Die Together

By YouMyHeaven

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Una historia de amor y mafia. More

Sinoptis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 6
Capitulo 7
Caoitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Epilogo

Capitulo 5

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By YouMyHeaven

Cuando Eleanor, esa mañana entró en clase, su sitio habitual estaba ocupado.

 En él había un chico desconocido de piernas tan largas que apenas si cabían en el pupitre, tenía que doblarlas para estar cómodo.

 Eleanor lo miró y por un segundo no consiguió apartar la vista de sus ojos negros y serios. Él la escrutó como preguntándose por qué demonios lo miraba tan fijamente. Alzó el mentón un milímetro, pero no era un gesto de saludo.

 —Estás sentado en mi sitio —le dijo ella, inclinando la cabeza ligeramente, de modo que el pelo le cubría el rostro.

 —No he visto tu nombre escrito en ningún lado.

 La respuesta fue tan inesperada que Eleanor se quedó con la boca abierta, como los peces que veía todos los días en los puestos de debajo de su casa.

 —Pero yo…

 —Búscate otro sitio. Quiero quedarme aquí —la interrumpió él con cara de pocos amigos.

 Ella sintió que la cara le ardía, pero no dijo nada. Se escabulló hasta el único sitio libre, junto a Cherly, con los ojos inundados de lágrimas e indignación. De haber sido un chico, se las tendría que haber visto con él. Había reprimido el impulso de darle una bofetada tan sólo porque había visto en sus ojos algo que no le gustaba. Tenía la mirada turbia.

 —Ése es el otro chico nuevo —le siseó Cherly—. Vaya con el chico, me da escalofríos.

Eleanor, todavía con el corazón agitado, se giró ligeramente para mirarlo. Él había permanecido inmóvil y absorto, con la mirada puesta en la pizarra. 

—Aunque es muy guapo —añadió Cherly con una risita maliciosa—. ¿No te parece? 

—No —mintió Eleanor. 

—Yo creo que pasa drogas.

—Yo creo que es un cabrón arrogante —replicó Eleanor, pensando que se comportaría como un matón con el resto de la clase.

Pero durante las dos primeras horas, el chico no se movió. Parecía escuchar cada palabra. Cuando la profesora pasó lista, él respondió «presente» al escuchar el nombre de Kyle Harries. Tenía una voz cálida y firme. No sonreía, no buscaba a los demás con la mirada.

Durante el recreo desapareció. Mientras Eleanor seguía a Cherly en su habitual ronda de reconocimiento en busca del rapero retaco, se encontró a sí misma buscando sin querer a Kyle entre la gente, pero era como si se hubiese volatilizado.

 Después, en el patio, lo localizó en una esquina, donde estaba leyendo una revista de coches y motos. Parecía no darse cuenta de que medio instituto lo estaba observando. La mitad femenina. Había una gran expectación entre las chicas, quizá porque Kyle parecía creado con la intención de probar si la combinación guapo—y—misterioso surtía efecto entre ellas. Así era. Él no miraba a nadie y todas lo miraban a él.

 Eleanor estaba mosqueada. Era algo insoportable.

 —¿Nos vamos, por favor? —preguntó a Cherly. Ni siquiera esperó a que le contestase, simplemente se dio media vuelta y regresó a la planta de arriba, a la clase.

 A la salida del instituto el espectáculo continuó. Kyle tenía una moto deportiva negra aparcada en medio de un mar de ciclomotores juveniles y anodinos. Era un modelo caro, perfilado por el viento —o al menos ésa era la sensación que había querido transmitir el diseñador— que cuando arrancaba emitía un estruendo seguro y profundo, similar al rugido de un tigre, algo que provocó que la mitad del instituto se girase, la mitad masculina esta vez.

 Kyle se caló el casco negro sin mirar a su alrededor. Respondió con monosílabos a las preguntas curiosas de los chicos que se habían congregado en torno a él, parecía fastidiarle llamar tanto la atención, tenía la mirada fija en el cuentaquilómetros.

 A Eleanor le pareció un falso. Si no quería hacerse notar, podía haber venido a pie, en lugar de dar caña a ese monstruo horrible delante de todos.

 Lo observó escabullirse entre la multitud, bajando la visera negra y acelerando al máximo tan pronto como se hizo un hueco en la calle frente a él.

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