Desire (Silence 2)

By Saku_Mayu

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¿Qué estarías dispuesta a ofrecer por amor? Durante diecisiete años, Alis había creído que el mundo era tan... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23

Capitulo 15

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By Saku_Mayu

Esperé a que Vassago se apartara lentamente para parpadear, desviando la mirada del demonio. Desde que había descubierto la procedencia de la misteriosa esencia de Vassago me sentía incomoda, extraña y el aroma parecía haberse adherido a mi piel, a todo mi entorno e, incluso, a mi cabeza.

—¿Estás bien?

Traté de sonreír sin mucho éxito.

—Hm —acepté sin entusiasmo.

Vassago me estudió con atención. Su mirada volvía a ser de hielo, perdiendo esa pizca de calidez que había tenido hasta sólo un instante.

—¿Animada para conocer a Sus majestades, señorita Brooks?

Levanté una ceja, incrédula y luego traté de encontrar valor para darme la vuelta y mirar las expresiones y miradas que seguramente me estaban dirigiendo, pero pensar en Belial y en su reacción al verme hacía que no encontrara ánimos de girarme y encararlo.

—¿Tus padres, Alteza? —me burlé, dando una marcadísima entonación al título.

—Exactamente.

Bueno, ¿no había ido a ese mundo con la idea de hacer amigos no humanos? Era bueno tratar de relacionarse con gente tan prestigiosa... sin lugar a dudas, si sobrevivía tendría historias para contar a mis nietos... —vale, mejor no entraba en ese tipo de pensamientos. ¿No había acordado ya terminar sola, amargada y con ocho gatos?—, aunque fuera en un psiquiátrico.

—Habías mencionado algo de que me protegerías, ¿verdad? —No necesité levantar la cabeza para saber que a Vassago le hacía gracia la observación—. Aunque igual deciden matarte a ti primero.

—Eso sería digno de ver.

Esta vez sí levanté la cabeza para mirarlo, sorprendida por el tono alegre de sus palabras pero fue lo único que hice. Antes de que alcanzara a ver su rostro, sentí como un brazo me rodeaba con fuerza y tiraba de mí hacia atrás, haciendo que todo a mi alrededor comenzara a deformarse y dar vueltas hasta que finalmente fui capaz de enfocar el paisaje de mi alrededor.

Alarmada, y aún desorientada y mareada, me giré dando varios traspiés hacia atrás.

—Veo que has estado muy entretenida.

—Belial —Odié que mi voz no sonara con la suficiente fuerza y erguí la cabeza, recordándome lo que acababa de suceder en la fiesta — o lo que fuera aquello a lo que Vassago me había llevado—, y puse las manos en las caderas, de pronto sintiéndome incomoda de llevar un vestido así y no algo más practico como unos pantalones. Sabía lo que Belial opinaba de mí de todos modos y eso sólo hacía que se inflamara mi rabia—, ¿qué quieres?

Mis ojos buscaron a la figura del demonio, tratando de que mi cabeza dejara de dar vueltas y cesaran las ganas de vomitar, observando el Pailahueque me rodeaba. Estaba muy lejos de seguir dentro del palacio donde Vassago vivía y donde yo había estado viviendo los últimos días. Me encontraba rodeada de diversas lagunas, pequeñas, como charcos o grandes extensiones de agua pero todas ellas estaban cubiertas de un gran manto de nenúfares dándole al agua una apariencia verde y sobre todo de flores rosas que flotaban en el agua. Podía notar bajo mis pies la tierra blanda y la manera desagradable que los tacones se hundían en ella. Me moví torpemente y me giré para encararme a Belial que me observaba no muy lejos, a la orilla de la laguna más próxima. Ni siquiera hice por acercarme; me crucé de brazos y lo miré todo lo enfadada que pude.

—¿Querer? ¿De quién?

Belial dio un paso hacia mí y noté como cada músculo del cuerpo se tensaba, pero me obligué a mantener la cabeza erguida y sobre todo a no moverme —algo bastante peligroso teniendo en cuenta la cantidad de lagunas y mi desconocimiento sobre la profundidad de aquellas aguas—, negándome a mostrar ninguna clase de temor.

De alguna manera, la presencia de Belial, imponente y de una belleza irracional no parecía afectarme del mismo modo que lo había hecho cuando lo conocí, ni siquiera pese al tiempo de ausencia en el que había convertido mi vida en un espejismo. Había algo diferente. Incluso el extraño revoltijo de emociones que me alteraban en ese momento. Decir que no me emocionaba verlo era estar mintiendo, pero al mismo tiempo, la reacción que había tenido en la fiesta aún me molestaba. Además, me inquietaba estar de pronto alejada de Vassago.

—¿No me has traído hasta aquí?

—Claro, por supuesto —Belial se detuvo a escasos centímetros de distancia y arrugué la frente, tratando de que cuando su esencia me alcanzase no comenzara a ceder lamentablemente a ella, pero no la noté en ningún momento, como si de pronto él hubiera dejado de tenerla o yo hubiera perdido de golpe la capacidad de sentirlas—, preferías estar en otro lado y con alguien más, ¿es eso?

Levanté los ojos y lo miré rencorosamente.

—Es verdad —solté enfadada. No iba a ceder ante su hechizante mirada azul eléctrico y contaba con la sospechosa manera en la que las esencias habían desaparecido—, si tengo que elegir entre el poco interés que tenías de volver a verme o la amabilidad de Vassago, supongo que imaginarás con quien prefiero pasar el tiempo —volví a lanzarle una mirada rencorosa. ¿Tan poco interés había tenido en su vida como para que al volver a verme su reacción hubiera sido aquella? No esperaba que se entusiasmara al verme, pero lo mínimo de etiqueta —al menos la humana—, era fingir sorpresa ante un encuentro con un conocido y sobre todo un intercambio de saludos y falso interés por el bienestar del otro. Respiré con fuerza y apreté los brazos sobre el pecho. ¿Por qué tenía que sufrir por aquello? ¿Tal vez porque había soñado con ese momento desde que nos habíamos separado? —. No eres humano —continué, notando como mi voz se endurecía y aparté la cara, clavándola en uno de los nenúfares que se movía en la laguna más cercana y se detenía en la orilla—, no necesitaré tener que explicarlo mejor, ¿verdad?

—Amable... —la aspereza en la voz de Belial junto a la característica sensualidad con la que siempre hablaban los demonios hizo que sintiera un escalofrío y apreté con más fuerza los brazos y noté como mis pies se movían hacia atrás—, ¿estás diciendo que Vassago es amable?

Aparté los ojos de la laguna y giré la cara para volver a mirarlo. Sus ojos brillaban peligrosamente.

—Sí —respondí sin dudar, odiándome cuando tuve que apartar la mirada y farfullé una maldición. ¿Dejaba de sentir las esencias pero aún no podía sostener las miradas? ¡Era injusto!

—¡Amable! ¿Crees que Vassago dirige y gobierna un mundo lleno de demonios siendo amable?

Esas palabras cargadas de aspereza tuvieron otro significado para mí. Sentí como mi cuerpo se caldeaba y reprimí una sonrisilla que ya brotaba por mis labios. Ni siquiera traté de volver a mirarlo a los ojos y levanté el pie, sacando el tacón que se había hundido en la tierra. ¿Así que Vassago no era habitualmente amable?

—Entonces déjame que me corrija —dije feliz de que el sarcasmo nublara cualquier otra emoción plasmada en mi voz—, prefiero estar con alguien que es amable... al menos amable conmigo.

Vi la cólera en el brillo de los ojos de Belial un segundo antes de que sintiera el movimiento de su cuerpo hacia mí. Retrocedí instintivamente, olvidándome del problema de los tacones pero tanto si hubiera terminado en el suelo por culpa de perder alguno de los zapatos o Belial me hubiera alcanzado antes de terminar estampada humillantemente en el suelo, no llegué a comprobarlo. Un aire fresco inundó un instante el entorno, notando como todo el vello de mi cuerpo se erizaba y un segundo después me encontré rodeada por un fuerte brazo mientras el cuerpo de Vassago se interponía entre Belial y yo y apartaba lentamente su mano de mi cintura, permitiendo que Belial viera el movimiento, unos ojos que se entornaron peligrosamente al ver a su amigo y retrocedió un solo paso hacia atrás.

Aquel aroma...

—Cuando dije que te protegería —Vassago ladeó un poco la cabeza hacia atrás para mirarme antes de volver a poner toda su atención en Belial que parecía en guardia—, nunca pensé que también hablábamos de él.

—Es curioso —Belial arrastró las palabras con el mismo tono peligroso que se leía en su mirada—, no recordaba esa familiaridad entre los dos —sus ojos se desviaron de su amigo hasta detenerse en mí y contuve la respiración—, ¿desde cuándo sois tan cercanos?

El sarcasmo en su voz, su mirada brillante y peligrosa capaz de cortarme la respiración y la envolvente y embriagadora esencia de camelias de Vassago, hacían que me costara mantenerme en pie y retrocedí despacio, tratando de enfocarme pero levantando bien los pies para no caer al suelo o tener que volver a ser rescatada, una situación que comenzaba a ponerme de los nervios.

—Quién sabe —la voz de Vassago era helada y no apartó la mirada del otro demonio cuando sus hombros se levantaron en un elegante movimiento—, ¿tal vez desde que compartimos la misma cama?

Abrí mucho los ojos y me detuve de golpe, mirando la espalda de Vassago impresionada y notando como me ruborizaba violentamente, incapaz de desviar la mirada un par de centímetros para ver la expresión que tenía Belial en ese momento, pero podía notar su mirada fija en mí, incluso podía sentir el calor que emanaba de ella. Pero no dije nada, ni siquiera traté de corregirle o explicarme. Sabía que Vassago lo había dicho para provocar a Belial y en parte me alegraba de que aquellas palabras hubieran conseguido perturbarlo. Podía entender el significado que se le daba, no sólo de manera literal, algo de lo que también prefería no dar demasiadas vueltas, sino que era una forma de desafiar el poco interés que Belial me había mostrado. Se lo agradecía, incluso aunque tuviera que volver a ser rescatada por él. Además, técnicamente, Vassago no estaba mintiendo, sólo que él no había dormido en esa cama de la que hablaba desde que yo había aparecido.

Sí, esos eran los detalles que hacían que odiase a Vassago...

Volví a quedarme completamente helada, sólo que esta vez fue por un motivo diferente. No me había dado cuenta al principio, posiblemente porque la aparición de Belial me había impactado más de lo que quería reconocer, pero había algo en todo aquello que no marchaba correctamente. No podía sentir las esencias de Belial, ni siquiera sentía las otras de Vassago, sólo aquella que había ido intensificándose gradualmente, las camelias, pero si eso significaba que las esencias no me afectaban... levanté la mirada para clavarla preocupada en la imponente presencia de Vassago. Esos no eran detalles que precisamente hacían que lo odiase... y ese motivo, en ese momento me resultaba aterrador.

—¿Humana?

La voz de Belial llegó a mí muy lejana, perdiendo el interés por la conversación. Me sentía abrumada por mis propios pensamientos y por unos minutos, sentí como el ambiente sufría un extraño fenómeno atmosférico. Mientras los dos demonios se fulminaban con la mirada, unas ráfagas de calor y frío llegaban hasta mí al punto de asfixiarme y congelarme, mareada y confusa por la embriagadora esencia de Vassago y casi di un bote cuando una mano rozó mi hombro desnudo, un instante antes de que los dedos cálidos se apartaran con la misma rapidez con la que me habían tocado.

—Mucho tiempo sin verte, Arioch.

Vassago no había girado la cabeza hacia atrás en ningún otro momento, incluso yo juraría que no había movido ni un solo músculo desde que había apartado la mirada de mí y estaba segura que tampoco parpadeaba, al igual que estaba convencida que Belial no lo había hecho en ningún momento.

Giré la cabeza para mirar a la presencia serena e inconfundible de Arioch que hizo una profunda reverencia ante la espalda de Vassago.

—Alteza Real —Después se enderezó y me sonrió—, será mejor que nos alejemos un poco.

Dudé sin moverme, girando un segundo la cabeza hacia los dos demonios, y volví a mirar a Arioch, sorprendiéndome de encontrar a Naamah a mi lado, agazapada y tirando de mi vestido con una mano para que me acuclillara a su lado. Obedecí ante su insistencia, no sin antes mirar por si aparecía el último de los demonios que conocía y a quien realmente prefería no encontrarme.

—Estás muy guapa —aseguró Naamah con sus grandes ojos clavados en mí, sin dejar de mirar mi vestido hasta que reparó en los brazaletes y colgantes que Vassago había puesto en mi cuerpo y soltó una exclamación, alertando a Arioch cuando retrocedió, alejándose de mí.

—Compórtate, Naamah.

Levanté la cabeza para mirar a Arioch quien apartó la mirada cuando se encontró con la mía y sólo me giré cuando vi como Naamah miraba cohibida a mi espalda y hacía una florida reverencia.

—Alteza Real...

Los ojos de Vassago también se encontraron con los míos, al igual que Belial que también me miraba.

—Veo que ciertamente has estado muy ocupada.

Aparté la mirada, incómoda, pero no vacilé cuando abrí la boca para hablar.

—No es asunto tuyo.

La mirada de Belial se mantuvo incómodamente fija en mí hasta que la desvió hacia Vassago.

—¿Humana? ¿Desde cuándo te gustan las humanas? Nunca has mostrado interés por los humanos.

Los hombros de Vassago se movieron una vez más despacio, levantándolos de manera indiferente.

—No tengo interés por los humanos, al menos no ese interés que tú has mostrado siempre por ellos —hablaba lentamente, arrastrando su voz aterciopelada—, pero creo que no has notado el detalle más importante de todo esto.

—¿El detalle más importante? Nunca me ha gustado tu juego de palabras, amigo?

Oh, eso era maravilloso. A Belial no le gustaba el juego de palabras de Vassago y yo había estado soportando el de los dos desde que los había conocido.

—Tal vez no te has dado cuenta que no es sólo humana.

Belial enarcó una ceja y yo también me erguí atenta, de pronto muy interesada por la conversación. ¿No era sólo humana?

—Es humana —aseguró Belial, entornando los ojos.

Vassago ladeó la cabeza y yo hubiera echo cualquier cosa por poder mirarle la cara.

—Humana sí, pero una mujer, ¿no te has dado cuenta de eso?

La esencia de Vassago me envolvió completamente en ese momento y sonreí tímidamente, agradeciendo una vez más sus palabras y sintiéndome tan viva por dentro que por un segundo sentí la arrebatadora y aterradora necesidad de abrazarlo, algo que no hice, por supuesto, y me moví hacia atrás despacio, asegurándome de levantar poco a poco los tacones para hacerlo. Necesitaba alejarme del aroma que Vassago desprendía o terminaría cometiendo una locura.

—Sí, creo que diferencio bastante bien los géneros, gracias —soltó Belial ásperamente—, y supongo que de todas las mujeres humanas, fuiste a buscar a ésa precisamente.

Contuve la respiración, deteniéndome de golpe —segura que no podría centrarme en moverme por aquel lugar con esos zapatos y no caerme si tenía que prestar atención al horroroso rumbo que estaba dando esa conversación— y miré a Vassago suplicante. Todo había ido genial hasta ese momento, podía levantar la cabeza ante Belial después de lo ocurrido en la fiesta gracias a Vassago pero si por un momento salía a la luz la manera en que yo lo había buscado y hasta le había suplicado —no literalmente pero dado el caso era lo mismo— para que me llevara con él...

—Digamos que nos encontramos... por casualidad.

Gracias. En ese momento lo hubiera vuelto a abrazar, pero ya fuera por la situación diferente o porque me había alejado algo de él, el motivo por el que quería abrazarle era diferente.

—¿Por casualidad?

—En Aize.

—Ella no puede entrar en Aize.

¿Por qué todos se ponían de acuerdo en ese detalle?

—Cierto.

Los dos demonios se miraron unos segundos más y comencé a creer que en ese lapsus de tiempo ellos seguían manteniendo algún tipo de conversación telepática que yo pasaba por alto.

—Y a todo esto —Belial esta vez giró el cuello para volver a mirarlo y yo me limité a sostenerle la mirada el poco tiempo que era capaz de mantener ese contacto visual, muy erguida, deseando que el aspecto que me había dado el reflejo en el espejo hacia un rato y el que tuviera en ese momento no hubiera cambiado demasiado—, ¿te has olvidado del momento que estuviste a punto de atravesarla con una espada para matar a Nerik?

No lo había olvidado, al igual que tampoco olvidaba que en aquel momento había sido él quien me había salvado. Sabía que la pregunta no iba dirigida a mí, pero de alguna manera Belial me lo estaba recordando y lamenté, ahora que no me sentía tan resentida, no haber tenido tiempo de hablar un poco más con él, a solas.

—Es verdad —Desvié la mirada hacia Vassago y me sorprendí al ver que el demonio también había girado la cabeza hacia mí y me miraba—, es algo por lo que ahora me toca agradecerte.

E hizo una inclinación hacia Belial, apartando la mirada de mí, un gesto que no sólo impresionó a Arioch que lo escuché contener la respiración a mi lado, sino que Belial se echó hacia atrás, mirando a su amigo sorprendido.

—Creo—dijo Belial muy despacio—, que las vibraciones de cambio de la esfera de la fuente de poder te están afectando, amigo.

—Oh, ¿así que después de todo el tiempo fuera de casa todavía eres capaz de notar los cambios?

—¿No eres el mejor ejemplo de cambio?

—No sé de lo que me estás hablando.

Vassago parecía una roca tallada en el suelo, ni siquiera su voz sufría un cambio de emoción.

—¿Cambios? —murmuré más para mí misma.

—No es muy frecuente —Una vez más me sorprendí cuando escuché la voz de Arioch a mi lado—, pero algunos momentos de nuestra historia habla sobre los extraños fenómenos fluctuantes provenientes del templo. Son desconocidos, poco frecuentes y cesan tan bruscamente como aparecen. Suelen ser prácticamente imperceptibles pero suelen dejar algunos cambios.

¿Era eso?

—Creo que sé de lo que habláis —dije sin pensar—. Es por eso que he dejado de sentir las esencias, ¿no?

Eso podía explicarlo todo.

—¿Dejar de sentir las esencias? —Vassago me miró extrañado—. ¿A qué te refieres?

—¿No sabías que ella las puede notar? —soltó Belial divertido.

—¿Sabías que no le afectaban las esencias? —contraatacó Vassago haciendo que se me parara el corazón de golpe.

—¿Qué?

Belial desvió la cabeza de su amigo a mí y yo me encogí de pronto en pánico. ¿No era eso lo mismo que admitir que él me había gustado realmente y no por un efecto de esas malditas esencias?

—No, a lo que me refiero —casi me puse a gritar, tratando de desviar la atención sobre ese detalle, sin mirar a nadie, permitiendo que el cabello me cayera sobre la cara—, es que he dejado de sentirlas todas, como si ya no tuvierais esas esencias a excepción de una que no había notado antes de Vassago —me arreglé el vestido, sin ganas de mirar a Belial a la cara en ese momento— y que al principio notaba muy débilmente y ahora es tan fuerte que es hasta insoportable.

Seguí arreglándome el vestido hasta que el silencio que se había creado a mi alrededor me obligó a levantar la cabeza y miré directamente a las expresiones sorprendidas de Vassago y Belial. Ni siquiera trataban de disimularlo, ni siquiera Vassago cambió rápidamente de expresión. Los dos me miraban tan absortos, como si no hubieran escuchado correctamente, que de pronto sentí miedo.

—¿Es algo grave? —pregunté en un hilo de voz, alarmada.

—No son... ese tipo de cambios —murmuró Arioch —. Son cambios en el ambiente, en la manera que vibran los sonidos...además, eso...

—Eso es imposible —murmuró Naamah a mi lado, terminando la frase de Arioch. Ella me miraba igual de alucinada y negaba con la cabeza continuamente—. Es imposible.

—¿Pero qué es? —grité asustada.

—Eres humana —La sorpresa había desaparecido en la expresión de Vassago pero la confusión y algo más que no pude identificar estaba presente en la mirada del demonio.

—Es humana —aseguró Belial, corroborando la afirmación que Vassago acababa de hacer.

—¿Y qué pasa ahora con que sea humana? —chillé casi histérica.

Estaba tan harta de escuchar que era humana como si aquello lo explicara todo que estaba segura que en aquel momento sufriría un berrinche si no me daban algún otro tipo de explicación.

—Es que es imposible, Alis —susurró Naamah como si me estuviera compartiendo una confidencia—. Es la forma de amar de los demonios, es...exclusiva de los demonios.

—¿La forma de amar? —pregunté confusa en el mismo tono de voz.

—¿Sabes por qué amamos una sola vez? —negué lentamente con la cabeza—, porque cuando nos enamoramos perdemos una parte de nosotros mismos, como si algo esencial de nosotros se lo entregásemos a ese sentimiento por esa persona y a cambio, percibimos la esencia oculta del que amamos y dejamos de sentir las esencias de los demás, incluso las otras esencias que tenía esa persona y nunca más volvemos a percibirlas, quedamos hechizados, embriagados y nuestros sentimientos se vuelven inamovibles. Es, como si entregásemos nuestro corazón.

—¿Qué...? —Ni siquiera quería seguir escuchándola. Podía notar como un sudor frío me recorría toda la espalda. Era una coincidencia, yo era, como siempre me habían recordado, humana, ¿No me lo acababan de decir? Eso no tenía nada que ver conmigo...

Aquello no era real.

—Pero tú eres humana, Alis. Tú no amas de esa manera, tú no puedes amar de esa manera.

Naamah negó otra vez con la cabeza y yo me negué a girarme y enfrentarme a la mirada de Vassago. Era humana, sí, pero sabía que me gustaba, lo había sabido antes que esa esencia me perturbase hasta ese punto, pero hasta ese momento había creído que era por culpa del efecto de las esencias en los humanos. No tenía forma de aceptar eso y mucho menos de lidiar con una situación en la que acababa de confesarme, algo que jamás había entrado en mis planes revelar. Y mucho menos delante de Belial.

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Lo cierto es que hoy no estoy de muy buen humor, más bien por culpa de alguien que espero que lea esto ¬_¬

Gracias por leer, votos y comentarios....

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