The Proposal

By caferegui

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Muy pronto su reputación de playgirl sería cosa del pasado... Lauren Jauregui necesitaba una esposa, una muje... More

Palabras...
Capitulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22

Capítulo 12

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By caferegui

Camila no estaba preparada. Aún no.

Nunca estaría preparada para convencer a quienes mejor conocían a Lauren de que estaba enamorada de ella. Pero lo intentaría. Ese era el acuerdo.

Habría preferido quedarse en Cuba y soportar la tensión sexual que había entre las dos antes que conocer a su familia en masa, pero aquella mañana, de repente, Lauren había insistido en volver a Miami para organizar la mudanza y cenar con su familia. Habían estado todo el día separadas, cada una en su casa guardando cosas en cajas para que los de la mudanza las recogieran al día siguiente, pero ese respiro había terminado y ahora los focos la iluminaban a ella otra vez. Y Camila empezaba a tener miedo escénico.

Saber que dormiría en el ático de Lauren esa noche no la ayudaba nada, pero la casa no estaba lista todavía. Concretamente, el sofá-cama para el salón de la suite no llegaría hasta el día siguiente. Y como se negaba a dormir con ella y Lauren se negaba a dormir en otra habitación, la única opción era dormir en el estudio del ático.

Camila estaba tan nerviosa que tenía náuseas.

—La señora Suárez dijo que tus hermanos se habían casado recientemente, ¿verdad?

—Sí. Chris se casó con Amia, su ayudante ejecutiva, en agosto, y Ally se casó con Troy en septiembre. Tienen una niña de tres años que seguramente no estará aquí esta noche. Mi hermana Taylor está prometida con Shawn Mendes , uno de los rivales de Jauregui Inc. Si Shawn está aquí, Chris se portará como un patán. También esta la pequeña Sofi, es nuestra prima, pero es cómo si fuera una hermana más, ella está soltera.

—¿Tus hermanas se parecen mucho?

—Físicamente no. Taylor es nerviosa y Ally, más relajada.

—¿Y tu hermano?

—Chris es el mayor. Está obsesionado por controlarlo todo. Pero no es mala persona.

¿Obsesionado por controlarlo todo? ¿Habría tensión entre Lauren y sus hermanos?

—¿Mani y Dinah van a venir?

—No lo creo.

—Una pena —murmuró Camila. Le habría gustado tener cerca una cara amiga.

—Es mejor que mi madre y Normani no estén juntas, te lo aseguro.

Normai sería un recordatorio de la infidelidad del señor Jauregui, claro. Y no debía de ser fácil aceptar eso.

—Sí, es verdad. No lo había pensado.

Camila no estaba preparada. Aún no.

El sol lanzaba sus últimos rayos sobre la imponente casa de estilo mediterráneo. Si no fuera a conocer a su suegra, seguramente le parecería una maravilla de casa, aunque un poco ostentosa.

Se había casado con una millonaria, pensó entonces, sorprendida. Sí, sabía que Lauren pertenecía a una familia rica, pero hasta aquel momento no se le había ocurrido pensar que pronto estaría compartiendo todo aquello.

Probablemente porque el dinero nunca había sido lo más importante. Ella quería los diarios de su madre. No tenía interés en diamantes ni deseo de ir de compras todos los días.

Cuando aquello terminase volvería a su vida normal, claro que con una cuenta corriente mucho más saneada.

Lauren se detuvo frente a una enorme puerta de madera y la miró a los ojos. —Estás preciosa. Recuérdame que le dé las gracias a Normani por ese vestido.

—Lo elegí yo.

—Es muy bonito. Elegante, pero sensual. Y recuerda, no te apartes cuando te toque —dijo Lauren, inclinando la cabeza para rozar sus labios. Camila no tuvo tiempo de reaccionar ante el inesperado beso antes de que la puerta se abriera, pero Lauren sonrió como una adolescente pillada en falta a la mujer que los miraba con expresión divertida.

—Llego tarde, como siempre. Pero es que estaba muy ocupada.

—Bueno, pero has venido, que es lo que importa —sonrió la mujer—. Pasa, por favor. Ya sabes lo que ocurre cuando la haces esperar.

Lauren tiró de Camila.

—Camila, te presento a Lisette Wilson, la señorita que cuida de mi madre. Lisette, te presento a mi esposa, Camila.

—¿O sea, que es verdad? —oyeron una voz masculina en el pasillo.

Lisette estrechó la mano de Camila antes de apartarse discretamente para dejar paso a un hombre alto y más moreno que Lauren.

—Pregúntale a Dinah y Normani, ellas fueron nuestras testigos. Camila, te presento a mi hermano Chris.

Chris estrechó su mano y luego se volvió para mirar a una chica que se le parecía mucho. Definitivamente una Jauregui, aunque ninguno de los dos tenía los ojos verdes de Lauren.

—Paga ahora mismo —le dijo.

—La que está buscando la cartera es mi hermana Taylor —le informó Lauren—. No puedo creer que hayán hecho una apuesta.

Chris se encogió de hombros.

—¿Qué puedo decir? Nadie imaginaba que acabarías convirtiéndote en una mujer honrada. Pero yo aposté por ti.

—Les presento a Camila. Seguramente la habrán visto alguna vez en Estate. Es la única mujer a la que dejo jugar con... mis cuentas —Lauren le hizo un guiño y ella disimuló un suspiro. Aquella mujer se merecía un Óscar.

Cinco personas más aparecieron en la entrada de repente, prácticamente aplastándolos contra la puerta. Las dos más bajitas tenían que ser Ally y Sofia. Había otra mujer rubia, una pelirroja y un hombre con ellas. Camila los saludó a todos, intentando recordar los nombres.

—No esperaba que me hicieras caso y sentaras la cabeza —dijo una de las chicas. Ally, decidió Camila porque iba de la mano de otro hombre que no era de la familia, Troy.

—A quien ha hecho caso es a mí —replicó Chris y su hermana levantó los ojos al cielo.

—Pues he encontrado a Camila sin tu ayuda —rió Lauren

—¿Me enseñas el anillo? —preguntó Sofia.

Todos los ojos se concentraron en Camila, que tuvo que tragar saliva mientras alargaba la mano, esperando que no le temblase.

—Es precioso.

—Tu hermana tiene muy buen gusto.

Bien. Su voz sonaba más o menos normal.

—¿Lauren tiene buen gusto? ¿Desde cuándo se conocen? —bromeó Sofi.

Camila miró a Lauren, asustada. No habían hablado de eso.

—No hace mucho —respondió por fin—. Nos conocimos cuando fui a una entrevista de trabajo en Estate hace siete meses y medio, pero... en fin, tardamos un poco en salir juntas porque yo era una empleada y...

—¿Se puede saber qué les pasa? —la interrumpió una voz femenina, ligeramente achispada. El grupo se abrió para dejar paso a Clara Jauregui, una mujer de ojos cafés como sus hijos, pero absolutamente helados.

—¿Por qué ninguno de mis hijos tiene la decencia de casarse en una iglesia?

—Hola, madre.

La fría mirada café examinó a Camila de la cabeza a los pies antes de clavarse en su hija.

—Madre, te presento a Camila, mi esposa.

—Así que te has casado.

—Camila, te presento a Clara Jauregui, mi madre.

—Encantada de conocerla...

—¿Estás embarazada? —la interrumpió ella.

—No.

—Oh Dios, se me olvido que son mujeres. Necesito otra copa. ¡Lisette! —la madre de Lauren se dio la vuelta y el ama de llaves fue corriendo tras ella.

—No debería sorprenderme encontrarla así —murmuró Lauren, sacudiendo la cabeza.

—Esa es nuestra madre —suspiró Ally—. Pero en fin... Lauren, no puedo creer que no hayas organizado una luna de miel decente para Camila. ¿Tres días en Cuba? Por favor, no sabía que fueras una tacaña.

Ella se encogió de hombros.

—Tenemos muchas cosas que hacer. Nos mudamos a la casa de Sunset Island mañana. Ya compensaré a Camila más adelante.

—¿Vas a vender el ático? —exclamó Chris.

—No. Es una buena inversión y seguirá aumentando de precio. Además, lo usaré como usaba antes la casa de Sunset, para alojar a las personalidades invitadas en el club. Pero Camila y yo queremos una casa de verdad para formar una familia —contestó ella, tomándola por la cintura.

Luego fueron a un patio frente a una piscina olímpica rodeada de palmeras. Camila intentaba disimular, pero era imposible no sentirse afectada por tanta opulencia.

—¿Quieres tomar algo?

—Sí, gracias. ¿Una copa de vino blanco?

—Ahora mismo.

—La cena ya está lista —anunció la señora Jauregui.

—Lisette, ¿te importa pedir en la cocina que nos sirvan champán con el postre? Y únete a nosotros para el brindis —sonrió Lauren.

El ama de llaves se puso colorada.

—Encantada.

—No tienes que esperar por nosotros, iremos enseguida.

—¿Ocurre algo? —preguntó Camila cuando se quedaron solas.

—No, sólo estoy haciendo lo que se espera de nosotras —contestó ella, inclinando la cabeza para besarla.

Camila intentó controlar su reacción al calor de sus labios, de su cuerpo. Pero negar el deseo que sentía por aquella mujer era imposible. Lauren despertaba a la vida todos sus sentidos. Todos.

¿Podría ser su amante? ¿Sería inolvidable o decepcionante como tantas otras? «Esto no debería gustarte».

«Demasiado tarde».

Cuando por fin Lauren se apartó de ella, Camila estaba jadeando como si hubiera corrido varios kilómetros.

—¿Por qué has hecho eso?

—Porque nos están mirando —contesto, besándola en el cuello.

El roce de sus labios la hacía sentir escalofríos, pero cuando pensaba que iba a derretirse sobre el suelo del patio, ella la soltó.

—Si estás lista para la batalla, vamos.

—¿Va a ser peor que lo de antes?

—Normalmente, sí. Las cenas de los Jauregui no son para disfrutar, son para soportarlas.

—¿Y por qué vienes?

—Porque son mi familia —contestó ella tomando su mano para llevarla a la guarida del león.

Y entonces Camila recordó una de las citas favoritas de su padre:

«Hay un precio por cada mentira. Antes de abrir la boca, prepárate para pagar».

La tensión durante la cena se podía cortar con un cuchillo.

A pesar de la aparentemente agradable conversación, Camila intuyó cierta hostilidad entre los miembros de la familia, sobre todo entre Chris y su cuñado, Troy Ogletree. Más tarde tendría que pedirle a Lauren que le explicase qué pasaba allí. Pero, por el momento, se alegraba de que la tortura estuviera a punto de terminar.

—Anna está embarazada —anunció Chris, mientras servía el champán.

Camila miró a la morena que estaba sentada frente a ella.

—Enhorabuena.

—Gracias. Me habría encantado que tú también estuvieras embarazada. Así habríamos podido comparar notas.

Camila tuvo que ignorar la risa desdeñosa de Clara.

—Quizá dentro de poco podemos intentar la ensiminación artificial—dijo Lauren, llevándose la mano de Camila a los labios—. Me gustaría brindar por mi esposa, la única mujer que hace que «para siempre» suene como una promesa y no como una sentencia de muerte.

Camila estuvo a punto de tirar su copa. Tenía que recordarse a sí misma que Lauren estaba actuando y que no había razón alguna para emocionarse cuando decía esas cosas.

Después de brindar, ella se inclinó para darle un tierno beso en los labios. Era buena. Muy buena. Y Camila casi lamentó que se apartase.

«Es tu esposa. Acostarte con ella sería normal».

«No, no sería normal. Si no estás enamorada de ella y ella no te quiere, no sería normal. Espera a la mujer de tu vida, alguien a quien le importes de verdad».

Pero la deseaba. Más de lo que había deseado a nadie.

—Bueno, ya que estamos haciendo anuncios... —empezó a decir Sofia—. Yo también estoy embarazada.

En el comedor se hizo el silencio hasta que Clara preguntó:

—¿De quién?

—Lo siento, tía, eso no es asunto tuyo.

—Si vas a avergonzar a esta familia con un bastardo como lo hizo tu tío, es asunto mío —replicó Clara.

Camila pensó en Normani. No, estaba segura de que su nueva amiga no sería bienvenida en aquella casa.

—¿Quién es el padre, Sofi? —Lauren lo había dicho con tono protector y esa nueva faceta de su esposa la sorprendió.

—Soy una adulta, Lauren. No necesito que mis primos me protejan. El padre no va a ser parte de la vida del niño ni de la mía.

Clara dejó la copa sobre la mesa, derramando parte del contenido sobre el mantel de damasco.

—No esperes que el dinero de los Jauregui pague por ese error.

Después se levantó, tambaleándose ligeramente, y salió del comedor con Lisette tras ella.

—¿Cómo vas a hacer tu trabajo mientras cuidas del niño? —preguntó Lauren—. El padre debería ayudarte, aunque sólo sea económicamente.

—No necesito su ayuda —contestó ella—. Y llevaré al niño a una guardería o contrataré una niñera, como hacen miles de madres solteras. La verdad es que no lo tengo todo pensado. Esto también ha sido una sorpresa para mí, pero voy a tener este niño con el apoyo de mi familia o sin él. Y ahora, por favor, ¿podemos hablar de otra cosa?

Camila se emocionó al ver que Lauren quería ayudar a su prima, que era como su hermana, pero ahora no era el momento porque Sofi estaba muy nerviosa. De modo que apretó su mano por debajo de la mesa y, cuando ella la miró, le dijo con los ojos que era mejor dejarlo. Y Lauren pareció entenderla porque asintió con la cabeza.

—Tenemos que hacer algo con mamá. Su problema con el alcohol ha empeorado desde que murió papá.

—¿Y qué sugieres? —preguntó Taylor—. ¿Que cerremos el mueble bar? Eso no valdría de nada.

—¿Qué tal si ingresara en una clínica de desintoxicación? —sugirió Troy, el esposo de Ally.

—Es lo único que la salvaría. No va a dejar de beber por su cuenta.

—Pero tampoco ingresará en una clínica por decisión propia —opinó Ally.

—La obligaremos a hacerlo —dijo Lauren, decidida. En ese momento parecía capaz de hacer que su madre capitulase y Camila pensó que no sería una adversaria fácil.

—Bueno, voy a dar una noticia positiva —sonrió Taylor después de unos segundos de tensión—. Shawn y yo pensamos casarnos en Navidad. Y nos gustaría que estuvierán todos en la boda.

—¿Te parece sensato considerando que en Jauregui Inc. hay un espía que le pasa información a la familia de tu prometido? —le espetó Chris.

—¡Ya estoy harta! —exclamó Taylor—.Shawn no tiene un espía en la empresa.

—¿Cómo puedes saberlo cuando has admitido que Shawn y tú no hablan de las empresas?

—Yo podría encargarme de ello —intervino Lauren.

—No, de eso nada. Me encargaré yo —contestó Chris.

—Pues no estás haciendo mucho. Esto viene ocurriendo desde hace meses y si alguien nuevo...

—He dicho que me encargaré yo —lo interrumpió su hermano.

—Quiero ayudar y soy más persuasiva que tú.

—Olvídalo, hermanita. No estamos hablando de seducir mujeres. Esto es un negocio.

Camila se puso colorada. Ella era una de esas mujeres a las que, supuestamente, Lauren se encargaba de seducir.

Pero los dos hermanos parecían a punto de pegarse y decidió intervenir.

—No deberías despreciar la capacidad de Lauren para los negocios. Estate es un club que da mucho dinero y que funciona como un reloj. Lauren sabe lo que hace y, desde luego, sabe cómo dirigir a los empleados para que hagan su trabajo de la mejor manera posible.

Todos los ojos se volvieron hacia ella y a Camila se le encogió el estómago. Por favor... ¿por qué había tenido que abrir la boca? Porque el tono insultante de Chris la había sacado de quicio. Pero aquélla no era su guerra y discutir con los Jauregui no era la mejor manera de impresionar a su familia política.

Chris la fulminó con la mirada, nada nuevo para Camila porque su padre solía hacer lo mismo, y cuando vio que ella no se acobardaba tuvo que carraspear.

—No necesito la ayuda de Lauren porque estoy intentando llegar a un acuerdo con los Mendes para mantener la paz entre las dos familias.

Todos en la mesa lo miraron boquiabiertos. Todos menos Sofi, que parecía aliviada, seguramente porque su embarazo ya no era el tema de debate. Y Lauren, que estaba mirando a su hermana con cara de preocupación.

Camila apenas prestó atención mientras Chris explicaba su plan. Algo muy importante acababa de ocurrir en aquella mesa. Y no era el anuncio del hermano mayor.

Entonces recordó la investigación que había hecho para un trabajo de psicología en la universidad. Se había quedado fascinada por la manera en que el orden de nacimiento afectaba a la personalidad y el comportamiento de las personas. Había hecho el trabajo para entender por qué se enfurecía tanto con su padre.

Si recordaba correctamente, el texto decía que los hijos medianos a menudo se sentían invisibles y no era raro que buscasen reconocimiento.

Camila estudió a su esposa.

Su esposa. Le resultaba tan extraño pensar que lo era...

Lauren parecía demasiado segura de sí misma como para necesitar la aprobación de nadie; aparte de la Cámara de Comercio, claro. Ella decía que no era la presidencia lo que le importaba de verdad, sino lo que ésta representaba.

¿Qué representaba ese puesto para ella?

¿El reconocimiento de su éxito por parte de la comunidad empresarial de Miami? ¿O el respeto de su familia?


El capítulo más largo que he hecho hasta ahora y espero que nos se hayan confundido mucho y les haya entretenido y disfrutado, con todo y la borrachera de Clara Jauregui ah. Se vienen cosas bastante interesantes a partir de ahora que están casadas *guiño* *guiño* Las dejo, muchas gracias por la paciencia y por el aguante. 

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