Die Together

Por YouMyHeaven

133K 6K 83

Una historia de amor y mafia. Más

Sinoptis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Caoitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Epilogo

Capitulo 29

2.7K 177 1
Por YouMyHeaven

Era la primera vez en su vida que rezaba.

 Rezaba para no estrellarse con el coche a pesar de ir a ciento ochenta por hora, para que no fuese demasiado tarde, para que su plan funcionase.

 Aunque la desesperación le atenazaba el alma desde el momento en que él y Eleanor atracaron en el muelle, había conseguido ordenar sus ideas con rapidez y elaborar un plan que los pusiera a salvo.

 Sólo que Landon había vuelto a ponerle la zancadilla y debía sortear aquel obstáculo con rapidez, porque el tiempo apremiaba. Se obligó a no pensar en todo lo que podría haber hecho a Eleanor ese bastardo, y se juró que se las pagaría.

 Cuando llegó al portón de la finca casi era medianoche y lo encontró cerrado. Más allá se extendía una vereda flanqueada por árboles que conducía a la casa, escondida tras unos altos pinos marítimos. Kyle se bajó del coche, sacó la pistola y disparó a la cerradura, haciéndola saltar.

 Luego volvió a ponerse al volante y empotró el coche contra el portón, arrancándolo de sus goznes. Las ruedas hicieron saltar la grava, levantando una gran polvareda blanca.

 Las luces de la planta baja estaban encendidas, Landon estaba allí, como el todoterreno negro aparcado en una esquina del patio demostraba.

 Pistola en mano, Kyle irrumpió en la casa como una furia, tras encontrar la puerta de la entrada entornada. Claro, a ellos no les daban miedo los ladrones.

 Landon estaba en el salón, sentado delante de la tele, y se estaba comiendo una bolsa de patatas fritas.

 Estaba relajado y no pareció extrañarse de ver a Kyle a esa hora y en ese estado de agitación.

 —¿Qué hay? —le dijo, haciendo un gesto de saludo con la mano, en la que él también sostenía un arma.

—¿Dónde está? —preguntó Kyle apretando los dientes. Le apuntó con la pistola—. ¿Qué le has hecho?

 —Yo no le he hecho nada —replicó el otro—. Has sido tú el que se ha metido en un buen lío. Se te ha olvidado que la familia es lo primero.

 La mueca con la que ilustró aquella frase lo decía todo.

 —Eleanor es ahora mi familia —murmuró Kyle— y tú no impedirás que la lleve lejos de aquí.

 Landon silbó.

 —Entonces es verdad que estás enamorado de esa perra cachonda —se burló—. ¿Sabías que cuando la tocas jadea?

Kyle gritó y le saltó encima. Fue rápido, lo cogió por sorpresa y consiguió que soltara el arma, que cayó al suelo y fue a parar bajo el sofá. Quería golpearlo con los puños desnudos, descargar la rabia acumulada en los últimos meses.

 Landon trató de defenderse del aluvión de puñetazos, hasta que consiguió deshacerse de Kyle de una patada, tirándolo al suelo.

 —Tu vida está acabada —gritó mientras se levantaba—. Seth te volará la tapa de los sesos en cuanto sepa lo que has hecho a Ashley.

 —Si se lo hubieras querido decir, ya lo habrías hecho —replicó Kyle, jadeante—. No eres más que un cobarde.

 Volvió a ponerse en pie, ignorando a Landon, que trataba de recuperar la pistola. Le dio la espalda y corrió hacia la puerta del sótano que conducía a los subterráneos. Se imaginaba que la tendrían allí encerrada y no quería perder ni un segundo más.

 Escuchó los pasos de Landon, que lo seguía.

                                                            ***

 —¡Eleanor! —gritó bajando los escalones de dos en dos—. ¡Eleanor! ¿Dónde estás?

 La voz de Kyle.

 Al principio pensó que lo había soñado. Debía de haberse adormilado a pesar de lo incómodo de la postura y de las cuerdas que se le clavaban en las muñecas y en los tobillos. La oscuridad todavía la envolvía, no tenía ni idea de la hora que era ni de cuánto tiempo llevaba allí.

 —¡Eleanor!

 Sí, era su voz.

 —¡Kyle! ¡Kyle! —gritó—. ¡Estoy aquí!

 La puerta se abrió de par en par, se encendieron las luces, y el perfil de Kyle se recortó contra el umbral, la mirada inflamada, los gestos nerviosos.

 —¿Te ha hecho daño? —le preguntó, precipitándose a liberarla de sus ligaduras.

 —Sólo un rasguño, no te preocupes —respondió ella. Estaba tan contenta de verlo que se le cortó la respiración, a pesar de que hasta hablar la agotaba—. Entonces es verdad que no me has delatado.

 Kyle la miró por un instante.

 —De haber sabido lo que tenía en mente…

 —¿Qué habrías hecho? —preguntó Landon, que había aparecido tras ellos pistola en mano—. ¿Habrías corrido a salvarla como su príncipe azul? Ahora ella sabe quién eres. No puedes seguir mintiéndole.

 —Nunca lo he hecho.

 —Has mentido a tu familia. Seth te lo hará pagar —continuó Landon—. Pero quiero darte una posibilidad, ya que seré yo el que le cuente todo.

 Alzó la pistola muy despacio y apuntó a Eleanor.

 —Si tuvieses que elegir, ¿querrías que te matase a ti o a ella?, pequeño Kyle. ¿Ella o tú?

 —Dispárame. Dispara a tu hermano —replicó él, poniéndose delante de Eleanor y mostrándole el pecho. Levantó el mentón un milímetro—. No me das miedo.

 —Tú no eres mi hermano —replicó Landon. Le encañonó la frente con la pistola, pero él no se movió.

 —Nunca me dejaste serlo.

 Eleanor sofocó un grito. Tenía libres las muñecas pero seguía teniendo las piernas trabadas. Tiró de la cuerda con los dedos y trató de desatarla a pesar de que le temblaban las manos. Landon se dio cuenta y descargó una patada en la silla donde ella estaba sentada, haciéndola caer. Eleanor se golpeó la cabeza contra el suelo y perdió el conocimiento.

 —¡Te mataré! —gritó Kyle. Se abalanzaron el uno sobre el otro. Landon efectuó un disparo que dio en la puerta de madera, sacando a Eleanor de su desvanecimiento. Abrió los ojos y vio a los dos chicos forcejeando. Landon soltó la pistola, que cayó al suelo y se deslizó hasta la esquina donde estaba ella.

 Pero también Kyle dejó caer el arma, arrastrado por la furia con la que Landon le había respondido. Se golpearon con tanta rabia y violencia, que Eleanor estuvo tentada de volver a cerrar los ojos para no ver cómo los puños de su contrincante desfiguraban el rostro de Kyle. La nariz le sangraba y tenía un ojo morado.

 —Me has jodido la vida —resopló Landon mientras le golpeaba—. Y ahora yo te voy a joder la tuya.

 —Te has jodido tú solito —dijo Kyle, devolviéndole los golpes.

 En el suelo, Eleanor  pensó en apoderarse de la pistola de Landon. Con las piernas todavía enredadas en las cuerdas, hizo fuerza con los brazos y trató de arrastrase hacia el arma. Cuando estuvo lo bastante cerca, se estiró y la alcanzó con la punta de los dedos. Sintió el metal frío sobre la piel y agarró la empuñadura como Kyle le había enseñado.

 Apuntar desde el suelo era difícil, sobre todo porque los dos chicos se movían y ella no quería arriesgarse a dar en el blanco equivocado.

Estaba bañada en un sudor frío, pero se obligó a mantener la calma. Evocó el día en que había encañonado el tronco del árbol.

 «Si no quieres cargarte a nadie, entonces dispara a las piernas.»

 Y así lo hizo. Apuntó con la pistola al muslo de Landon y apretó el gatillo.

 —¡Ah!  

Landon cayó al suelo agarrándose la rodilla, mientras la sangre empezaba a empaparle los dedos.

 —¡Eleanor! —exclamó Kyle sorprendido. Fue hasta ella y la liberó de las cuerdas, ayudándola a ponerse en pie. Se abrazaron con fuerza, mientras Landon chillaba y maldecía desde el suelo. Le había dado de lleno en la rodilla, en el peor sitio. Probablemente se quedaría cojo de por vida, y lo sabía.

 —Gracias —dijo Kyle estrechándola. Era tan reconfortante volver a sentir su aroma.

 —Gracias a ti por haber venido a salvarme —replicó ella.

 Kyle habría querido decirle que si se encontraba allí, en el sótano de un criminal peligroso, era sólo por su culpa. Pero no había tiempo que perder. La tomó de la mano y corrieron hacia la superficie, antes de que Landon tuviera tiempo de recobrarse y de llamar pidiendo ayuda. Una vez en la planta baja, Kyle cogió las llaves del todoterreno de la mesita junto a la entrada y se las metió en el bolsillo.

 —Así nos aseguraremos de que no nos sigan —explicó.

 Volvieron a encontrarse a solas en el coche, pero no había tiempo para explicaciones ni para abrazos. Eleanor se abrochó el cinturón y Kyle salió a escape haciendo chirriar los neumáticos, con el único pensamiento de poner tierra de por medio entre ellos y lo demás. Entre ellos y ese mundo torcido. 

                                                              ***

Kyle se detuvo en el puerto donde tenía el barco amarrado, tras dos horas de loca carrera.

 La carretera estaba desierta y la luna invernal dejaba una impronta plateada en el agua. Habría sido una escena romántica si no hubiesen estado manchados de sangre, confundidos, con el aliento cargado de ansiedad.

 Eleanor bajó la ventanilla y dejó que la brisa salobre y cortante entrara, inspirando el aire como si fuera la primera vez. Era hermoso estar vivos. Sin decir nada, tomó la mano de Kyle y la estrechó en la suya, como si bastara para explicarlo todo. Él, en cambio, la apartó de inmediato.

 —No deberías ser tan buena conmigo —le dijo—. Me he portado como un cobarde y te he abandonado.

Eleanor suspiró. Ella también lo había pensado.

 —Sólo has intentado protegerme —replicó—. No he sido capaz de entenderlo hasta después, cuando Landon me ha apuntado con una pistola.

 —Lo siento tanto, Eleanor —murmuró con los ojos brillantes—. Has estado a punto de morir por mi culpa. Nunca me lo perdonaré.

Ella alargó una mano para acariciarle la mejilla.

 —La culpa es sólo mía. Me equivoqué al enamorarme de ti, me lo dijiste desde el principio.

Kyle la miró, tenso. La idea de que sus sentimientos ya no fueran los mismos no se le había pasado por la cabeza mientras tarazaba el plan. Si Eleanor hubiese cambiado de opinión sobre su relación, todo se vendría abajo.

 —El problema consiste en que no podemos elegir de quién nos enamoramos —continuó ella en voz baja—. Y yo soy una auténtica estúpida, porque a pesar de las balas, la sangre y la violencia que he presenciado, sigo pensando que puedes cambiar. Que no eres como ellos y que dentro de ti encontrarás la fuerza necesaria para construir una vida distinta.

 Kyle apretó los labios, pero sólo porque lo había conmovido. No era capaz de hablar.

 —Y mi estupidez alcanzó proporciones colosales cuando me di cuenta de que estaba convencida de otra cosa.

 —¿De qué? —preguntó él con voz ronca.

 —De que me quieres.

 El rostro de Kyle, sombrío, se encendió de esperanza.

 —He pensado mucho, ¿sabes? Ese día, después de la excursión en barco —le dijo—. Aunque estaba enfadado y el orgullo me impedía darte la razón, en mi interior sabía que era cierto. He obedecido siempre, como un perro obedece a su amo. Los demás siempre han dirigido mi vida, mi padre, mi madre, y ahora Seth.

 Eleanor asintió. El único modo de escapar de ése círculo vicioso era tomar conciencia de lo mucho que se parecía a una prisión. Había deseado con todas sus fuerzas que Kyle lo consiguiera, que pudiera verse no como el valiente y despiadado criminal que se ganaba el respeto acatando las normas de un clan, sino como un chico de diecinueve años que no era libre para tomar sus propias decisiones, ni siquiera para elegir a quién amar.

  —Me odié a mí mismo. No sabía cómo actuar. Cuando creces en un mundo en el que las reglas ya están escritas, imaginar que puedes infringirlas es inconcebible —continuó Kyle, acalorado—. Las personas a las que quieres se muestran distintas. Todo aquello que te han enseñado resulta falso. Te sientes traicionado, engañado, como si te hubieran tomado el pelo. Y ya no sabes qué dirección tomar.

 —Te entiendo —intervino Eleanor, estrechándole la mano de nuevo—. Sentí lo mismo cuando murió Jack. La justicia de la que mi padre siempre hablaba en términos absolutos se había convertido de repente en una palabra vacía.

 Kyle la miró.

 —También he pensado en tu hermano, ¿sabes? —dijo—. En todas las personas inocentes que se encontraban en el lugar equivocado en el momento. Y en el hecho de que yo nunca haya movido un dedo para impedir que las matasen. Es más, aguardando el momento de mi venganza con un ansia inhumana. Quería disparar al hijo del asesino de mi padre. Quería ver cómo su sangre manchaba la carretera y se mezclaba con el polvo, como si fuera un animal atropellado por un coche.

 Hizo una pausa de un segundo para recobrar el aliento.

—Tú me has obligado a mirarme en el espejo Me he imaginado en unos años, pudriéndome bajo tierra o casado con una mujer a la que no amaba. Con unos hijos a los que enseñaría a disparar en lugar de a nadar, y que seguirían mis huellas y nunca serían libres de elegir por sí mismos.

 —Una pesadilla —dijo ­­­­­Eleanor con un escalofrió.

 —Lo es. Pero cuando estás dentro, no eres capaz de verlo. Simplemente crees que tu vida está ahí, que tu único cometido es obedecer y ganar pasta —añadió Kyle. Se estaba desahogando por primera vez de las cosas que llevaban semanas rondándole la cabeza y quitándole el sueño, impulsándole a actuar de un modo insólito e incoherente. Le dio por reírse y sacudió la cabeza—. Es increíble. Tienes más dinero del que cualquiera podría desear y sin embargo no puedes hacer más que comprar cosas. No puedes marcharte, no puedes decidir en qué quieres trabajar, ni siquiera eres libre de elegir a tus amigos.

 Kyle pensó en Joe Hills y en todas las veces que, de pequeños, habían jugado juntos a la pelota. Hasta que sus dos familias se declararon la guerra y tuvieron que dejar de verse y de hablarse.

 —¿Y ahora qué pretendes hacer? —preguntó Eleanor.

 A pesar de que las palabras de Kyle eran elocuentes, el futuro se presentaba tan negro que no parecía quedarles ninguna vía de escape.

 Él se limitó a abrir la guantera y sacó un sobre de papel. Se lo pasó a Eleanor, que lo cogió y lo abrió sin tener idea de lo que podía contener.

 Era incapaz de seguir pensando.

 Kyle había estado tan ocupado y había tenido que resolver tantos problemas que, cuando llegó la carta de Holanda le costó algún tiempo entender de qué se trataba.

 Bajo la mirada atenta de su madre, que se la había entregado con una mirada interrogativa, casi inquisitoria, la había abierto y no había mostrado ninguna emoción al descubrir el contenido.

 A las preguntas insistentes de su madre había respondido con evasivas, diciendo que se trataba del folleto de una facultad de economía muy prestigiosa a la que había solicitado información.

 Ella le había creído y él por fin había sido libre de encerrarse en su cuarto a pensar.

 —No lo entiendo —dijo Eleanor, mientras observaba el contenido de la bolsa.

 —Me llegó hace unos días. Y me impulsó a trazar un plan —explicó él.

 —Estos pasaportes son falsos —replicó Eleanor, examinando los documentos que estaban junto al folleto holandés. Contenían sus fotografías, pero los nombres eran distintos. Kyle se giró hacia ella y le cogió las manos entre las suyas.

 —Tendrás que tomar una decisión.

 —Ya estoy acostumbrada —replicó ella encogiéndose de hombros.

—Puedo llevarte junto a tu padre —propuso Kyle—. Le habrán informado de que te han raptado, estará fuera de sí. Si regresas con tus padres, jamás te permitirán volver a verme. Yo me marcharé solo a Holanda, puede que volvamos a vemos después de tu graduación, cuando seas libre de tomar tus propias decisiones.

 Eleanor arrugó la nariz:

 —¿O bien?

 —O bien podrías venir conmigo ahora. Pero para hacerlo tendrás que seguir mi plan al pie de la letra y no será fácil. Tus padres sufrirán y probablemente Seth vaya tras nosotros, podría llegar a encontrarnos. No te estoy ofreciendo una vida de princesa, tan sólo una vida junto a mí.

 Ella lo pensó a fondo. Trató de visualizar las consecuencias de los dos caminos que se abrían ante ella. A continuación suspiró.

 —¿Qué tenías en mente? —preguntó.

 —El mar nos salvará. Y yo salvaré al mar.

 Sin añadir nada más, se besaron y se abrazaron bajo una luna que aquella noche no mostraba su lado oscuro, sólo su rostro más resplandeciente. 

Seguir leyendo

También te gustarán

Luna Por May

Poesía

161 61 46
*Solo son palabras* Son poemas y pensamientos cortos,espero y les gusten.
5.6K 463 52
Yakisha, tiene 18 años. Ella es una chica cerrada en sí misma,víctima de todos. Ella no cree en nada, ni en nadie,no tiene amigos,Odia vivir y no le...
34.1M 2.6M 91
Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente...
124K 9.3K 27
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...