Cabin Three [h.s] •En Proceso•

By chxneldope

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Lo que sucede en el campamento, se queda en el campamento. // est. Julio 26, 2014 En proceso de traducción pa... More

Intro
Prefacio
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Ocho
Nueve
Diez

Siete

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By chxneldope

suplicando por papá y un estante para genitales masculinos

//

Cuando desperté, un leve gemido fue soltado de mis labios. Las luces estaban apagadas, y no se oía ruido, a excepción de los ronquidos de Alex, susurros de Joey y pequeños gruñidos de Stevie. Miré el reloj digital a mi izquierda, gimiendo una vez más y dejando caer mi cabeza sobre mi almohada. Pequeños escalofríos recorrieron mis brazos desnudos, la fresca brisa que soplaba por mi ventana iluminada por la luna enfriaba mi piel sensible.

Me levanté, buscando mi sudadera, accidentalmente pateando una tabla. Contuve un jadeo, mordiendo mis labios y luego soltando un pequeño, silencioso grito saliendo de mi boca.

Forcejeé con mi bolsa, luchando por sacar el pedazo de tela gris de ella, pero sin embargo no tuve éxito. Finalmente lo saqué, colocándola sobre mi cabeza, todavía no lo suficientemente despierta para conseguir hacerlo en menos de un minuto.

Mientras caminaba hacia mi cama, casi caí cuando escuché las... casi incoherentes palabras escapar de los dormitamos labios de alguien;

No, dame más, Daddy.

Mis ojos se ensancharon, mis cejas se disiparon, y juro que en ese momento yo era un retrato perfecto de Chandler Bing.

No hacía falta decirlo, estaba despierta después de todo.

(...)

No pude dormir muy bien.

Sabiendo que una de las chicas, que creo era Elle, estaba teniendo un sueño húmedo encima mío anoche, como que me causó insomnio.

Bueno, era un sueño húmedo o ella de verdad es muy cercana a su padre.

Llegué al desayuno, y todo el mundo parecía estar un poco decaído hoy. Pudo haber sido debido a que muchos de ellos arrojaron sus intestinos y dañaron su colon. (¿O será ano? Hm.) El Sr. Davids dijo que podíamos tener un día de descanso y luego regresaríamos al horario mañana. Stevie, explicó cómo todos los domingos tenemos el día libre.

No tenía idea de qué hacer, sentada sola en una mesa con mi comida, escuchando las conversaciones en solitario. Escuché hablar de un huracán por ahí, que iba a afectarnos, pero no totalmente a destruirnos. Sin embargo, los nativos de California no sabían qué hacer en las tormentas.

Sacudí la preocupación de ser atrapada en una tormenta con un montón de chicas, de mi mente, colocando algunos duraznos en mi cuchara. La llevé a mi boca, cerré los ojos y sentí algo mojado sobre mi regazo.

—Mierda—murmuré, mirando la rodaja de melocotón resbalando por mi pierna.

Miré a mi alrededor, asegurándome de que nadie me miraba, antes de tomarlo con mi tenedor para comerlo. Cuidadosamente guié la servilleta a mi pierna, limpiando el jugo pegajoso de mi piel.

—¡Hey!—volteé de repente, ahogándome con el durazno. Stevie parecía desconcertada, e insegura dio unas palmaditas a mi espalda mientras tragaba el pequeño trozo.

Una vez que pude respirar, ella se sentó a mi lado y sonrió.

—Sé que este es nuestro día libre, y probablemente quieras que lo pasemos juntas y esas cosas—ella mordió su labio inferior completo y miré hacia él—. Bueno, tengo algunos planes con los otros consejeros—me miró y dirigí la mirada hacia ella.

Tengo una amiga hermosa.

—Sí, seguro. Está bien—me miró con ojos chispeantes.

—¿De veras?

Tomé otra rodaja de melocotón, tragando.

—Sí, mujer. Ve. Ya encontraré algo que hacer—tal vez Harry sea eso que haré.

Oh, Jesse, pequeña niña sucia.

Fue en ese momento que me di cuenta que realmente necesitaba distraerme.

—¡Aw! ¿Estás segura, nena?—la cara de Stevie estaba buscando la mía, lista para la decepción. Si hubiera estado más despierta, probablemente habría dicho algo sarcástico para molestarla, sin embargo, no estaba en mis cinco sentidos. Así que asentí.

—Sí. Ve... ve y...—me detuve, sintiéndome drogada por la fatiga—. ...diviértete—ella rió nerviosamente, frotando su mano en mi espalda.

—¿Te sientes bien?—preguntó con voz suave.

—Sí, yo solo... mi durazno. Cayó—ella bromeó y besó mi mejilla, levantándose.

—Nos vemos más tarde, querida—se alejó y me quedé sola, con tan sólo una rebanada de melocotón. Suspiré y empujé mi bandeja de lado, dejando que mi cabeza cayera sobre la mesa.

Dejando salir un largo gemido, me levanté, ignorando las palabras tranquilas procedentes de las bocas de las jóvenes chicas, hasta que dejé mi bandeja.

Caminé de vuelta hacia afuera, mirando alrededor del campamento. Mi mente estaba demasiado cansada para disfrutar del hermoso paisaje alrededor de mí, mientras llegaba a la pequeña cabaña.

Mi puño chocó contra la puerta de madera, al momento que se abría lentamente para revelar al muy cansado, igual que yo, Harry.

Su cabello estaba despeinado y presionado hacia abajo de un lado, pero manteniéndose levantado al frente. Sus labios estaban opacos y cuarteados, con pequeña saliva seca en las esquinas. Sus ojos apenas y se encontraban abiertos, creando ojeras alrededor de ellos. Pero por último, y más glorioso de todo, fue el hecho de que lo único que él usaba era una manta envuelta alrededor de su cintura, remetida para así él no tener que sostenerla.

Santa Madre de Dios.

Dobló su brazo, sosteniéndose. Él despejó sus ojos con su mano izquierda, ante de mirarme por primera vez. Recuperé mi compostura, no permitiéndole observar su efecto sobre mí. Levanté una ceja, mirándolo impresionada por su aspecto.

Merezco un puto Oscar.

Él me sonrió, abriendo su boca, sin embargo abrí la mía primero.

—Entreténme, Styles—sonrió aún más, alejándose de la puerta y haciéndose a un lado.

—Por favor, entra a mi humilde morada—dijo suavemente, pero con indudable carraspeo y sueño en su voz. Tal vez no era una buena idea.

Miré alrededor de su pequeña cabaña en mi estado de sueño-ilusión. Era pequeña, los mismos paneles de madera que cubrían mis paredes cubrían las suyas. Su cama estaba coronada con un estante de libros flotando por encima de la cabecera. Pequeñas tablas de madera cubrían todo el piso. Un edredón a cuadros de franela vestía su colchón tamaño queen. Una ventana en el techo proyectaba la luz del sol donde su cabeza estaría si él estuviera durmiendo. Volví mi atención hacia el tenue espacio de la habitación, respirando con dificultad cuando miré el televisor.

—Harry Styles, no me dijiste que tenías un televisor en tu cabaña—él rió y se acostó de nuevo en su cama, dejando salir un respiro mientras carraspeaba.

—Sí, prácticamente vivo aquí, así que sí—dejé escapar un suspiro parecido a un raro gemido, dolida por mi falta de TV.

—Tenemos que ver algo.

—No—di la vuelta, con un puchero sobre mi rostro cansado.

—¿Por qué no?

—He sido asignado para entretenerte, así que vamos a trabajar en esa cosa de 'amigos' que te estaba diciendo.

—¿Amigos? ¿Ves Friends?

Se enderezó.

—Tengo todas las temporadas.

—Oh mi Dios, tenemos que verlas.

—No, no estaba hablando de eso—bufé.

—¿Entonces qué?

—Sólo, siéntate—miré a mi alrededor. Tenía una brillante silla naranja de probablemente la década de los setenta cerca de su refrigerador.

Ahí estaba el recipiente que contenía los condones que había robado.

Tropecé con la silla antes de que su ruidoso gemido hiciera eco a través de la cabaña.

—No, me refería en mi cama—me encontraba aún de pie y con mis ojos ampliados mientras lo miraba como un ciervo en la distancia. Mis movimientos fueron retardados bajo su supervisión, lentamente tomando asiento sobre la suave y acolchada cama.

—Así que, ¿cómo piensas entretenerme?—pregunté, frotando mis dedos en la esquina de mi oído. Él asintió con la cabeza, antes de colocar su dedo hacia arriba en el aire, señalando que debía esperar. Dejó escapar un gran bostezo, algo similar a un león cachorro y luego suspiró.

—Estaba pensando en continuar aquello que te dije anoche. La cosa amigos—se detuvo, mirándome, esperando a que yo dijera algo. Hice movimientos de cabeza extraños, tratando de hacerlo hablar, y ambos terminamos pareciendo drogados—. ¿Qué... qué estamos haciendo?

—No sé. Este es tu proyecto, sugerí ver televisión y te negaste. Por lo tanto, tienes que decidir.

—¿Veinte preguntas?

—No.

—¿Por qué no?—bufó. Suspiré, dándole una mirada de aburrimiento.

Girándome de lado así él sólo podía ver un lado de mi cara, comencé con mi actuación.

—Vamos a jugar veinte preguntas—dije con voz profunda y masculina. Giré mi cabeza, respondiendo a mí misma, por lo que parecía que estaba jugando dos partes diferentes—. ¡Está bien!—mi voz era chillona y femenina. Me recordó a Alex. De vuelta con mi profunda voz, volteé mi cabeza de nuevo y dije—. Bien, ¿cuál es tu color favorito?—giré la cabeza. Voz chillona—. ¡El rosa! ¿Cuál es tu comida favorita?—giré la cabeza. Voz profunda—. Rollitos de pizza. ¿Eres virgen?—giré la cabeza. Voz chillona—. ¿Qué?—giré la cabeza con voz profunda—. Ya sabes, ¿realmente me llamarías Daddy y todo?—voz chillona. Giré la cabeza—. Me siento un poco incómoda. ¿Podemos...—volteé la cabeza. Voz profunda—. ¿Haces anal?—giré la cabeza...

—Bueno, deja el monólogo—asentí con la cabeza comprensiva y volví a mi posición original. Con una expresión desconcertada, pero divertida, él tartamudeó palabras incoherentes antes de reír—. ¿Era realmente necesario, Jessica?—fruncí el ceño.

—Mi nombre no es Jessica.

—No me importa.

—Bueno, tal vez yo no sea aficionada a tu nombre, tampoco—él frunció el ceño.

—¿Qué está mal con mi nombre?

—No lo sé. Es medio tonto. No te va.

—Bueno, perdón.

—Voy a llamarte Henry.

—Así que, no soy un Harry pero sí un Henry—sonreí hacia él.

—Exactamente.

Él gimió, enrollando su cuerpo en una bolita.

—Bien, ¿de qué quieres hablar?

—¿Cómo opiniones inusuales o sonidos preferidos?

—¿Estás haciendo una referencia sexual?

—Absolutamente no.

Se encogió de hombros.

—Está bien, vas primero.

Pensé por un momento, mirando hacia arriba y surcando mi frente.

—Creo que ese tipo Ben Stiller parece un mono pequeño—estuvo de acuerdo, asintiendo con la cabeza.

—Punto válido—él miró hacia abajo, mordiendo su labio. Para mi suerte, no pareció notar mi expresión de súplica cuando lo hizo—. Odio los penes.

Me detuve, lamiendo mis labios y mirándolo en un falso resplandor reflexivo, con los labios formando una línea y mi puño presionando contra ellos.

—¿Es esta tu manera de profesar tu heterosexualidad?

—No, yo sólo los odio. No son bonitos, se meten en el medio. ¿No sería mejor si tuviera como un estante en el torso para guardarlo hasta que lo necesite? Como por ejemplo, es terrible entrar en skinny jeans cuando tienes que acomodar tu pene. Tardo como cinco minutos a veces—parecía genuinamente preocupado y muy apasionado sobre ese tema—. Y si tuvieras un estante de penes, no dolería cuando te golpean. Se pudiera tener un estante de bolas también—él finalmente me miró, pareciendo consternado—. ¿Qué opinas?

—Bueno, realmente no creo que un pene sea para eso.

—¿Para qué es, entonces?

—¿Quieres que te muestre?—levanté mis cejas de arriba hacia abajo mientras sonreía, viendo sus mejillas ruborizarse en tanto él se reía y miraba hacia abajo.

—Sí. Me refiero, no. Quiero decir... como sea, pero realmente, está bien... ¿Has pensado en tu vagina de esa manera?—mis ojos se ensancharon y mis ojos crisparon—. No, como, como para mejorar la construcción.

Bueno, sin tapujos.

—Yo no tengo vagina—dije, totalmente sin emociones.

Sus ojos se ensancharon, pero luego mostró una expresión que me hizo saber que no estaba comprando mi declaración inteligente.

—Eso es mentira, porque tu madre llamó...—mierda—. y ella estaba enloquecida sobre la posibilidad de que estuvieras alrededor de chicos—dejé mi rostro caer sobre el colchón. Después de gruñir, escuché la risa más dulce escapar de sus labios—. Pero no te preocupes—lo miré—. Ella me ama—guiñó hacia mí.

»»»

Nota: Foto de la cabaña de Henry en multimedia juju

Liv.

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