Factura al corazón © DISPONIB...

By sophiatramos

5.1M 337K 121K

DISPONIBLE EN ESPAÑA Y LATINOAMÉRICA POR NOVA CASA EDITORIAL 💕 --- ALGUNAS DEUDAS SON PARA TODA LA VIDA. Em... More

¡DISPONIBLE EN FÍSICO!
Anuncio importante
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31 - Especial: Responsabilidades
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 35 [Final]
Epílogo
POR SIEMPRE EMMA

Capítulo 34

92.5K 8.1K 3.2K
By sophiatramos

La noche en que Matthew Sinclair me dejó más que claro que no quería nada de mí -ni siquiera mis disculpas-, imaginé cómo sería el mundo sin él.

No me gustaba. No era positivo, ni extremo, ni divertido, ni sensato, ni romántico. No era ni una de esas cinco cosas que él había prometido para mi pequeño universo.

Así que cuando me abandonó en la puerta de la Mansión Sinclair sin mirar atrás, me senté en el suelo a llorar sobre mis rodillas con la esperanza de que volvería.

No volvió. Esperé al menos una hora, rogando por escuchar su melodiosa voz que diría: "Todo está bien linda, solo fue la amargura del momento".

No lo escuché. Lo que en realidad retumbó en mi mente una y otra vez fue: "La venganza es para aquellos que están vacíos...", la última lección de Matt, que en realidad fue un reclamo.

Esa noche sí llegó a buscarme un Sinclair, pero se trataba de Jane. Preocupada porque era pasada media noche -y tiene la costumbre de revisar que todos estén en su habitación a tal hora-, me encontró desolada en la entrada de la casa.

Me ayudó a levantar y a subir las escaleras, preguntando una y otra vez qué había sucedido. Insistió, hasta que logró sacarme la historia.

Luego de eso pensé en acudir con Isabella, pero al imaginarme llorando en medio de ella y Joseph, que seguro dormía, confirmé que era una mala idea.

Así que terminé por rogarle a Jane que me dejara dormir con ella. Y mientras lloraba, siendo abrazada por la Sinclair que sí me quería, repetía una y otra vez: "no fue mi intención", "no significó nada", "no quiero que se vaya de mi vida".

Sucedió, hasta que me quedé dormida.

-----

Despierto de golpe a la mañana siguiente porque unas voces discuten en el pasillo. Jane no está a mi lado, ni tampoco está en el dormitorio.

Me siento sobre la cama y contemplo mi cuerpo. No traigo puesto el vestido de secundaria, ni tampoco la chaqueta de Matt, sino una pijama que no es mía. Es de Jane, y seguramente me cambió de ropa cuando me quedé dormida.

Mis pies descalzos se resienten al entrar en contacto con el suelo helado. Me dirijo a la puerta para recostarme sobre ella, lo que me permite identificar las voces del pasillo.

-¡No significó nada! ¡No puedes tratarla así!-es Jane.

-¡Deja de defenderla!-discute Matt.

Sigue enojado. Muy enojado. Suena igual de enfurecido que ayer o quizás peor.

-Le importas a esta chica, Matt-musita Jane-. No puedes permitir que las cosas queden así por algo que no significó nada.

-¿Yo soy el malo aquí?-cuestiona él-. Significó algo para mí, ¿entiendes? Y algo muy desgarrador.

Oprimo los labios. Maldita la hora en que respondí la primera llamada de Oliver, pero más maldita la hora en que me convencí que no era correcto contarle a Matt.

Experimentando la necesidad de detener esta pelea, salgo inesperadamente y me poso al lado de Jane.

-Es desgarrador para mí también.

Los dos se callan instantáneamente. Mientras Jane inhala aire profundamente, incómoda ante mi aparición, contemplo a Matt.

Trae su atuendo deportivo puesto. Por nada del mundo interrumpirá su rutina matutina. Lo lamentable es que ya no formo parte de ella.

Una mano es enrollada por el extremo de una correa roja y nuestro perro se mantiene sentado a su lado. Al verme, hace un ademán por correr hacia mí, por lo que Matt tira de la correa, deteniéndolo.

Demonios, se supone que es mi responsabilidad. Todo este revuelco hizo que me olvidara de él.

-¿Enviaste a mi hermana a hablar conmigo?-el Sinclair que ya no me quiere aparta la vista de mí.

Abro la boca. Jane me roba la palabra.

-No lo hizo-suena firme-. Renuncia a esta actitud, Matt, no les hace bien a ninguno de los dos.

Él niega. Se lleva la mano libre al bolsillo y saca algo de él.

-Toma-se acerca para entregármelo-. Tu ex-novio te ha estado llamando.

¡Mi móvil! Olvidé que lo había dejado tirado en el recibidor la noche anterior, cuando Oliver apareció inesperadamente diciendo que era mi primo.

-No quise responderle por no arruinar lo que sea que ustedes están teniendo-finaliza girándose para darme la espalda.

Los fragmentos de mi corazón se dividen en más pedazos. Nunca ha sido así de indiferente conmigo y todo dentro de mí lo está resintiendo. Éste no es él, me rehuso a pensar que se convertirá en esta persona.

Por favor, por favor devuélvanme a mi Matt.

-Es contigo con quien tengo algo-avanzo dos pasos.

Detiene la marcha, pero no se interesa en mirarme.

-Con quien tenías algo.

Acto seguido, desaparece a través del pasillo junto con nuestro perro, quien está ansioso por salir.

Bajo la cabeza, sintiendo que las lágrimas se avecinan dentro de poco. Quiero pensar que esto es una pesadilla, la más terrorífica de mi vida. Que despertaré dentro de poco. Que abandonaré el limbo, en el cual las palabras de Matt son lanzas que me apuñalan despiadadamente.

Jane aprieta mi hombro con una mano.

-Estarán bien-me ofrece calidez.

Un temblor se apodera de mí. ¿Qué es esto que siento? Es auténtico dolor. Uno más punzante que aquel provocado por Oliver hace cuatro años. Ni siquiera hay ira de por medio, es solo tristeza.

-Emma, debes...

Pero no permito que termine. Las lágrimas brotan de mis ojos una a una advirtiéndome que se convertirán en un nuevo llanto.

Sin querer, vuelvo a demostrar mi tormento a la hermana de la persona que más me importa en mi pequeño universo.

-No fue mi intención, Jane-me cuesta hablar entre sollozos-. Juro que es la última persona a la que lastimaría.

Finalmente rompo en llanto. Pero qué Magdalena ando estos días.

Jane me abraza. Enreda su mano en mi cabello, acariciándolo con tanta suavidad que me hace sentir como parte de su familia.

-¿Por qué esto duele tanto?-recurro a la retórica.

Jane no lo comprende de aquel manera. Me aleja de ella para conectar sus oceánicos ojos con los míos, que están llenos de agonía.

-Querida Emma...-su rostro se enternece-. Te has enamorado de mi hermano.

Asiento, porque ya no se trata de algo que quiera ocultar.

Jane retorna al abrazo, permitiéndome reflexionar sobre mis sentimientos. Nunca me había detenido a pensar realmente sobre ellos.

Estoy loca y profundamente enamorada de Matthew Allan Sinclair, me digo firmemente en mi interior citando su épica frase. Ni siquiera se trata de una atracción física, no porque él no sea extremadamente sensual.

Es mucho más que eso: Su personalidad, la manera tan positiva de vivir el día a día, cómo ríe ante mis chistes oscuros y los contraataca elegantemente, la sensatez con la que sopesa las situaciones difíciles.

Odio que me saque de quicio, porque en realidad amo que lo haga. Me fascinan sus estúpidas reglas de felicidad y cómo se esmeró en aplicarlas una a una en mi vida.

Amo a Matt. Maldición, lo amo perdidamente. Salvaría su vida una y otra vez con tal que nunca se aleje de mí.

-Está bien, está muy bien-Jane me da unas pequeñas palmadas en la espalda-. Me gusta verlos a ustedes dos.

Habla como si hubiese alguna esperanza de que volvamos a estar juntos. ¿Es que la hay?

Me parece sentir su sonrisa sobre mi cabeza.

-Es curioso que...-hace una pausa y continúa-. Nunca imaginé cómo sería el día en que vería a mis dos hermanos tan enamorados, especialmente a Matt.

¿Enamorado? ¿Que no se dio cuenta cómo me rechazó como si fuera su más hostil adversaria?

-Es grato ver que eligieron bien de quién enamorarse.

Me libera, para secar mis lágrimas con las yemas de sus dedos.

-Pero deberás perseverar, ¿me escuchas, querida Emma?-acaricia mis mejillas-. Un amor así de verdadero es digno de ser perseverado.

Intenta darme esperanza. Me puedo equivocar en muchas cosas (muchas), pero estoy segura que Jane Sinclair está convencida que esto no es más que una discusión efímera.

-Solo un tonto rechazaría un amor así de verdadero-prosigue peinando mi cabello hacia atrás-. Y mi hermano no es ningún tonto.

Me ofrece una última sonrisa de aliento.

-Dale tiempo, Emma. El tiempo es reparador.

Sin más, vuelve a su habitación, dejándome a solas con mis pensamientos.

¿El tiempo es reparador? Para mí el tiempo es un arma de doble filo: restaura amores, como también los destruye.

-----

En la tarde de ese mismo día, la puerta de mi dormitorio queda entreabierta, hasta que mi perro la abre por completo advirtiendo que entrará.

Pega una corrida alrededor de mi cama que dura unos cuantos minutos. Finalmente se sube en ella para revolcarse encima de mi cuerpo yaciente sobre el colchón. No tendrá nombre ni raza, pero es muy perceptivo y se ha dado cuenta que estoy deprimida.

-Basta...-lo empujo a una esquina.

No desiste. Pasa su enorme lengua por mi rostro, que se arruga ante tal dulce, pero repugnante muestra de amor.

-¡Basta!-le grito.

Emite un ladrido. No está de acuerdo conmigo.

Seguidamente se acuesta a mi lado reforzando su fidelidad, a pesar que lo rechace. Una costumbre que los humanos ciertamente deberíamos aprender de los animales.

De pronto, se levanta en cuatro patas, menea la cola y termina por ladrar nuevamente. Quiere jugar.

-Lo siento, pero no tengo tiempo para jugar-giro mi cuerpo para quedar viendo la puerta-. Tengo una vida que vivir.

"Gran vida la que vives ahí acostada", resuena la voz sarcástica de mi subconsciente en mi mente.

El can insiste en tumbarse encima mío y lamerme.

Pongo los ojos en blanco hasta que logro quitármelo de encima.

-Oye-lo señalo-. Tú estarás muy feliz porque saliste a pasear con él en la mañana, pero a mí ya no me quiere, ¿entiendes?

Ladra. Por supuesto que no entiende.

-Sí, ya sé que yo tengo la culpa-me cruzo de brazos-, y estoy muy arrepentida, de veras. Oliver me ha estado llamando y tuve que bloquear su número para que me deje en paz.

Ladra.

-Claro que debí hacerlo desde un principio, pero no soy perfecta, ¿sí?-murmuro-. Cualquiera hubiese querido hacer sufrir a ese idiota y yo tuve la oportunidad.

Ladra, más agudamente.

-¡Pero es que aunque le contara a Matt se iba a enojar conmigo!

Exhalo al mismo tiempo que él ladra por enésima vez.

-¿Y ahora qué hago?-acaricio su cabeza gentilmente-. Tú debes ser experto en que todos te quieran, ¿cómo hago para que me vuelva a querer?

Chilla, mientras mi mano palpa su oreja izquierda.

Mi curiosidad se despierta, lo que me hace detenerme para examinarla de cerca. Extrañamente una parte del lóbulo está cortado, pero se ha restablecido en una notable cicatriz.

-¿Te duele?-toco y se queja-. Pero ahí no hay nada.

No es la herida ya sanada lo que le duele, sino que de seguro le recuerda algo de su pasado. Matt dijo que sobrevivió a una cruel infancia. Es una cicatriz de triunfo, pero debe tener memorias nefastas de cómo se la hizo. Memorias que siguen latentes.

Vaya, este perro y yo tenemos más en común de lo que quisiera.

-¿Qué hago, perro sin nombre ni raza?-retorno al tema central-. ¡Dame luces!

-Eres miserable-una voz retumba en mi habitación.

¿El perro me acaba de hablar? No, no eso es ridículo.

-Sé que estás siendo miserable porque le estás pidiendo consejo al perro.

Isabella.

-Y no pretendo consolarte-finaliza, tumbando su cuerpo sobre el marco de la puerta.

Bufo. No es como que quiera su consuelo.

¿A quién engaño? Deseo con toda mi alma que me abrace y me diga que todo estará bien. Así de deprimida estoy.

-No espero que me consueles-miento.

-Bien, porque no lo haré-se hace la importante-. Te advertí de esto, ahí tienes las consecuencias.

Suspiro. Si no me va a consolar, ¿entonces quiere hacerme revivir cada cosa mala que hice para purgar mi interior?

-Así que me quedaré aquí, viendo cómo te desmoronas mientras yo soy feliz con el hombre al cual no engañé-dice-. Cosa que pudiste haber tenido tú si me hubieses hecho caso.

Camina, cautelosamente hasta mi cama, para sentarse en ella.

-Creí que dijiste que te ibas a quedar allá viendo cómo me desmorono-giro los ojos.

-Quiero verlo desde más cerca-finge una sonrisa mientras coloca su mano sobre mi pierna-. Y pondré mi mano aquí, sin ningún ánimo de consolarte.

Me da unas cuantas palmadas conciliadoras.

—Me estás consolando.

—Que no.

Usando sus rodillas, se desliza por el colchón para quedar a mi lado. Abraza mi cuerpo con fuerza, ubicando su mejilla sobre la mía.

—Isabella, estoy casi segura que me estás consolando.

—Ya te dije que no, Emma Rosalie.

Exhalo profundamente. Isabella siempre ha sido así. Sin importar cuán enojada esté conmigo o decepcionada, siempre vela por mi bienestar. Me sorprende que, incluso en esta ocasión en la que dejó muy claro que los Sinclair son su prioridad, esté pendiente de mis sentimientos.

-Lo siento.

-Sí, deberías, Matt está muy enojado.

Dimitiendo mi orgullo, le correspondo el abrazo y recuesto mi cabeza sobre su hombro en busca del consuelo que tanto necesito.

-Me refiero a nosotras. A veces te trato muy mal y no te lo mereces-suspiro, cerrando los ojos-. Y ya sé que no me delataste.

-¿De qué hablas? Le solté todo a Matt desde el primer momento en que me preguntó qué estaba ocurriendo. Te advertí que no te iba a encubrir.

Ríe, porque sabe que no es buena mintiendo.

-Estaba muy ilusionado, Emma-suaviza el tono-. Llegaron de sorpresa, ni siquiera yo los esperaba. Matt estaba muy agotado por el viaje, pero lo primero que dijo al llegar fue...

Hace una pausa en la cual los fragmentos de los fragmentos de mi corazón se preparan para dividirse en más partes.

-"Solo quiero abrazarla"-termina, con desilusión.

Mi perro chilla una vez más exigiendo atención y esta vez es Isabella quien lo acaricia.

-Eres hermosa, independiente, ingeniosa y talentosa-continúa-, pero metiste la pata hasta el fondo. Te mereces a este príncipe en tu vida, pero recuerda que él también merece lo mejor de ti.

Una vez más, Isabella logra reconfortar mi interior casi tan bien como solo mi propia madre lo hace. Y es algo bueno, porque quiere decir que está lista para criar a la bendición que lleva en su vientre.

-Así que lo siguiente que harás, Emma Rosalie-se separa para mirarme a los ojos-. Es ir a donde Matt, le dirás que fuiste una idiota...

'Idiota' es una palabra que se queda corta con respecto a lo que fui.

-Te disculparás-sonríe cálidamente-. Y posiblemente tengas que darle tu famoso discurso de lo blanco y negro, pero más importante aún...

Mi 'discurso de lo blanco y negro' también se queda corto con respecto a lo que siento hacia él.

-Lo mirarás a los ojos y le dirás con plena honestidad lo que sientes hacia él-dice-. Que por lo que yo veo es un amor único y verdadero.

Accedo al sermón asintiendo.

Isabella abandona su lugar a mi lado para dirigirse hasta mi baño y adentrarse. Cuando sale, me muestra un vestido azul oscuro que no esperaba tener que ver tan pronto.

-Y ahora...-lo mueve con entusiasmo-. ¿Lista para mi ensayo de boda?

'Lista' tampoco es una palabra que describe cómo me siento en este instante. De hecho, 'idiota' me cae mejor. Me cae mejor por lo que le hice a Matt y porque olvidé que hoy en la noche es el ensayo de boda de Isabella.

-----

El vestido pica. Y casi lo arruino al tener que correr detrás del perro que pretendía comerse todos los bocadillos que están en la terraza como ofrenda para los invitados de los Sinclair.

Lo peor es que ni siquiera sé cómo llamarlo para que me haga caso, así que decido amarrarlo con una correa y llevarlo conmigo.

Respiro hondo mientras admiro al terraza. Se ve absolutamente espectacular esta noche. El periodo renacentista se manifiesta mediante luces cálidas que adornan casi toda la vegetación existente en el jardín.

El escenario donde se dará la unión de Joseph e Isabella está listo, iluminado estratégicamente para que resalte por sobre todo lo demás.

Hay 30 mesas perfectamente ubicadas para mantener el balance entre los elementos existentes, las cuales son adornadas por centros de mesas con flores y cubiertas por el capricho de Isabella, digo, los manteles blanco plano.

Y una serie de familiares -"claves", como les ha denominado Isabella-, que tienen participación en la boda, muestran sus vestidos más casuales para la ocasión.

Todo es perfecto, excepto por dos detalles: 1) Matt no está aquí. No lo he visto desde la mañana, cuando rompió mi corazón por segunda vez y, 2) Jane corre como loca por todas partes dándole órdenes a todos porque le encargaron la logística de hoy y mañana.

Pero más me afecta la número uno.

-Emma Rosalie Bennett-salto en mi lugar al oír a Isabella a mis espaldas-. ¿Podrías explicarme qué hace ese perro contigo todavía? Estamos en mi ensayo de boda.

-Se supone que debo cuidarlo-balbuceo un poco.

-¿Tienes que cargarlo contigo todo el tiempo?-se cruza de brazos, enojada-. ¿Y por qué le pones ese absurdo abrigo?

Frunzo el ceño. El abrigo no es absurdo, es casualmente del mismo color de mi vestido y con suerte a él no le debe picar.

-Venía en el kit.

-¿Qué kit?

-El "kit del perro de Emma"-replico, torturándome con el recuerdo de Matt diciéndolo-. No quiero que le dé frío.

-Adentro no le daría frío-refuta Isabella.

Gruño. El perro también.

-¡Es como si fuese mi hijo!-le exclamo-. Cuando tengas a tu estúpido bebé lo entenderás.

Isabella gime.

-¿Acabas de decir que mi bebé será estúpido?-abre mucho los ojos y se arregla la garganta-. Y mejor baja la voz, no quiero que nadie nos oiga.

Dirigimos nuestra vista al frente. Joseph, a unos pocos metros de distancia, nos está sonriendo mientras conversa con algunos de los invitados.

-¡¿No le has dicho?!-se me escapa el grito.

-¡No!-exclama a lo bajo.

Y dicen que yo hago las cosas mal.

-¡Pero te crecerá una barriga!-me siento indignada.

-La barriga no crecerá de aquí a mañana.

Pongo los ojos en blanco.

-Créeme, sí crecerá.

-¿Y tú qué sabes sobre bebés?

-Sé mucho sobre bebés-bufo-. ¡Fui una!

Joseph estrecha su mano con un hombre mayor, para entonces girar su cuerpo en dirección a nosotras.

-Cállate que ahí viene.

Fingimos nuestra mejor sonrisa. No es como que quiera ocultar la futura maternidad de Isabella, pero tampoco la delataría. Tenemos un trato de sangre llamado 'amistad' o algo así.

-¿Están hablando sobre bebés?-el tono de Joseph es dulce, igual que su espléndida personalidad que me recuerda a su hermano que ya no me quiere.

Negamos al mismo tiempo con la cabeza. Al menos para disimular nos ponemos de acuerdo.

-¿Be-bebés?-ríe Isabella con nerviosismo-. Querido, ¿ya estás pensando en eso? ¿No te parece que es mejor que nos casemos primero?

Joseph le sonríe. Maldición, su sonrisa veterana también me recuerda a la de Matt. ¿Dónde estará? ¿Será que lo herí tanto como para que abandonara el país?

-Los bebés son una gran bendición-murmura-. Pero concuerdo en que deberíamos casarnos primero y esperar un par de años para establecernos antes de iniciar una familia.

Siento un temblor a mi lado. Isabella está que se quiere morir de un infarto cardiaco y la culpo enteramente. Un embarazo no se esconde.

"Una mentira como la de Oliver tampoco se esconde", me ataca mi subconsciente. ¿Ella no olvidará eso jamás, cierto?

-¡Tienes toda la razón, querido!-Isabella sigue riendo como demente-. Toda, toda la razón, sí, toda, tod...

La golpeo con mi codo. Se enseria, arreglándose la garganta, fingiendo que nada ha pasado, pero Joseph no es ningún tonto.

-¿Está todo bien?-le agarra las manos para besarla una a una.

Ella traga. Intercambia una mirada sagaz conmigo.

-¡Dile!-exclamo de mal humor.

-¿Decirme qué?-los ojos de Joseph se abren ante el impacto-. ¿Hay algo de lo que no estoy enterado?

Amigo, hay mucho de lo que no estás enterado. Pero lo más importante: que serás padre y deberás renunciar a tu vida como la conocías por los próximos 18 años.

-Yo... yo...-Isabella divaga.

Alguien silba. Jane, con su teléfono en mano y unos auriculares puestos sobre sus oídos, se posa enfrente nuestro. Se ve fastidiada.

-Bennett, Olsen, Sinclair-nos dice-. Tenemos quince minutos de atraso-fija su mirada en la pareja-. ¿Se van a quedar ahí parados conversando o vamos a ensayar una boda? ¿O quieren que su gran momento de mañana sea un desastre?-se dirige entonces a mí-. ¿Y tú? ¿Dónde está tu compañero de marcha nupcial?

Se toma muy enserio sus trabajos de logística.

-¿Y yo qué sé?-le respondo.

¿Se le olvidó lo que pasó en la mañana o qué?

-¡Yo opino que ensayemos la boda!-grita Isabella.

-No, no-Joseph interviene-. Jane, Isabella está a punto de decirme algo muy importante, lo que sea que tengamos que hacer puede esperar.

Jane gira los ojos.

-¿Algo importante? ¿Está embarazada o qué?

Me aguanto la risa tapándome la boca. Isabella finge un ataque de tos. Joseph se pone más serio, no le está gustando este juego.

-¿Yo? No, no, no, yo no... yo no...-la futura Sinclair renuncia al nerviosismo-. Está bien, querido, tienes razón, si hay algo que necesito decirte.

Nos llenamos de ansiedad esperando la famosa declaración. Más Joseph que los demás por supuesto.

-Jane está embarazada-suelta la mentira del siglo.

Oh, esto se pondrá feo.

-¡¿Qué?!-Jane es la primera en gritar.

-¡¿Qué?!-Joseph es el segundo.

-¡¿Qué?!-les sigo el juego, solo por diversión.

Jane baja los auriculares hasta dejarlos reposando en su cuello.

-¡No estoy embarazada!-se defiende.

-Querida, ya no lo niegues-Isabella es maligna-. Todos sabemos de esa aventura reciente que tuviste.

Jane me voltea a mirar. Demonios, no puedo ponerme en contra de Isabella. Sea cual sea la razón por la que no quiera decirle a Joseph, le debo una y no puedo defraudarla.

-Si te sirve de consuelo, yo tengo un perro-me encojo de hombros.

-¡Mete ese perro a la casa, Emma!-exclama Isabella.

-¡Que no!-le grito.

Jane gime, ahogada en indignación.

-¿Por qué no me dijiste?-Joseph se voltea para poner sus manos sobre los hombros de ella-. Sabes que yo lo hubiera entendido.

-¡No estoy embarazada!

Y entonces, como por arte de magia blanca, se vislumbra lo que había esperado toda la tarde. Matt, con un semblante de indiferencia, aparece a través de la puerta que conecta la terraza con la cocina y nos pasa de largo sin siquiera saludar.

Abro la boca, mientras mis ojos lo siguen cautelosamente. Toma asiento en una de las mesas donde no hay ningún invitado.

-Adiós-digo a todos, trayendo al perro conmigo-. Suerte con tu embarazo, Jane.

-¡No estoy...!

No termino de escucharla. Prácticamente vuelo en cohete hasta donde Matt se encuentra. Sin preguntar, tomo asiento a su lado.

-Hola-le sonrío cálidamente.

Él no responde. Pretende ignorarme.

-Sabes...-trago-. Estoy desesperada por encontrarle un nombre a nuestro perro, pero no sé cómo ponerle, y ya que tú eres muy bueno con las palabras y eso, creí que...

-Esto no va a pasar-habla finalmente.

-¿Qué no va a pasar? ¿No le vamos a poner nombre al perro?

Pobre ilusa.

-Tú y yo, haciendo como que nada sucedió-se mantiene serio-. Es imposible que vuelva a caer rendido ante ti y me traiciones de la forma en que lo hiciste. Así que deja de hablarme, no va a pasar.

Tartamudeo.

-Estoy intentando ser amable contigo.

-Pues déjalo, no necesito que lo seas.

Creo que empiezo a sulfurarme. ¿Cómo es posible que este chico pueda enamorar mi corazón y en menos de un minuto, sacarme de quicio también? ¿Lo amo o no lo amo?

-¡¿Hablas enserio?!

-Sí-sigue sin mirarme.

-¿Ah sí?-me levanto, sintiendo cómo mi sangre hierve.

Le quito la correa al perro y se la tiro, lo que hace que Matt, alzando una ceja, me contemple finalmente.

-¡Al diablo contigo y tu perro, Matt!

Gruñendo rabiosa -más de lo que lo haría mi ex-perro-, corro por toda la terraza, incluso pasando al lado del trío de locos que discute sobre un embarazo ficticio/real.

-¡Que no, Joseph, que no!-Jane se suelta de su hermano y me sigue, intentando fervientemente de detenerme-. ¡Emma! ¡Demonios, Emma! ¡Tenemos una boda que ensayar!

-¡Al diablo con la boda!

Antes que pueda seguir corriendo, me alcanza, toma del brazo y me fulmina con sus ardientes ojos azules. Empiezo a pensar que esta familia tiene problemas de ira.

-Nadie va a decir que esta boda fue un desastre porque Janine Sinclair hizo un mal trabajo de logística-¿a alguien más le dio miedo que usara su verdadero nombre?-. Así que trágate tu orgullo y ve a buscar a tu compañero de marcha nupcial que tenemos una boda que ensayar.

-----

Lo siguiente que sé es que estoy parada en el principio del pasaje en donde Isabella debe caminar mañana. Y que estoy agarrando el brazo de Matt porque Jane también lo fulminó con sus palabras mandonas.

Caminamos, despacio, mientras una música suave, pero ridícula, nos sigue al ritmo de nuestros pasos. El perro sigue a Matt.

-No puedes tratarme indiferente por siempre, Matt-le susurro-. Soy tu novia.

Al final del pasaje, Joseph se mantiene de pie, también con un rostro de perturbación. Apuesto que está enterado de todo y le está costando no salirse de sus casillas.

-No eres mi novia-discute Matt.

-Que sí lo soy-insisto-. Y quiero al perro de vuelta, él no tiene nada que ver con nosotros.

-Él tampoco te quiere ya, lo rechazaste.

-¡Porque me sulfuraste!

-¡MÁS LENTO!-grita Jane desde la distancia.

Disminuimos la velocidad en nuestros pasos.

-¿Yo te sulfuré a ti? ¿Y qué hay de lo que tú me hiciste a mí?

-¡Ya dije que lo siento!

Sin darnos cuenta, hemos empezado a caminar más rápido y la música también se acelera.

-¡VAN MUY RÁPIDO!

Ignoramos a Jane.

-¡Pues decir que lo sientes no es suficiente!

-¡¿Y qué demonios quieres que haga para que me perdones?!

-¡¿Cómo pretendes que te perdone algo así?!

La música me saca de control, va demasiado rápido porque nosotros vamos muy rápido.

-¡CALLEN ESA MALDITA MÚSICA!-vocifero.

La música se detiene al mismo tiempo que me suelto del agarre de Matt. El ambiente se torna tenso y callado. Todos los invitados nos están contemplando desconcertados.

En otro momento esto sería algo realmente incómodo, pero ahora solo quiero ponerle un alto a esta insensatez de Matt.

-¡¿Sabes qué?!-estallo de la ira y lo empujo-. ¡Si quieres arruinar lo que tenemos, allá tú! ¡No te voy a seguir persiguiendo para que me perdones!

Él no me empuja, porque me respeta, pero estalla también y grita:

-¿Yo lo estoy arruinando? ¡Tú lo arruinaste primero!

Jane se acerca, señalando el camino hacia el altar.

-¡SIGAN CAMINANDO!

-¡CÁLLATE!-le decimos Matt y yo al mismo tiempo.

La Sinclair del medio se quita los auriculares y los tira al suelo, gritando un "renuncio". Estoy segura que esta noche no está siendo ni un poco de lo que todos teníamos en mente.

-¡Te dije que lo siento! ¡Supéralo ya!-exclamo.

-¿Superarlo? ¡Estoy a punto de salir con una de mis ex-novias a ver cómo te sientes al respecto!

Quedo inmóvil ante el asombro, al igual que todas las personas que viven en mi interior y los invitados que están en el exterior. ¿Qué es más intenso que la ira? ¡Porque lo estoy sintiendo!

-Retráctate-lo señalo.

-No.

-Retráctate por lo que dijiste, Matthew Sinclair.

Bufa y se cruza de brazos.

-No.

-¿No?

-No.

-Bien-doy dos pasos hacia adelante-. Entonces...-y lo siguiente lo digo gritando-. ¡Veamos si puedes sobrevivir para salir con una de ellas!

Sin que nadie se lo espere -especialmente Matt-, pego un brinco hacia donde está, arremetiendo contra su cuerpo y tumbándolo fuera del pasaje. Y así, dejándome llevar por lo que es peor que la ira, lo golpeo con mis puños.

Él grita y los invitados también.

-¡¿Pretendes matarme con esos diminutos puños?!-exclama agarrando mis brazos-. ¡Eres la misma pulga de siempre!

Estando en el suelo es difícil saber quién se aproxima, pero por las voces que nos gritan intuyo que se trata de Isabella y Joseph, uno proveniente de cada esquina.

-¡EMMA!-chilla Isabella.

Hago caso omiso. Necesito acabar con la vida de Matt antes que pueda salir con alguien que no sea yo.

Ladridos y gritos se arrinconan alrededor nuestro, mientras nos revolcamos en el césped hasta que Joseph me agarra por la cintura y me separa de Matt. Isabella ayuda a Matt a levantarse.

Y entonces me siento incómoda, porque el silencio me martilla acompañado de las miradas que penetran en nosotros.

-¡Sí, lo arruiné todo y ya te dije que lo siento porque en verdad lo siento!-digo. Joseph me suelta-. Y me está matando, ¿entiendes? Me estoy muriendo por dentro porque no sé qué decirte o hacer para que volvamos a ser como antes.

Matt presiona los labios, pero no dice nada. Seguramente sus emociones están tan descontroladas como las mías.

-¿Cómo te hago entender que lo de Oliver no significó nada? ¿Pero que tú, en cambio, significas todo para mí?

Las lágrimas empujan fuertemente para salir, pero no hay forma que quede como la llorona hoy. Suficiente con que esté abriendo mi corazón ante toda esta gente que no conozco y que encima tendré que ver mañana.

-Tú, Matthew Sinclair, hiciste que mi corazón latiera con fuerza y seguridad; y no fue por el amor-inhalo aire-. Valoro cada una de tus estúpidas reglas de felicidad, porque me brindaron una perspectiva distinta. Y te valoro a ti, porque no juzgaste lo peor de mí, sino que resaltaste lo mejor.

Matt suaviza el semblante. Puedo percibir, en sus apesadumbrados ojos azules, que está analizando cada una de mis palabras.

-¿Y te digo otra realidad?-hago una pausa-. Te quiero con todo lo que tengo dentro de mí. Te amo tanto que duele amarte, porque amar solo es doloroso.

Estiro los brazos a ambos extremos.

-Así que si quieres dejar las cosas así, porque te hace feliz, bien, lo acepto-sonrío con melancolía y me dirijo a nuestro público-. Invitados, familia, perro... buenas noches.

Y sabiendo que los fragmentos de los fragmentos de los fragmentos de mi corazón se partirán otra vez, me volteo dándole la espalda al galán que quise para mi vida, para luego correr en dirección a la puerta y adentrarme a la casa.


Narrado por Matthew Sinclair (nota del autor: ¡Sorpresa!)

Hay tres sencillas maneras de darte cuenta que realmente estás enamorado de alguien:

Eres capaz de gritar tus sentimientos al mundo entero, sin importar quién te esté escuchando.

Cuando lo único que te importa es la felicidad de esa persona, a costa de la tuya propia.

Cuando duele, porque dicen que es una buena señal.

Emma había hecho cada una de ellas en menos de cinco minutos y a mí me había tomado casi un mes completarlas.

La veo irse como la heroína de la noche, mientras me siento como el más grande estúpido. Me esmeré tanto en culparla por lo que había hecho, que terminé fallando yo también. Debí escucharla, no cerrar mi corazón de la forma en que lo hice.

Isabella mantiene mi brazo agarrado, pero eventualmente lo suelta.

-¡De acuerdo! ¡Se acabó el ensayo!-exclama a todos los invitados, sabiendo que en definitiva esto no puede continuar. Pretende estar bien, pero noto claramente su preocupación por lo que ha sucedido.

Entretanto, Joseph me rodea con un brazo, viendo a un horizonte en el cual Emma ya no se vislumbra.

-¿Te digo por qué me casaré?-me dice, apretándome y dirigiendo su vista hacia Isabella-. Porque puedo discutir con esa maravillosa mujer de allá justo como tú lo acabas de hacer con Emma y aun así amarla incondicionalmente.

Sonríe.

-Por ejemplo: en este momento quiero matarla porque sé que me está escondiendo un embarazo y se inventó que Jane lo estaba para evadirme...-ríe, levemente.

-¿Qué?-mi asombro es inevitable.

Joseph asiente.

-Pero cuando me diga por qué lo hizo y podamos hablar al respecto, disfrutaré plenamente de la etapa que nos toca vivir.

-¿Te felicito?-pregunto, desconcertado.

-No, mejor haz otra cosa por mí-me dice-. Por favor ve a buscar a esa chica que acaba de gritar cuánto te quiere y bésala como nunca antes lo has hecho-me da unas palmadas en la espalda.

Ni siquiera era necesario que lo dijera. Porque podría hacer las veces de idiota y dejar esto pasar, pero ser idiota es lo último que se debe ser cuando encuentras alguien a quien vale la pena amar.

Joseph abandona su lugar a mi lado, para llegar hasta Isabella y rodearla con un brazo. Me apresuro, les paso de largo y alcanzo escucharlo decir: "Hablemos de ese bebé cuando todos se hayan ido".

El camino se hace largo mientras descifro dónde está Emma, pero aprovecho para pensar en todo lo que me encanta de ella. Lo más importante: es todo lo contrario a mí.

Emma es valentía. No teme expresar quién es y lo que piensa o siente enfrente de los demás.

Es talento. Una verdadera alma artística. La urgencia de pintar un lienzo en blanco y trazar sobre él los más vibrantes colores.

Es libertad. La sensación de estar en una avioneta a miles de metros sobre la tierra y saltar sin paracaídas, sin importar las consecuencias en el aterrizaje. Porque no aterrizas, te mantienes en un flote tranquilo, pero un poco inseguro.

Es real. Hermosamente imperfecta. Un diamante con potencial para brillar si permite que se le haga presión.

Es un enigma. Tan impredecible que encanta. La compañía que podrías tener el resto de tu vida sin aburrirte jamás.

Es imaginación sin límites. Una invención andante. Transforma el mundo a su manera y te hace transportarte con ella en él.

Ésa es Emma Bennett. Mi alocada, pero amada Emma Bennett.

La encuentro al llegar al segundo piso. Está sentada frente a la puerta de mi dormitorio, abrazando sus rodillas y con el rostro mal humorado que siempre me hace reír.

Me acerco cautelosamente, pensando que seguro me maldecirá por todo lo que hice, pero vale la pena escucharlo.

Alza la vista cuando se percata que estoy enfrente, pero decido agacharme para estar a su altura.

-Emma, ¿por qué estás sentada frente a mi puerta?-intento no reír, no quiero que piense que no la tomo enserio.

Frunce el ceño.

-Porque desgraciadamente...-parece que nunca podré corregir su vocabulario indecente-. Rendirse no es una opción en el amor.

Sonó igual a mí y no puedo expresar cuanto me fascina. Cuánto ha aprendido.

Le extiendo mi mano.

-¿Te levantas para mí, por favor?-pregunto, suavemente.

Niega con la cabeza.

-No si me vas a romper el corazón de nuevo.

-Prometí sanar tu corazón, no romperlo-le sonrío, pero creo que ella no se da cuenta-. Y en el medio de eso, me enamoré de él también.

Finalmente me permite ver sus hermosos ojos café, que parecen muy asombrados con mis palabras.

-¿Me das tu mano, por favor?

Accede temerosa. Cuando me entrega su mano, la beso primero, dándole la confianza que se merece y me pongo de pie haciendo que ella lo haga también.

Tiembla, lo que me hace sentir muy mal, no obstante, su lenguaje corporal me confirma que solo se trata un nerviosismo del cual no debo preocuparme.

«¿O debería?», me pregunto a mí mismo atacándola con lo que ella llama "mi arma mortal".


Narrado por Emma Bennett.

Temblar es lo único que se me ocurre hacer, porque un calor intenso me invade y confío en la teoría que dice que el cuerpo humano regula la temperatura temblando.

¿Se le pasó la rabia? No entiendo nada, pero no me importa.

-Regla número diez-susurra Matt muy cerca de mis labios, que se mueren por sentir los suyos-. Y va para ti y para mí...

Sus manos descienden hasta mi cintura, ocasionando un sinfín de sensaciones que solo el corazón sabe cómo explicar y no es un lenguaje que todos puedan entender.

-"Piensa menos, siente más".

Y me besa, alzándome hasta quedar de puntillas.

Los fragmentos de los fragmentos de los fragmentos de mi corazón se unen milagrosamente, forjando una nueva bomba aórtica de acero, tan fuerte como también maleable.

El aire empieza a faltar, pero de una forma que extrañaba. El beso es intenso, romántico, seguro. La certeza que me hacía falta para convencerme que lo correcto es seguir adelante, sin importar el "cómo" o el "porqué".

El beso se prolonga, mientras la puerta que tenemos detrás se abre dándonos paso a que nos adentremos sin siquiera pensarlo dos veces.

Matt cierra la puerta, sin separarse de mí. Ambos estamos claros de nuestras intenciones el uno con el otro, y esta vez no se trata de rompernos el corazón, sino restaurarlo.

Le cuesta quitarme el vestido, pero río porque a mí me costó mucho ponérmelo. Él ríe a mi par y susurra algo como: «no te burles de mí».

Nuestros cuerpos se tumban en su cama, desatendiendo cualquier cosa que pueda pasar a nuestro alrededor. Pero cuando la magia está por reinar en su máximo nivel, él renuncia al roce de nuestros labios, jadeando, pero sin dejar de abrazarme.

-¿Estás segura?-dice.

Asiento, alcanzando sus labios. Vuelve a separarse.

-De que me amas, ¿estás segura?-murmura.

Demonios, ¿será que parezco insegura?

Asiento por segunda vez.

-Bien-me sonríe-. Porque yo te amo también.

Y junta sus labios con los míos, permitiéndonos perdernos en nuestro pequeño universo, donde solo reinamos nosotros y nuestro romance, que es muy distinto al de las terribles películas.

----

:')

"Rendirse no es una opción en el amor", recuerden siempre eso.

Muchos me preguntaban por qué Matt amaba tanto a Emma. También habían pedido un POV de su parte y ésta era la oportunidad perfecta para complacer ambas peticiones.

Espero haber aliviado sus corazones que me odiaban. Estamos tan cerca del final que creo que entraré en depresión.

Si te gusta la historia: vota, vota vota :)

Les quiere mucho mucho,

S.


Continue Reading

You'll Also Like

3K 750 78
Ella era como un telescopio, y él su estrella. Obra registrada. No se permiten adaptaciones de ningún tipo. Portada realizada por @Thera_mis
133K 21.1K 64
Tras la aparente muerte de Ryan, el amor de Alicia y Alessandro parece estar a salvo y a prueba de todo. Ella siempre creyó que la amenaza en su vida...
43.1K 2.2K 19
Soy la niñera de Sky, trato con Nash todos los dias pero hay algo que no me deja quererlo, simplemente lo detesto.
364 63 12
Emma-Pensaba que sería lo mejor huir ,pero claro que lo hubiera sido si no hubieran aparecido de nuevo mis fantasmas , pero la culpa la tuvo él ,more...