Me levanto y voy al baño del aeropuerto, al entrar me miro en el gran espejo y llego a la conclusión de que estoy hecho un desastre: mi cabello despeinado y mis ojos rojos están.
Y no paro de pensar que el clima está mal y que el vuelo de Osaka hacia acá está retrasado. Pero sé que Haru está bien, que viene hacia acá con sus maletas y el ceño fruncido porque ya pasó su hora de llegada. Lo siento en los huesos, aunque suene tonto.
—Haru está bien —murmuro para mí mientras me echo agua en el rostro. Tomo una toalla de papel y seco mis manos. Salgo y suspiro. Voy a donde he dejado a Sousuke y me encuentro con algo hermoso que deleita mis ojos y hace a mi corazón latir de emoción.
Hay un Haru todo despeinado, con una maleta a su lado y un ramo de tulipanes en la mano, que sonríe al verme. Corro hacia él y antes de estar frente a él, doy un salto y lo abrazo. Haru se mantiene de pie y no sé cómo lo hace.
Lo miro fijamente con lágrimas en los ojos y él sonríe.
—Haru...—murmuro.
—¿Cómo has estado, Makoto? —pregunta—. ¿Algo nuevo?"
—Soy médico —respondo y él ríe fuerte.
—Qué bien —murmura y luego me besa.