Un golpe.
Dolor.
Otro más.
Tristeza.
No se cuando parará, espero sea pronto. No soporto más esto que siento.
Dolor.
Quiero llorar pero no debo hacerlo, tengo que mantenerme lo más fuerte posible. No debo demostrar...
Dolor.
El no puede ver que me afecta, si lo ve estaría ganando y eso no debe suceder.
Algo raro esta pasando, no siento más golpes. ¿Habrá terminado?.
Abro mis ojos y observo mi cuerpo tirado sobre la cama, lo que veo me aterra. No podía creer que halla llegado hasta el punto de hacerme sangrar, pero no me sorprende. Alzo la mirada y puedo ver su rostro, sus ojos emanaban odio y furia combinado con asco y repulsión. Me sentí un poco culpable, el motivo de su asco soy yo.
—Me das asco —al decir esto se dirigió hasta la puerta de mi habitación la abrió y salió.
Al escuchar el sonido de la puerta cerrarse no pude evitar que una lágrima traidora se derramara por mi ojo sin permiso. No debo llorar, me repito a mi mismo.
—Tengo que ser fuerte —digo en forma casi inaudible— . No debo ser...
Frágil.