No soy tu princesa.©

By violetslay

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"― Yo de ti no jugaría a fútbol. ― dijo, acercándose más a mí, de modo que tuve que levantar un poco la cabez... More

No soy tu princesa.
01. ¡Idiota!
02. Mala suerte.
03. En el mismo equipo.
05. ¿Enemigos?
06. De nuevas y principiantes.
07. Polos opuestos.
08. Bajo el mismo techo.
09. Algo no va bien.
10. Rupturas y helado.
11. Primer partido.
12. Annielleta.
13. Corazones rotos y fiestas.
14. Pruebas.
15. Algo como amigos.
16. ¿Conocerme?
17. Preguntas.
18. Gracias, Parker.
19. Antes del desastre.
20. Acampada.
21. Reencuentros y problemas.
22. Recuerdos.
23. Enamorado.
24. Una nueva guerra.
25. Operación mortadela.
26. Chicos, soy gay.
27. Indirectas y cambios.
28. El ¿amor? está en el aire.
29. Hakuna Matata.
30. Y los problemas vuelven.
31. Recuerda eso, Parker.
32. Perdiendo el norte.
33. ¿Estás nerviosa?
34. Nick Carter.
35. Intento de Cupido.
36. Baile, zorras, y un idiota enamorado.
37. Te quiero, idiota.
38. Esto no se ha acabado.
39. Algo más que eso.
40. Alma de la fiesta.
41. Último partido.
42. Colores, miradas y una llama.
43. Alguien diferente. [Parte I]
44. Te lo prometo. [Parte II]
Especial uno: Princesa.
Especial dos: Brianna Smith.
45. Cuento de hadas. [Final]
Epílogo.
Agradecimientos y aclaraciones.
¡Gracias por los 1M! ♡

04. Pizza y más pizza.

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By violetslay

Llegué a mi casa y me quedé parada en la puerta.

¿Es normal llegar a casa y ver a tu hermano disfrazado de chica y a tu madre haciendo un baile extraño?

Quizás, pero no era la cosa más rara que había visto, así que les ignoré y subí a mi cuarto, dejé la bolsa encima de mi cama y le envié un mensaje a Diana para que viniera.

Me duché y me puse ropa cómoda, me hice un moño, cogí mi móvil y bajé al salón.

Mi hermano seguía vestido de chica, preparándose unas tostadas en la cocina, entré sin que me oyera y le hice una foto antes de acercarme a hablarle.

― ¿Has descubierto que tu verdadero tú es una chica o algo? ― reí.

Se dió la vuelta y se quitó un lazo del pelo, mirándome detenidamente.

― Una apuesta. Tengo que ir así por la calle.

Asentí aguantando la risa y salí de la cocina tras coger unas cuantas galletas.

Bueno, mi hermano, James Smith, uno de los chicos más populares de mi instituto, iba a tener que ir por la calle vestido con unos vaqueros ajustados, un tutú rosa, unas botas doradas, una camiseta corta y dos coletas con dos lazos.

Y lo peor de todo, era que me lo iba a perder.

Me dirigí al salón y observé durante unos segundos a mi madre sentada sobre la alfombra, mirando la televisión, moviendo las manos y haciendo un ruido raro.

― Mamá, ¿esto es una especie de ritual satánico o algo? ― pregunté, frunciendo el ceño.

―  Se llama yoga, hija. ―  respondió, sin abrir los ojos. ―  Sirve para relajarse.

Asentí sin dejar de fruncir el ceño y subí las escaleras mientras pensaba en qué mosca le habría picado a mi madre. Quizás podría utilizar esa técnica en clase de matemáticas.

Al entrar en mi cuarto, resbalé con algo y caí de cara al suelo. Ya está, entregadme ya el premio a la más torpe.

― ¿Annie? ― dijo una voz desde arriba a la vez que yo me levantaba.

―  Hola Diana. ― respondí, y sonreí para disimular que me acababa de dar con todo el dedo meñique del pie en el suelo.

Se sentó en mi cama y me senté a su lado, sin apartar la vista de mi móvil.

― ¿Qué te dijeron de la guerra de comida? ― preguntó, después de unos segundos.

― Tengo un parte, no gran cosa. ― suspiré. ― Pero la próxima vez será expulsión y bla, bla, bla.

Diana rió y sacó también su móvil.

― Oh, y me hicieron limpiar todo el desastre después de clases, acompañada de nadie más y nadie menos que Christian Parker. ― puse los ojos en blanco.

― Te lo habrás pasado genial. ― dijo Diana, y levantó ambas cejas sugestivamente, cosa que hizo que le lanzara mi almohada en la cara.

Estuvimos hablando de tonterías hasta que empezó a atardecer, y Diana se despidió de mí dramáticamente antes de irse.

Me puse mi pijama, mis ya conocidos zapatos y bajé a la cocina para cenar.

Mi familia era de lo más normal del mundo. Éramos yo, mi madre, mi padre y un simio al que tiendo a llamar hermano.

Mi padre trabajaba en un hotel y mi madre era psicóloga, lo que implicaba que casi nunca estaban en casa.

Aunque eso no significaba que mi hermano montara grandes fiestas por así decirlo; la vecina de al lado siempre vigilaba que no tuviésemos el volumen de la música alto y mucho menos un montón de gente en la piscina, ya sabéis, la típica súper fiesta.

A mí me caía muy bien la señora que vivía ahí al lado, aunque para mi hermano era más bien una plasta. Y me caía bien, más que nada, porque eso impedía que entraran adolescentes hormonados a mi cuarto y que tuviera que limpiarlo yo todo ya que nadie tiene tiempo.

Me senté en la mesa al lado de mi hermano y mi madre me sirvió un plato de pasta, haciendo que recordara a Diana con un puñado de espaguetis en la cabeza y que empezara a toser a causa de reírme tanto.

Cuando terminé de comer, volví a mi cuarto y me tumbé en mi cama. Cogí mi portátil y lo encendí, pero venía tan cansada del entrenamiento que no me dí cuenta de que me había quedado dormida encima del teclado.

***

Algo a mi derecha comenzó a sonar, y moví mi mano a tientas sobre la mesa de noche para apagar la alarma de mi móvil y levanté mi cabeza.

Cerré mi portátil y lo dejé sobre mi mesa, me levanté y me puse los mismos vaqueros que ayer con mi camiseta negra de Arctic Monkeys, me puse mis botines y entré al baño.

Y ahí fue cuando me dí cuenta de que se me había quedado el teclado marcado en la mejilla izquierda. Froté mi mejilla repetidas veces pero no salía, así que me dejé el pelo suelto esperando que eso lo tapara y bajé al salón.

Mi padre ya se había ido a trabajar, mi madre estaba a punto de irse. Me dirigí a la cocina, cogí una taza y puse leche fría hasta la mitad, le puse chocolate en polvo y me lo tomé.

Cogí mi mochila y salí a la calle, donde me esperaba mi hermano en su coche, subí y en menos de veinte minutos llegamos al instituto.

Me despedí de mi hermano y salí del coche, caminé por el pasillo hasta llegar a mi taquilla y reunirme con Diana.

― ¿Qué tienes en la cara, Annie? ― preguntó Diana, apartando la parte de mi pelo que tapaba la marca.

― Me quedé dormida encima del teclado, ¿vale? ―  dije, mientras volvía a taparme la marca. ― El primer día de entreno me ha dejado agotada.

Me encogí de hombros y, después de coger nuestros libros, nos dirigimos a nuestra clase. Al entrar, el profesor de matemáticas sólo nos dijo que nos sentáramos rápido y prosiguió con su clase.

***

Cuando acabaron las clases, que fueron muy largas y aburridas ―como siempre―, esperé al autobús ya que mi hermano estaba tardando mucho.

Dos cosas; o se había ido sin mí, o estaba muy 'ocupado'.

Mientras esperaba a que llegara el autobús, ví a lo lejos a Madison con algún chico. A esta distancia, no podía reconocerle, pero estaban hablando animadamente dentro de un coche rojo, que supuse que era del chico.

Entonces, Madison se levantó de su asiento para sentarse sobre el regazo del chico, y entonces pude ver quién era. Adam, el capitán del equipo de fútbol.

Les observé detenidamente, todavía sin creerme lo que estaba viendo, y justo cuando empezaron a besarse de una manera algo inadecuada, aparté la mirada y me subí al primer autobús que pasó.

Mientras iba de camino a mi casa, empecé a pensar en qué debía hacer. Tenía dos opciones; no decirle nada a Chris o decírselo, a pesar de que le odiaba. De todas formas, Madison no se dió cuenta de que yo estaba viendo, no podrían culparme.

Cuando ví que el autobús se paraba cerca de mi casa, aparté ese pensamiento y bajé del autobús. Sería mejor que él se enterara por sus propios medios, o seguramente no me creería y pensaría que estaba celosa.

Nada más llegar a mi casa, subí a mi cuarto para dejar mi mochila, me hice un moño y bajé a la cocina, cogí una bolsa de snacks y me senté en el sofá mientras ponía series aleatorias.

Se oyó la puerta principal abrirse y entraron James y Chris. Les miré y mi hermano me saludó con la mano. Es que mi hermano, llega a ser más cariñoso y se muere.

Subieron al cuarto de James un momento, supongo que para dejar sus cosas, y aproveché para esconder mis galletas, evitando que pasara lo mismo que el primer día que vino a mi casa, y unos segundos más tarde bajaron ambos.

― Annie, voy a comprar una pizza, ahora vuelvo. ― anunció mi hermano, agarrando las llaves.

― ¿No la puedes pedir por teléfono? ― reproché. Lo último que quería en este momento era quedarme a solas con Chris.

― Vamos, es una pizzeria nueva y no tiene servicio a domicilio aún. No tardaré mucho.

Y antes de que pudiese pronunciar una sola palabra más, desapareció.

Pero, ¿es que no sabía comer otra cosa más que pizza?

Fui a dejar la bolsa de snacks en la cocina y volví al salón y me senté en mi sitio de antes porque de nada me serviría irme a mi cuarto, Chris me seguiría igual.

Y entonces, creédme que sería peor.

Se sentó a mi lado y yo me puse con mi móvil, ya que no tenía nada mejor que hacer.

Giré mi cara para mirarle y le observé. Al parecer, había entendido que no quería tener nada que ver con él, porque no me dirigió la palabra en cualquier momento y miraba la televisión, fingiendo estar interesado en lo que decían.

Entonces, se me ocurrió una idea, y sonreí mientras me levantaba del sofá.

Igual sí que tengo algo mejor que hacer.

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