[Narra: Jeff]
Fría, solitaria y oscura.
Así eran todas las noches para mi desde que mate a mi familia; sin embargo, a este punto no debería arrepentirme, solo me estaría mortificando.
Eso me repetía día tras día.
Y aún así, acababa mentalmente destrozado. Solo pensando en regresar el tiempo.
Daría lo que fuera por volver el tiempo atrás y borrar mis errores.
El tiempo...
¿Cuánto tiempo ha pasado?
¿Durante cuanto tiempo he vagado por las calles buscando sentir la adrenalina en todo mi cuerpo? Sensación que solo experimento cuando tengo la vida de alguien en mis manos.
La sangre que cubre mis manos se hace más densa al beber el dolor del tiempo.
Lentamente acelera.
Después de una entretenida noche de cacería, fui a mi antigua casa, donde vivía con mis padres y mi hermano.
No había vuelto a ese lugar desde ese día.
Lo había evitado con todas mis fuerzas, porque sabía que la casa estaba abandonada. Nadie se había encargado de restaurarla, limpiarla o venderla.
Algo en mi retorcido corazón agradecía enormemente eso, pero mi parte más cuerda sabía que solo servía para torturarme.
Las manchas de rojo vivo aun adornaban las paredes de la casa.
Los muebles ya no estaban, pero aún podía ver las pequeñas gotas de sangre en el piso alfombrado.
Al observarlas, en mi mente los recuerdo irrumpían con violencia escrita en cada fragmento de memoria.
(Flash Back)
— ¿Qué pasa mamá? ¿Acaso no soy hermoso? — Dije al ver que ella empezó a alejarse.
— Sí, hijo — Dijo ella con una sonrisa totalmente falsa —Sí lo eres, déjame ir a buscar a papá, para que pueda ver tu bello rostro.
Ella corrió a la habitación y despertó a mi padre
— Mi amor, saca el arma que...— Ella dejo de hablar en cuanto me vio en la puerta, con un cuchillo.
— Mami, me mintió— Eso fue lo último que dije antes de correr hacia donde estaban mis padres y asesinarlos.
(Fin de Flash Back)
Madre...
Padre...
Sin quererlo de ese modo, comencé a llorar. Cada lágrima ardía bastante.
Cada maldita lágrima era como una estocada en mi mente, alma y corazón.
No sabía...
No sabía lo que hacía, papá.
Mamá, perdóname.
Ya no me aman, ¿Verdad? Los muertos no pueden amar. Los muertos no sienten.
Fuí a la habitación de mi hermano, su sangre aun estaba el piso, sentía cada marco de memoria golpear con fuerza cada fibra de mi cerebro.
Puedo recordarlo y volver a vivirlo en mi mente una y otra vez.
Esa era la única película que se reproducía en mi VHS mental. Era una cinta larga y lacerante, pero el botón de pausa no existía.
Una y otra vez en mi mente. Siempre, cada día, cada segundo.
Me está matando, me está consumiendo.
Salí de la casa y corrí al bosque.
Me adentré lo suficiente para que nadie pudiera encontrarme, quería estar solo; quería gritar y que nadie me escuchara.
Llegué tan lejos como pude hasta que las lágrimas comenzaron a nublar mi vista.
No podía ver nada, el bosque era oscuro. Solo veía árboles borrosos moviéndose de un lado a otro gracias a la brisa nocturna.
Me tropecé con lo que yo intuyo que era una roca o quizá una rama. Caí al suelo, pero no tuve la fuerza para levantarme.
Me quedé allí, como un niño haciendo un hilarante berrinche. Creí que tal vez ya nadie me escucharía llorar, entonces lo dejé salir.
Gimotee algunas palabras incomprensibles, quería pedir perdón.
¿"Perdón"?
No sabía a qué o quién pedirle perdón, porque estaba claro que ellos jamás me perdonarían por lo que hice.
Quería morir desde hace mucho tiempo, ponía en peligro mi vida a cada segundo, pero... ¿De qué servía?
Antes de lograr entrar al cielo y volver a verlos, las puertas se derrumbarian sobre mí, sintiendo el peso de mis pecados.
El paraíso va a consumirse conmigo adentro.
Escuché un sonido extraño. Parecía ser tambores o pisadas muy fuertes provenientes de algo muy grande. Sonaban tan grandes que incluso lo confundí con mi corazón.
Pensé que tal vez mi corazón se había acelerado tanto que mis latidos ahora inundaban mi audición.
Apreté con fuerza el pasto entre mis manos y dejé caer mi frente en el suelo.
Hasta que escuché el crujir de las ramas y después de ellas, pisadas. Parecían bastante tranquilas, se escuchaban como si estuviera detrás de mí.
Me enderecé en el suelo, quedando de rodillas, y voltee hacia atrás, pero no había nada.
Al momento de girarme de vuelta había el frente pude ver las piernas de alguien que estaba parado justo frente a mí a menos de un metro.
Sentí un vuelco en el corazón y grueso nudo en mi garganta.
¿Cómo era posible? No había escuchado sus pasos frente a mí, estaba seguro de que las pisadas se oían lejanas y en sentido opuesto. Era imposible que habiendo tanto pasto, ramas y tierra sus pisadas no hayan hecho ni el mínimo ruido.
Me distraje. Bajé demasiado la guarda.
Ahora debo enfrentar las consecuencias.
Subí la mirada lentamente, sus piernas eran muy largas. Pude ver sus manos, tenía dedos largos y blancos; la punta de ellos era negra y un poco puntiaguda; su textura era extraña, no parecía piel.
Seguí el recorrido con mis ojos, subí la mirada por su torso hasta llegar, por fin, a su cabeza.
Nada.
Maldita sea, no había nada.
¡No tenía rostro! Esa cosa no tenía cara, estaba vacía.
No sabía que hacer, tenía frente a mí al ente más alto que había visto en mi vida y ni siquiera tenía rostro.
Esto NO era humano.
¿Va a comerme? Ni siquiera tiene boca.
Sé que está mirandome, su cabeza apunta hacia abajo.
La cosa se inclinó hacia mi. Instintivamente mi cuerpo fue hacia atrás haciéndome caer.
Que buen final para Jeff The Killer. Un asesino en serie que fue asesinado por el boogieman de la vida real.
Lastimosamente nadie va a contar mi historia, porque sospecho que este monstruo no va a dejar ni mis huesos para comprobar que en algún momento existí.
No, eso no va a pasar. Mi legado no morirá de este modo.
Yo no tengo miedo. Yo causo miedo.
— ¿Vas a matarme? Hazlo, pero dile a todos que luché hasta el final —Dije mientras limpiaba las lágrimas de mi rostro y me levantaba del suelo empuñando mi cuchillo apretándolo con fuerza.
— No busco pelea — respondió.
Al escucharlo retrocedí por inercia, haciendo que mi cuerpo cayera al piso de nuevo.
Esa cosa... ¿Acaba de responderme?
¡No tiene boca! ¿Cómo pudo haber hablado? Juro que escuché su voz.
Me extendió su mano. ¿Está jugando conmigo? ¿Le gusta jugar con su comida?
Está jugando con mi mente y lo está haciendo bien.
No tengo miedo. No puedo tener miedo.
Acerqué lentamente mi mano hacia la mano que el me extendía y con evidente duda la tomé. Creí que después de eso, vendría el remate, creí que al tomar su mano el clavaría sus afilados dedos en mi pecho y me sacaría en corazón para comérselo.
No fue así.
Al tomar su mano me ayudó a levantarme y una vez estuve de pie, la soltó.
¿Eso era todo? ¿No habrá tripas? ¿Sangre?
¿Al menos un rasguño?
— Estás sufriendo — dijo — ¿Qué es lo que te duele? — cuestionó. Su tono de voz estaba vacío.
No puede ser.
Sabía que iba a torturarme antes de matarme, pero torturarme emocionalmente... Eso es cruel.
¿Qué me duele? ¿Quiere saber que me duele?
¡Todo!
Me duele respirar, me duele cada latido de mi corazón, cada lágrima, cada recuerdo, cada maldito segundo con vida me duele.
Y me duele que yo haya sido mi propio verdugo porque lo tenía todo. Tenía una familia, tenía amor, tenía un futuro...
Tenía una vida.
Tenía un monólogo mental, el cual se vió interrumpido por una gota de agua que cayó en mi rostro. Había comenzado a lloviznar.
Si lloro ahora, el no se daría cuenta.
— Estoy solo — murmuré.
Las lágrimas empezaron a caer de nuevo, pero las suaves gotas de lluvia me ayudaban a esconderlas.
No debería llorar frente a él.
Pero si voy a morir esta noche, prefiero llorar recordando cuando era feliz en vez de llorar suplicando por mi vida.
— Yo también lo estoy — habló en tono suave.
¿Qué?
¿Enserio tengo ante mí a una bestia melancólica?
¿Vamos a llorar juntos y cometer suicidio lanzandonos del risco tomados de la mano?
Estoy viviendo la escena más surreal de mi vida.
No, es la escena más surreal de la historia.
Se inclinó hasta estar a mi misma altura y limpió mis lágrimas con sus extraños dedos.
No, ya entendí.
Es un cínico. Está sazonando su cena, no puede ser otra cosa. Las emociones fuertes como el miedo harán que mi sabor se agrie y mi carne se endurezca, está jugando con mi mente para asegurar una buena cena.
O tal vez estoy siendo pesimista y paranoico.
Las gotas de lluvia se hicieron más pesadas y el sonido de las gotas chocando con el suelo me relajó aún estando en una situación en dónde todas las flechas apuntaban a mi corazón.
— Ven. Vas a resfriarte.
Un cuerpo enfermo no tiene el mismo sabor que un cuerpo completamente sano ¿Verdad?
Mierda, Jeff...
¿Qué importa ya? Hacerme mil ideas en la cabeza no va a cambiar mi destino.
Moriré esta noche, seré asesinado y no hay más, no para mí. No en este mundo.
Llené mi pecho de aire y lo dejé salir en un suspiro.
Está bien, "boogieman", acepto mi derrota. Te entrego mi vida.
No dije nada, solo caminé hacia él hasta posicionarme a su lado. El entendió y comenzó a caminar en silencio conmigo a su lado.
Me siento débil para refutar y no me importa vivir o morir, si este ente quiere asesinarme, sería una forma mas digna de morir que hacerlo en una cárcel.
Asesinado por un demonio.
Quiero dejar de preocuparme por mi vida...
Al menos esta noche.
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Nueva nota (05/12/2021)
Edité toda la historia, pero no me había atrevido a editar el prólogo por mera nostalgia, pero me atreví y pasó de tener tan solo 400 palabras a tener más de 1700.
Espero que este cambio les guste, la reacción de Jeff ahora es más realista y más propia de él.
También quiero agradecer, pues no pensé que este fic llegaría ser tan importante para mí. Cada que tengo oportunidad vengo, lo leo y le hago cambios para que sea mucho mejor para ustedes.
Dejaré mi nota original abajo por nostalgia XD
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¡Lo se! es corto, pero como es mi primer historia, quiero ver cuantas lecturas tiene.
Cuando tenga las suficientes lecturas seguiré.
See yah! ;D