El orgullo es el peor enemigo del hombre, pero nadie está dispuesto a perderlo, a veces para la otra persona es igual de difícil que para uno mismo alejarse, pero más difícil es arriesgarse por el otro.
El miedo principal de arriesgar, es perder, a veces uno piensa tanto en lo que puede salir mal que se olvida de lo que puede salir bien, es verdad, el que arriesga puede perder, pero también puede ganar. ¿Y si arriesgamos y ganamos? Podemos olvidar todo y empezar otra vez. ¿Y si arriesgamos y perdemos? Lo peor que puede pasar es perder nuestro orgullo, que nunca viene demás, y aunque perdamos a esa persona tan especial igual ganamos el consuelo de haber intentado todo y ver algunas cosas desde un punto de vista diferente que nos puede ayudar a entender que quizás esa persona a la que queríamos y por la que dábamos todo, no iba a dar todo por nosotros.