Mi Mate Alfa

By DaniZucco

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Dos almas no se encuentran por error. Ella dará todo por encontrar la verdad y él la protegerá con su vida. ... More

Dedicatoria
Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
XI
XII
XIII
XIV
XV

X

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By DaniZucco

Los rayos del sol iluminaron mi rostro despertándome. En mi opinión, la peor forma de amanecer es con el sol, prefiero los días fríos y húmedos, con nubes y poca luz. Cerré los ojos de nuevo y apreté la almohada contra mi cara.
-¿Aún con sueño? Vaya que la persecución de ayer te cansó- escuché con tono burlón la grave y sensual voz de Ethan. Abrí los ojos como platos y me incorporé en la cama.
-¿Bestia?- dije tallando mis ojos con las yemas de mis dedos. Debía verme fatal, probablemente hasta olería mal, no tome una ducha ayer. Con una mirada socarrona, sonrió y me analizó de pies a cabeza.

-No es verdad, hueles bien- murmuró sonriendo. Mi corazón se detuvo, ¿Me escuchó? ¿Me escucha ahora?
-¿Qué haces aquí?- intenté cubrir el desastre de mi pijama con la sábana. Ethan lo notó y con su mano detuvo la sábana, la deslizó apartándola de mi. Dejando a la vista hasta mis piernas. Su mirada cayó en ellas y lentamente subió hasta mis ojos.
-No le confirmaste a Frech si irías hoy, así que, ¿Irás?

-¿Qué si no?
-Vendré a secuestrarte- se encogió de brazos, como si fuera la solución más logica.
-Quizá tenga planes hoy con Nathan, mi futuro marido- bromeo. Ethan apretando la mandíbula  recargó ambos puños a los lados de mis piernas, uno a uno fue acercándose a mi, hundiendo las sábanas a su paso. De pronto sentí calor en mi vientre bajo y mi estómago se revolvió, tragué saliva y no aparté mis ojos de los suyos. Su rostro pronto estaba frente al mío, más cerca de lo que Nathan estuvo, sus puños reposando ahora a los lados de mis caderas. Su dedo índice izquierdo acarició mi mano y suavemente subió por mi brazo hasta mi hombro, sentí mis manos debilitarse y sudar. Mi respiración se cortó, ni siquiera me he lavado los dientes, pensar en que esté tan cerca de mí me asustaba.

Sus ojos se tornaron azules, como los de su lobo.
-Dilo de nuevo, anda, podría reclamarte como mía aquí y ahora, comerte toda- dijo sin apartar su mirada brillante sobre mi. Sentí mi corazón casi romper mis costillas por querer salir de mi pecho.
-No te pertenezco- dije y yo misma sé que miento, desde el momento en que vi sus ojos sentí mi alma conectar con la suya.

-Y, ¿Por qué ayer no dijiste eso cuando te aclaré que eres solo mía?- preguntó y no pude responder a eso, era verdad, no luché contra ese comentraio ayer, ni podía ahora, teniéndolo tan cerca de mi. 

-No. Soy. Tuya.- dije una vez más con toda la fuerza que pude agarrar de mi misma.
-Siempre lo haz sido, solo que aún no lo sabes- dijo con una sonrisa.

-No puedes prohibirme hablar con alguien.
-Y no me atrevería a hacerlo, pero en el momento que otro hombre intente en lo más mínimo ganar tu corazón, estate segura de que les haré ver a sus pasadas generaciones- su índice movió el tirante de mi vestido de noche e inhale aire sorprendida por la forma en que mi cuerpo respondía a su tacto. Él lo notó y ya no sólo sonreía burlón, sino que ahora mostraba atracción, como un metal a un imán.

-¿Qué haces?
-Demostrando que si eres mía- sus labios se acercaron a la piel desnuda de mi hombro y cerré los ojos al solo sentir la calidez de su aliento. Sus labios ni siquiera me tocaron y aún así, mi cuerpo se había rendido ante él, -Asi como yo te pertenezco a ti- Al haber dicho eso abrí mis ojos para verlo, el azúl de sus ojos se fue y en su lugar dejó el color natural de sus pupilas, verdes con un toque de miel. De nuevo sonrió y se apartó de mi, dejándome con la intriga de como se sentirán sus labios sobre los míos. Aún atontada me puse de pie y le arrojé una almohada en el camino a la puerta de mi clóset.

-Largo de aquí- demandé apuntando a la puerta. Ethan sonrió, sabía lo que venía.
-¿Brooke? Ya está el desayuno- dijo mamá del otro lado de la puerta y vi la perilla de la puerta moverse. Mis piernas temblaron y se sintieron como gelatina, no podía ver a Ethan.
-¡Me estoy cambiando!- grité deteniendo la perilla. Ethan se puso de pie acercándose a mi, sin haberme dado cuenta ya estaba detrás de mi cuerpo. Con su mano caliente movió el cabello que caía sobre mi hombro y murmuró a mi oído.

-Te esperamos a las 7:00- sus labios acariciaron la piel de mi cuello y de pronto se fue. Di la vuelta y vi que se había marchado por la ventana, debía ponerle seguro ya a eso.
-Bueno Brooke, espero estés casi lista, Nathan quedó de venir en quince minutos- recordé mis últimos momentos con Nathan y sentí que el mundo se detuvo.

Buena oportunidad para hacerle saber a quien perteneces. Nuevamente la voz de Ethan entró a mi cabeza. ¿Cómo lo hacía? Mamá se marchó y yo me dejé caer al suelo, ¿Con qué cara vería ahora a Nathan?

Después de haber tomado una ducha, me puse un vestido azúl marino de manga larga, botas café de uso diario, recogí mi cabello en una trenza tejida con algunos mechones cayendo sobre mi cara, di suaves pellizcos en mis mejillas para agarrar color. Suspiré y me recargue en mi peinador, aún no estaba lista para lo que viniera en este día. Pero como dijo papá en su diario, retos habrán diarios, ya superé unos, puedo con otros. Me acerqué a mi puerta y la abrí, el olor a comida caliente inundó mi nariz, escuché a lo lejos la voz de papá y Nathan, discutían acerca de un viaje que hizo. Bajé las escaleras y me encontré con Nathan de pie a un lado de la mesa en la cocina, una sonrisa en sus labios y la mirada en mi papá. Vestía una camisa blanca metida en pantalones negros, un abrigo parecido al que tenía hace unos días, pero ahora negro, que le llegaba hasta los pies. Se quitó el abrigo para colgarlo por la entrada de la casa. Las mangas de su camisa resaltaban sus bien trabajados músculos, definitivamente no es el niño que alguna vez conocí.

-Brooke, buenos días- dijo con una sonrisa y extendiendo una mano hacía mi, me sentí nerviosa así que hice caso omiso y le sonreí tomando de prisa un pan de la mesa. Nathan bajó su mano y la metió al bolsillo de su pantalón. Su presencia se sentía tranquila, como si el día de ayer nunca hubiera pasado, como si yo no haya arruinado el momento. 
-Nos contaba Nathan de una cacería que hizo hace unos meses- dijo mamá mientras tomábamos asiento en la mesa, papá junto a mi, Nathan en frente y mamá a su lado.
-¿Cacería?
-Si, cuando falleció mi padre me apoyé con mi abuelo, quien desprecia a los seres sobrenaturales, entonces me enseñó todo sobre cómo cazarlos, no confiar en ellos- dijo sirviéndose puré de manzana en su plato.

Papá vio a los ojos de mamá, quien depositó su mirada en mi. Notando como el tema no era apropiado para esta casa. Pero me intrigó, ¿Si Nathan supiera de mi, me cazaría?
-¿Cómo los cazas?- pregunté y papá dejó caer su cuchara sobre el plato, después tosió. Claramente dando indirectas para que detuviera el tema, pero debía saberlo. Nathan me vió confundido pero hizo caso omiso a papá.

-Depende de a qué ser  deba cazar, mi más reciente fue un lobo, en realidad no pude matarlo, para mí mala suerte escapó, pero seguí unnrastro hasta el lago, justo en donde tú...- Nathan dejó de hablar viéndome, recordando lo sucedido ayer. Pero mi mente estaba en lo que dijo, ¿Quiso cazar a un lobo? No pudo ser Ethan, o alguno de los chicos, lo habrían mencionado.
-¿Planeas buscarlo?- mamá pateó suavemente a papá debajo de la mesa.
-Si, justo hoy organicé a un grupo, iremos al anochecer, es cuando hay más avistamientos.

-¿Y por qué cazarlo? Quiero decir, ¿Te ha hecho algún mal?- sentí mis manos sudar, mi corazón latir fuerte, pensé en Ethan, caminando por el bosque en su forma lobuna t Nathan, ahí, dispuesto a matarlo. O quizá, el lobo café de aquél día. Nathan dejó su tenedor sobre la mesa y entrecerró los ojos viéndome.
-Es una bestia, Brooke, no solo eso, sino que finge ser un humano.

-Eso no es excusa, si no te ha hecho nada, ¿Por qué cazarlo? Puedes dejarlo en paz.
-Porque uno de ellos mató a mi padre- dijo y esta vez apretaba el cuchillo en su mano. Tragué saliva, maldita sea. Mamá me vió preocupada, con la mirada suplicándome que ya no dijera más.
-Estas bestias merecen morir, no son naturales- dijo Nathan. Aquello se sintió como un pinchazo en el pecho, papá bufó. Pero ¿Qué podrían decirle? No es una opción decir la verdad, así que ambos guardaron silencio.

Mi estómago suplicaba aún más por comida, pero mi indignación ganaba. ¿Cómo se atrevía a llamarnos bestias? No nos conoce, no finjo ser humana, ¿O sí?
-Disculpen, debo irme a un compromiso- dije poniéndome de pie. Nathan soltó el cuchillo y me vio confundido. Papá tomó mi mano y me vio con simpatía. Después soltó mi mano.
-Por favor cuídate- dijo en tono bajo. Asentí sonriendo en su dirección y le di un suave beso en la frente. Nathan murmuró algo que no logré entender y me dirigí hacia la puerta. Salí tan de prisa que hasta olvidé a dónde iba.

Después de caminar unos minutos, logré ver a Jack, el pequeño del otro día. Iba de la mano con su mamá, quien parecía sentirse mejor de salud. Ambos me sonrieron, su mamá con un gesto me saludó a la distancia y siguió su camino. Esto calmó mi enojo, verlos felices, ya no siendo abusados por aquel hombre que los lastimaba.
Al seguir con mi camino mi mirada se topó con la silueta de Ethan. Recargado sobre la pared de madera de una cabaña, riendo con una preciosa chica frente a él, se veía de al menos veinte años, cabello negro hasta la espalda baja, complexión no tan delgada, pero una enorme sonrisa. La cual me provocaba una sensación molesta en el estómago.

Bestia al verme sonríe y me guiña un ojo. ¿Así quieres jugar?
-¡Brooke!- Nathan me llamo desde unos metros de distancia, corriendo hacia mi dirección. Ethan de inmediato se incorporó y dejó de ponerle atención a la chica frente a él.
-Dime.
-Lo lamento, no pensé que le tuvieras algún interés a lo sobrenatural, me ganó el enojo- dijo tomando de mi brazo y bajando la mirada. Después me vio directo a los ojos. Pensar que alguien a quien aprecio tanto, sin saberlo, me desprecia a mi.

-Es solo que, creo que los juzgas cuando no conoces a alguno.

Hasta donde él sabe.

-Brooke, uno mató a mi padre sin piedad, es todo lo que necesito saber, es por eso que también estuve pensando...

Sus dedos acariciaron mi brazo hasta llegar a mi mano, sentí la mirada de Ethan clavada en mi espalda.
¿Acaso el patético cree que con eso ganará tu amor?  Escuché en mi mente. Maldito Ethan, aún no se cómo lo hace.
-Calla- susurré.
-¿Perdón?- Nathan se acercó aún más a mí, sin soltar mi mano.
-Nada, nada, ¿Qué decías?

Nathan pronto dobló una pierna cayendo en su rodilla, escuché murmuros de la gente a nuestro alrededor y tuve una sensación recorriendo por mi cuerpo que no me gustó. Rterocedí un paso pero Nathan agarró mi mano, deteniéndome. 
-Brooke sé que no me amas de la misma manera que yo a ti, pero desde que te conozco, desde que tengo memoria jamás he dejado de pensar en ti- con su otra mano sacó una pequeña caja de madera y la abrió, revelando un exquisito anillo plateado con una piedra dorada. Un vago recuerdo apareció en mi mente, vi un destello de luz imaginario y sentí un pulso en mi cabeza. Como un viejo recuerdo oprimido. Una piedra dorada. Nathan no lo notó.

-Es por eso que quiero protegerte cada día de mi existencia y darte todo lo que mereces- su voz sonaba en mi mente pero se volvía un eco poco a poco.
-¿Nathan qué...?- está vez vi a Ethan, quien ahora tenía a la chica pegada a su cuerpo, susurrándole algo al oído.
-Casate conmigo Brooke, prometo darlo todo de mi por ti- bajé la mirada de nuevo a Nathan. Luego al anillo, otro punzada se sintió en mi cabeza. Después sentí calor en mis mejillas. Ver a Ethan me hirvió la sangre.

-Nathan, acepto...- antes de poder decir algo más, la punzada en mi cabeza se sintió aún más fuerte, casi insoportable. De nuevo vi destellos dorados, una piedra. Junto a ella, una blanca y una roja. Mis piernas nuevamente se sintieron como gelatina y caí de rodillas. En mis oídos escuché un zumbido tan fuerte que la voz de Nathan se convirtió en solo un eco. Lo escuchaba decir mi nombre, pero el zumbido era muy fuerte. Las piedras no salían de mi cabeza.

¿Qué está pasando?

¡Brooke! Escuché a alguien gritando mi nombre, una voz femenina, ¿Mamá, Gina quizá? No, era alguien más. 

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