Rin era diferente. Lo sé.
Como sea, habían pasado 3 semanas ya desde que llegué a Samezuka. En este momento, me encontraba pateando latas a la luz de la luna. ¿Por qué? Porque aún estoy enojada.
Quizás sí hablo con mis padres, pueda irme y... Seguir con mi sueño...
Pero hasta ahora había hecho todo lo posible. Había intentado abrir un club femenil, tal como Rin sugirió. Ah, no es que yo considere importantes sus consejos, o algo, no. Es sólo que. Uh. Se parece a mí, es todo.
También había conocido a su hermana menor, Gou. Aunque le gusta que le digan Kou. Es muy amable y linda, y está en el club de natación de su escuela aunque no participa en las carreras. Me contó que se unió sólo para que los amigos de la infancia de su hermano le devolvieran la sonrisa. Eso hace que me recuerde cada vez más a mí, es decir, por lo que me cuenta Kou me parezco mucho a su hermano. Me molesta de cierta forma. Pero algo iba a sacar de esto, y es que Kou pronto se volvió mi mejor y única a amiga. Solemos salir de compras y platicar, y a veces me acompaña a comprar trajes de baño. Le he dado un par de consejos para que ayude a sus camperos de club, incluso.
Pero, hablando de su hermano...
— Deberías dejar de patear latas, lastimarás a alguien. —interrumpió mis pensamientos, con esa voz tan peculiar de él.
— No estoy de humor, Matsuoka. —ni si quiera estaba en el humor de patearle el trasero con palabras, o algo.
Caminó hasta una banca cerca, se sentó y siguió bebiendo de lo que sea que había comprado.
— ¿Y eso? Es decir, no te des tanto protagonismo, no todo es por ti. Sólo pasaba por aquí. —dijo fríamente mirando a otro lado.
Ah. A quién le importa.
— Sí... ¿Qué te importa? Tú puedes nadar cuando quieras y vencer a cualquier oponente. Eres el mejor. Ah, después de mí claro. De hecho, no creo que pase mucho hasta que alguien quiera reclutarte. —dije en tono de puchero, frunciendo el ceño y cruzándome de brazos.
— Vaya, es raro escucharte admitir estas cosas. —me senté a su lado despreocupadamente y guardando la distancia.
— Uh, tienes razón en realidad estaba mintiendo. —dije en un tono más indiferente, encogiéndome de hombros y rascándome la nuca, causando que el chico magenta frunciera el ceño.
— Oye soy bueno, tienes que admitirlo. —se molestó, recargándose hacía atrás en sus manos.
— Meh.
— Por cierto, ¿qué haces con el traje de baño? —preguntó señalándome con la lata en la mano, y es que sólo traía una chaqueta encima.
— A saber... —respondí buscando provocarlo, obteniendo éxito y un gruñido de su parte; tal vez me vendría bien una discusión.
— Eres molesta, ¿sabes? —se quejó mirándome con una ceja hacia arriba.
— Nadie te pidió que te quedarás aquí, ¿sabes? —me paré de la banca bastante enojada y con toda la disposición de irme, pero...
Tomó mi mano, deteniéndome.
Había algo en él que me atraía como si fuera un imán, igual que el agua. Debe ser porque... Es mi rival. Pero... Estos gestos en él...
Solía nadar en la piscina todas las noches, si no podía ir a competencias al menos me mantendría en forma. Y a veces, cuando salía del agua, el capitán del equipo se encontraba sentado en la banca de enfrente hundido en su móvil, con una botella de agua en la mano. Era para mí. No importaba cuánto peleáramos... Tenía unos gestos tan amables conmigo.
De ser honesta, ya me habría vuelto loca si no los tuviera.
— P-pero estoy aquí. —dijo un Rin ligeramente ruborizado, que me hizo parpadear un par de veces.
¿Estaba intentando ser amable? Es decir, antes lo era, pero apuesto a que es tan estúpido que no se daba cuenta.
— No puedes rendirte aún. Intenta hablar con tus padres, seguro te escucharán...
Diablos, lamento tanto haberle contado mi historia. La realidad es, que él también había estado en Australia y había sido derrotado al igual que yo. La diferencia es que él regresó diplomáticamente mientras que yo exploté y me desquité con todos. Yo todavía pude haberme recuperado, de no haber sido por mi estúpida actitud...
— Rin.
— Dime.
— ¿Qué te hizo cambiar de opinión... Respecto a nadar?
— ¿A qué te refieres?
Mi tono se volvía frío. Él sabía que estaba hablando en serio porque me volvía fría y deprimente.
— Dijiste que solías ser como yo y eso te costó un par de carreras. A mí me ha costado la beca. ¿Qué te hizo cambiar de parecer...? —lo miré fijamente.
Sus ojos brillaban por la luz de la luna, y aunque todo en él era intimidante, a mí me parecía relajante estar con él. Estar con él me hacia sentir como si este fuera el lugar en el que debo estar, pero no entiendo porqué...
— Mis amigos. No hay nada como nadar con amigos. —respondió firmemente pero sin mirarme, más bien, mirando a la nada con una sonrisa cálida— Pero, esa es mi motivación. Además, yo también quiero ser un nadador olímpico. ¿Qué hay de ti? ¿Cuál es tu motivación?
Eso mismo me pregunto. Me devolvió la mirada expectante, bastante más diferente al Rin agresivo de siempre. Noté que aún estaba tomando mi mano, así que sentí cómo mis mejillas se calentaban.
— Eh... —mascullé alejándome rápidamente, nerviosa, sin saber qué decir o hacer.
Él también actuó igual, frunciendo el ceño con un poco de rubor en sus mejillas.
— ¡N...No es que yo... Esté bien ahora... Gracias a ti, o algo! —logré decir en un tono agudo, dándole la espalda y con los ojos fuertemente cerrados.
— ¡Lo mismo digo...! Sólo decía lo que pensaba, no es que haya buscado animarte o algo parecido. —dijo con su voz grave, cambiando de tonos como si estuviera molestándome y mirando a otro lado aún con el mismo rostro de antes.
Idiota.
— G-gracias. —mascullé más para mí que para él, y me fui rápidamente del lugar.
— ¿Eh...?