Capítulo único.
Las lágrimas están contenidas en mi corazón por más que quiera llorar no puedo. Han sido tantas cosas que han partido mi corazón en mil pedazos, que ahora ciento que ya no vivo. Es como si solo fuera un cuerpo vacío que respira y camina, pero sin nada dentro de mi pecho.
El dolor me ha consumido de tal manera que ya no puedo soñar, ya no puedo reír; ni pensar quiero porque duele. Sé que nunca me ha querido, que fui una carga para ella, solamente una cría que nunca debió existir. ¿Pero por qué duele tanto saber que la persona a quien debo llamar madre, me niega? Como si yo fuera la peor plaga del mundo, mucho menos que un bicho rastrero; como si para ella solo fuera cáncer que consumiera sus entrañas.
Amor nunca tuve, solo desprecio en su lugar. Por más que luche por conquistar su corazón ella solo me rechazo y aunque crecí sabiéndolo. Duele tanto, que siento no poder respirar.
Quería llorar lejos de lo que ahora es mi hogar, no quiero incomodar a nadie y busque donde poder refugiarme, un lugar donde nadie vea mis sollozos. Permitir que las lágrimas fluyan sin molestar a nadie y sacar aquel maldito dolor que me consume. Y como si el destino se empeñara contra mí, aparece frente a mis ojos aquel chico que ame con locura y que me partió el corazón.
No puedo con tanto, mi alma se desgarra en mil pedazos. No tengo deseos de pelear con él, solo quiero que se valla y poder llorar hasta que esta fuente que ahoga mi alma se seque, pero el bastardo de Sho no lo comprende.
Su pose orgullosa, sus palabras hirientes ya no son dagas afiladas que me lastiman, al contrario solo siento que estorba en medio del paisaje gris y tenebroso que contempla mi corazón. ¿Qué dice? Solo escucho murmullos, pero no hay nada en lo que él me pueda decir que alivie mi alma herida.
Siento sus labios presionando los míos ¿Qué intenta hacer? ¿Acaso es su manera de reconfórtame? ¿Trata de aliviar su alma de las culpas por todo lo que me hizo ayudándome con el dolor que causa mi madre? No, él no puede. Ya no es el príncipe que pueda rescatarme de este pozo oscuro de desesperación.
Me mira a los ojos con terror ¿Que ve en mí?
Tal vez ya se dio cuenta que soy una muñeca rota, un ser sin vida. El daño que él y mi madre causaron ha sido más fuerte que mi inocente alma en busca de amor.
Como una pequeña piedad del universo ese estúpido me deja ir. ¿A dónde voy? No lo sé, solo donde mis piernas me lleven y donde las estrellas me guíen.
Si tan solo pudiera encontrar un lugar, como aquel mágico lago. Pero en esta caja de cemento que es la ciudad no hay espacio para que la magia fluya, para que los milagros ocurran.
Mi corazón en un último grito por regresar a la vida por recomponerse susurra el nombre más dulce que pueda existir. "Corn" mi príncipe de las hadas. ¡Si tan solo pudiera venir y llevarme con él al reino mágico donde vive, a pesar de yo fuera como una flor silvestre que solo dura un día! Prefiero unas horas con él y luego morir, a seguir siendo esta muñeca rota.
Levanto mis ojos. Tal vez me engañe, pero el milagro ha sucedido. Corn ha escuchado el llamado de mi corazón. Ha venido por mí, corro y me aferro a él como si no hubiera un mañana, como si fuera la tabla de mi salvación en medio del naufragio que siento en mí existir.
Las lágrimas fluyen como un torrente sin cesar, Corn hace su magia sobre mí. Lloro hasta que no queda una gota en mi interior abrazada a él mientras su calor me reconforta. Pasan los segundos, los minutos o las horas, al final no lo sé.
Como si fuera un rompecabezas, mi corazón, ha sido reconstruido por la magia de mi príncipe de las hadas. Levanto mi rostro hacia el suyo y solo hago lo que me dicta el corazón. Uno mis labios con los de él.
Tal vez sea una descarada que no merece la vida después de besar a Corn y más cuando en mi corazón amo a otro hombre. Corn es muy especial para mí, pero el dueño de mis sentimientos es Tsuruga Ren. Es ridículo porque por ambos siento algo muy especial. Es como si estuviese dividida entre dos mundos. Entre dos hombres.
Necesito la magia de Corn otra vez fluyendo de sus labios indecisos, pero dulces. Así como los recordaba de aquella tarde en Guam. Me aferro a él y todo mi dolor se ha esfumado, el hechizo lanzado por "esa mujer" se rompió.
Solo queda la duda de lo que siento por Corn y por Tsuruga Ren, es como si los amara a los dos. Tal vez sea por su apariencia física, por efecto mágico de su voz o porque ambos irradian magia sobre mí. Si tan solo los dos fueran uno y ese ser perfecto me amara a mí.
–Un milagro más por favor–susurro de tal manera que no creo él pueda oírme –Amo a Corn y amo a Tsuruga Ren, si ambos fueran uno en alguna dimensión quisiera vivir allí.
Soy vanagloriosa y pido demasiado, ya muchos milagros se han realizado esta noche y justo cuando me separo de los brazos de mi príncipe observo aquel collar en el cuello, sus ojos castaños, su cabello oscuro.
–No eres Corn –grité avergonzada. –Perdón, por favor perdone Tsuruga –san– me tire al suelo clamando clemencia – ¡Soy una desvergonzada!
Con aquella dulce sonrisa en sus labios me levantó.
–No te preocupes Mogami–san –me dijo – No soy Corn, solo vine a mostrarte los videos que prueban que cumplí mi promesa, te vi correr y me preocupe por ti. Siento no ser tu valioso amigo de la infancia, pero si me permitieras quisiera ser ese amigo que te ayuda en los problemas, ser el hombre en que confías y te puedes apoyar cuando lo necesites y sobre todo el hombre que te ama con todo el corazón.
–Yo... –no pude articular palabra, en mi ensoñación me había confesado ante el hombre que amaba y al que había jurado no decir nada. Tenía miedo que el amarlo solo me hiciera daño y justo él estaba allí sanando mi corazón y dándome sus fuerzas.
–Si tu deseo fuera cumplido y Corn y yo, fuéramos la misma persona ¿Me perdonarías por ocultarlo? ¿Perdonarías mis engaños? ¿Pasarías por alto que rompiera la magia que rodea al príncipe de las hadas y lo convirtiera en un muchacho inseguro y lleno de faltas, pero que te ama como loco?
–Si – fue lo único que pude responder sin pensarlo mucho, a mi cerebro le costaba discernir si esto era la realidad o todo era producto de mis locas fantasías. Deje hablar mi corazón y mirándolo fijamente a los ojos le dije –Si perdonaría todo. Tus motivos debes tener.
Sus brazos me estrecharon con una fuerza increíble, pero una delicadeza sin igual. Sentí sus lágrimas cayendo sobre mí y en un acto reciproco nuestros labios se unieron juntando nuestras almas y sentimientos en uno solo.
El tiempo se perdió y en aquel parque en medio de la caja de cemento llamada ciudad el más grande milagro ocurrió. Dos almas dispares se unieron por un mismo sentimiento.
El oxígeno nos faltó y tuvimos que separarnos. La distancia se hizo mayor cuando él se agacho y de su bolsillo saco un anillo con una piedra trasparente que daba unos brillos azulados.
– ¿Mogami Kyoko, acepta usted a este mentiroso, a esta hada sin alas que no podrá llevarte a volar, pero que dará todo lo que tiene por ti, como tu amigo, amante y compañero?
–Sí, si tu aceptas a esta muñeca rota que vive en el mundo de la fantasía.
Ambos reímos como locos, sentí que una muralla enorme se cayó y como las cadenas que ataban el alma de mi amigo, senpai y ahora novio caían al igual que las mías.
–Te debo muchas explicaciones– me dijo.
–Me las darás luego porque no quiero que este sueño se acabe aun. ¿O de que otra forma podría ser verdad todo esto? –respondí.
–Con que ahí estas, a mí me dejas mirando a la pared mientras te vas con él –grito el rubio oxigenado que había robado un beso de mis labios cuando mis defensas estaban bajas. Cuando mi cuerpo no tenía alma.
–Eso no te importa a ti, que me utilizaste y me dejaste tirada. Lo que yo haga no tiene que ver contigo y si es por esa estúpida venganza, pues mi motivación es mayor que perder el tiempo contigo. –le grité enfadada.
–Recuerda tu promesa maldita niña enamorada, mujer inútil. – me reprochó halándome del brazo.
–Si aprecias tu vida no te metas con ella –le dijo Ren retirando el brazo con que Sho me sujetaba.
–No tengo porque cumplir nada sino quiero. Es mi vida y tú ya no eres parte de ella. Lo que yo haga ahora es mi problema y del hombre que escogí – le respondí dándole una patada en la zona baja del bastardo #1.
Tomé la mano de mi novio quien estaba sorprendido de mis acciones.
–Vámonos donde estemos más tranquilos –ordene –Adiós Shoutaro, no me busques más. – Nos fuimos dejando al rubio en el suelo lamentándose de dolor.
En el auto de Ren reflexione sobre mis acciones y me sentí avergonzada.
–Perdón–dije procurando hacer una dogeza, pero el cinturón de seguridad no lo permitió.
–Ha sido una noche de locos. Kyoko gracias por preferirme y aceptarme. Te llevare al Darumaya antes que se preocupen por ti.
–Mejor vamos a tu apartamento, quisiera pasar más tiempo contigo. Disculpa que sea tan descarada –mis mejillas ardían, pero no quería desperdiciar más el tiempo, amaba a ese hombre y él me amaba, pronto él tendría que regresar a Guam. – Además creo que alguien me debe una explicación de cómo mi senpai y el príncipe de las hadas es la misma persona.
–Por Kami. Esta será una muy larga noche –comentó tragando en seco.
–Sea lo que sea, te prometí escucharte y perdonarte; siempre bajo el nombre y la apariencia que sea has estado conmigo, me has protegido y ayudado cuando lo he necesitado. Ninguna otra verdad puede cambiar lo que siento por ti.
Me beso dulcemente para luego abrocharse el cinturón de seguridad. Encendió el auto dirigiéndonos hacia su apartamento donde muchas verdades serian reveladas, pero donde nuestro amor tomaría la fuerza para subir por fin el telón de nuestra historia de amor.
Fin.