El primero en presentarse fue un entusiasta de ojos brillantes azules, cabello rubio casi dorado, cada lado de sus labios casi llegaba a sus ojos por su enorme sonrisa, su nariz respingada parecía de un niño pequeño y de complexión delgada, pero me atrevo a decir que es el segundo más alto en este lugar.
-Me llamo Frech, a tus órdenes- dijo sin perder su sonrisa, debía ser la alegría del lugar. Su mano alcanzo la mía y la agitó emocionado, como niño en dulcería. Reí ante su encanto. No debía ser mayor de veintiún años.
-Para las mujeres soy Ame- dice el segundo junto a Frech quien riendo lo golpea en el hombro -Pero me llamo Amett- rascó su cabeza avergonzado, a diferencia del primero, él tiene cabello negro, piel pálida y unos ojos verdes muy claros, aunque no tanto como Bestia, igual que el anterior se veía joven, quizá de veintitres años. Veo a uno más junto a ellos, incluso más alto que Bestia, de piel morena y ojos casi negros. Su lenguaje corporal no me daba la bienvenida como los primeros, casi me veía como a una intrusa.
-El es Luther- lo introdujo Bestia dejando caer sus manos sobre sus hombros en un intento de relajarlo, pero éste solo se encogió de brazos y con una media vuelta, se marchó. Es claro con quién tendré problemas.
-¿Y tú eres...?- pregunté ahora en dirección de Bestia, no sabía lo que era sentir mi alma caer al suelo hasta que me volteó a ver de nuevo con esa mirada penetrante, es como si sus ojos tuvieran la habilidad de prender en fuego mi corazón y hacer que pierda el aliento.
-La curiosidad mató al gato- respondió burlón.
-¿Quién dice que no murió sabiendo? Si no me dices, para mí serás "Bestia", porque te comportas como tal.
Arqueó una ceja y mordió su labio -No tienes idea- dijo en un murmuró y me vio como a un bocadillo de pies a cabeza. Tragué saliva y mordí mi lengua para no decir nada. Al ver mi reacción solo rió.
-Bien, Sirena.
-Brooke- corregí, -Aunque ya te sabías mi nombre, lo dijiste antes, en el lago- recordé como gritó mi nombre.
-Sirena- pasó a un lado de mi, ignorando mi comentario y se sentó en el sofá frente a la chimenea.
-Necesito una ducha muy caliente y algo de ropa, así que ya me voy- hice mi camino a la puerta, Frech me vio decepcionado.
De pronto, un brazo me detuvo agarrando mi mano. Di un pequeño brinco y retrocedí.
-te puedes dar una ducha aquí- dijo Amett y escuché de lejos como un plato cayó sobre la mesa, Luther. Pero en ese momento Amett soltó mi mano de prisa, como si fuera yo un pedazo de carbón ardiendo, entonces seguí su mirada detrás de mi y topé con los ojos penetrantes de Bestia, quien no me veía a mi directamente, sino a mi mano, justo donde Amett me había agarrado.
-No suelo darme duchas en casas ajenas- respondí interrumpiendo el momento incómodo. Luther quizá aprovecharía para poner mantequilla en el suelo y así resbalar y con suerte morir de un cuello roto.
-Eres nuestra invitada de honor- Bestia se puso de pie y caminó de nuevo hacia mi con la mirada puesta sobre Amett, quien retrocedió solo unos pasos en señal de respeto. Después sus ojos esmeralda se posaron sobre mi y una de mis manos tembló ligeramente, odiaba como mi cuerpo estaba reaccionando en su presencia. Muero por preguntarle qué sabe él sobre ser mi mate. Gina lo creía puesto a que solo quienes lo son, pueden hablarse directamente de mente a mente. Pero aún no tocábamos el tema de lobos.
-¿De honor? ¿Cuántas invitadas o invitados tienen?
-En realidad, haz sido la primera desde... ¿Siempre?- Amett respondió con una mirada perdida. ¿Cómo no creerles? Están en medio de la nada. Frech se acercó a mi con ropa doblada en sus manos, no pude distinguir qué era lo que me daba, solo lo tompe sin dudarlo, cualquier cosa sería mejor que la ropa fría que tengo puesta.
-Recientemente lavada, para ti- dijo Frech señalando a la ropa, fue entonces cuando la vi bien, el diseño floral en el cuello del vestido morado, es el que dejé aquel día que me persiguieron en el bosque. Si son ellos.
-Agarraron mi ropa- dije más para mi que a ellos, pero Frech asintió aún sonriendo.
-Ahí está el baño, contamos con la suerte de tener suficiente agua caliente para todos, aunque no me molestaría ahorrar un poco- dijo Bestia acercándose aun más a mi, su aliento rozando mi mejilla, una de sus manos retirando un mechon que caía sobre mi mejilla. La mirada de todos cayó sobre mi.
No reacciones, no reacciones, no reacciones.
Uff reacciona por favor, comételo a besos porque sino lo haré yo.
Di la media vuelta antes de que Amelie hiciera algo que nos dejara a las dos en ridículo y subí las escaleras por donde me indicó Bestia, sus voces detrás de mí murmurando. Escuché que Amett rió. El baño era pequeño. Vi un espejo con marco de madera, probablemente tallado mano, una tina con agua que parecía estar cálida y un inodoro igualmente hecho de madera. Sentí un escalofrío con la ropa mojada y helada, casi olvidaba ese pequeño detalle. En solo unos segundos me deshice de eso y me metí al agua, la cálidez me acarició la piel y fue como estar en el cielo.
Tome el diario que dejé en el suelo, aquel de mis padres y deshice el pequeño moño que tenía. Respiré un poco. Saber que nunca podré conocerlos me dificulta respirar, como tener un nudo en la garganta del que no puedo deshacerme, pero al menos tendría sus palabras para acompañarme. Mordí mi labio y lo abrí en la primera hoja.
"Para nuestra hija adorada
Brooke si lees esto supongo que ya habrás cumplido los 17, quisimos escribirte esto para que sepas cosas de cuando eras tan solo una pequeña
Quiero que sepas que tu madre y yo te amamos con toda nuestra alma y nuestro corazón
Con amor... tu padre"
Cerré los ojos ahogando las lágrimas que ya amenazaban por salir. Sigiuente hoja.
"16 de abril de 1995
Querida Brooke:
Hoy mi pequeña princesa llegaste al mundo, no sabes lo feliz que me siento de al fin tenerte en mis brazos después de meses de espera. Tu madre esta dormida, sufrió un poco al tenerte, fue difícil el parto, pero ella dijo que valía la pena tanto dolor para tenerte en sus brazos, siempre ha sido una mujer fuerte y luchadora
Eres una criatura preciosa, pelirroja como tu madre, pero sacaste los ojos oscuros como yo y eso me alegra. No puedo esperar a verte cada día crecer y crecer y a verte caminar por primera vez.
Tus primeras palabras....
¡Qué emoción! ¿Sabes? Yo te pensaba poner Eva, pero tu madre insistió en Brooke, como una legendaria heroína que salvó a nuestra manada en una guerra, dió su vida para salvar a quien en ese entonces era Alfa, ella era su Luna. Por eso lo acepté, tus mejillas redondas y rojas me derriten el alma y cuando te veo dormir con tu madre tengo la seguridad de que en medio de la guerra te protegería con mi propio cuerpo, te protegeré de todo y todos.
Te abrazaré y te daré tu beso de buenas noches todos los días, no puedo esperar a el día que me digas "papá"
Con amor
Papá"
Respiré ya sintiendo una lágrima derramarse. Siguiente hoja.
"23 de abril de 1995
Querida Brooke:
Mi querida hija, he decidido que te escribiré una vez a la semana ya que tengo un trabajo que hacer y no puedo escribir todos los días por más que quiera.
Ya va una semana de que naciste y no me canso de jugar a las escondidas contigo, ya que cuando cubro mis ojos y finjo no verte, tu lloras pensando que te he dejado. Cuando tu madre te cuenta una historia de una elefanta que habla tu la ves muy atenta y sonriente, pero si cuenta la del pato fastidioso que canta pareciera que viste a un fantasma.
Algún día serás toda una mujer loba y será entonces cuando tengas más fuerza, te entrenaré para que sepas defenderte ante todo. No haces mucho más que llorar, dormir, comer, ver tele, y molestar a tu madre, me atrevo a decir que nos parecemos.
Con cariño
Papá"
Cerré el diario y lo dejé caer al suelo, inhalé aire y lo contuve por segundos, después exhalé. Sentí calor en mi pecho y una fuerte presión, mis ojos pronto se llenaron de lágrimas que no dejé salir, no puedo perder tiempo lamentando lo que perdí, debo buscarlos.
Derramaré sangre por la verdad, pero la de una persona en específico. Cordelia.