-Sabes má, tuve un sueño loco -mencioné al terminar de secar el último plato.
-¿No será por qué la luna te pegó? -preguntó sarcástica esperando mi relato.
-Yeray y yo éramos los Romeo y Julieta de este siglo -expliqué resumidamente.
-Creo que son las ganas que le tienes -rió. Me limite a suspirar cuando vi a mi padre bajar el último escalón.
-¿A quién le tienes ganas? -me cuestionó.
-¿Recuerdas el chico del qué te hablé ayer?, es él -respondió mamá.
-Se supone que era privado
-Exactamente hija, se supone -recalcó la palabra ''supone''.
-Si te animas podrías ser la Julieta de los pobres.
-¿Oíste lo qué dije antes?
-Las paredes tienen oídos. Y por cierto ya te respondió la primera carta, no lo leí pero tengo curiosidad -sacó de su bolsillo un papel doblado, lo arranqué de sus manos.
-¿Dónde estaba? -vi como tomaba las llaves de la casa antes de responderme.
-Estoy en todos lados, así que ten cuidado, princesa -salió sin antes regalarme una sonrisa.