Éxtasis (Saga Adrenalina II)

By DreamingwithMark

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"Hasta un perro sabe proteger a los suyos." Kiara ya no es Kiara. No al menos Capaldi. Tras la muerte de su h... More

Prólogo
Capítulo I
Aviso
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Aviso
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Nota

Capítulo XXIII

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By DreamingwithMark


Al parecer había un traslado inminente. Hell, en la camilla, se cubría los ojos con el brazo. Que apagaran la maldita luz de una vez.

-¿Dónde coño vamos?

Su médico le pidió que se tranquilizara, que era solo un trámite. No sabía que trámite podía tener que ver con moverlo de su habitación pero no estaba en condiciones de quejarse de nada. Estaba muy mareado; sabía que le habían inyectado tranquilizantes. Eso implicaba relajación, serenidad... Una mierda, ni siquiera veía con claridad lo que tenía delante. Y lo peor, creía que iba a vomitar en cualquier momento.

-¿Podrían ir más despacio? Me va a estallar la cabeza.

Escuchó la voz de su madre tras él, convertida en una silueta borrosa con carmín. Estaba también Tears con el niño, incluso Sky. Creía que no volvería a acercarse por allí después de la tremenda discusión que habían protagonizado. Había sido todo culpa de su hermana, por supuesto. Se metía en cosas que no le incumbían e intentaba manejar su vida como hacía con todos a su alrededor. Si ella había querido arruinarse la vida casándose con ese idiota de Reynolds, que se aguantase porque había sido su decisión. Pero que no intentase ahora controlarlo.

-Mamá, ¿qué ocurre? - preguntó mientras la bilis le subía por la garganta.

No habría empeorado, ¿cierto? Ya se encontraba bien. Bueno, hasta que le habían dado esa mierda por vía intravenosa. A lo mejor no había sido buena idea lo de la fiesta en su cuarto y era cierto que los medicamentos no podían mezclarse con alcohol, a pesar de que él lo había hecho en infinidad de veces y nunca había pasado nada.

"Nunca pasa nada hasta que pasa", pensó sin poder incorporarse.

-Te trasladamos. Aquí no estás bien.

-¿Trasladarme a dónde?

-A casa.

-¿A casa?

Había querido que fuese una exclamación, pero estaba demasiado débil hasta para escandalizarse. Tenía que ser una broma, a casa. ¿Cómo diantres iba a recuperarse allí? Rodeado de familiares y atenciones las 24 horas del día. No, un enfermo como él necesitaba soledad, una cajetilla de tabaco y un par de revistas porno. Nada de amor familiar. En todo caso el de Kiara.

-¿Cómo voy a recuperarme en casa?

-Ya casi estás bien – la voz de Tears le llegó turbia.

-Solo tienes que tomarte la medicación y puedo costearme tenerte vigilado en casa. Después veremos qué hacemos.

Estaba demasiado confundido por los calmantes para pensar con claridad. Sabía que decían cosas que no lo beneficiaban en absoluto, cosas como lo que acababa de decir su madre. "Después", ¿después qué? ¡Después nada! Tenía un muy mal presentimiento. Si al menos pudiese contactar con Kiara...

-¿Es necesario hacer esto? Creo que esta vez sí voy a morirme.

-No digas tonterías – lo cortó su madre con una mano posada en su pecho -. ¿Respiras bien?

-Perfectamente, mamá.

-Entonces cállate, no vayas a quedarte sin aliento.

Hell soltó una risita débil sin apartar el brazo de sus ojos y vio por la rendija a su madre intentando no sonreír. Estaba muy enfadada, pero había habido veces peores. Podría solucionarlo sin mucha dificultad, no tenía ninguna duda. Y seguiría bebiendo. Y seguiría colocándose. Era lo que Hell hacía.

Salieron por una de las puertas traseras. Lo supo porque la camilla no cabía del todo y chocaron un par de veces hasta conseguir pasar con ella. Aquellos cuatro golpes le dolieron en el alma; sintió como si su cerebro rebotase dentro de su cráneo. Y, encima, DD Junior lloraba. Hell no le echó la culpa a su sobrino; se la echó a su hermana por llevarlo hasta allí. ¿Qué pintaba un niño en un hospital? Debía estar en casa, jugando con los coches y los soldaditos en vez de ver a su estúpido tío postrado en la cama de un hospital. ¿Qué tenía eso de entretenido?

El aire frío lo golpeó de lleno y agradeció que estuviese nublado. Una niebla espesa rodeaba todo el recinto y lo aturdía todavía más. Si se le estaba mandando un castigo divino por todo lo que había hecho, era aquel. Se sentía miserable. Casi quería llorar como su sobrino.

El traqueteo de la camilla por el asfalto era insistente. Tenía una mala sensación en la nuca.

-Por aquí, por favor, por aquí – decía su médico -. Sí, el coche está allí.

Lo que faltaba.

-¿Vais a meterme en un coche?

-En el ocho plazas – contestó Babe -. No querrás que una ambulancia te lleve hasta la puerta de casa, ¿cierto?

-Tan cierto como que voy a contratar un chófer a partir de ahora.

Su madre iba a contestar algo pero no le dio tiempo. Algo rompió el silencio de la mañana. Fue un disparo. Sonó tan cerca, que Hell creyó que se había incrustado en su cráneo. Se equivocó, pues no le acertó a él, sino a Sky, justo detrás. Le dio en el hombro y la derribó.

De repente, una lluvia de balas se sumió sobre ellos. Hell estaba confundido. Tanto su madre como sus hermanas y el médico se habían lanzado al suelo pero, ¿de qué serviría? Él seguía siendo el punto de mira, un punto vulnerable. Más pensando en que Sky estaba tirada en el suelo sangrando que en lo que pudiese ocurrirle a él, volcó la camilla y cayó cubriendo a sus hermana y su sobrino.

La camilla a penas podía detener o desviar la mitad de los tiros; la otra mitad la atravesaban. Su madre se había llevado las manos al pecho, arrodillada, y rezaba para sí. Tears no dejaba de gritar, Sky estaba en shock, muy pálida por el miedo de ver su propia sangre abandonar su cuerpo y el bebé lloraba sin control. Su médico había caído por un disparo en la garganta. Iba encabezando la marcha por lo que no había tenido tanta suerte.

-Tranquilas, tranquilas, vamos a salir de aquí.

Hell intentó controlar la situación aunque no era sencillo. A su cuerpo le daba exactamente igual que estuviesen a punto de morir a manos de quién sabe qué. Se le habían inyectado más de cinco tipos de calmantes y punto, su cuerpo obedecía y nublaba sus sentidos hasta hacerlo desfallecer. No podía echarse atrás ahora, no podía mandar adrenalina para bombear en el corazón, no funcionaba así.

Buscó con todas sus fuerzas una alternativa pero no razonaba con claridad. Parecía un niño pequeño. Pero hasta Hell de niño era más inteligente que la mayoría de los adultos.

-¿Dónde está tío Jack? - consiguió preguntar - ¡Mamá, Jack!

-¡En el coche con Taylor!

No acabó de decir esto cuando Jack Golding apareció con una escopeta y apuntó hacia sus atacantes. Se les había terminado la munición. Aunque no hubiese sido así, Hell no creía que su tío fuese alguien que le tuviese especial miedo a la muerte. Habría salido del coche exactamente de la misma forma, con la escopeta en mano, con el cigarrillo en la boca, y se habría puesto delante de la camilla aunque tuviesen una ametralladora. Era un problema de orgullo el que tenía la Familia.

Taylor lo siguió con dos nueve milímetros y le lanzó una a Hell. Empezaron a disparar a diestro y siniestro con toda tranquilidad, y como él no estaba en condiciones de hacer nada, su madre se la arrebató y comenzó a disparar también. Nada de mierdas con los Capobianco.

-¡Vamos, Hell, por favor, levanta! - exclamó Tears llorando a su lado - ¡Tenemos que salir de aquí!

Aunque su hermana tiraba de él, no supo cómo, consiguió levantarse. Se puso en pie, sin zapatos, y con aquella ridícula bata de hospital y cogió en brazos a Sky haciendo acopio de fuerza mental.

-Al coche, niños – dijo Jack con un ademán de cabeza.

Hell, con ayuda de Tears, consiguió llegar al BMW. La parte trasera del ocho plazas se había desmontado para dejar la camilla, así que había mucho espacio. No habría estado mal tener más asientos para colocar a Sky pero se apañaron en el suelo. La herida sangraba mucho y a penas podía abrir los ojos.

-Eh, vamos, despierta – la instó Hell con suaves palmadas en el rostro -. Vamos, quiero pedirte perdón por lo del otro día, ¿vas a ser tan maleducada de no escucharme?

DD Junior lloraba desconsolado, con la cara roja como un tomate y sin antecedentes de dejar de hacerlo. Sky hizo lo mismo.

-¿Me voy a morir? - preguntó con voz temblorosa.

-Que te vas a morir, si te ha atravesado. Un par de tiritas y como nueva. A mí me clavaron una en la garganta y aquí estoy. No digas tonterías.

-Tú tienes mucha suerte – lloró Sky.

-No voy a dejar que te pase nada – aseguró Hell -. De verdad.

Sky no acabó de creerlo, pero no tuvo más remedio que aguantarse porque pocos minutos después su madre, su tío y Taylor subieron al coche. Estaban cabreados. Ni siquiera Jack mantenía la calma.

-¿Estás bien, cielo? - preguntó Babe a su hija – Tenemos que llevarla a dentro.

-No, nos vamos a casa. La policía estará aquí en menos de diez minutos y no queremos más líos con el departamento antidroga – dijo Jack encendiendo el motor.

-¡¿Qué demonios ha pasado ahí fuera?! - gritó Tears, histérica.

Taylor hizo un par de llamadas pero nadie contestó. Pasaba algo, algo grave. No querían decirlo.

-¿Quién nos ha disparado, mamá? - a Hell no podían ignorarlo.

-No lo sé, Henry, tal vez...

-Que quién nos ha disparado.

-Los Capaldi.

Hell respiró profundamente. Oh, no, otra vez no, otra vez no... No era justo, no podían volver a reabrir la herida. Ya estaba cerrada, cosida y cicatrizada. ¿En qué diantres pensaba Rhett?

En Kiara.

Se le vino el mundo encima. Algo le había pasado. Se la había llevado. Ese cabrón se la había llevado. La había atraído con cualquier pretexto, ella abandonó el club y él no llegó a tiempo para detenerla. En aquellos momentos, Kiara debía estar volando a Europa. O incluso a Sudamérica. Oh, mierda.

-No puede hacer eso – empezó Babe alzando un dedo, impotente -. Rhett no puede...

Se le quebró la voz. Estaba disgustada y Hell sabía que todos los presentes en el coche le echaban la culpa en su interior. Menos DD Junior, claro. DD Junior era un crío legal.

-Llevamos casi treinta años en esto – continuó -. DD y yo montamos esta mierda de la nada. Sí, hijos míos, este imperio que creéis es vuestro, lo creamos vuestro padre y yo moneda a moneda. ¡Este imperio Capobianco es mío, joder! ¡Y lo estáis destruyendo!

Jack miró por el espejo retrovisor mientras conducía. No dijo ni una palabra. Taylor tampoco. A ver quién era el chulo que se atrevía a interrumpir a Babe Capobianco.

-Lo siento, mamá. Es culpa mía – murmuró Hell.

-¡Por supuesto que es culpa tuya! La madre que te parió... ¡pues claro que es tu culpa! ¡¿Crees que es fácil mantener todo esto?! ¡Contéstame, Henry! ¡¿Crees que es sencillo?! ¡¿Crees que es sencillo mantener uno de los mayores imperios del país?!

Hell la miró pero no dijo nada.

-¡Es por gente como vosotros por los que el mundo se va a la mierda! ¡Mírame! Me dedico al narcotráfico y he traído al mundo a tres hijos. He sido una buena esposa, una buena madre y la mejor capo de Familia. ¿Y sabes por qué? Porque nuestra generación tenía valores. Sabíamos lo que es el respeto, la lealtad a los nuestros. ¡Nosotros creamos los nuevos Estados Unidos! Y vosotros lo estáis tirando todo a bajo, bloque tras bloque. Pero en mi Familia no, no señor. ¡Tu padre y yo no pasamos mil y una calamidades en nuestra juventud para echarlo todo a perder por una zorra Capaldi!

DD Junior estaba tan asustado que ni llorar podía.

-No la llames así, tú no la conoces.

Babe lo señaló.

-La llamaré como me dé la gana, porque soy tu madre y tengo más huevos que tú y que cualquiera en esta ciudad. ¿Entendido? Se acabaron las tonterías. O te separas de ella, o no quiero volver a verte nunca más, Henry. Te desterraré en una Tregua y no me temblará el pulso al hacerlo. Esta Familia ya ha perdido bastante por Kiara Capaldi.


¡Hola! Ya hemos vuelto a la rutina de los viernes jajaja Os he dejado aquí arriba una canción de Halsey, New Americana, y una imagen de Jack Golding. Espero que os haya gustado el capítulo y gracias por leer. Yo me he entretenido mucho escribiéndolo. ¡Un beso! >.<



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