Esperé a que llegara Axel por mi, para irnos al lugar al que quería llevarme.
Me había puesto un vestido no tan largo ni tan corto, me quedaba hasta las rodillas. No llevaría sueter ya que hacia mucho calor. Dejé mi cabello suelto, las puntas caían en pequeñas ondulaciones y me quedaba excelente.
Di vueltas en mi habitación con nerviosismo, hasta que oí el motor de un auto. Salí a mi balcón y vi a Axel salir de un auto. Él me miró con una sonrisa boba.
— Vamos baja... tenemos que irnos, Julieta.
¿Julieta? Ese nombre me recordó a la película que había visto hace algunas horas "Cartas a Julieta" muy hermosa por cierto.
— Ya voy... — Pensé en decirle, Romeo, pero me vería ridícula, así que lo omití.
Salí de mi habitación para el encuentro de Axel, bajé las escaleras con torpeza y casi moría, vi la casa desértica sin nadie, solo yo, sentía que algo me faltaba y como no, si era mi papá, no me gustaba estar peleada con él, pero se la pasaba defendiendo a Flor. Y era lo que me molestaba más.
Mi padre ya no me ha tratado como antes, antes iba a mi habitación para que le platicara todo, para saber de mi, ahora solo le importa Flor y eso me reventaba el intestino grueso o lo que sea que se dañe por dentro, no quiere que Flor sepa nada, mientras que a mi me mata por dentro, solo quiero olvidar todo.
Salí y me encontré a Axel con una sonrisa. Parecía idiota así.
— ¿Qué pasa? — Le pregunté.
— Nada... ¿Por qué? — Preguntó confundido.
— Pues estás como idiota. — Dije y empecé a reir.
— Ya súbete.
Me dice señalando el auto. Wow, eso si es un muy bonito auto. Y entonces el horror se apoderó de mi rostro.
— Oye, no tenías que rentar un carro así, si solo vamos a ir a un lado, no fuera de la ciudad o si... — Dije mirándolo. Axel me sonrió.
— No pagué nada, es mi chofer. Y no vamos a salir de la ciudad, así que ya súbete que se nos hace tarde.
Mmm, hoy habrá un robo... Un carro será robado esta noche. Claro, como se manejar.
— Bueno
Subí al carro asi bien sexy, no, no es cierto, solo bromeo. Durante el transcurso, nadie habló, hasta que decidí romper el silencio, porque en serio odiaba estar así.
— ¿A donde iremos? — Pregunté con curiosidad.
— No te diré — Dijo, Axel decidido.
— Ah, ¿por qué?
— Porque es una sorpresa, no preguntes, ya llegaremos.
Me sentí mal por un momento, ya que no conocía por dónde íbamos. Abrí los ojos como platos ante la idea que pasó por mi cabeza.
— ¡¿Axel!? ¡¿Me estas secuestrando!?
Axel se empezó a reír y me di cuenta que lo dije en voz alta. Él y el chofer no dejaban de reírse.
— ¿Qué? No, claro que no, Camila
— Deja de reírte, no es gracioso, que tal eres un exorcista junto con tu chofer.
¿Exorcista? ¿Fue lo mejor que se me pudo ocurrir? Creo que si.
— Dime, Will
— Se llama William, alías Germanchelo. — Dijo Axel riendo, y en ese momento tuve ganas de golpearlo.
Lo miré confundida, porque no entendí el apodo.
— Camila, él es como un segundo hermano para mi. Le digo gernanchelo, porque le gusta los videos de "Hola, soy Germán" — Dijo, Axel refiriéndose a Will. — ¿Has visto algún vídeo de él? — Preguntó, a lo que asentí. Había visto algunos videos de ese youtuber. Era muy bueno.
— Bueno es un gusto conocerte, William. — Saludé.
— El gusto es mío... ¿Qué le dió por ser novia de, Axel, señorita? Espero que no le rompa el corazón como lo hizo aquella muchachita... — William estaba a punto de decir el nombre, cuando Axel lo interrumpió.
— ¡William! Mucha información y es mi amiga. — Axel fulminó a Will. Él miró por el retrovisor.
— Perdón, Axel, creí que ya le habías contado.
No sabía de que hablaban los dos, tampoco es que me interesara realmente. Tenía muy poco de conocer a Axel, así que la confianza no era suficiente.
Estaba tan absorta en mis pensamientos, hasta que una cara de imbécil hace que me de casi un infarto.
— ¡Camila llegamos! — Gritó, Axel tan fuerte y de la nada. Cerré los ojos con fuerza.
— ¿Sabes algo, Axel? Estoy a centímetros de ti y... ¡No tenía que gritarme! — Le grité enojada.
— Tranquila, gruñona.
Bajé del carro al igual que, Axel. Will se quedaría a cuidar el carro, a él no le molestó, suponía que él ya conocía el lugar.
Observé todo detalladamente. Había muchos árboles alrededor. Se veía tan bonito y guardé esta preciosa imagen en mi mente. Lamentablemente no sabía dónde estábamos.
— Axel... ¿dónde estamos?
Genial. Era una chica de ciudad y no conocía gran parte de esta. Si saliera sola, ya estuviera más que perdida. Esto era culpa de mi padre. Él era muy sobre protector. Era. Porque ahora le da igual.
— ¿En serio, Camila? ¿No sabes donde estamos?
— Si estoy preguntando es por algo, Axel. — Le respondo. — Mi padre no me deja salir sola. Es más, no salgo de mi casa, solo para ir a comprar o para ir a la escuela.
Digo recordando la muchas veces que le pedí permiso a mi padre para salir con mis amigas. Me negó todas claro está.
— Hay que darle unos golpes a tu padre en serio, pero es imposible que no sepas donde estamos.
— Pues créelo, porque es la verdad. No. Sé. Donde. Estamos. — Digo separando las palabras.
— Antes de que te diga, ¿Te puedo preguntar algo?
Ya lo estás haciendo idiota...
Axel me miró. Ahora con que me iba a salir este. Juro que si me dice alguna estupidez, lo saco volando de una patada. Lo sé, soy tan linda.
A nadie se le quita lo agresiva y mucho menos a mi.
— Si claro, dime.
— Medastunumero — Dijo tan rápido que no logré entenderle.
— ¿Qué? Repítemelo, pero ahora con calma y bien.
Axel se puso rojo. — ¿Me das tu número? — Preguntó nervioso.
Oh, era eso. Creí que era algo tonto.
— Claro. — Digo sacando mi celular.
— ¿En serio? — Pregunta sorprendido.
— Si, te lo dicto. — Le dicte mi número y él lo apunto en su celular — Ahora si, dime dónde estamos
— Bienvenida, este lugar es nada más y nada menos que el parque de los venados.
Vaya, éste recorrido será larguísimo y disfrutaré cada momento.