Luego, Astrid tomó delicadamente a Hipo por el cuello y colocó la cabeza de él sobre los regazos de ella, lo cual fue devastante para Patán, cuando llegaba a ver como estaba Astrid.
-Porqué lo tratas así?- reclamó Patán
-Porque está herido, Andersson!- replicó la chica, quien sólo le decía el nombre a Patán cuando era una situación realmente importante.
-Y qué? Se lo merece, además, por que lloras por él? si es un ingrato y...-
-POR QUE ESTOY ENAMORADA DE ÉL!-
Nuevamente, el silencio fue el personaje principal en ese momento en el que Astrid gritó esa gran confesión. Patán estaba más que indignado y lo único que hizo fue dar media vuelta e irse como si nada hubiera pasado. Astrid no reaccionó ante la forma de actuar de Patán, cuando de pronto sintió algo moviéndose en su regazo: era el castaño, quien parecía recuperar la conciencia. Astrid tuvo temor de que él la hubiera escuchado y que hubiera fingido estar inconsciente, entonces, rápidamente se apartó de él pero sin lastimarlo. Él se levantó lentamente y se masajeó la cabeza para aliviar el dolor.
-Que fue lo que pasó?- dijo en voz baja y luego se percató de que tenía a medio colegio formando un círculo alrededor de él -Eh...qué ocurre? Por qué todos están aquí?- preguntó Hipo nervioso. Luego notó partes de sus brazos negruzcos y su camisa quemada. No tenía la menor idea de porqué se encontraba en ese estado, entonces se volteó y vio a Astrid incada y con los brazos sobre las rodillas de ella, pero notó que sus ojos estaban un poco hinchados, eso daba señal de que había llorado. El rostro de Hipo era neutro al ver a Astrid pero por dentro se preguntaba por qué Astrid estaba así.
-Bueno mirones! Ya son las 9 de la mañana y ninguno ha entrado a clases así que todos al aula!- gritó un profesor a todos los estudiantes y luego se acercó a la rubia -Astrid, si necesitas hablar con él, esta bien, yo hablaré con el profesor que estás para que lo comprenda.
La chica asintió con la cabeza mostrando una cálida sonrisa. Luego se volvió hacia Hipo quien se apoyaba de un árbol para poder levantarse. Pero había algo que no le quedaba claro a la rubia...¿Porqué Hipo no se transformó si el dragón lo había tocado?. No quería quedarse con la duda y buscó la manera de preguntarle a Hipo eso sin tener que mencionar los demás sucesos, entonces se acercó.
-Hipo? Puedo...-
-Ahora que quieres?- preguntó Hipo a manera de fastidio
-Oye por que me hablas así?-
-Te parece poco? Me mentiste!-
-Hipo!- dijo preocupada -no lo hice a propósito!
-Ah no? entonces no eran en serio todos los...ya sabes que nombres?-
-Yo...-
-Sabes qué? Si así eres con tus "amigos" hablaré con mi padre para irme con él de tu casa y no molestarte más, después de todo, es "sólo un arreglo" el compromiso, no?-
Eso último le había dolido a la rubia, sabía que Hipo tenía la razón al haberse enojado así y sabía también que lo que ella le había gritado a Patán era verdad pero no se lo diría a Hipo todavía. Luego el castaño dio media vuelta para irse y de pronto sintió que algo lo detenía; una mano suave y cálida era su barrera para dar otro paso.
-Espera...- dijo la rubia en voz baja. Hipo no dijo nada -yo...lo siento-
-Qué...?- preguntó Hipo para sus adentros
-Yo sólo quería que dejaras de decirme eso de que soy violenta y agresiva, por que no es así, yo tambien puedo ser cariñosa y atenta.....-
-Astrid...- dijo el castaño en voz baja
-De verdad que estoy arrepentida por haber provocado todo esto, te pido me perdones...-
Hipo estaba sin habla y se dio vuelta para asegurarse de que era Astrid quien sostenía su mano
-Sé que no cambiaré nada, pero por favor no te vayas...-
-Lo dices en serio?- preguntó Hipo en tono neutral
-Ah....yo....- la rubia se había quedado sin palabras
-Astrid...te gusto?- preguntó el castaño indiscretamente. La rubia se había sonrojado por la pregunta y tragó saliva antes de decir algo. El castaño observó el mismo brillo en los ojos de la rubia que había visto cuando estaban en las escaleras, no necesitó que Astrid lo dijera, ya que su mirada la había delatado.
-SÍ TE GUSTO! Ja ja ja!- se burló Hipo
-No, claro que no, es sólo que...-
-No lo niegues, ya te atrapé! Tus ojos no me engañan!-
-No Hipo! Yo...-
Hipo se soltó y fue a la clase que le correspondía, dejando a Astrid junto a la sombra del árbol en el que Hipo se había estrellado. Una brisa suave se había hecho presente, como si fuera a llover. Esta movía el flequillo de la chica, junto con la enagua del uniforme. La pregunta de Astrid, era porqué dijo que sus ojos se lo decían, no entendía el por que se esa observación. Lo único que sabía era que ese chico era un misterio.
Con el paso de la mañana, todos recibieron sus clases normalmente y luego salieron de clases. Estaba lloviendo, ella no traía nada con que taparse y había olvidado decirle a su padre que enviara a Tormenta así que tuvo que caminar a casa con la lluvia sobre ella. Luego Hipo salió y logró visualizar a Astrid abrazando su bolso para que sus útiles no se mojaran. Él si traía una sombrilla pero no estaba seguro si ir y compartir su sombrilla con ella, sabía que debía pagar por lo que ella le había hecho así que sólo la siguió de lejos. Cuando la rubia llegó al frente de su casa, abrió el portón de madera y entró para evitar un poco la lluvia. Cuando entró a la casa, vio que su hermana Leia iba saliendo.
-A donde vas Leia?- preguntó Astrid quitándose el sujetador de la trenza para que su cabello se secara, estaba muy ondulado y húmedo.
-Voy al mercado a comprar algo para la cena- respondió dulcemente y de pronto vió que Astrid estornudó.
-Astrid, cómo pudiste venirte con este clima de la escuela para acá? Ahhh...te traigo algo de la farmacia- preguntó Leia sonriendo al ver a su hermana.
-Tonterías! Estaré bien Leia! Ve tranquila!- respondió la rubia muy confiada.
-Muy bien, pero cámbiate o te pondrás peor- aconsejó la muchacha
-Sí, ve tranquila!
Luego Leia salió y vió que Hipo venía llegando, entonces lo saludó estirando la mano, él le devolvió el mismo saludo. Luego entró a la casa y cuando dejó su paraguas en la canasta donde se ponían, escuchó una tos, entonces se dirigió hacia la sala del cual provenía y vio que era Astrid envuelta en una cobija gruesa viendo televisión. Su plan no era que contrajera un resfriado, sino que sólo se mojara. La observó encogida de hombros y con la nariz tapada cuando ella intentaba respirar profundo, lo cual provocaba una tos. Se podría decir, a criterio del castaño, que "estaban a mano", entonces se acercó.
-Astrid? Estás bien?- preguntó él
-Tú que crees?- respondió ella de manera sarcástica
-Me disculpo por haber preguntado, amargada...- dijo él a manera de regaño
La rubia sólo se cobijó más, Hipo la rodeó para estar frente a ella. Observó que su nariz estaba algo roja, probablemente por estar tratando de respirar profundo tantas veces, luego se acercó.
-Que intentas hacer?- preguntó Astrid desconfiada
-Tranquila- respondió el castaño colocando su mano en la frente de ella. Tenía mucha fiebre y las ojeras eran remarcadas.
-Ya vuelvo- avisó Hipo, saliendo de la sala hacia su habitación.
-Y ahora que hará?- se dijo la rubia confundida.
Minutos después, Hipo volvió con algo en una mano y con un vaso de agua en otra. Entonces se sentó juntó a la chica.
-Toma, estas son pastillas para el resfrío de la familia Horrendo Abadejo-
-Se ven extrañas...-
-Extrañas?! Me tomo la molestia de ayudarte a sentirte mejor y...-
En ese momento Astrid tomó una y luego tomó el agua y bebió un sorbo para tragarse la pastilla. Hipo estaba sorprendido al ver que si se había tomado el medicamento.
-Gracias- dijo teniendo la aún la nariz tapada.