Éxtasis (Saga Adrenalina II)

By DreamingwithMark

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"Hasta un perro sabe proteger a los suyos." Kiara ya no es Kiara. No al menos Capaldi. Tras la muerte de su h... More

Prólogo
Capítulo I
Aviso
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Aviso
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Nota

Capítulo XXV

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By DreamingwithMark


En un sótano oscuro y con olor a medicación, Kiara yacía tumbada en una cama. No estaba despierta ni lo estaría en varias horas, y probablemente cuando lo hiciese se sentiría como una mierda, pero ahora tenía una expresión relajada en el rostro, en paz. Estaba tranquila y respiraba suavemente. Cualquiera que la hubiera visto, habría pensado que iba a morir de un momento a otro.

Al lado de la cama, estaban parados dos hombres. El primero era Rhett, que señalaba al otro con la mano llena de anillos de oro y tenía la barba bien recortada. El segundo era calvo y llevaba una camisa setentera de muy mal gusto. Llevaba más oro encima que su jefe y asentía mientras se pasaba una mano por el cuello.

-Tranquilo, Rhett. Sabes que soy el mejor en estas cosas.

-No quiero que salga de aquí hasta que las cosas se calmen. Después puede que la enviemos a Madrid. Tengo un par de amigos allí.

Los dos hombres se giraron hacia la pequeña figura cubierta por sábanas sobre la cama al notar que se movía. Solo fue un ligero respingo, pero Rhett alargó la mano en un acto reflejo para alcanzar la jeringuilla sobre la mesita de noche. Kiara siguió durmiendo.

-Primero deshazte del bastardo. Dale órdenes a Tyler de que lo encuentren y me lo traigan. Quiero ser yo quién se lo cargue.

El hombre calvo crispó el rostro.

-No es fácil, Rhett, no es fácil... No sale de la casa de los Capobianco y tampoco podemos entrar a por él.

-Pues encontrad la forma. Ese cabrón acabará abandonando el nido y querrá hacerse el héroe con mi hija.

-¿Y si no lo hace?

-Lo hará. Es clavadito al imbécil de DD. Me cargué al padre y me cargaré al hijo.

El hombre asintió y se dirigió a las escaleras. De repente se acordó de algo y se giró.

-¿Y los Wolf? ¿Qué hacemos si se aparecen por aquí?

Rhett se cruzó de brazos.

-No vendrán.

-Pero si vienen...

-Si vienen, Kiara es una Capaldi. Nadie puede contradecir eso. Y es mi hija. No la he criado durante diecinueve años para que ahora un par de idiotas se la lleven. La mataré antes de dejar que eso pase.

Kiara no sabía si su padre iba a matarla o no, pero estaba inquieta. Dentro de su inconsciencia, una parte de sí misma conectaba con el exterior. Esa parte no enviaba mas que mal augurio.

Despertó un par de horas más tarde por un fallo en la hora de las inyecciones. Debieron suministrarle una a las ocho y media de la tarde y eran casi las nueve. Aunque estaba algo aturdida, sabía lo que pasaba.

"Oh, mierda"

¿Cómo había pasado? Ni siquiera lo recordaba. Le dolía tanto la cabeza. Olía a antiséptico y a alcohol. La estancia estaba muy limpia, nadie hubiese dicho que era un sótano. Pero Kiara sabía que lo era, porque estaba en su casa, y conocía cada rincón de arriba a bajo. Con anterioridad había servido de habitación de juguetes y después se cambió por videojuegos, pero seguía siendo la misma habitación.

Se incorporó en la cama y esperó un par de minutos hasta que remitió el mareo. La bilis subió por su garganta. Iba a vomitar en cuánto menos lo esperase, lo sabía.

-¿Hola? - intentó gritar, pero solo salió un susurro.

Encima de la mesita vio las jeringuillas. Estaban ordenadas en una cajita de metal y aparecían etiquetadas por horas. No le habían suministrado la de la última media hora. Había unas cinco en la papelera. Inspeccionó su brazo y vio que tenía varias marcas rojas en la muñeca. ¿Qué demonios le estaban metiendo en el cuerpo? De haber estado en condiciones normales habría podido leer, pero lo veía todo borroso y las letras eran tan solo un amasijo incomprensible.

Tragó saliva y sacó los pies de la cama. Al poner los pies en el suelo frío esperaba recuperar algo de claridad. No fue así.

"Tengo que salir de aquí, tengo que irme muy lejos."

De repente se escuchó el sonido de pasos bajando por los escaleras. Hacerse la dormida era la única solución factible. Volvió a tumbarse con rapidez, lo que le causó un mareo inimaginable, y esperó. Eran pasos débiles. ¿Su padre habría sido capaz de contratar a una enfermera para mantenerla drogada? Esperó rogando que no fuese a inyectarla.

"Si lo hace soy capaz de partirle el cuello."

En efecto, iba a volver a dormirla. Tomó su brazo con cuidado y sintió como la aguja le rozaba la piel, amenazante. Era ahora o nunca. Tenía que hacerlo por Hell. Si seguía allí metida mucho tiempo iría por ella, y lo matarían.

Cogió aire y no lo pensó dos veces. Al abrir los ojos vio a una mujer de unos treinta años, de constitución fuerte y cuello grueso. Parecía europea. No le importó. A Kiara le importaban pocas cosas cuando algo se interponía en su camino; su prioridad era eliminar el obstáculo.

Le asestó una patada en la barriga y a la mujer se le cayó la inyección. Kiara, aún en ese estado de total debilidad, consiguió levantarse y correr hacia la puerta. No llegó muy lejos pues la mujer la atrapó antes de que pudiese defenderse. Presionó su garganta con las manos rechonchas mientras la insultaba. Kiara no sabía qué estaba diciendo con exactitud, pero no debía ser muy bonito. Quería quitársela de encima pero no podía. Era una sensación apabullante de terror.

Antes de que consiguiese inyectarle el calmante, las lágrimas ya le manchaban las mejillas. Intentó gritar el nombre de Hell pero de su garganta no salió un solo sonido.

* * *

Al volver por la única carretera que llegaba a la casa de los Capobianco, Hell se encontró con dos coches. Para ser específicos, con un todo-terreno y un deportivo. Al principio no los reconoció y pensó que lo más lógico era que los hubiese mandado su madre o su tío. Pero se equivocaba.

Aparcó a un lado cuando el deportivo le hizo una señal con las luces y entonces reconoció quiénes eran. El del descapotable rojo era Logan, su mejor amigo, con su novia Lindsey. En la parte trasera iban Paul y Robb. El 4x4 lo conducía Trevor y con él iban Karl y Mackenzie. Al bajar de los vehículos la tensión pudo palparse.

-¿Qué coño estás haciendo?

Hell le indicó a su mejor amigo que bajara el tono; no estaba de humor para idioteces.

-Haré lo que me salga de los... - contestó Logan.

Karl lo apartó y Lindsey le gritó un par de cosas.

-No os metáis en mis asuntos. ¿Habéis venido a darme la charla de mamá? - preguntó Hell - ¿Qué os hace pensar que voy a escucharos?

-Somos tus colegas – dijo Trevor evidentemente ofendido -. Donde tú vayas, vamos todos, ¿vale?

Hell arqueó las cejas y se frotó los ojos. Sus amigos no bromeaban con estas cosas. Es más, se sentía un completo estúpido por no haber contado con ellos en muchas más ocasiones. Estar solo no era agradable.

-¿Me estáis diciendo esto enserio?

-Si tu quieres a esa tía de verdad, vamos a por ella y la traemos – dijo Logan -. ¡Joder, sí! ¡Vamos a por ella!

El grupo se envalentonó. Habían estado planeando aquello desde hacía al menos un par de horas. Llevaban armas en los pantalones y probablemente también en los coches, pañuelos alrededor del cuello para cubrirse la cara y camisetas de tirantes. Era el típico atuendo para buscar pelea.

-No vamos a ir a por nadie – terció.

-No me jodas, Hell, ya está decidido – protestó Mackenzie.

-Vamos a echarnos encima a toda la Familia – intentó que imperase el sentido común -. Nos matarán a todos. A mí, a vosotros y a Kiara.

Los insultos que recibió fueron desde "cagado de mierda" hasta "retrasado subnormal", y ninguno le sentó nada bien.

-¡Es tu madre! ¡¿Qué mierdas te va a hacer Babe?! ¡¿Mandarte a dormir a las ocho?! - gritó Karl.

-Si voy por Kiara, me expulsará y a vosotros os hará una corbata colombiana preciosa. Sin la protección de la Familia estaré muerto en menos de veinticuatro horas, ¿lo pilláis?

-¿Y prefieres dejar tirada a tu chica? ¿Es lo que me estás diciendo? - Logan estaba indignado.

Hell apretó los puños. Todavía le dolía el costado por el accidente y a veces los sonidos se entremezclaban.

-¡Lo hago por ella, ¿vale?! Si me matan a mí, la matan a ella. Si la matan a ella, me matan a mí. Es así de simple. ¡No puedo morir, joder, tenemos que permanecer vivos los dos! ¡No iré a por ella sabiendo que pueden matarla!

Durante unos minutos, sus amigos se quedaron en silencio. Se miraron los unos a los otros y por unos segundos, Hell pensó que había ganado la discusión. Se equivocaba.

-Pues yo sigo pensando que deberíamos ir – dijo Trevor.

Lindsey entreabrió los labios, volvió a cerrarlos y de repente soltó:

-¡Sí, qué cojones! Si yo estuviese en su lugar, querría que Logan viniese a buscarme.

-Lo que vosotros queréis es pelea.

Ninguno dijo nada. Soltaron un par de exclamaciones pero nada entendible. Sí, querían pelea. Hell lo pensó unos instantes más. Sabía que si hacía caso a sus amigos, arriesgaría mucho. Rompería totalmente con la Familia y no tenía garantías de poder sacar a Kiara de aquella casa sin que matasen a alguno de los dos.

Sentía que estaba en una de aquellas situaciones en las que se tomaban decisiones que cambiarían por completo el rumbo de sus vidas. ¿Qué haría su padre?

-¿Entonces qué hacemos?

"DD iría a buscar a mamá."

-Vamos a por Kiara.


¡Hola! Espero que os haya gustado el capítulo, os he dejado aquí arriba una imagen de Kiara y una canción de Lana del Rey, High by the beach. Los últimos diez capítulos ya los tengo escritos desde hace un par de días, así que solo queda subirlos. Ah, y no os enfadéis con Hell, él también se equivoca y todavía tiene que equivocarse en muchas cosas más XD ¡Un beso y gracias por leer!


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