Mi Mate Alfa

By DaniZucco

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Dos almas no se encuentran por error. Ella dará todo por encontrar la verdad y él la protegerá con su vida. ... More

Dedicatoria
Prólogo
I
II
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV

III

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By DaniZucco

Han transcurrido ya dos días y no ha habido rastro alguno del lobo negro. Aunque podría jurar que siento una mirada cada vez que salgo de la casa. Nathan no supo de qué hablábamos Gina y yo esa noche sobre mi "mate", tampoco he tenido oportunidad de leer el libro que me dio ella, ya que no he tenido tiempo sola. Nathan ha estado conmigo o mis padres y no era algo que quisiera comentrales aún. No tengo idea de como decirles "mamá, papá, me fui muy lejos en mi forma lobuna y me persiguió una manada de lobos, brinqué de un acantilado y me encontró el aparantemente alfa de ellos, ha estado cerca de nuestro hogar y encima, creo que es mi mate". No creo que eso sea buena idea. 

Siempre supe lo que era un mate. Mamá me ha contado sobre como mis padres eran mates, lo que quiere decir que eran el uno para el otro, no solamente eran la pareja perfecta, sino que les era imposible sentir atracción por alguien más o siquiera la idea de estar con otra persona era imposible. Sus corazones latían juntos, en caso de morir uno, también le pasaría a la otra persona, así como cualquier dolor, pesar, felicidad o necesidad, lo sentirían ambos, no necesariamente de forma física, pero si emocional. Siempre fue algo con lo que soñé algún dia tener, pero no con un lobo que quiso matarme. También me contó sobre cómo hay algo más poderoso que escribe el destino de un mate, pero eso ya era algo que ella no sabía. Aún había mucho que yo tampoco sabía. 

Mientras daba mi caminata diaria por la aldea viendo a qué vecino podría molestar, escuché los gritos de un pequeño pidiendo ayuda, lo vi escapando de un enorme sujeto tres veces su tamaño. El señor Linkan siempre ha sido temido aquí por su mal genio y su terrible actitud. Especialmente contra sus hijos y esposa.

El pequeño tropezó y cayó a unos metros de mi, su bolsa de tela se había abierto con la caída y de ella salieron unas frutas. Atemorizado y de prisa las tomó con sus pequeñas manos dejando la bolsa detrás, al verme de prisa se puso junto a mi en un intento de esconderse. El señor Linkan lo vió y se acercó sin apartar la vista del pequeño detrás de mi, me empujó para así acercarse a él. Yo lo empujé de vuelta antes de que pudiera tocar al niño.

No se atrevió a tocarte ese imbécil.

Oh, si lo hizo.

Controla la situación o saldré a matarlo.

-¿Cómo te atreves?- dijo él furioso, fulminándome con la mirada.

-¿Qué ha hecho él para que lo persigas así, no ves que está aterrado?- reclamé tomando al niño de la mano y escondiéndolo nuevamente detrás de mi. Él claramente creía que podría contra mi y quizá si, ya que medía mínimo tres cabezas mas que yo, aún así, él no contaba con la fuerza sobrehumana de mi loba. 

-¡Me ha robado esa fruta, no ha dado ni una moneda por ellos!- recordé entonces que yo tenía algo de cambio, así que saque unas monedas de la bolsa de mi capa y las arrojé al suelo en sus pies. Sin pensarlo dos veces, él las tomó del suelo lanzando unos insultos al aire y se marchó.

-¿Estás loca?- la voz de Nathan apareció a un lado de mi y casi podría ver el humo saliendo de su nariz de lo furioso que estaba.
-Lo perseguía Nathan, no iba a dejarlo a su suerte- me molestó su reacción, no he hecho nada malo ni del otro mundo. El pequeño me abrazo las piernas y vi sus enormes ojos azules, llenos de inocencia y terror. Ojeras moradas debajo de sus ojos y suciedad en sus mejillas, tenia unos pantalones aguados que le quedaban grandes como para ser suyos, una camisa a la que le faltaban dos botones y un pequeño abrigo que no debía cubrirlo nada. 

-Lo lamento tanto, mi mami no ha comido nada y solo quería ayudarla, ha estado tan enferma- una lágrima resbaló por su rosada mejilla, me sentí terrible al saber que un ser tan pequeño haya querido arriesgar su vida con tal de alimentar a su mamá. 

-¿Cómo te llamas?. pregunté limpiando la lágrima de su mejilla y agachándome a su altura.

-Jack- respondió él respirando ya más tranquilo.

-Llévame con tu mamá, ¿Si?- pedí y él asintió. Nathan suspiró en mi dirección, aún molesto, pero hasta él sabía que ahora no era momento de discutir lo que pasó, con una sonrisa cargó a Jack en sus brazos, cubriéndolo con su propia capa. 

-Cuéntame sobre tu día más feliz- dijo Nathan y el niño comenzó a hablar sin parar sobre una vez que él y su hermana se habían ido a patinar en un lago congelado, nos dijo como su mamá les hizo un caldo caliente al llegar a casa y todos comieron juntos, mientras ella les cantaba la misma canción desde que nacieron.

Llegamos a una pequeña cabaña de solo un piso. Yo tenía una canasta con comida en mi mano que nos detuvimos a comprar en un puesto de la aldea. Nathan había conseguido también a un médico para asegurarnos de que estuvieran bien todos en casa. Jack ahora caminando, nos detuvo antes de entrar, después nos observó a cada uno, no sabía si temía que viéramos lo que había dentro o quizá algo más le preocupaba.

-Mi papi no puede saber que están aquí o se va a enojar y mami ya no puede detenerlo- murmuró muy bajo, Nathan preocupado se acercó a él y lo puso detrás de su cuerpo.

-Quédate aquí Brooke, si todo está bien te diré para que pases- dijo con un tono serio, se que su intención era buena pero claro que no lo escucharía. Sin decir una palabra pase junto a él y abrí la puerta con Jack agarrado de mi mano, Nath maldijo bajo algo parecido a "joder", lo que me sorprendería de alguien que siempre ha estado en contra de las groserías. La cabaña por dentro era un poco mas espaciosa de lo que parecía. Dos niñas estaban sentadas en el suelo de la cocina jugando con unas figuras de madera hechas a mano, al vernos se quedaron heladas y sus sonrisas se apagaron. Del otro lado sobre un sofá, se encontraba una mujer de aproximadamente casi cuarenta años sentada, bolsas negras bajo sus ojos y piel pálida, sus labios morados apenas y se abrieron para hablar cuando Jack corrió a abrazarla. 

-¿Quiénes son ustedes?- preguntó nerviosa e intentando incorporarse, pero su estado era muy malo y claramente no tenía suficiente energía. 
-Mi nombre es Brooke, vienen conmigo un amigo y un médico, conocimos a Jack y queríamos asegurarnos de que se encontraran  bien- apenas asintió pero dudosa no discutió, el médico sacó su material y comenzó a examinarla, mientras yo deje la canasta de comida sobre la mesa y vi a Jack correr con sus hermanas, les dio la fruta que había conseguido y ellas emocionadas le dieron un fuerte abrazo como si no lo hubieran visto hace mucho tiempo, para después los tres abrir la bolsa y comer su contenido.

Después de unos minutos el médico guardo su material y se acercó a Nathan y a mi.

-Estará bien, simplemente le hace falta dormir más y comer sano- sonrió y salió por la puerta de la cabaña. Nathan se acercó a Jack para darle la buena noticia. No habían transcurrido mas de cinco minutos cuando la puerta se abrió con fuerza y un alto hombre, moreno, barba larga de leñador y ojos verdes entró fulminándonos a Nathan y a mi con una mirada asesina. Solo entonces entendí porque Jack le tenía miedo, el pequeño tomó a sus hermanas de las manos y las guio a la parte trasera de la casa, como si ya supiera qué hacer. 

-¿Qué hacen ustedes en mi casa?- preguntó en un tono amenazante, me mantuve firme y al ver que la madre quiso ponerse de pie, la detuve. No esta ba en condición para hacerle frente a ese hombre. Él se acercó a nosotros queriendo atemorizarnos, Nath se puso frente a mi.

-Hemos venido a ayudar solamente, no queremos problemas- dijo alzando las manos como si estuviera mostrando que no tiene nada. El hombre enfureció más y con el puño golpeó a Nathan provocando que cayera de espaldas a la mesa y se golpeara la cabeza. 

-¡Nathan!- grité, el sujeto se colocó frente a mi
-¿¡Qué hacen ellos aquí Erika!?- exclamó ahora yendo hacia su esposa, quien atemorizada se soltó en llanto. El impulso me hizo saltar sobre su espalda y golpearlo con mi codo en la cabeza, esto no hizo mucho efecto, ya que él me golpeó contra una pared, pero pude mantener mi agarre sobre su cuello. Aún sobre su espalda intentaba apretar de su garganta y con suerte dejarlo inconsciente. Nathan se puso de pie y le dio una patada en la pierna. El sujeto gritó y cayó de rodillas, permitiéndome tocar el suelo y con más fuerza ahorcarlo. Sentí con la lengua como mis colmillos estaban a nada de salir, al igual que mi suñas se afilaban, transformarme en mi loba en estos momentos no era una buena opción, asustaría más a Jacl, sus hermanas, su madre y Nathan.

Nathan tomó una silla y me hizo seña para quitarme, esta vez obedecí. Con la silla lo golpeó por la espalda y el hombre cayó quejándose del dolor.

-¡Gelbert, por favor déjalos ir!- exclamó Erika. El hombre se pone de pie y a quien tenía más cerca era a Nathan, así que de un fuerte golpe en el pecho con una patada lo terminó sacando de la cabaña.

-¡Nathan!- grité de nuevo y con toda mi fuerza de loba lo golpeé en la espalda baja, él dio la vuelta y me dio una bofetada lo suficientemente fuerte para caer al suelo. Acto seguido, se acercó a mi, seguramente a golpearme más pero Jack, decidido a enfrentarse a su padre le arrojó una pequeña cuchara llamando su atención. Me vió con sus enormes ojos azules y eso sirvió para distraer a su padre unos segundos, porque iba ahora en su dirección, aproveché para patearlo en una rodilla pero no cayó al suelo, esta vez después de maldecirme vino tras de mi, queriendo alejarlo de su familia, hice que me persiguiera afuera de la cabaña.

Nathan se puso de pie y me puso detrás de él. Gelbert intentó golpearlo con su enorme puño pero falló, Nathan agarró su mano y la torció hasta que los huesos del sujeto crujieron. Yo por otro lado, no podía con mi propia ira, mi corazón daba fuertes golpes y sentía mi sangre hervir, mis ansias de transformarme eran imposibles de controlar, tuve que contener la respiración por unos segundos para no hacerlo. Gelbert se libró de Nathan y lo golpeó en la mandíbula dejándolo en la nieve inconsciente, temí que lo hubiera matado hasta que vi su pecho alzarse respirando, después giró hacia mi, escupí la sangre acumulada en mi boca del golpe que me había dado antes y preparé mi cuerpo para el siguiente ataque. Era hora de terminar ya con él.

Déjame salir, yo misma lo mataré, te lastimó Brooke, eso no es algo que podamos perdonar. 

¡Amelie no! Tenemos mucho más por perder si hacemos eso.

Haz algo o yo lo haré.

Un fuerte gruñido se escuchó junto a mi y pronto unas enormes patas pasaron a solo centimetros de mi, el enorme lobo negro apareció y fue directamente a Gelbert, lo mordió en el cuello y mientras que él hombre gritaba de dolor y agonía, el lobo no se detenía, sus gruñidos eran salvajes, los mismos que los de una bestia devorando a su presa, en sus ojos veía la fuerza y poder que tenía, la sangre ya manchaba la blanca nieve, cada vez los gritos de Gelbert se ahogaban más entre los colmillos del lobo y su propia carne. 

-¡Brooke!- Nathan jaló de mi mano intentando alejarme de la escena, pero por más salvaje que fuera el lobo yo sabía que no me haría daño, era intrigante verlo, pudo haberme matado si me tuvo en la mira, pero fue por él. Fue directamente por Gelbert, me salvó. Jack salió de la cabaña y cuando Nathan lo vio, fue corriendo sin soltarme de la mano a abrazarlo y evitar que viera a su padre siendo masacrado, porque aún siendo una mala persona, él era muy pequeño para recordar eso.

-¡Brooke, cierra la maldita puerta!- gritaba Nathan mientras calmaba a los niños pero yo no podía despegar mi vista del gran lobo negro. Su manera salvaje de atacarlo, sabía exactamente en donde lastimarlo para matarlo. Después de unos segundos más de agonía, terminó su trabajo. Gelbert apenas y parecía humano, lo había dejado masacrado sobre la nieve, su cabeza casi separada de su propio cuerpo, solo veía rojo. El lobo me veía con sangre cubriendo su pelaje y sus colmillos. Salí de la cabaña con los gritos de Nathan intentando detenerme y me acerqué hasta quedar casi frente al lobo, sus ojos azules me veían pero no igual que hace unos días como si yo fuera presa, sino me examinaba de pies a cabeza, no si estuviera buscando heridas. Sus ojos se detuvieron sobre mis labios, de donde había escupido sangre hace unos minutos. 

-Estoy bien- le aseguré por alguna extraña razón. ¿Por qué le importaría?

Es nuestro. Él es nuestro mate. Nuestro. Lo puedo sentir.

Esa es solo tu necesidad de algo de acción, deja de adueñarte de las personas.

Es nuestro. Repitió Amelie en mi mente.

Esos ojos dorados lobunos provocan algo en mi, dijo en mi mente con tono sarcástico y sacudió la cabeza. ¿Mis ojos... le provocan algo? Volteé la mirada a la ventana de la cabaña y efectivamente mis ojos habían cobrado un color dorado brillante, sabía que mi loba quería salir pero esto nunca me había pasado, perder el control de la nada. Al buscar con la mirada nuevamente al lobo ya se había marchado. Vendré pronto por ti, escuché nuevamente antes de que Nathan me abrazara por la espalda respirando agitado.

-¿Estás bien?- se puso frente a mi y cortó con sus manos un trozo de su camisa para limpiar la sangre que resbalaba de mis labios, respiraba ya más tranquila. Esto había acabado, -Es extraño que aquel lobo haya aparecido solo para destrozar a Gelbert, ¿No lo crees?- dijo y me abrazó nuevamente, -Como sea, que bueno que estas bien.

Mientras me abrazaba pude ver como gente se había acercado a ver lo que pasaba, todos vieron que el lobo me salvó. Mató a Gelbert.

¿Por qué me salvó?

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