- Dipper va a dejarme. - La castaña habló con la cabeza baja, se acercó desde la puerta hasta el sillón en donde reposaba su tío, quien le miró con confusión y abandonó el show que estaba viendo por televisión solo para prestarle completa atención.
-¿Que dices, linda? - Preguntó con suma preocupación al notar que la niña se hallaba al borde de las lagrimas.
-Dipper... ya no estará conmigo - La pequeña hizo una pausa tratando de ahogar un gimoteo - Él... n-no volverá a casa. - Stan podía ver claramente como las lagrimas de la chica caían una por una, deslizándose por sus rosadas mejillas hasta caer y chocar con la alfombra del piso. El hombre sintió un pequeño nudo en su garganta y tragó saliva antes de hablar.
- No, no digas eso. Él nunca sería capaz de abandonarte, él no puede--- La chica le impidió terminar con su frase.
- ¡Si lo hará! - Mabel exclamó alzando la mirada y dejando al descubierto sus ojos llorosos cubiertos de lagrimas, su rostro estaba húmedo y enrojecido, se podía deducir que llevaba un buen rato llorando. - Dipper se quedará aquí con... Stanford - declaró frunciendo el ceño e intentando apartar un par de lagrimas de su cara con el dorso de su mano.
Stanley abrió aún mas los ojos, dio un par de parpadeos y luego bajó su mirada sin saber exactamente que decir. Un profundo sentimiento de odio le perforó los pensamientos y no podía evitar sentir ira hacia aquel sujeto, ¿Cómo era capaz de atreverse a separar a dos hermanos? Aunque ya lo había hecho una vez, ¿Cómo se atrevía a hacerlo de nuevo?
-Tio Stan...
La voz de la chica lo sacó de sus pensamientos, el mayor alzó la mirada para ver que esta se había puesto en frente suyo.
- ¿Como se supone que viviré estando sola? Papá y Mamá siempre trabajan, Dipper es el único que me acompaña todos los días. - La castaña arrugó los labios antes de continuar hablando -¿Como podré seguir sin un hermano el cual siempre estuvo a mi lado? - Su voz se quebró, sintió que todo a su alrededor se derrumbaba y no podía hacer nada al respecto. La pequeña cayó de rodillas al piso y cubrió su rostro con ambas manos mientras sollozaba.
La enorme tristeza que golpeó a Stanley al ver a su pequeña sobrina desmoronarse justo frente a sus ojos fue lo que le llevo a desplomarse junto a ella, el hombre le observó con la vista nublada un par de segundos en silencio para luego extender sus brazos y rodearla con estos mismos. Ambos se hundían en su propia angustia, una fuerte sensación de asfixia les carcomía lentamente y por mas que intentaban parar las lagrimas no lo conseguían.
Era inútil detener su llanto cuando ambos recordaban que habían perdido todo lo que mas apreciaban.