¿Recuerdas cuando nos conocimos?
Yo era una chica inmadura en ese entonces.
O tal vez, me negaba a ver la realidad.
Una realidad en la que, si no fuera por mis espíritus celestiales, estaba sola.
Aún no había conocido el verdadero valor de la amistad, la familia y, mucho menos, del amor.
Me diste una mano, me llevaste a tu hogar.
Ese hogar que en poco tiempo fue el mío también.
Hasta el día de hoy, considero al gremio mi familia.
Te lo agradezco tanto, Natsu. Tanto, tanto....
Pero nuestra verdadera historia, comenzó el día de tu cumpleaños, mucho tiempo después.
Era un día de verano, y todo Fairy Tail estaba de fiesta. Nos aseguramos de que Happy te llevara a pescar, y que la sorpresa no fuera arruinada.
—¡Lu-chan! —llamó Levy desde el bar del gremio. Levantando la vista del globo con el que estaba batallando, me acerqué hacia ella, nerviosa por el tono de su voz. ¿Y cómo no? Quería que todo fuera perfecto—. Estamos escribiéndole una carta a Natsu, ven.
Nada malo había pasado.
Dentro de mí, algo suspiró aliviado.
Sin embargo, la carta me tomó por sorpresa.
¿Qué significabas tú para mí?
"Bueno, él es..."
Me quedé en blanco.
A veces no son palabras las que faltan...
Sino que pocas de ellas se atreven a salir.
Justo como estoy haciendo ahora, miré la plumilla, intentando organizar mis ideas en vano.
Me gustaría decir que, si no hubiera sido por los gritos de Romeo, habría sido capaz de escribirte algo decente...
Sin embargo...
—¡Ahí viene! —gritó Gray desde la puerta.
"Feliz cumpleaños, te queremos –Lucy."
Lo sé, lo sé.
A mí también me avergüenza.
—¿Eh? ¿Dónde está la gente, Happy? —dijiste confundido—. Siento su olor pero....
—¡Sorpresa! —gritamos todos, saltando emocionados de nuestros lugares.
—¿¡Qué ocurre aquí!? —gritaste a su vez, asaltado.
—¡Feliz cumpleaños! —El maestro se acercó y te sonrió.
—¿Hoy es mi cumpleaños?
"Ay, Natsu..." fue lo único que pensé, con una mano en la frente.
Sí... eras la clase de chico que se olvidaba de su cumpleaños por andar constantemente pensando en los demás.
O simplemente, a veces eras un idiota.
(...)
Todo el día estuvo lleno de alegría, una alegría plena como la tuya.
Me alegra saber que no soy la única persona a la que haz ayudado.
Me siento orgullosa por eso.
En un momento de la noche, te encontré leyendo la carta, con una gran sonrisa.
Ahí caí en cuenta de mis frías palabras, y la inquietud que había estado reteniendo todo el día, se desencadenó.
No quería que leyeras mi mensaje.
Estaba incompleto...
Y justo al final.
Pero por alguna extraña razón... sólo me quedé allí.
Observando.
Cuando terminaste de leer, puedo jurar que vi tu ceño fruncirse, justo en el momento que levantaste la mirada, como si buscaras a alguien.
Lo confirmé cuando tus ojos se sorprendieron de que ya estuviera frente a ti.
Pero aquél brillo en ellos...
Sí...
¿Habíamos compartido tantas cosas, y sólo podía escribirte un renglón?
Iba a explicártelo.
Tenía que hacerlo.
Eras mi mejor amigo, mi compañero de equipo.
Abrí la boca para hablar. Había tanto que decir, lo sé.
Pero...
— Feliz cumpleaños —susurré, sonriente.
Me miraste unos segundos, sin entender, corriendo tu mirada después...
No lo sé.
Estaba confundida.
¿Qué significabas para mí?
Esa pregunta la tuve en mente todo el día.
Y así, sin más...
Lo supe...
Fue en el momento que soplamos las velas de cumpleaños.
Fue un instante.
Pero ese instante comenzó a cambiarlo todo.
¿Sabes? Ese día, todo el mundo cantaba con fuerza y feliz a tu alrededor. Es decir, ¿cómo no? ¡Somos una familia! Cada cumpleaños es una alegría para todos.
(¡Feliz cumpleaños a ti!)
Pero...
(¡Feliz cumpleaños a ti!)
Allí, cuando sonreíste...
La calidez de las velas hizo que, de repente, sólo pudiera verte a ti.
(¡Feliz cumpleaños, Natsu!)
"Por favor, Lucy" me digo a mi misma.
Sé bien que no fue la 'calidez de las velas'.
Fue tu nombre resonar en mis oídos...
Y extrañamente... dándome paz.
(¡Feliz cumpleaños a ti!)
Se veía que todos te querían mucho.
Rodeado de familia.
Rodeado de felicidad.
Te vi rodeado de amor.
Amor.
Frené en seco.
Me sonrojé de golpe.
Pero por supuesto...
"¿En qué estoy pensando?"
Sí.
Siempre negándome a mí misma, ¿lo ves?
Me eché la culpa en que el tema del mensaje me había preocupado un poco.
Aunque...
Si era por eso...
¿Cómo explicaba esa necesidad de abrazarte?
(...)
Tuve la respuesta más tarde, cuando todo acabó.
Llegué a casa y me acosté sobre la cama mirando al techo. Sentía que el tiempo transcurría demasiado lento.
No podía dejar de pensar en esa sensación...
Y dicen que antes de dormirse, una persona piensa en todas las cosas que le gustarían que pasen...
Y ahí me di cuenta.
Dos.
Dos asuntos pendientes.
El primero, decirte cuánto significas para mí.
El segundo, darte un abrazo por tu cumpleaños.
Con la promesa de que lo haría en tu próximo cumpleaños, me dejé arrastrar por el sueño. No lo niego: estaba evadiendo un sentimiento que comenzaba a nacer en mí.
Sin embargo... no lo sabía.
En ese momento, no fui consciente que aquellos asuntos pendientes eran solamente los primeros.
Ahora lo sé.
Soy la clase de chica que vive a base de excusas.
"No es el momento" decía.
Qué tonta.
(...)
¿Qué significas para mí, Natsu?
Eras mi apoyo.
Eras la mano a la cual siempre podía aferrarme.
Eras los hombros a los que había abrazado.
El pecho sobre el que había llorado.
Tú eras totalmente tú.
Pero sobre todo, eras una constante sonrisa.
Una persona que siempre hacía todo lo posible por verme feliz.
Una persona que me dio un nuevo inicio.
Mi mejor amigo, mi compañero.
Lo eras todo... (y en el fondo, aunque me duela admitirlo, sigues siéndolo).
Siento no habértelo dicho el día de tu cumpleaños. Pero estaba muy confundida.
Natsu...
Te aseguro que esa noche soñé contigo.
Aún lo hago.