Un invierno en Marble House [...

By MRMarttin

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Kate huye en busca de una nueva vida, mientras James se siente abrumado por la presión social. Sus caminos se... More

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SERIE BENWORTH III

DOS

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By MRMarttin

JAMES

Habían pasado seis meses desde que Kenneth, mi hermano mayor, se casó con el amor de su vida.

Seis largos e interminables meses en los que mi madre insistió en que debía acudir a todos los eventos sociales del condado.

Así que, regresamos a Rosefield Hall, nuestra casa en Londres, antes de tiempo y comenzamos a aceptar invitaciones. Faltaban dos meses para que empezase la temporada, pero Evangeline Benworth parecía ansiosa por casarme.

Kenneth, por su parte, estaba contento, pues aquello significaba que nadie se había enterado del altercado del verano pasado. Los Lambert, también en la ciudad y viviendo cerca nuestro en Mayfair, no habían hablado de lo ocurrido. La sociedad inglesa seguía aceptando al Conde de Glassmooth y a la nueva Condesa.

Sally podría casarse rápidamente, seguro. Y yo, supongo que también.

Era rico; inmensamente. Tenía la mejor familia del mundo. Y volvía a ver a mi hermano feliz.

Pero bien, luego estaba el tema que mantenía a mis hermanos en una retahíla de bromas constantes. Bromas que odiaba y que todas tenían como denominador común las mujeres.

Si hasta ahora creí que tenía un camino entero sembrado de mujeres interesadas en mi, lo que estaba pasando en aquellos momentos era increíble. Y no increíble en el buen sentido de la palabra, sino difícil de creer.

Mujeres de todas las edades y tipos se tiraban a mi garganta, literalmente, o a mis labios.

Había recibido más besos forzados en aquellos seis meses que en toda mi vida y tal vez eso debiera haber subido mi autoestima. Pero no. Era tremendamente peligroso que aquello pasara en el lugar incorrecto rodeado de personas dispuestas a mentir y comprometerme hasta el punto de tener que desposar a la descarada que me había besado, por ejemplo.
Para colmo, siempre bromeé delante de todos diciendo que si alguna vez yo estuviera en el sitio de Kenneth me aprovecharía hasta la saciedad de todas y cada una de esas oportunidades.
Les di motivos para burlarse de mi, supongo.

Me sentí agobiado y desesperado. Aquel tipo de agobio y desesperación con la que Kenneth vivía antes de Brook.

Y eso era agobiante y desesperante. Sí.

Por ese motivo, o por qué era un miserable cobarde y el peso de la realidad se sentía demasiado sobre mis hombros, empaqué cuatro cosas elementales en un pequeño baúl y corrí, literalmente, a por el próximo barco que me llevaría lejos de todo. Solo por unos meses. Hasta que terminase La temporada.

Probablemente Kenneth me daría una paliza si se enterase de que iba a escapar. Mamá hubiese enloquecido y Sally, mi hermana pequeña, hubiera venido conmigo. Pero no quise pensar en nada de eso.

Había pasado tantas horas encerrado en Rosefield Hall, que mi natural pelo rubio fresa, era ahora un oscuro castaño cobrizo y las pecas que un día decoraban mi rostro, se habían desvanecido notablemente.

Me sentía cansado y ojeroso. Me sentía diez años más viejo. Me sentía, francamente, listo para unas vacaciones.

Y eso, Will Morris lo sabía, por eso se empeñaba en sacarme a tomar algo o a jugar a las cartas, una noche a la semana.

No fue suficiente y estaba siendo un completo imbécil huyendo de todo y todos.

Irónico; el niño rico corriendo de su horrible vida. Menudo hipócrita estaba hecho.

Corrí desde mi casa en Mayfair, hasta Sant Katherine's Docks, más allá del puente de Londres, para conseguir embarcar y cuando más cerca estaba del barco, choqué con ella y la tiré al suelo como si fuese un hombre sin modales. ¿Qué clase de caballero no vería a la belleza plantada allí delante?

Pues uno como yo, sin duda.

Cuando se levantó sola con su hermoso rostro demasiado bronceado para ser Inglesa o para zarpar al barco en vez de bajar de él, el aliento en mi pecho quedó extrañamente estancado.

Era una joven con un hermoso cabello castaño oscuro suelto y salvaje. Sus cejas eran tupidas e igual de oscuras y bajo un manto espeso de pestañas largas, unos grandes y penetrantes ojos plateados me miraban de un modo inescrutable. Una nariz respingona y unos labios gruesos se burlaron de mi.

Toda ella era una belleza exótica.

El modo en el que el pelo le caía suelto por los hombros le haría a cualquier hombre tener pensamientos que la involucraran en una cama y desnuda.

Era casi un pecado mantener el cuerpo de aquella chica tapado hasta los topes con aquella capa de viaje. Debía sentirse muy fuera de lugar en la Inglaterra helada y oscura.

¿Qué haría allí?

Kate. Su nombre era Kate y sí, venía de América, pues aquél acento la delató.
Y aunque había escuchado a algunos hombres hablar de aquél modo arrastrado, en ella sonaba bien. Muy bien.

Casi no había podido ni hablar. Casi no estaba ni pensando. Solo sentía mi cuerpo entero endurecerse como el de un niño descubriendo la sexualidad. Y eso era patético. Yo era un patético.

La estaba mirando con descaro, sin decoro, sin modales. Pero no podía parar.

Por más que obligase a mis ojos a mirar en otra dirección, una fuerza que no era capaz de derribar me mantenía viéndola con deleite. Como si bajase a la cocina en plena noche, escondido de las sirvientas.

Era, sin duda, la mujer más ardiente que había visto en mis veintitrés años de edad.

-Si no se apresura su barco se irá sin usted -dijo ella con un tono monótono mientras miraba algo detrás de mí con una perfecta ceja elevada.

Y de repente todo pasó muy rápido, el barco se estaba marchando y la señorita Kate Ford había desaparecido en la calesa sin que tuviese la oportunidad de escuchar las indicaciones que le había dado al cochero.

Mordí mi labio fuertemente, sintiendo el acuoso gusto de mi sangre antes de soltar el agarre y suspirar de un modo extraño y frustrado.

-Señor Benworth.

Al girar sobre mis talones descubrí a la Baronesa de Yorkshire avanzar hacia mí con una sonrisa enigmática.

Agatha Pennick era una viuda que tenía su puesto en la alta sociedad de Londres desde que nació. Pero lo curioso era que Pennick odiaba el título y las tierras y se negaba a ser llamada Baronesa.

-Señora Pennick, -dije sin embargo con los ojos clavados en la calle vacía por la que supuse desapareció la calesa. - ¿Qué hace usted por aquí?

¿Y la chica? Sentía que se había ido demasiado rápido. Debería haberla retenido de algún modo, saber algo más de ella. Saber cómo encontrarla.

-La pregunta es, qué hace usted por aquí. -Miré a la anciana mujer con sus guantes puestos y su eterno vestido negro y arrugué el ceño comprendiendo cuán comprometido era que me hubiese visto allí. Escapando. - ¿Va usted a algún lugar?

-No. -espeté. -Si. -ella arqueó una ceja. -Estaba esperando a alguien.

Una helada brisa invernal cruzó el puerto dejándonos a ambos sin aliento. Ni el sol podría calentar aquél horroroso día.

- ¿A la Señorita Ford? -dijo Pennick con una sonrisa enigmática. Volví a mirar rápidamente hacia la calle vacía.

-No. Claro que no. No la conozco. -me excusé después de carraspear.

¿La conocía? ¿Agatha Pennick conocía a Kate Ford? ¿Era una joven de alta cuna? ¿Quién sería su familia? ¿Eso significaba que iba a volver a verla en algún baile o celebración?

- ¡Oh! -exclamó. -Veo que no tiene duda sobre quién hablo, sin embargo. -la miré sorprendido. No me había siquiera molestado en fingir que no sabía nada sobre Kate. ¿Qué podía decir ahora? Pero ella asintió antes de añadir: -No tema, su secreto está a salvo conmigo.

Y entonces se dio la vuelta y se marchó.

Me tomé un momento más viendo al barco escapar lejos de mí e intenté sentirme triste o derrotado. Pero no sentí nada.

Tal vez, chocar con aquella joven, era el modo que tenía el destino de frenarme de cometer un error.

Pudiera ser.

Suspiré ofuscado y regresépor donde venía, dispuesto a pedirle a William que me sacara de copas.

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Hola amiguis,
Aquí tenéis el segundo cap de hoy.

¿Qué tal? ¿Como llevan la lectura? Díganme que opinan, que creen, si les gusta el modo en el que han topado nuestros dos protagonistas y qué imaginan puede pasar.

Es pronto para especulaciones, pues Kate y su oscuro pasado aún están bien lejos de ser resueltos. Pero de todos modos, déjenme saber.

¿Les gustó el cap? Dejen comentarios y estrellitas. Manténganse al día con las actualizaciones agregando mi novela a sus listas de lectura o a su biblioteca, y recuerden que esta es la SEGUNDA parte de la Serie Benworth.

Si todavía no leíste el primer libro (que esta completo) entra en mi blog y búscalo bajo el nombre Luchar por mi.

Gracias por seguirme, gracias por sus lecturas.

Miles de besos y mil amor.

MRMarttin.

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