Atrévete a dominarme {Wigetta...

By Guti_chica

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Portada realizada por sallyxmonagas1, todos los créditos dirigidos a ella. Guillermo regresa a el pueblo en e... More

Prólogo
Capítulo uno.
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cinco.
Capítulo seis
Capítulo siete
Capitulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
*Extra*
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Aviso
Capítulo quince
Capítulo dieciseis
*Extra dos*
Capítulo diecisiete
Capitulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo ventiuno.
Nota para mis bonitas/os lectoras/es
Tag del Escritor
Capítulo ventidos
Capítulo veintitrés
Capítulo venticuatro.
Capítulo Veinticinco
Capítulo veintiseis
Respuestas
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Para los interesados en ello.
Capítulo treinta.
Tag 40 cosas sobre mi.
Capítulo final.
Epílogo.

Capítulo cuatro

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By Guti_chica

Abriendo levemente mi ojo izquierdo pude divisar el reloj que descansaba en mi mesa de noche, y como las agujas de este señalaban el diez y el doce. Sonreí ampliamente cuando me di cuenta de que mi madre me había dejado quedarme en casa recuperándome -más bien vageando, porque ya me encontraba perfectamente, incluso con energías renovadas-, y estaba completamente solo en casa. Me estiré en la cama y quedé viendo atentamente el techo. Agarré mi móvil y me levanté, para conectarlo a los altavoces. Lo puse tan alto que se oía por toda la casa a un buen volumen, y cantando y bailando baje las escaleras y me dirigí a la cocina.

Cuando terminé de desayunar me sentía a reventar, había comido como si llevase sin hacerlo meses, y no se porqué pero me entraron ganas de salir a correr, aunque lo descarté rápidamente. Subí al baño de mi habitación, dispuesto a darme una ducha, y mientras me desnudaba para meterme en la ducha fue cuando empecé a pensar en lo ocurrido la noche anterior. Quizás era cierto eso que decían de que en la ducha se reflexiona mejor.

Con respecto a lo de anoche... tenía muchas dudas. Me sentía un poco resentido por el hecho de haber vivido sin padre durante todos estos años -aunque también estuvo el padre de Sandra, Miguel, pero por supuesto no era lo mismo-, pero no era capaz de enfadarme realmente con mamá, a fin de cuentas ella dijo que pensó que sería mejor así. Incluso por un momento me sentí muy enojado con Carlos, que no fue lo suficientemente listo como para llegar a pensar que quizás yo fuese su hijo, pero luego se me pasó cuando me di cuenta de que él no tenía realmente la culpa, porque mi madre maquilló ligeramente sus palabras, y lo único que se sabía en el pueblo sobre mi padre era que 'Era un hombre Alemán que había dejado el pueblo', y claro, el hecho de que Carlos tuviera rasgos asiáticos siendo Alemán dejaba muchas dudas en el aire, y el realmente se había ido del pueblo poco antes de yo nacer. Entonces, ¿de quien era la culpa? Todo era realmente lioso, mamá no lo hizo con mala intención, y Carlos no estaba enterado, y yo en el fondo necesitaba estar resentido con alguien, fuera quien fuese, para soltar toda la rabia que tenía acumulada -que no era mucha, soy un chico generalmente tranquilo-, y poder desquitarme.

Había una duda que realmente estaba empezando a preocuparme. ¿Carlos querría reconocerme, o preferiría mantenerlo todo en el anonimato? O quizás la pregunta fuese, ¿Yo quiero que me reconozca o permanecer en el anonimato? Estaría bien ser reconocido por un padre, no por el hecho de que me mantenga, o para callar los malos rumores que corrían de mi madre por el pueblo, sino quizás por el hecho de tener una figura masculina de la que intentar tomar ejemplo, a la que intentar sorprender, y de la que recibir... ¿cariño? Aunque luego estaría el 'Que dirán', sería el hijo bastardo de De Luque, el hombre al cual se cree o creía muerto -no se si en el resto del pueblo se sabrá de su presencia- pero que realmente no lo esta, el hombre más rico de prácticamente todo el país según la lista Mag-Men. Parecía irreal, ¿cierto?

No pude evitar pensar en que quizás si me reconociese la gente me tendría más respeto. No mucha gente es capaz de meterse con un De Luque, creo que en realidad nunca nadie lo ha hecho por lo mismo, miedo. Era una familia muy importante aquí en el pueblo, todos lo sabían. Quizás dejarían de llamarme 'maricón' para llamarme 'el hijo bastardo de', pero entonces me doy cuenta de otro inconveniente más. ¿Carlos, ¿mi padre...?, aceptaría mis inclinaciones sexuales o me 'ignoraría' por ello? No había más que preguntas inútiles circulando por mi mente, asique desesperado apagué el agua de la ducha y me salí de esta. Enrollé una toalla a mi cintura y me paré frente al espejo, para colocar mis desordenados cabellos. Por cambiar un poco decidí abrir un pequeño armario y sacar un pequeño bote donde guardaba los pendientes, y me los cambie por dos 'diamantes' verdes. Cuando salí de mi habitación casi me da un paro cardíaco, lo juro. Me llevé la mano al pecho mientras intentaba recuperar el aliento.

-Creo que mi corazón se ha parado durante un largo minuto - digo, mirándole atentamente.

-En realidad solo han sido cinco o seis segundos - frunzo el ceño, extrañado - supongo.

-¿Que haces aquí? - le regaño, aunque segundos después me doy cuenta de lo que he hecho y me tapó la boca.

-Tu madre me pidió que viniera a verte para comprobar si estabas mejor, aunque se puede apreciar que si. - dice, bajando él mismo el volumen de la música que nos hacía alzar la voz.

-Pues estoy bastante bien, ya no tienes porque preocuparte por mi - dije, ajustándome la toalla.

¡Esto no me podía estar pasando! Con Samuel todas las situaciones podían ser incomodas, '¡No hacia falta que tu las volvieses mas incomodas!', me grité a mi mismo, y juro que me dieron ganas de golpearme fuertemente cuando él se dio cuenta del pequeño problema que tenía bajo la toalla.

-Yo... verás...

-No tienes por que...

-No, enserio, yo... Siempre despierto así - mentí, pero no era la ocasión perfecta para decirle que su presencia había conseguido provocar una casi instantánea erección en mi. Asique señalé la puerta - ¿Me podrías dejar..?

-Oh, si. Intimidad. Esperaré en la sala, traje el desayuno. - dijo saliendo de mi habitación cerrando la puerta tras de él.

-Pero que cojones te pasa, Guillermo - me regañe a mi mismo, haciéndome sentir más imbécil aún.

Resignandome, y haciendo caso omiso a mi entrepierna con la esperanza de que esta se calmara, urgué en las diversas maletas -las cuales debería deshacer en el primer momento que tuviese libre-, en busca de unos bóxer y algo de ropa. Terminé por ponerme unos pantalones cagados* grises y una camisa negra de los Yankees. No me molesté en calzarme, simplemente me puse unos calcetines y bajé las escaleras guardándome el móvil en los bolsillos del pantalón.

-Increíble.

Salió de mis labios prácticamente cuando terminé de bajar las escaleras. ¿Cuanto tiempo había pasado exactamente desde que había salido Samuel de mi habitación? ¿Dos? ¿Cuatro minutos? La mesa del comedor estaba colocada, unos dulces y realmente apetecibles pastelitos adornaban uno de los verdes platos de mi madre, y aunque ya había desayunado lo suficiente como para alimentarme todo el día, con solo ver los dulces pastelitos me entró hambre de nuevo. En ese momento Samuel salió de la cocina con dos tazas en las manos, y se dirigió hacia la mesa.

-Perdona, me he tomado la molestia de...

-No importa - le corté -, no hay problema.

¿Lo que había en mi taza era chocolate? Casi grito de la emoción. Quizás tendría que comenzar a hacer ejercicio, pero ahora estaba demasiado ocupado bebiéndome el delicioso chocolate caliente -aunque aún hacía calor-, que Samuel había traído. Cogí un pastelito y después le observé. Me extrañaba mucho que estuviese aquí y no en el instituto, aunque era su propio jefe, supongo que podía permitírselo. Hoy no llevaba puesto el traje -o por lo menos no completo-, si no unos pantalones similares a los del traje y una camisa negra. Me miraba fijamente, y cuando terminé de comerme ese dulce pastelito, él habló.

-Quizás sea un poco precipitado al preguntarte esto, pero la duda puede conmigo. ¿Tu quieres que Carlos te reconozca como su hijo?

¡Ay dios mío! Por favor que no sean celos lo que le ha traído hasta aquí y con tan buena imagen para preguntarme eso, porque juro golpearme mil veces el estomago si me dice que no soy de su agrado por ello.

-Si... si lo que temes es que intente ocupar tu sitio... yo no... esa no es...

-No era eso lo que quería dar a entender -me corta. - Verás, Carlos es un hombre de sueño pesado y profundo, pero hoy no ha dormido ni cinco minutos. Teme tu reacción. - me cuenta, cruzándose de brazos y recostándose en la silla.

-¿Mi reacción? Ni que fuese a asesinar a nadie. He vivido dieciocho años sin padre, y puedo seguir haciéndolo, pero no puedo negarte que me atrae la idea de por fin tener uno. - confieso abiertamente

-Eso estaría bien - dice.

-¿A ti te gustaría que fuéramos... hermanos? - pregunté cauteloso.

El ruido de la silla echándose hacia atrás fue lo que rompió el silencio que siguió a mi última frase. Se levantó lentamente, y mi mirada estaba fija durante todo momento en sus ojos. Apoyando sus manos sobre la mesa se fue inclinando lentamente, y en todo momento hubo un silencio prácticamente sepulcral. Se inclinaba, lentamente, tanto que incluso creí que estaba apunto de desesperarme, sin motivo aparente. ¿Que intenciones tenía Samuel? No tardé mucho en averiguarlo. Estaba tan cerca que podía notar su respiración sobre mi, y cuando nuestras narices estaban a milímetros de rozarse, paró.

-Yo, pequeño Guillermo, nunca podré verte como un hermanastro

Me dio la sensación de que quería decir algo más, pero el molesto ruido de su teléfono le interrumpió. Suspiré aliviado, y no porque la situación me incomodase, sino porque estaba apuntó de ser yo mismo el que juntase nuestros labios si era necesario, pero hubiera sido desastroso, seguramente. Él se hubiera apartado y me hubiera rechazado, cosa que hubiera sido terriblemente bochornosa y humillante, y hubiera provocado cierta tensión entre ambos. Así que resignandome a que nunca iba a pasar nada entre Samuel y yo, me levanté y recogí la mesa mientras el mantenía una 'muy importante' conversación con no-se-quien.

-Guillermo - dijo diez minutos después, asustándome mientras fregaba los platos. - Yo... Me gustaría mucho que fuésemos algo así como... Familia.

-Claro - asentí sonriendo falsamente.

Eso fue un golpe bajo Guille, esta vez has perdido.

-Mañana nos vemos.

-Si, claro. - contesté, y después él se fue, dejándome con un amargo sabor en la boca.

Cuando se fue de repente comencé a sentirme tan exhausto como la noche anterior, aunque gracias a Dios no había presentes ni dolor de cabeza ni de estomago. Decidí que lo mejor sería tumbarme a descansar hasta que mamá regresara y poder hablar con ella sobre lo que iba a pasar ahora. No tarde mucho en dormirme tirado en la cama, con la extraña sensación de estar absorbiendo el olor a Samuel que había quedado en mi habitación.

(...)

Cuando abrí de nuevo los ojos mi madre me estaba mirando desde el marco de la puerta. Se acercó a la cama y se sentó en el borde de esta, para después acariciar lentamente mi mejilla y mi cabello. Es una de esas cosas con las que la sensación de plenitud te llena el pecho, pero aunque quizás dejase de hacerlo -obvio, no podía tirarse así todo el día-, tenía que hablar con ella.

-Quería hablar contigo- dije poniéndome de lado en la cama, sintiendo como ella apartaba su mano de mi cabeza.

-Creo que ambos queremos hablar sobre lo mismo, cariño - dijo, con expresión preocupada. - Verás, no quiero que de la noche a la mañana lo quieras como si hubieras pasado toda tu vida con él, pero a Carlos le... gustaría reconocerte.

-Yo... - yo realmente fui un poco malo haciéndole esperar mi respuesta, pero terminé soltándolo todo sin tapujos. - Estaría encantado, mamá.

Y entonces pasó algo que no ocurría desde que tenía aproximadamente... cinco años. Me hice a un lado y mi madre se tumbó junto a mi en la cama, rodeando mi cuerpo, más grande que el suyo, con sus finos pero acogedores brazos. Y de nuevo ahí estaba la sensación de plenitud, mientras ambos nos abrazábamos tirados en mi cama, y mi madre me acariciaba de nuevo el pelo.

-Siempre serás mi pequeño Willy.

(N/A: ¡Hola! Me di cuenta de algo... Y es que casi todas las historias Wigetta que hay en Wattpad van al grano prácticamente desde el comienzo de la historia, pero ptchs... Yo no quiero que la mía sea igual. Quiero que se sepan cosas de la vida de ambos protagonistas, que haya problemas en su relación desde un principio (pero no del tipo 'Samuel tiene novia y la deja por Guille, nah'), sino otro tipos de problemas como... (Me gusta el hijo adoptado de mi padre muerto que en realidad no esta muerto) Soy muy original, lo (Ironía). Espero que os esté gustando de verdad la historia, porque a mi me esta gustando escribirla. Y pué... Hay como veinticinco personas que siguen ya la historia (En mi cabeza doy gritos y saltos), y estoy muy emocionada. Y arriesgándome a que nadie lea esta nota, o que simplemente la ignoren me atrevo a preguntar:

¿Hay algo en especial que os gustaría que pasara en la historia?

(Aparte de lo que todos queremos que pase, obvio)

¡Gracias por leer! ♥)


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