Y ahí estaba yo, dando vueltas en una silla mientras tarareaba una canción cualquiera que tenía en mente.
–¿Por qué siempre eres tan borde?-Pregunté mientras veía como Calum jugaba con un bolígrafo.
El local estaba vacío, solo estábamos nosotros dos solos.
¿Qué iba a esperar a las 6:20 de la mañana?
–No soy borde.
–Oh, lo eres.