20 de Diciembre 2015 -7:30pm
-Vamos, imprime, hazlo rápido- murmuró frente a la pequeña impresora mientras mordía su labio con impaciencia- por favor.
-Sam, la cena está lista- la voz de su madre sonó desde el piso de abajo y ella giró hasta la puerta.
-En un segundo mamá- el papel salió de la impresora y cayó en el suelo, Sam saltó tras él y luego de echarle un último vistazo corrió abajo.
Tomó el asiento de siempre al lado de su padre y al frente de su madre, sonrió mientras esperaba que su madre por fin tomara asiento y suspiró de forma ruidosa.
-Así que...- comenzó hablar y miró a su padre- ¿han escuchado la radio últimamente?
-¿Cuál estación cariño?- preguntó su madre.
-cualquiera, lo están pasando por todas partes.
-¿Qué cosa?- preguntó esta vez su padre.
-Pues ya que estas tan interesado te lo diré- resopló falsamente y giró los ojos mientras su padre sonreía- la cosa es, que... bueno.
-¿y bien?
-Te hice un trabajo escrito- levantó la carpeta con los papeles dentro y se lo pasó por la mesa- hay esta todo lo que necesitas y quiero que sepas.
-¿Muy bien?- respondió dudoso mientras levantaba una ceja hasta su esposa, quien levantó los hombros.
Si había una forma de llegar a sus padres sin que ellos encontraran excusa alguna, era simplemente planteando todo sobre la mesa con lujo de detalles y ya que el señor Evans era maestro, Sam decidió que sería maduro y responsable pedirle permiso y dinero en forma de trabajo escrito con el título "Razones por las que debo ir al concierto de caridad de BadFree" un título largo pero eficiente.
-Lo revisaré en cuanto acabe la cena- prometió y Sam asintió.
El resto de la cena transcurrió con los planes para navidad, la hermana de su madre llegaría a la ciudad con su familia para pasar noche buena con ellos y además también habían hablado con la familia de Beth y Liza, las mejores amigas de Sam para que se unieran a la reunión.
Secó el último plato y lo colocó en su lugar, giró hasta la puerta de la cocina y se detuvo antes de salir. Justo después de la cena se encargó de recordarle a su padre sobre el trabajo escrito sobre la mesa y en ese momento, él y su madre estaban hablando sobre eso.
-si no lo aceptan me iré de la casa- murmuró y asintió para ella misma- sencillo.
Salió con cuidado hasta la sala de estar y los encontró frente a la chimenea, su padre tenía una sonrisa divertida mientras leía y su madre estaba sentada en el brazo del sofá junto a él.
-¿Esa sonrisa significa que si?- preguntó sentándose frente a ellos.
-Esta sonrisa significa que eres muy divertida.
-Papá.
-Sam, estás hablando de irte a un concierto en pleno new york, la noche antes de navidad.
-Pero no es cualquier concierto mamá, es el concierto- respondió como si fuera obvio y sus padres se miraron entre si- es de caridad y estarán muchos artistas, incluyendo a esa anciana que tanto te gustaba mamá.
-Madona no es ninguna anciana.
-¿Estas segura? Porque aún no sé cómo sigue con vida.
-No iras Sam- dijo esta vez su padre.
-Papá, no me hagas esto, por favor, moriré.
-Luego resucitaras, tranquila.
-Madre, mamá, mami, mamita- miró a su madre y le lanzó un puchero.
-Las calles serán una locura, todos intentando llegar para navidad, y con ese concierto será aun peor y aun eres una niña para estar sola...
-Tengo 18 años- dijo indignada- no soy una niña y puedo cuidarme sola.
-Es época de estar en familia no en concierto Samantha, ya tomamos una decisión y es todo- dijo su padre firme y ella se levantó molesta.
-No es justo, me declaro en huelga de hambre, de baño, de calle, de todo no me volverán a ver porque no saldré de mi habitación ni para navidad, me escucharon, nunca saldré.- gritó lo último y corrió arriba hasta su habitación.
Se lanzó a la cama con furia y ahogó un grito cuando puso una almohada en su cara, el teléfono sonó a su lado y lo tomó cuando el nombre de Liza apareció en la pantalla.
-Si tu familia está dispuesta a adoptarme, marca 1, si llamas para algo importante, marca 2 y si solo llamas para molestar, marca 3- dijo y un pitido se escuchó como respuesta- ¿Qué numero marcaste?
-¿Cuál crees?
-El 3- respondió mientras giraba los ojos y escuchaba la risa burlona de su amiga.
-Déjame adivinar el trabajo escrito no salió como esperabas y recibiste un lindo, hermoso y desagradable NO.
-¿Por qué mis padres tienen que ser tan anticuados? Digo, es el 23, para navidad estaré en casa con ellos.
-Porque son padres- respondió Liza como si fuera la cosa más obvia del mundo- nacen para torturarnos y hacernos la vida imposible.
-Lose- un pitido se escuchó nuevamente y miró la pantalla- espera liza, Beth está llamando.
-De acuerdo.
-Hola Beth, estoy con Liz.
-Hola, quería saber las noticias.
-Le dijeron que no- Contesto liza.
-Lo sabía, navidad es para estar con la familia.
-Y estaré con ellos, el concierto es el 23.
-Aun así.
-Solo calla y sufre conmigo como buena amiga Beth- dijo Sam mientras tomaba un cinturón del piso y se levantaba de la cama.
-Muy bien- suspiró- aquí estoy, sufriendo por ti...- sintieron la risa de Liza y Sam sonrió.
-Te lo agradezco- enganchó el cinturón en lo alto de una ventana que daba a la calle y cuando la hebilla toco la ventana, el ruido resonó por la habitación.
-¿Qué fue eso?- preguntó Beth.
-Solo el cinturón que usare para suicidarme.
-No seas ridícula.
-Si mueres ¿podría quedarme con tu colección de música?- preguntó Liza burlona.
-No es divertido Liza- la reprendió Beth.
-Aguafiestas- murmuró.
-Te escuche.
-Sigo aquí, ya saben, intentando quitarme la vida- intervino Sam.
-Sam, ¿sabes qué? Mañana iremos a tu casa y te animaremos, serán las mejores vacaciones de todas, estaremos juntas, y recordaremos el día que nos conocimos ¿lo recuerdas? Fue en navidad, así que tienes prohibido estar triste ese día.
-Y te llevaremos chocolate, amas el chocolate- siguió Liza y Sam suspiró.
-Tráiganme a Trevor Scott en forma de chocolate y quizá me anime un poco- colgó y lanzó el teléfono lejos seguido del cinturón, volvió a lanzarse a la cama y apago la pequeña lámpara quedando a oscuras.
Realmente había estado emocionada por ese concierto, y ahora toda esa emoción se había vuelto decepción, ni siquiera podría decir que lo intentaría luego con sus padres, porque una vez ellos decían "no", era un no rotundo.