Gerard tardó en salir de su ensimismamiento, pero cuando lo hizo descubrió que todos seguían intensamente interesados en el grupo de exploración que acababa de llegar. Vio como Ghoul recibía abrazos y compartía carcajadas, lo observó hablar con un centenar de personas, y sostuvo su mirada varias veces, incluso Red se había apartado de él para ir a saludar a Ghoul.
Entre más lo miraba, más fácil era comprender por qué era el líder. Ghoul era una persona terriblemente amable, eso se notaba a simple vista, pero también se veía que era entregado a sus ideales, era correcto y también, a pesar de su edad, parecía ser el protector de cada alma al interior de la cueva.
Sus ojos viajaron a Red cuando ésta estuvo cercana a Ghoul, la vio saludarlo con un apretado abrazo y luego comenzar a apuntar en su dirección. Tardó en asimilar que Ghoul estaba mirándole fijamente ahora, e incluso cuando la multitud se abrió para darle paso, no supo qué rayos hacer. Nunca había sido bueno manejando las situaciones en las que se veía envuelto, y menos si había más de cien personas mirándolo fijamente. Pero no podía salir corriendo, o hacerse el idiota. Sólo tenía una dirección permitida, y era hacia delante.
— Así que tú eres el nuevo —la voz de Ghoul era asombrosamente ronca para su estatura, Gerard se sintió vibrar—. Hay muchas cosas que tienes que contarme si quieres ser parte de nosotros, ¿hablarás?
— Sí, señor —agregó la última palabra, sólo porque creía que era lo correcto.
Pero Ghoul comenzó a reír, también lo hicieron quienes habían escuchado directamente y a medida que los murmullos se apagaban, una carcajada generalizada comenzaba a estremecer los altos muros de piedra. Gerard sintió que su rostro se ponía tan rojo como su cabello.
— No soy un señor, sólo soy un poco mayor que tú —dijo Ghoul, pero esta voz su voz sonaba mucho más amigable—. Red, ¿podrías llevarlo a la sala de interrogaciones?
Red sonrió, y haciéndole un gesto con la cabeza a Gerard empezó a apartarse en medio de la multitud. El sonrojo seguía encendiendo las mejillas de Gerard, pero ninguno de los rostros con los que se topó parecía burlón, todos sonreían, sí, pero eran sonrisas cálidas y amigables. Por alguna razón se sintió seguro en medio de toda esa gente.
De todos modos, y aunque intentaba ignorarlo, la llamada "sala de interrogaciones" lo ponía intensamente nervioso. Y fue sólo cuando se apartaron lo suficiente y se encontró solo nuevamente con Red que se atrevió a mirarla a la cara para hablarle directamente, pasando por alto el temblor en su voz.
— ¿Sala de interrogaciones? —suspiró.
— Ghoul estaba bromeando —dijo simplemente, Gerard dejó caer sus hombros—. No tenemos una sala de interrogaciones, te llevo a la sala de operaciones que es algo así como el corazón del cuartel general. Se ha vuelto más genial desde que Dr. Death se unió a nosotros. El tipo realmente sabe de informática y todo eso. Puso unas cosas que son como radares de calor, y puede identificar a cualquier cuerpo que se acerque como un kilómetro a este lugar. Es asombroso, ¿No?
Gerard asintió.
Cuando llegaron a la llamada sala de operaciones, supo que su imaginación había estado bastante cerca de lo que en realidad era. El lugar era bastante espacioso y terriblemente alto, pero aun así estaba totalmente equipado, sólo en algunas partes se podían ver las paredes de piedra, y Gerard creyó que esos espacios en blanco pronto serían ocupados por más maquinaria. La zona central era una amplia mesa redonda cubierta de mapas, documentos y modelos a escala de diferentes vehículos y armas. A la izquierda de la misma, comenzaban las pantallas de diferentes tamaños, cada una ofrecía imágenes totalmente diferentes, y muchas de ellas mostraban sólo números y letras sobre imágenes satelitales de lo que parecía ser un increíblemente enorme edificio en color blanco con un símbolo extraño pintado con color negro en el techo.
Pero a excepción de todo aquello, la sala estaba desierta. Gerard comprendió el punto de Red hacía un rato, todos habían salido a recibir a Ghoul, incluso las personas que estaban encargadas de monitorear todo aquello. Era un buen líder, al parecer, uno muy querido por su gente.
— Ghoul vendrá en un rato —dijo ella, Gerard se giró para encararla—. No te pongas nervioso, dile toda la verdad, todo lo que sepas. Si eres algo así como un espía... debes decírselo también. Éste interrogatorio puede ser tu final, pero si eres un buen chico, así como pareces ser, será tu comienzo aquí. Buena suerte, Party Poison.
— Entendido. Y gracias por todo, Radioactive.
Ella sonrió y luego de guiñarle un ojo se marchó de ahí.
Gerard se sentía extrañamente pequeño en aquél lugar, sentía que cada una de esas pantallas eran ojos que lo observaban, y por el rabillo del ojo comenzó a buscar cámaras, pero no encontró nada a simple vista. Se le hacía extraño el cómo habían logrado mezclar tecnología tan avanzada y cosas tan futuristas con esos túneles de piedra. El trabajo posiblemente había sido complicadísimo, pero si Ghoul estaba monitoreándolo debía haber sido bastante ameno.
Gerard se sorprendió ante ese pensamiento, básicamente no conocía a Ghoul, pero sabía que el tipo era genial, jodidamente genial, y eso era motivo suficiente como para considerarlo algo así como un amigo.
— Entonces... —la gruesa voz de Ghoul lo hizo sobresaltarse, se giró para encararlo y tuvo que quitar uno de los rojos mechones de sobre su frente para que no molestaran a sus ojos, Ghoul cerró la puerta a sus espaldas y luego fue a tomar asiento en la cabeza de la mesa, una de sus manos enguantadas comenzó a palmear un lugar junto a él, así que Gerard fue a sentarse— Haremos esto rápido porque como ves, acabo de llegar, no he comido en dos días, llevo casi un mes durmiendo en la camioneta y el mismo tiempo sin tomar un baño.
Gerard asintió.
— Te haré preguntas y quiero que las respondas con la verdad... porque de otro modo —Gerard casi no notó cuando Ghoul sacó una extraña arma, de esas que le habían herido el brazo, y la dejó sobre la mesa. Era de un tono amarillo eléctrico y el cañón se veía demasiado largo como para ser real. Pero realmente no quería ponerla a prueba, así que volvió a asentir.
— Sí... —murmuró, y se cortó de inmediato antes de añadir nuevamente el "señor."
Ghoul pareció notarlo, porque después de quedarse largos segundos analizando su rostro, le dedicó una sonrisa torcida, la cicatriz en su mejilla parecía haber endurecido la piel sobre esa mitad de su rostro, pero a Ghoul parecía no importarle en lo más mínimo.
— ¿Eres un espía?
Gerard frunció el entrecejo, era bastante directo.
— No —respondió de inmediato.
— ¿Te enviaron a matarme?
— No.
— ¿Por qué estás aquí?
— Dos de tus hombres, Cyanide y otro tipo cuyo nombre no recuerdo en estos momentos me encontraron en el desierto. Me salvaron la vida porque esos Draculoids realmente parecían querer matarme, pero sólo lograron herirme aquí —dijo tocándose la zona de la quemadura—. Me trajeron a este lugar, pero no vi el camino, y luego estuve dormido en la enfermería... cuando desperté, Red me hizo un cambio de imagen y... eso es todo.
— ¿Te hizo un cambio, como lucías antes?
Gerard frunció el entrecejo, era extraño que después de toda esa información Fun Ghoul estuviese preocupado sólo por su atuendo, pero no hizo preguntas.
— Traía sólo una camiseta y mis jeans, el cabello negro, converse...
— Vaya —asintió Ghoul—. Creo que no era necesario cambiarte el color de cabello, pero me agrada.
Ghoul sonrió, y Gerard sintió un extraño estremecimiento en su pecho.
— ¿Cómo te haces llamar? —preguntó entonces.
— Mi nombre es... Ge... Party Poison —respondió.
Pero Ghoul se había dado cuenta.
— ¿Ge...? ¿Qué?
— Gerard —dijo finalmente—. Mi nombre es Gerard.
— ¿Con qué grupo estabas antes de perderte en el desierto?
— Con... nadie —murmuró Gerard—. Yo sólo... sé que quizás suene un poco loco, pero desperté en mi cama, a unas horas de acá. Pero toda mi casa parecía estar destruida y había arena por todos lados, así que salí de casa y... comencé a caminar, lo demás ya te lo dije.
— ¿Despertaste?
Gerard asintió.
— Sí es bastante loco, pero te creo. Voy a poner a unos chicos a investigar sobre todo esto. Mientras tanto quiero que te quedes aquí y que no le digas a nadie acerca de tu pasado, di que estabas en el grupo de Diamond y que después de un ataque te separaste del grupo, ¿Entendido?
— Entendido.
— Y no uses tu nombre aquí. Desde hoy eres sólo Party Poison.
— Entendido.
Ghoul se puso de pie y sin decir nada más salió de la habitación. Pasó un largo rato antes de que Gerard decidiera seguirle al pasillo, parecía estar desierto en ambas direcciones, así que comenzó a caminar por el más claro. Luego de un largo rato llegó a una puerta abierta con la luz encendida en el interior, a simple vista parecía ser una cocina, y se sorprendió al encontrar a una niña de no más de nueve años ahí, pelando una naranja con extrema concentración.
— Hola —dijo con la voz más animada que encontró.
La pequeña de rizos alborotados alzó la vista, sus ojos eran de un bonito color oliva que contrastaba a la perfección con su piel morena. Luego de mirarlo unos instantes, le dedicó una sonrisa de pequeños dientes.
— ¿Cómo te llamas? No te he visto por aquí antes...
— Soy nuevo —respondió, acercándose hacia ella. La niña le lanzó una naranja a mitad de camino, y de pura suerte Gerard logró atraparla. Jugando con la naranja en sus manos fue a apoyar el cuerpo contra la encimera en la que la niña estaba sentada—. Mi nombre es Party Poison.
— Vaya —murmuró ella—. Mi nombre es Grace, Grace Jeanette Clark. Pero aquí todos me dicen Morning Star, o sólo Star.
— ¿Grace? Es un bonito nombre —dijo Gerard, intentando disimular la sorpresa al escuchar aquél nombre tan real.
— Gracias, a Red no le gusta que lo use porque dice que es peligroso, además a veces me miran un poco raro por eso... todos usan nombres inventados aquí, y a veces olvido decir mi nombre inventado, y digo el real. Pero Red dice que aquí mi nombre inventado es mi nombre real. Y es muy confuso.
— Te entiendo —suspiró Gerard, sorprendido de hacerlo realmente—. Mi nombre es Gerard, pero debo usar mi nombre inventado para encajar, supongo.
— Es difícil encajar —dijo la niña—. No te dejan ser tú... y si lo intentas piensan que estás loco. Red dice que tengo una imaginación muy activa y que por eso me gusta inventar historias.
— ¿Por qué dice eso?
— Porque... —la niña alzó la mirada y después de comprobar que estaban solos, volvió a mirarle— Hace algún tiempo le dije que todo esto es un sueño, mi sueño. Que yo lo creé en mi mente porque estoy un poco enferma y mis papás no me dejan ver la tele porque dicen que el contenido no es apto para niñas de mi edad, ¿entiendes? Pero todos piensan que... estoy loca.
Gerard abrió sus ojos enormemente, no sabía cómo demonios decirle a la niña que realmente la entendía porque su situación era similar, y que, demonios, era demasiado extraño que ella tuviera la misma noción que él con respecto a todo aquello. Quizás ella era sólo la lucecita dentro de su mente para recordarle que todo eso era realmente un sueño, era algo así como Pepe Grillo, aunque la analogía no fuese totalmente correcta. Ella sabía que ese no era el mundo real, ¿cómo decirle que su noción era correcta?
— Yo no creo que estés loca —dijo luego de un rato—. Te comprendo.
— ¿Cómo puedes comprenderme? No sabes cómo es esto...
— Te contaré un secreto, Grace. Pero no debes decirle a nadie, ¿Está bien?
Ella asintió.
Gerard comenzó a ordenar sus ideas, abrió la boca para comenzar a hablar de su propia noción de aquél mundo de ensueño, pero de pronto todo se volvió difuso ante sus ojos, vio a la niña y a toda la escena en sí apartarse por una especie de túnel, y cuando el túnel desapareció en un manto negro, probó con abrir los ojos. Y la luz regresó. Se encontraba en su cama, y su respiración estaba terriblemente acelerada.
— ¿Qué demonios? —exclamó, frotando sobre sus párpados.
Todo era terriblemente extraño, pero no ganaba nada preguntándose cómo demonios es que su sueño había acabado así de pronto. La habitación seguía en penumbras, así que posiblemente era de noche todavía. Sin perder tiempo abandonó la cama y fue a encender su computador de escritorio. Sus manos seguían húmedas cuando tomó el mouse y con torpeza movió el puntero al ícono del buscador de internet. Con prisa tipeó el nombre de la niña.
Y la página de Google se llenó de noticias a nombre de Grace Jeanette Clark.
"Niña de diez años espera trasplante de médula ósea."
"Padres desconsolados a tres meses del coma inducido de su hija."
"Médicos se cuestionan vida artificial de niña de diez años."
"Corte suprema inicia una ley de investigación médica a nombre de pequeña de diez años"
Gerard comenzó a viajar por los enlaces, en dos de ellos había fotos de la niña en cuestión. Sus ojos estaban cerrados y su piel lucía pálida y enfermiza, pero era ella. Era la niña de su sueño. ¿Cómo demonios es que estaba en su sueño si es que nunca antes la había visto?
Cerró el buscador y giró en la silla del escritorio, dos de sus dedos jugaban distraídamente con el colgante que Grant Morrison le había regalado, sin percatarse que la niña en las fotos que acababa de ver, tenía un colgante idéntico al suyo, aunque su color era diferente.