Quisiera escribir un himno.
Un himno hermoso, con cadencia…
que conformara una maravillosa melodía
y, que supiera llevar al mundo,
salud, belleza y alegría.
Curar con mis letras
toda maldad intrínseca en el ser humano
y transformarla en bondad y amor.
Realizar lo imposible,
convirtiéndolo en posible...
¡hacer desaparecer la enfermedad, el dolor…!
Sin embargo, aquí estoy... doliente,
perdido y sin fe, siquiera en mí mismo.
Triste es la esencia del fracaso,
él nos maneja a su antojo
y a la vez nos vapulea sin piedad.
Hasta nos hiere de muerte
y ni se sonroja al mirarnos a los ojos,
sonreír y, al soltar la carcajada, escupírnoslo en la cara.