió su mano hacia mí, y sonrió con sinceridad.- Me tomaré ésta noche para hacerte reír. Ese será mi único propósito, y cuando amanezca, volveremos aquí y... saltaremos juntos.

Abrí mis ojos más de lo normal al escucharle decir aquello. Este sujeto que no conocía de nada me estaba ofreciendo algo que ni un familiar mío habría hecho. Me estaba ofreciendo no morir sólo, y además iba a hacerme reír.

-Estás loco.- murmuré aún algo emocionado.

-¿Y qué? De todas formas moriré cuando el sol salga, pero por favor... concédeme esta noche. Vivamos juntos todo lo que no podremos experimentar en el futuro. Por favor Rubén, quiero sentirme vivo una vez más y... tú me agradas.

Sonreí sin poder creérmelo. En verdad este tío estaba loco. Pero luego pensé... ¿qué más da?

¿Qué más da si decido volver a sentirme vivo, volver a ser niño y jugar con un desconocido sin temer a que me traicione? ¿Qué más da, si sólo será ésta noche?

-Volveremos al amanecer- establecí seriamente para asegurarme de que no mentía.

-Es una promesa.

-Y saltaremos juntos.

Y en ese momento, la hora 00:00 llegó junto a un montón de fuegos artificiales que estallaron en el cielo.

-Y saltaremos juntos- confirmó él atrapando mi mano entre sus dedos.

●●●●●●●

Mañana subiré la siguiente parte. Tendrá tres ;)

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

1M 106K 143
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
201K 17.1K 36
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...
26.8K 2.1K 89
    ↷     ¿Eres Army? ¿te gusta BTS? O simplemente acabas de entrar al fandom y quieres saber más sobre este grupo conformado por RM, Jin, Suga, J-ho...
18.9K 2.3K 9
El título lo dice todo;) Alternative Universe Humor Capítulos cortos y sin sentido. -WiskiSenpai- Creditos por el fanArt: yourhobi