Éxtasis (Saga Adrenalina II)

By DreamingwithMark

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"Hasta un perro sabe proteger a los suyos." Kiara ya no es Kiara. No al menos Capaldi. Tras la muerte de su h... More

Prólogo
Capítulo I
Aviso
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Aviso
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Nota

Capítulo XXIV

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By DreamingwithMark


-Y entonces el lobo le dijo a Caperucita, "¿Por qué no hacemos una carrera? Yo iré por este camino más largo, y tú por este más corto." Pero el lobo era un cabrón de mierda y solo quería engañar a la niña para comerse a la abuela. Y lo consiguió. Y así, DD, es como funciona el mundo. Pero tranquilo, aquí está tu tío para defenderte un par de años más. Antes de morirme pienso asegurarme de que romperás huesos antes de que te los rompan a ti.

Su sobrino no entendía la mitad de las palabras que estaba diciendo, pero intentaba mantenerse despierto aferrado al cuello de su camiseta. Hell lo había tomado en brazos y se revolvía mientras leía. Tears insistía en que debían leerle cuentos al niño, aunque a ni al tío ni al sobrino les gustasen.

-Bueno, ya hemos hecho el trabajo por hoy – dijo Hell sonriendo -. A la cama.

DD Junior negó y amenazó con llorar de un momento a otro. Enarcó una ceja.

-¿Me vas a chantajear a mí? ¿Estás seguro de querer hacer eso? Puede que con la abuela funcione pero yo soy mucho más duro.

Se tuvo que tragar sus propias palabras cuando, efectivamente, el niño lo chantajeó y se quedó justo donde estaba mientras jugaba a la play. Era demasiado pequeño para manejar los mandos; cuando creciese un poco no iba a hacer otra cosa puesto que a DD parecía interesarle más Call of Duty que cualquier cuento infantil antes de irse a la cama

Alrededor de las doce, ambos se quedaron fritos. Fue algo inconsciente. Hell estaba tan saturado que su mente no pudo hacer más que mandarlo a dormir. Lo mismo ocurrió con su sobrino.

A un par de metros de la habitación de Hell, se encontraba Sky reposando, medio drogada por los calmantes. Babe estaba bajo con Jack, Taylor y más gente importante de la Familia. Nick Reynolds, el marido de Sky, también había llegado de Las Vegas hacía un par de horas con varios de sus hombres; estaba muy enfadado por lo ocurrido. Incluso Tears había asistido a la reunión. Hell no quería saber nada del tema de los Capaldi.

"He elegido. No me pidas ahora que hurgue en la herida", le había dicho a su madre.

De modo que se había quedado al cuidado del pequeño de la familia y la verdad es que no estaba nada mal. Era sencillo obviar las cosas una vez se dejaba todo aquel estúpido mundo fuera de la habitación. En la habitación de tío Hell todo era cojonudo.

-Vamos, enano, a la cama – dijo con el pequeño en brazos.

La idea era llevarlo a su cuarto, pero después recordó que lo más probable (o lo más normal al menos) era que aquella noche DD tuviese pesadillas. Así que lo acostó en el lado derecho de la cama, arrimó un par de sillas para asegurarse de que no caería al rodar, y lo arropó.

Las vistas des del balcón eran de todo menos agradables. Había un gran movimiento aquella noche debido al ataque indiscriminado de los Capaldi. Furgonetas que salían y entraban, camiones, motos y guardias apostados en todo el perímetro de la finca. Hell sacó un cigarrillo y se lo fumó con lentitud.

Tenía que conseguir contactar con Kiara. Un solo minuto le bastaría, y sería lo que tardaría en colgarle mientras lo insultaba y deseaba que muriese y se pudriese en el infierno. Eso era lo que pasaría. Y tenía que ser por teléfono porque si la veía en persona no sería capaz. Ya había tomado una decisión, tal vez errónea, como lo había sido la última vez. Pero su madre tenía razón. Había perdido a su padre por Kiara, su cordura, su tranquilidad y su seguridad. Había dejado de ser Hell Capobianco por Kiara y había sido solo Henry. Eso no podía ser.

Pensó, nervioso, en que a lo mejor su Familia tenía razón. Le habían dado una especie de "charla" y no le había gustado el tono que había acabado adquiriendo. Era sobre su problema con las drogas, y lo tenía. Ni siquiera se quedó a escucharlos.

"¿Y si nunca más voy a poder pasar un día sin cocaína? ¿Y si muero de una sobredosis? ¿Y si el éxtasis se vuelve tan indispensable como la coca?"

Se frotó los ojos y lanzó la colilla al vacío. Necesitaba algo más de tiempo. Debió hacer caso a su padre. "Si quieres meterte esa mierda en el cuerpo...", recordó. "¿Y por qué coño la vendías, papá? ¿Por qué coño lo hiciste?" Se preguntó si si sus padres se hubiesen dedicado a cualquier otra cosa, si hubiesen sido barrenderos inclusive, tanto él como Sky o Tears habrían tenido tantos problemas. Pero no era el hijo de un barrendero, era el hijo de Capobianco y le tocaba apechugar.

El llanto de DD Junior lo sacó de sus pensamientos. Entró en la habitación y encendió la lamparilla.

-Eh, eh, eh... ¿Qué pasa, enano? Estoy aquí.

El niño tenía la cara roja mientras alzaba los brazos. Hell lo levantó y entendió de repente lo que ocurría: los gritos de abajo lo habían despertado. Era su madre, sobretodo. Pasaba algo grave. La reunión debía haber tomado un matiz sombrío y discutían entre ellos. ¿Por qué discutían con Babe? ¿Y por qué Jack también estaba alterado?

Escondió el rostro de DD Junior en su cuello y se asomó al hueco de las escaleras. Se proyectaban sombras des del despacho de su padre.

-¡¿Es que no lo entiendes?! - gritaba Jack - ¡Si seguimos respondiendo a sus insinuaciones esto no acabará nunca!

-¡No es cuestión de responder! ¡Es defender nuestro territorio! ¡¿Me estás diciendo que vamos a dejar que entren en nuestra casa y a servirles té y pastas mientras nos disparan?!

-Babe, tranquilízate, lo que Jack quiere que entiendas es que... - dijo Taylor.

La rechoncha sombra del señor Collins apareció.

-¡No señor! ¡Hay que atacar! La única forma de quitárnoslos de encima es matando a Rhett, y lo sabéis todos.

-¡Ya tiene a su hija! ¡Le da igual lo demás! Solo tenemos que dejar que suelte toda su sed de venganza – Jack hablaba muy rápido.

-¡No me da la gana! ¡Somos los Capobianco y no tenemos por qué permitir que nadie suelte nada en Nueva York! ¡Si quiere vengarse que se vaya a California a desahogarse con los Wolf!

Hell descendió los últimos escalones y se quedó frente a la puerta del despacho. Había unas veinte personas, más hombres que mujeres. Los conocía a todos. La mayoría tenían clubes importantes en la ciudad, otros se dedicaban a los negocios y algún que otro estaba metido en política. Se notaba que se habían tomado alguna que otra copa antes de empezar la charla. Todos enmudecieron al ver la figura de Hell Capobianco cargando con su sobrino.

-¿Cómo que ya tiene a su hija?

DD Junior comenzó a llorar entre tanto extraño. Tears se levantó de la butaca en la que estaba sentada y se llevó a su hijo mientras lo consolaba. Su tío y su madre no pudieron evitar reflejar en sus rostros el fastidio que les causaba que hubiese aparecido para revolverlo todo. Era mucho más fácil dialogar sin Hell de por medio.

-Lo que has oído – contestó Babe -. Rhett la interceptó hace un par de horas.

A Hell se le secó la boca. Notó como la sangre abandonaba su rostro y le temblaban las manos. Todos lo miraban.

-¿Cómo lo habéis sabido?

-Uno de mis hombres lo vio todo – intervino Taylor.

Hell no dijo nada.

-¿Tienes algo que decir? - preguntó Babe, desafiante.

Su hijo entreabrió los labios a punto de hacer una barbaridad. Recordó que ya había elegido y se calló. Dio media vuelta como medianamente pudo y salió del despacho con un portazo.

Lo que estaba pasando no era real, tan solo era una pesadilla. En cuánto despertase, se reiría de todo lo sucedido. Sacó un cigarrillo con manos temblorosas del bolsillo de sus vaqueros y lo encendió a la quinta vez. Al sentarse en las escaleras de mármol, supo que tenía un grave problema. Necesitaba ver a Kiara. Ya no era un simple anhelo o deseo. Era una adicción. Nada adormecía tan bien el dolor como ella.

En la puerta había dos tipos con chupas de cuero. Lo miraron una vez disimuladamente y siguieron jugando a las cartas.

-¿Qué hora es? - preguntó Hell.

-Las dos y media de la madrugada, señor Capobianco – contestó uno de ellos.

Hell se aferró a los escalones un par de minutos más, mitigando los pensamientos nefastos que cruzaban su mente a base de caladas cargadas de nicotina. No sirvieron de nada. Escuchó a Tears bajando por las escaleras pero ya se había decidido.

-¿Hell? ¿A dónde vas? ¡Hell!

Las llaves del BMW estaban puestas. Iba vestido con unos vaqueros y una camiseta de algodón, algo poco apropiado dado que para las situaciones complicadas se necesitaba llevar traje. La imagen lo es todo. No llevaba zapatos pero no era un problema para él a esas alturas. Dentro olía a alcohol, a un cóctel explosivo de tranquilizantes y a la propia Kiara. Siempre olía a Kiara en el BMW.

El coche ronroneó cuando aceleró con suavidad, al igual que su cerebro. Tenía que pensar alguna excusa factible para salir de la finca. En otra ocasión, un simple: "Soy Hell Capobianco, es mi casa y salgo y entro cuando me sale de los huevos", habría bastado, pero no era una ocasión cualquiera. Su madre había ordenado convertir el hogar Capobianco en una fortaleza. Antes de dejarlo salir con el coche, probablemente le preguntarían a ella. Y Hell no quería eso.

Comprobó que llevaba un revólver en la guantera, una 9mm en el posa-vasos y la escopeta en los asientos de detrás. Iba a salir de allí así fuese a la fuerza.

-Buenas noches, señor Capobianco. Lamento informarle de que la señora ha ordenado cerrar el recinto por completo.

Hell bajó la ventanilla por completo. Bien, hora de jugar.

-Cerrar el recinto para los intrusos, no para los dueños – soltó Hell en tono reprobatorio -. Haz el favor de abrir la valla ahora mismo, voy con algo de prisa.

Un tipo más alto que el que le acababa de hablar se acercó y le explicó que no podían abrir la valla, y mucho menos a él. Babe había dicho que lo vigilasen y que ni se les ocurriese dejarlo salir.

-Lo siento, señor. Solo acatamos órdenes – dijo.

Hell arqueó las cejas. No podía creer que le estuviese sucediendo aquello. Cogió la nueve milímetros y lo apuntó.

-Abre la jodida valla o te vuelo los sesos ahora mismo.

Los hombres obedecieron, más por respeto a Hell que por miedo a que los disparase.

-Os voy a contar un secreto para que lleguéis vivos a los cincuenta: Babe es la que grita y ordena a su antojo, la jefa. Pero a quién hay que tener miedo es a mí. ¿Entendido?

Él simplemente inclinó la cabeza y Hell aceleró. Nunca pensó que fuese tan sencillo. De haberlo sabido habría sacado la pistola antes de pedir nada. Pero, claro, a esas alturas, su madre ya debía saber que había salido con el BMW, si no se lo habían contado los guardias lo habría hecho Tears.

No había luna aquella noche. El cielo estaba completamente a oscuras y ningún coche se cruzó con él. Le dolía el costado pero estaba prácticamente recuperado del accidente; tenía la clara sospecha de que hacía días que estaba bien pero los ansiolíticos no hacían más que empeorarlo.

¿Qué estaba haciendo? Tenía que ir a por Kiara. ¿Y ir adónde? ¿A su casa? ¿Y qué iba a hacer? ¿Entrar tranquilamente? "Hola, Rhett. Verás, no me gusta que te acerques a lo que más quiero en el mundo. Espero que lo entiendas. Hasta luego."

No, no, no... Esto no iba a funcionar, la estaba cagando. Oh, Dios, hiciese lo que hiciese no serviría de nada...

Frenó en seco. Salió al frío de la noche, descalzo. Sintió el asfalto bajo sus pies, la presión de la Tierra. Soltó un grito de exasperación y golpeó el capó del BMW un par de veces con todas sus fuerzas.

"Soy lo peor", pensó sabiendo que iba a subir al coche otra vez y que iba a dejar tirada a Kiara, "Soy lo peor."

Y, en efecto, Hell volvió al BMW, dio media vuelta y regresó de nuevo a casa. Había tomado una decisión y no podía echarse atrás.


¡Hola! Siento haberme retrasado con el capítulo pero mi portátil me odia y se estropea en los momentos menos indicados :/ Os he dejado aquí arriba la canción Say something y un gif de Hell. No sé por qué pero he llorado en este capítulo con Hell, será que estoy ñoña >.< ¡Un beso enorme y gracias por leer!

P.D: A partir de ahora, como compensación, subiré miércoles y viernes.



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