La Chica de los Cuatro Elemen...

By karimodelarosa

1.2M 86.8K 13.7K

Su salvación... según sus iguales. Un fenómeno... según las personas. Otra oportunidad... según los Científic... More

Nota
Booktrailer
Introducción.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capitulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Nota de la autora.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Epílogo.
Agradecimientos.
Segunda Parte. En Busca del Quinto Elemento.

Capítulo 12.

28.9K 2.3K 407
By karimodelarosa

Monserrat estaba parada en el pasillo, mirándola asustada.

—Y-yo me equivoqué —se excusó.

Miró de nuevo hacia el cuarto, no lo podía creer. Estaba hecho un hielo, literalmente. Las orillas de la colcha de la cama estaban cubiertas de escarcha, en las esquinas del cuarto habían pinchos que sobresalían, el piso congelado de un color azul celeste transparente.

Monserrat la miraba con el ceño fruncido y una expresión de confusión, pero duró poco.

—No pudiste haberte equivocado, ¿Porqué estas aquí?

—Me he de haber desviado en el camino, no sabía que venía hacia aquí —se volteó de nuevo a verla.

—Vete, no debiste ver esto, vete —se acercó a ella e intento sacarla de la habitación.

Era por eso que no quería que entremos.

—¡Sólo vete ya! —exclamó molesta y frustrada —Espera no, de ser así, tendré que ser yo la que se vaya —concluyó —¡Ah, mierda, tenías que llegar aquí!

—Espera, espera, no tienes que irte —le dijo Daphne.

¿Se lo digo? ¿Podré confiar en ella? ¿No se lo dirá a alguien?

—N-no eres la única —dijo antes de que Monserrat le cerrara la puerta en la cara. Ella se detuvo.

—¿Que quieres decir? —respondió con media cara asomándose por la puerta.

—Si esperas aquí un momento, verás de que te hablo —antes de retirarse por un momento, se volteó para decirle —No te vayas o cierres la puerta.

Daphne fue hacia el baño, abrió el grifo y del agua tomó una gran gota, temiendo que se reventara, lo cual no pasaría nunca, se fue hacia ella y le mostró lo que llevaba en su mano.

—Yo... —tragó saliva —También soy una Alterada.

—¿Tú? Vaya... Yo... no pensé que tú pudieses hacer eso.

—Ni yo, acabo de descubrirlo, en realidad.

—... ¿Tus padres lo saben? ¿Se lo has dicho? —preguntó con cautela.

—No —negó con la cabeza —No se los he dicho, no quiero hacerlo.

—Entonces tú... ¿Le dirás a tus padres... Que soy una Alterada? —ella jugaba con sus manos de manera nerviosa.

—¿Qué gano con decírselo​s? Además, me caes bien, y a mi hermano también, así que, puedes quedarte tranquila.

La muchacha le sonrió agradecida.

—Gracias Daphne. ¡Ah, si! Y si yo fuera tú, prepararía una respuesta creíble para tu ausencia de estos días. No estuviste vagueando por ahí... ¿O si? —preguntó con curiosidad —¿No me digas que estabas con un chico? —la miró de manera pícara —Te fuiste de casa por un par de días y ¿En dónde estabas todo este tiempo?

—¡C-claro que no! Yo... —pero dejó la frase inconclusa ya que no quería que Monserrat se enterara que pasó los últimos días, efectivamente, en la casa de un chico ¡Que pensaría ella! Sus mejillas enrojecieron —N-no importa, lo que si, es que estoy bien.

—¡Oh, espera! —la niñera salió un poco de su habitación y tomó una rosa, la pura flor, de las que estaban en un jarrón en el pasillo sobre le tocador —Yo... Te daré un pequeño obsequio, como agrademiento por guardar mi secreto.

Introdujo la rosa en la esfera de agua que llevaba Daphne. La flor se quedó suspendida, sin hundirse ni flotar, luego la tocó con el dedo índice y ésta al instante se congeló.

—Es... sorprendente..—Daphne sintió el peso de la esfera que traía consigo.

—Recuerdo una vez haber hecho algo parecido, pero... ¿Cómo decirlo? El recuerdo es borroso, sólo sé que lo hice —sonrió y se encogió de hombros.

—Es totalmente genial —tomó con ambas manos la esfera —Y no está fría.

—No —miró sus manos —La primera vez que hice una, tampoco era fría. No entiendo el por qué.

—Entonces conserva ésta —se la dio de vuelta y ella la tomó —Recuerda aquello que estás olvidando —le dijo, con una sonrisa.

Daphne ciertamente, encontraba cierto parecido entre la esfera que le dio William y la que Monserrat había hecho ¿Podría ser la misma?

En la comodidad de su habitación, sacó la esfera y la rodeó con sus manos, ésta tampoco estaba fría.

¿Podría ser Monserrat, la persona que William estaba buscando?

No, no podía sacar esa conclusión de algo tan apresurado. Había leído mucho sobre ese elemento y habían muchas personas que lo poseían, igual podía ser otra persona y no ella. Todos tenían la misma habilidad para congelar grandes gotas de agua.

Daphne se cambió su andrajoso vestido por uno de sus pantalones mas cómodos y una blusa de tirantes, para después d tomar una ducha.

Pero al mirarse al espejo, casi grita de sorpresa el verse.

—¡Mis... Mis ojos! —exclamó asustada.

Se observó con cuidado de nuevo, sin creer.

El color había cambiado, ya no tenían ese brillante tono verde, ahora eran cafés como el color de la madera oscura.

—Pero... ¿Cómo es posible? —susurró, aún confundida por lo que veía.

Ah, seguro Will sabe algo al respecto... Él parece tener más tiempo que yo siendo.... Esto, pensó con un poco de amargura.

Cuando llegaron sus padres se alegraron de verla, pero también la regañaron por su ausencia, le pidieron explicaciones del por qué no había vuelto a casa, lo cual tuvo que mentir. Fue una gran mentira, pero no la salvó del castigo.

En el Instituto, no se encontró con su amiga. Al parecer ella también había faltado a clases por varios días.

Lo que le preocupaba era que no volvió a ver a William después de ese día. Se enteró de que Mike había estado en el hospital todo ese tiempo, recuperándose del aparatoso accidente que casi le cuesta la vida.

Cada instante recordaba cómo la había pasado con William, lo feliz que se había sentido, siendo ella misma por unos instantes.

También se venía a su mente, aquel extraño sueño, dónde había estado Alba. Y cuando pensaba en ello, sentía una fuerza indescriptible que ansiaba con salir. Sentía enojo y desesperación.

Alba era la única persona con quién podía hablar sobre sus investigaciones y le respondería con la verdad, no como los demás, que creían que era un juego.

Pero conforme pasaban los días y seguía sin saber nada de William decidió buscarlo ella misma. No soportó estar cómoda en su habitación, cuando su amigo podría estar en una situación difícil.

No dudó ni un segundo mas en cambiar su vestimenta por unos jeans de mezclilla y una blusa de color blanco, se colocó unos tenis.

Cogió de un cajón las tres piedras que ella tenía y tomó la cuarta de su vestido, las puso en la parte delantera de la mochila. Se las mostraría, de seguro él sabía algo más que ella. Mientras aguardaba todo, vio la esfera que le había dado William.

¿Ella tenía derecho a algo tan valioso como eso? Era de la hermana de él y se la había dado para que la cuidara. No lo dudó dos veces y la metió en la mochila, se la entregaría. Tomó también una chamarra verde militar y la guardó dentro.

Se hizo una coleta, bajó las escaleras hasta la entrada, no estaban sus padres.

—Bueno, es más fácil así.

Tomó un cuaderno de su hermano y arrancó una hoja, tomó una pluma y comenzó a escribir.

Les dejó una nota a sus padres, diciéndoles que se iríapor un rato y regresaría en unas horas. Ella pensaba que era mejor pedir perdón que pedir permiso. Dejó la pluma junto a la hoja que colocó en la mesa.

Vio que cerca de la puerta estaba su chaqueta, justo donde la dejó la última vez, la tomó, se la puso y salió fuera.

Quizás debió checar el clima antes de salir, ya que se encontraba lloviendo.

La gente corría de un lado a otro tratando de cubrirse de la lluvia repentina, pero a ella no le importó, se puso su capucha y comenzó a caminar con la mirada baja. Los relámpagos aparecían en cualquier parte y se escuchaban gritos de asombro.

Daphne pensó en William al ver los rayos y en dónde estaría en ese momento.

Chocó con una persona, ella casi cae de no ser por qué el desconocido la tomó del brazo antes de que tocara el suelo.

—¿Estás bien? —se volteó a mirarlo para agradecerle y lo primero que vio fueron los ojos azules que no había visto desde hace más de una semana, lo curioso era que ese azul era más opaco ahora ya no tenían ese brillo de antes.

—¡Mike! —le gritó y lo abrazó —¡Estaba tan preocupada! ¡No te vi en clases y yo...! —dejó de hablar cuando se dio cuenta de que su amigo permanecía indiferente ante su toque.

Se separó de él, entristecida por su reacción. Pero el joven la miraba extraño, ella recordó el accidente, la muerte de Irene.

—La mataste —dijo Mike con un tono enojado.

Aquellas palabras le estrujaron algo en su interior, creyó que tal vez, sólo tal vez, podría olvidarlo y que pudieran volver a ser amigos cómo antes, pero desde luego que no sería así. Él no iba a olvidar aquello y ella no podía hacer nada respecto a eso.

—No y-yo no la maté —dijo con voz entrecortada —Fue un accidente y tú lo sabes —dijo, tragó saliva.

La lluvia había mojado su cabello y ropa, su rostro estaba empapado también y comenzaba a temblar por el frío que le provocaba.

—Lo siento, pero yo... no te conozco Daphne, ya no —respondió levantando los brazos y pasando por un lado de ella sin mirar atrás.

Por favor... no...

Se decía interiormente. No podía creerlo, ahora Mike la odiaba.

No. No podía odiarla por algo que ella no hizo. Lo intentó y no podía culparla por ello. Intentó ir hacia Irene, pero ella no podía hacer nada más, también había estado herida. Intentó salvarle la vida, pero había sido demasiado tarde, no ha sido culpa suya el hecho de que el auto explotara. No fue culpa suya que Mike volteara cuando no debía. Apretó con fuerza sus puños, sintiendo como el enojo se apoderaba de ella.

—¡Mike! —le gritó, él se detuvo por un momento luego se volteó a verla —No fue culpa mía... Sabes en el fondo que fuiste tú quién despegó la vista de la carretera —le recordó.

No sentía pena por su compañera fallecida, si no coraje por el hecho de que Michael la culpara, cuando la verdad era otra.

—No busques a quién culpar —replicó molesta —¡No quieras limpiar tu consciencia echandome todo a mí! —le gritó desesperada.

Hubieron gritos de asombro, miró a su alrededor y sólo vio una cosa: Llamas.

Tenía fuego en sus manos y cuando miró hacia la izquierda descubrió que también tenía fuego en los hombros. Pero sin importar que tan altas o calientes fueran las llamas, ella no lo sentía. El fuego no la lastimaba.

Las únicas veces que pasó por algo similar fue cuando estuvo con William, pero en aquella ocasión no había nadie, esta vez no estaba sola en el bosque, esta vez estaba frente a personas. Se ponía en evidencia.

Se volteo para ver a Mike, quién sólo mostraba una cosa en su rostro: Terror.

Y ella comprendió lo que eso significaba, cómo la vería de ahora en adelante, cómo la vería siempre. Cómo un Alterado más.

Las personas la veían aterrados, incluso los padres que llevaban niños los colocaban detrás de ellos; en señal de protegerlos.

Ante los nervios de que mas personas la estuvieran observando, su corazón comenzó a latir acelerado.

Y el piso comenzó a temblar ligeramente, pero las piedras más pequeñas saltaban en su lugar a causa de el repentino temblor en el suelo, se formaron grietas que partieron el concreto.

Las personas caían al suelo, asustadas por lo que ella provocaba y retrocedían como podían.

—¡Monstruo! —gritó alguien cercano —¡Monstruo! ¡Asesina!

—¿Mike? —de giró hacia él, en busca de algún apoyo de su parte, pero el joven sólo retrocedió cuando ella dio un paso en su dirección.

—... Aléjate de mi, Alterada —fue lo que dijo.

Volvían a gritarle de ambas maneras e incluso escuchó decir que la llamaban "bruja", pero lo que más le dolió fue que Mike estaba entre aquellas personas que le dirigían miradas de terror.

Un joven que estaba ahí, observó sorprendido lo que ella estaba haciendo sin darse cuenta.

Corrió hasta ella y se inclinó frente suyo.

—¡Mi señora! —exclamó él con devoción —¡Por fin está con nosotros!

Daphne miró al desconocido sin entender qué estaba haciendo. Tenía tantas emociones que no pudo articular una palabra.

—¡Señora! —exclamó de nuevo el joven, quién levantó el rostro y la miró —¿Llegó para salvarnos, señora?

Sus palabras provocaron el Daphne un caos de recuerdos.

Recordó aquel día que salió con Mike y se toparon con un Alterado, recordó con exactitud sus palabras dichas: "Nos salvará"

Y el hombre que se acercó a ella, atraoandola pero sin decir nada. Ahora entendía a lo que se refería.

Detrás del joven, una mujer había tomado su teléfono y estaba marcando un número con sus dedos temblorosos.

—¿Disculpe? ¿Son los agentes del laboratorio? ... H-hay un Alterado... E-está quemando cosas. ¡Por favor, vengan rápido!

Llaman a los Agentes de el G. L.

Retrocedió, asustada por lo que estaba ocurriendo, por el rumbo que habían tomado las cosas tan de pronto.

¿Quién era ese joven? ¿Por qué de pronto se inclinaba ante ella? ¿O acaso... Era ella la persona que ellos buscaban, su salvadora? Y Mike... ¿Por qué no se ponía de su lado?

Abrumada por sus emociones, hecho a correr.

Sólo una persona cruzó por su mente, alguien que la entendería, le ayudaría, sin importar si ahora lucía como un monstruo, no la trataría como uno.

William.

-karimodelarosa.

Continue Reading

You'll Also Like

752K 19.8K 42
Las reglas del juego son muy sencillas, recitarás en latín el conjuro inicial, esparcirás tu sangre sobre la estrella que está en el centro del table...
333K 486 4
PRIMER LIBRO DE SAGA ESTACIONES. Isabelle nunca se consideró especial a pesar de que su madre siempre se lo decía. Ella pensaba lo contrario, ya qu...
4.4K 238 21
Lilian tan sólo tenía 17 años cuando su padre falleció en un trágico accidente, por lo que se ve obligada a mudarse a una mansión que ni siquiera sab...
322K 22.9K 50
"Le dices qué es hermosa, ella dice ''No, no lo soy''. Le dices qué no es gorda, ella dice ''¿Vez esto?'' y toca su vientre. Halagas cómo luce, te di...