Algunas cosas toman tiempo

By escritordefics

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La muerte de Annabeth lo quebró. Y muchos temían que para siempre. Busco el refugio en las profundidades del... More

La tristeza nubló todo
Ultimo adiós
Decisiones
Recompensas
Padre e hijo
Aprendiendo a ser un dios
En apuros
Un aliado no deseado
Audiencia ante el consejo I
Audiencia ante el consejo II
No cuentes conmigo
Emociones desatadas
No estas solo... no estamos solos
Déjanos ayudarte II
Momentos
Nota de autor
Desaparecido
Se acaba el tiempo I
Se acaba el tiempo II
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Lejos de casa
Jackson
Sangre
Ausencia
Adversidad
Acercamiento
Reencuentro
Recuperación
Venganza I

Déjanos ayudarte I

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By escritordefics

El rostro de Artemisa era un derroche de rabia, decepción, dolor y temor... pero sobre todo preocupación por lo que acababa de hacer hace un par de horas. Ella era plenamente consciente que no debió haber dicho lo que dijo, pero no podía contra su genio y el hecho de sentirse herida por las palabras de alguien a quien medianamente respetaba.

Todo era su culpa...

Desde un comienzo las cosas no estaban bien con Perseo... porque ella sabía que no necesitaba empujarlo hasta el borde para que mantuviera su palabra y mucho menos obligarlo a jurarlo por la laguna Estigia. Pero ella no podía contra su ego desmedido y su fama de despiadada diosa que odia a los hombres. Había podido ver el malestar de Perseo cuando ella lo obligo a jurar que no revelaría nada de lo que vio ese fatídico día donde la gran diosa Artemisa había quedado expuesta y débil, frágil y sin voluntad... a merced de su enemigo...

Ahora que era un dios tampoco había confiado en él pensando que tal vez Perseo olvidaría su promesa y se vería avergonzada frente al consejo Olímpico. Se odiaba demasiado por las cosas que habían pasado, Apolo le había gritado por primera vez en siglos de existencia, siempre había sido ese para rayos con el que Artemisa había dejado salir sus frustraciones y molestias contra el género masculino, pero hoy simplemente Apolo se irguió firme y con una confianza que Artemisa solo había visto cuando se enfrentó a aquella Pitón y le espeto toda la rabia que tal vez con razón Apolo había tenido contenido hacia ella.

No podía juzgarlo... Apolo tenía razón.

La sola declaración traía un gran dolor de cabeza a la diosa lunar que se encontraba todavía en el jardín de Hestia. Y ahora, después de lo que había pasado con Perseo no había esperanza de que las cosas fueran fáciles para Artemisa. Ella lo había abofeteado dos veces y había usado un recurso tan vil como la memoria de Annabeth para provocarle un poco del dolor que ella estaba experimentando, pero ella sabía que lo que había provocado en el héroe que ahora era un dios no se comparaba en nada a su vergüenza y dolor... Lo que había visto en la mirada de Perseo era exponencialmente superior.

Un dolor que solo podía experimentar aquel que alguna vez había amado. Y amado de verdad.

La sola palabra exponía el vacío interior que Artemisa tenía en ese rubro. No había querido saber nada sobre el amor desde que apareció en el Olimpo y se topó con la popular diosa del Amor... Y verla manejar el corazón de los mortales y aun dentro del mundo mitológico y lo descarado de su comportamiento con respecto a eso tan sagrado, que ella tenía reservado en su corazón para entregárselo algún día a algún joven dios, había hecho que Artemisa tomara la decisión de ser una virgen eterna... verla seducir, destruir, usar y manipular ese sentimiento en las vida de innumerables personas a lo largo de los siglo había hecho que Artemisa se cerrara por completo al amor y lo viera como una estupidez de la cual se agarran las personas débiles para dejar que sus sentimientos los dominen.

Sentía una repugnancia especial hacia cualquier clase de sentimiento que ablandara su corazón endurecido por años de ver el amor como un negocio netamente carnal y sin sentido. Y aunque tenía un gran afecto por sus cazadoras, no podía llamarlo una clase de amor como el que experimentaron otras personas, era una relación un poco impersonal... demasiado tal vez, pero era real y honesto, las cazadoras sabían que podían encontrar en Artemisa una amiga y señora, pero que ella no estaba para suplantar la figura materna que sus verdaderos padres tenían sobre ellos, sino más bien una relación de fidelidad que no se rompería... A menos claro que a alguna cazadora se le ocurriera caer en el amor...

Pensando en todo eso relacionado con la mirada destruida de Perseo fue que apareció la diosa responsable del jardín donde Artemisa estaba sumida en sus pensamientos y pesares.

— Tía Hestia... por favor no me preguntes que paso — la voz de Artemisa sonaba cansada y sin ganas de ser cuestionada y mucho menos interrogada, tenía demasiado en mente como para responder a un interrogatorio, por más que fuera Hestia la que preguntara.

— No pensaba hacerlo sobrina — Hestia sentía un poco de lastima por la condición en la que se encontraba Artemisa y más aun con los nuevos indicios averiguados por Dionisio. Su posición era muy delicada y nadie se atrevía a hablar por ella. Sus opciones se habían terminado al parecer, sin Apolo y ahora sin Percy nadie abogaría por ella.

— No fue mi culpa — Artemisa endureció la mirada cuando lo dijo recordando el evento anterior a la aparición de Hestia, ella sabía que la diosa del hogar había escuchado todo, pero a pesar de eso se cerró en la idea de que no había sido culpa suya todo lo que sucedió con Perseo.

— ¿A qué te refieres? — Hestia no sabía exactamente de que estaba hablando... asi que decidió no apresurarse y dejar que Artemisa se expresara.

— Tu sabes de que estoy hablando — Hestia seguía en una duda de no saber de qué estaba exactamente hablando.

— Ilumíname — pidió con algo de dulzura, ella sabía que tenía una ventana para poder entrar al cerrado corazón de la diosa de la luna y posiblemente una de sus sobrinas favoritas, si no fuera porque Percy había robado todos sus afectos... pero de una manera maternal, asi que aquí se encontraba en una encrucijada de no saber a quién dar la razón.

— ¡Perseo me provoco! — Artemis gruño y apretó los brazos y su mente divago en las palabras del nuevo dios que había logrado desgarrar su corazón con sus declaraciones, era como si Perseo tuviera su corazón en sus manos y lo hubiera apretujado lenta y dolorosamente.

— ¿Como lo hizo exactamente? — Artemisa resopló, un poco fastidiada por como la diosa del hogar la iba llevando hacia donde ella no quería ir. Hestia se sentó al lado de su sobrina mientras ella tenía la mirada perdida en una pequeña fuente que enviaba chorros de agua de un lado a otro con gracia, pero que durante la discusión con Perseo había sido un desastre total.

— Apareciendo... no debió entrometerse en este asunto — Artemisa gruño al recordarlo y no podía más que sentir ira contra el dios de las profundidades del mar.

— Hasta donde se pudo ver Percy no hizo nada... absolutamente nada — Hestia no pudo evitar salir en defensa de su semidiós favorito... ahora era un dios, pero nada podía alejarla del centro de su corazón.

— ¡Su presencia hizo que yo bajara mis barreras mentales dándole pase al estúpido de Dionisio! — Artemisa quería a toda costa convencer a Hestia de que Perseo tenía la culpa de que todo esto se haya tornado en una locura. Hestia miraba con simpatía a su sobrina esperando que ella misma se diera cuenta que todo lo que ella buscaba era ayudarla, pero que no podría hacerlo a menos que ella bajara sus barreras y dejara que Hestia recogiera los pedazos de su vida para ayudarla a volver a empezar. Hestia sabía que tal vez no podría lograrlo, pero era su deber y ella quería intentarlo, a pesar que Atenea le había advertido que sería inútil.

— Lo hubiéramos averiguado finalmente... lo sabes querida — Hestia trato de ser lo más prudente posible con su declaración, no quería decirle que sus intentos por ocultarlo eran inútiles, porque eso sería herir su orgullo.

— Ese no es el punto — Artemisa paso por alto el comentario de Hestia solamente porque se trataba de ella y porque sabía que no buscaba una reacción en ella. Aun asi le molestaba que su comentario insinuara que no podía contra algo o alguien...

— El punto es... que se agotaron tus opciones Artemisa — Hestia puso su mano sobre el hombro de Artemisa tratando de canalizar un poco de su energía para mantenerla tranquila. Artemis sintió el fluido de energía y sonrió amargamente al ver que Hestia estaba entrando más profundo en la conversación y que no quería que se le fuera de las manos.

— ¿Que tanto vio Dionisio? — Hestia se tensó un poco al escuchar esa pregunta porque sinceramente no se lo esperaba. Artemisa por su parte quería pensar que solamente había visto una pequeña parte y no lo suficiente como para que enfrentara la furia del consejo, en especial de su padre.

— Lo suficiente como para convocar a un consejo de emergencia dentro de 3 días — Artemisa no reaccionó inmediatamente, pero en su interior estaba gritando de rabia de saber que una decisión sería tomada y que ella no tendría ni voz ni voto.

— Estoy acabada — Artemisa tenía la cara entre sus manos con algo de frustración. No tenía nada con que defenderse... Apolo estaba de espaldas y ella había ahuyentado a Perseo... se sentía estúpida por sus reacciones, pero era su orgullo tratando de mantenerse erguida ante la adversidad y no dejaría que nada la doblegara y menos ahora. No pediría clemencia, ni aceptaría la lastima de nadie.

— Posiblemente — Hestia dijo más con duda que son certeza. Ella sabía que las opciones de Artemisa eran escazas y las alternativas que podían barajarse no serían para nada del agrado de la diosa. Fue por eso que Hestia hablo con Atenea para que alejara a Percy del Olimpo por un tiempo hasta que esto se solucionara, no quería someter a Percy a más presión ni emociones fuertes, porque si algo sabia de Poseidon era que tenía mucha paciencia, pero cuando esta se acababa no dudaría en arremeter contra su adversario... y lo mismo haría Percy con Artemisa y con todo su derecho.

— Es lo más seguro — Artemisa aseguro con amargura. Tenía que empezar a pensar en su futuro... porque su presente era una pesadilla...

— ¿No quieres hablar de eso? — Hestia pregunto con suavidad. Artemisa se giró para mirar por primera vez a la diosa del hogar. Sus ojos estaban teñidos de rojo e inflamados por las lágrimas traidoras que se habían escapado contra su consentimiento. Hestia sintió un poco de lastima de ver este estado tan frágil de Artemisa. En su mente una idea empezó a gestarse... tratando de entender porque Artemisa... ¿porque ella?

— Ya no os basta con lo que saben — le espetó con un poco de dureza Artemisa. Hestia suspiro pesadamente, se esperaba todo esto, pero también tenía la esperanza de que Artemisa fuer un poco más accesible ahora que todo había sido revelado al consejo... o al menos parte de ello.

— Sería mejor si lo escuchamos de ti misma — Hestia tenía guardado un par de palabras duras hacia Artemisa, porque sabía que esa no era vía, al menos no quería ser dura con ella después de su amarga experiencia.

— Me niego a hablar al respecto — Hestia asintió sin atreverse a presionar, pero sin abandonar su objetivo que era hacer que Artemisa reaccionara a la situación y dejara que ella y Atenea le ayudaran, aunque Atenea no era precisamente muy animada de hacerlo, fue por eso que mejor opto por hablar con Percy.

— Eso no ayudara demasiado, no tienes muchos aliados de tu parte, incluyendo al mismo Apolo — Artemisa sintió una punzada de traición y dolor al escuchar el nombre de Apolo. Habían sido muy cercanos en los primeros siglos de su llegada al Olimpo, pero luego Artemisa opto por ser una virgen eterna y Apolo se dejó llevar por su vanidad y fue junto con Hermes conectando con cuanta mortal se les aparecía por el camino. Asi que Apolo se había vuelto en el ejemplo de lo que eran los repugnantes hombres para cada nueva adición a la caza.

— Se supone que es mi hermano y debe estar de mi lado — Artemisa dijo con amargura, Hestia por su parte no podía creer que Artemisa todavía se creyera inocente de la reacción de Apolo.

— Se supone que eres su hermana y debes tratarlo bien — Hestia le replicó con algo de dureza, más de la que pretendía, pero ya no podía guardarse algunas cosas. Artemisa levanto una ceja y se alejó un poco del lado de Hestia.

— Asi que esta es su venganza — Los ojos de Artemisa se oscurecieron con su declaración. Hestia se puso de pie tratando de acercarse a Artemisa, pero ella se alejó más.

— Esta es tu oportunidad de volver a empezar — Hestia rogo tratando de hacer entender a Artemisa que quería ayudarla, pero la obstinación de la diosa de la luna no tenía limites cuando se lo proponía.

— Ya no hay nada para mi aquí, me lo han quitado todo... mi caza, mi orgullo... mi dignidad — Artemisa escupió con rabia mientras en su mente estaba cavilando que podría hacer para recuperar lo que el consejo le había arrebatado y lo que estaba por arrebatarle, porque estaba segura que no sería lo último que le quitarían... tal vez hasta la despojarían de su inmortalidad.

— Sobre Percy... — Hestia trato de dirigir la conversación a aguas un poco más pacíficas, porque parecía como si Artemisa estuviera a punto de estallar.

— Yo realmente no quise decir lo de Annabeth, pero él dijo cosas horribles también tía Hestia — La voz de Artemisa sonaba un poco quebrada y no pudo evitar notar como había pasado a un estado de ánimo más decaído cuando tocaron ese tema.... Remordimiento era lo que Artemisa estaba sintiendo, pero ni siquiera ella era consciente de eso.

— Si pude escuchar un poco de vuestra agradable charla — Hestia trato de añadirle un poco de humor a la conversación ya que parecía que su objetivo no sería logrado y que muy a su pesar tendría que dejar que las circunstancias empujaran a Artemisa a pedir ayuda.

— No debió decir eso tía... tu sabes lo que eso hubiera significado — Hestia se estremeció ante la verdad que Artemisa declaraba si Perseo no hubiera intervenido todo hubiera sido peor y tal vez Artemisa estaría en el tártaro... sufriendo el peor de los castigos... Pero también no podía ignorar que todo fue provocado por Artemisa y que Percy no pudo resistirse a dejar mal parada a la diosa ante sus ataques físicos y verbales.

— Lo sé querida... y es por eso que quiero ayudarte... pero no puedo sino me hablas al respecto — Hestia se acercó suavemente tratando de no ahuyentar más a Artemisa...

— No quiero... — susurro la diosa apretando los dientes... el recuerdo era fresco cada vez que los pensamientos la embragaban y la culpa, la debilidad, la vergüenza y la ira se apoderaban de ella, en más de una oportunidad tuvo que pedir que repararan parte de su palacio por los daños que su ira había aplicado contra la construcción... y sinceramente Atenea ya estaba cansada de esos episodios.

— Lo sabemos Artemisa... pero no podremos ayudarte si no hablas con nosotros — La voz de Atenea resonó desde la entrada del jardín de Hestia... pero no sonaba tan amable como la voz de Hestia y eso puso un poco a la defensiva a Artemisa quien frunció el ceño en señal de desagrado por el tono que estaba usando.

— Atenea... vienes a defender a Perseo — fue más una afirmación que una pregunta que hizo que la diosa de la sabiduría supiera de antemano hacia donde iba todo esto y que debía estar preparada.

— Él es completamente capaz de defenderse — espetó Atenea mientras que Hestia le daba una mirada de que debía comportarse si querían sacar algo bueno de todo esto.

— ¿Que paso con él? — pregunto Hestia tratando de suavizar la situación. Artemisa se mantenía con la mirada fría hacia Atenea y con los brazos cruzados esperando lo inevitable, alguna clase de regaño por parte de Atenea.

— Va rumbo al campamento — dijo a secas Atenea mientras en su mente rogaba porque Percy tuviera éxito... una extraña clase de afecto se estaba formando en su corazón por el que fue el amor de su hija... pero todavía era muy prematuro para decir qué clase de lazo los uniría en el futuro.

— ¿Acepto tu consejo? — pregunto Hestia, a todo esto, Artemisa se mantenía en la penumbra sin entender a que se estaba refiriendo Hestia con respecto al consejo de Atenea.

— Si... pero no será fácil tampoco... ya que está un poco vulnerable — Artemisa no pudo evitar sentirse aludida con la palabra vulnerable sobre todo porque Atenea su mirada fija en ella con cada palabra que dijo y se podía sentir la tensión en la diosa de la sabiduría. Hestia contenía la respiración porque sabía que Atenea estaba hirviendo de rabia porque lo que Artemisa había hecho con Perseo.

— ¡No fue mi culpa! — grito Artemisa enfrentándose a Atenea quien se mantuvo estoica hasta que a Hestia se le ocurrió intervenir, Atenea había perdido la paciencia con los métodos de Hestia... era la única que le impedía darle una buena paliza a Artemisa para que reaccionara.

— Cálmate querida — Hestia puso sus manos los hombros de Artemisa para hacerla retroceder, pero fue Atenea quien aparto a Hestia de una manera poco amable, pero tal vez necesaria para que Hestia dejara de ser tan condescendiente.

— En realidad lo fue... ¡Basta Hestia! ¡Ya hemos sido demasiado condescendientes con ella! — Atenea le dio una mirada fría a Hestia para que no interviniera... ya le había dado su tiempo para que hiciera a Artemisa entrar en razón y había fallado. Atenea no quería maltratar a Artemisa, pero tampoco quería perder el tiempo con alguien que no quería ser ayudado...

— ¡Atenea! — grito Hestia tratando de calmar también a la diosa de la sabiduría que se mantenía en su posición desafiante ante una Artemisa que estaba hirviendo en ira al darse cuenta que la trataban como una necesitada de ayuda... Ella no quería la lastima de nadie...

— ¡Tal vez Apolo tenga razón! Tal vez lo que necesita es probar un poco de su propia medicina — Artemisa se congelo en su sitio... el nombre de su hermano y el recuerdo del dolor que le produjeron las palabras de Apolo fueron demasiado y ampliaban la herida emocional que había provocado.

— Atenea ese no es el camino — Hestia suplicaba a Atenea para que se detuviera de su discurso que tenía como objeto llevar al límite a Artemisa para que se rindiera en una guerra que no podía ganar y que la única forma de salir librada era bajar la cabeza y pedir ayuda. Pero la diosa de la luna tenía un plan completamente diferente, ella no dejaría que la pisotearan y humillaran más de lo que ya se sentía, mantendría el poco orgullo que le quedaba hasta el final... a cualquier costo.

— Tu solo hablas por que hice llorar al noviecito de tu amada Annabeth — Atenea avanzo como un rayo cogiendo del cuello a Artemisa y estrellándola contra un árbol, el estruendo fue violento y el cuerpo de Artemisa parecía un muñeco de trapo por la violencia con que Atenea la estrello... su visión se nublo por un momento, hasta que sintió el aliento de su hermana sobre su oído susurrando amenazadoramente.

— ¡No te atrevas a mencionar su nombre con tus despreciables labios! ¡Él es un verdadero hombre y no te lastimaría, pero yo soy mujer y no me guardare nada si insultas la memoria de mi hija! asi que adelante oh diosa, perdón, ex diosa de la caza y pronta a ser una simple diosa menor — las palabras de Atenea quemaban la mente de Artemisa como si toda la furia pudiera entrar en su torrente y quemar cada parte de su cuerpo. Ella sabía que Atenea no era alguien con quien se jugara y que había visto la crueldad con que trataba a sus oponentes y no solo rivalizaba con ella, sino que había superado con creces sus métodos. Pero cuando hablo de que ella se convertiría en una diosa menor... lo peores miedos de Artemisa se juntaron en una explosión en su cerebro que la hizo temblar ante lo que podía ser su futuro por la eternidad.

— Atenea... — Hestia se acercó rápidamente y trato de apartar a Atenea y lo logro con algo de dificultad solo para darse cuenta que Artemisa cayó al suelo incapaz de sostenerse en sus pies... Hestia le extendió la mano y le ayudo a levantarse mientras Atenea mantenía su mirada fría sobre la diosa de la luna.

— Atrévete a insultar la memoria de Annabeth... — susurro en una advertencia mortal sin dar lugar al olvido y sin perder la oportunidad de volver a arremeter contra Artemisa... ahora sabía que no permitiría que nadie dañara nada de lo que estaba relacionado con su amada hija... ni el Olimpo que era su obra... y tampoco a los que ella amaba... sobre todo Percy.

— ¿Tía Hestia de que está hablando? — Artemisa estaba sofocada y aturdida por las palabras de Atenea... y quería entender a cabalidad lo que quiso decir antes que seguir con la afrenta contra Annabeth.

— Sera mejor que te siente querida — Hestia le insistió, pero Artemisa era demasiado obstinada como para dar un signo de debilidad... con las justas podía mantenerse en pie de no ser por el brazo de Hestia que la mantenía de pie. Atenea no soportaba todo este espectáculo barato de Artemisa quien quería parecer firme cuando no podía ni siquiera ponerse en pie sola... quiera parecer segura cuando sus miedos la asechaban y la dominaban.

— Solo estamos perdiendo el tiempo Hestia... Artemisa no fue creada para recibir ayuda... ¡corrección! Artemisa se formó a sí misma para no recibir ayuda de nadie y jactarse de ello por los siglos de los siglos — el veneno en las palabras de Atenea tenía un solo objetivo terminar de romper la cordura de Artemisa y empujarla hacia lo que necesitaba: Ayuda...

— ¡Eso no es cierto! — grito Artemisa poniéndose erguida y orgullosa. Pero todo era un teatro mal logrado de una diosa que se estaba desmoronando sin nadie que puedo ofrecerle ayuda.

— ¡Pruébalo! — grito Atenea de manera desafiante. Artemisa se humillada porque Atenea quería que suplicara por ayuda... y ella jamás le daría una satisfacción.

— ¡Jamás! ¡Jamás te rogare por ayuda! — grito y Hestia no pudo contenerse más de la obstinación de Artemisa... tal vez Atenea tenía razón... aunque desde un comienzo sabía que Artemisa reaccionaria asi... siempre orgullosa y prepotente. Tal vez necesitaba ser golpeada por la vida para por fin rendirse en su lucha de demostrar autonomía e independencia y demostrar que no necesitaba de nadie para lograr lo que quería.

— Artemisa... estas enfrentando cargos de alta traición — La sangre de Artemisa se heló con la declaración de Hestia y entonces finalmente se sentó y susurro por ayuda...

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