La Chica de los Cuatro Elemen...

By karimodelarosa

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Su salvación... según sus iguales. Un fenómeno... según las personas. Otra oportunidad... según los Científic... More

Nota
Booktrailer
Introducción.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capitulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Nota de la autora.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Epílogo.
Agradecimientos.
Segunda Parte. En Busca del Quinto Elemento.

Capítulo 8.

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By karimodelarosa

Fuera de lo que investigaba, había algo más que le preocupaba.

Era el hecho de que su madre había sufrido un desmayo, había caído inconsciente, pero había algo extraño, algo que no encajaba.

Ella no sentía nada. 

Ni el mas mínimo dolor ¿Por qué? Era su madre debía de sentir algo, una punzada en el pecho o algo, pero no. Su corazón latía normal, como todos los días.

¿Había algo mal con ella? ¿Por qué no derramó ni una sola lágrima?

No sabía que iba a hacer, por lo que pensó que sería mejor mantener la mente ocupada.

Tomo su lap-top, se sentó frente a su escritorio y continuó buscando sobre ellos, los Alterados.

Odiaba el hecho de haber perdido su libreta, ahí tenía tantos apuntes que había encontrado en sitios específicos. Le dolía la perdida de su información. Volvió a buscar las páginas que había visitado antes, pero las habían borrado hace poco, así jamás estaría segura de su investigación.

Pasados los cuarenta y cinco minutos, encontró algo importante.

¡Por fin!

Comenzó a leer, era información reciente.

Recuerdo lo que dijeron hace años, cuatro personas encontraron cuatro piedras, cada una era distinta, éstas representaban los Cuatro Elementos.

Pero no sólo era su representación, las personas que encontraran esos objetos, podrían manejar el elemento que correspondía.

Generaciones más tarde, nació una persona capaz de controlar los cuatro, desde entonces, cada cincuenta años, llega al mundo alguien como ella, para poder mantener el equilibrio en cuanto al clima se refiere.

Las personas comenzaron a llamarlos Alterados, la gente comenzó a temerles. Los descubrieron. Ellos vivían en tranquilidad con los demás habitantes, pasando desparecibidos, sin causar molestias.

Pero fue un hombre, quién se molestó demasiado que asesinó a una persona con su habilidad, frente a los demás.

Por eso les temían, la primera impresión que tuvieron de ellos fue de seres asesinos.

Poco después fue reconocido un científico, cuyos restos yacen en el panteón protegido por el actual laboratorio, por matar al hombre de esa generación que tenía el poder de los elementos. Fue cuando se creó el Gran Laboratorio (G. L.) y han estado tratando de buscar cómo es posible que pueden controlarlos. 

Contrataron personas para usarlos como conejillos de indias, la mayoría de las personas no sobrevivían o si lo hacían morían después de un tiempo. Pero al cabo de unos años mejoraron y ellos crearon sus propios experimentos, los tienen debajo de el edificio, en un lugar muy escondido. 

Algunos logran escapar ya que sólo salen cuando les harán pruebas  y ahí tienen la oportunidad de hacerlo. Estuve encerrada durante años en esas celdas. 

Todos los Alterados de ahí, confían en el momento en que llegue los Cuatro Elementos, confían en que los salvará.

Miró la pantalla, buscando más pero era lo único que había. ¿Sería verdad? o ¿Todo aquello no era mas que una mentira? Pero decía que estaba escrito por uno de ellos. Cerró de golpe su lap-top. Debía decírselo a Alba

Pero no la veía por la habitación ¿Cómo le hablaría? 

Había días en los que no estaba en su habitación o simplemente se iba, Daphne no sabía a dónde se iba cuando no la encontraba. Quería preguntarle, pero ella sabía que no le diría. Y aún sabiendo eso, ella le seguía haciendo preguntas.

Normalmente la vía al cabo de unas horas, sólo fue una vez en que se tardó más de una semana en volver a verla. Así que ese día la esperaría, no tenía de otra, ya que aunque le hablara, no podría escucharla estaba segura.

En esa misma tarde, cuando regresó de la escuela, la vio recargada en la ventana, despreocupada como siempre.

—Quiero hablar contigo —le dijo, mientras tomaba asiento en su cama y sacaba su laptop.

—¿De qué? —respondió sin girarse.

—¿La persona, Cuatro Elementos existe?—ya no lo decía por curiosidad o algo así, esta vez de verdad necesitaba saberlo.

—Sí, existe —Alba analizó las palabras de ella antes de responder —Ella... ¿Alguna otra pregunta? —le preguntó, cambiando de tema, ya había respondido lo que Daphne le había preguntado.

—Sí, una rápida —tomó su ordenador y abrió la página que había guardado —Esto, dime ¿sabes si es verdad?

La chica se acercó a la pantalla y leyó con cuidado el texto, luego se alejó.

—Sí, es verdad, la historia es real —respondió.

—No, no eso, quiero saber si es cierto que ésta persona estuvo ahí —señaló.

—Ah, ella... Bueno, es probable, muchos Alterados lograron escapar, tuvieron suerte de que el laboratorio los olvidara —se encogió de hombros —Entonces puede ser verdad.

Asintió levemente, aún tenía dudas, demasiadas dudas. Y aunque pudiera responderlas todas entonces ¿Qué pasaría después? ¿Qué haría con toda esa información? ¿Ir a la policía? Sonaba ilógico teniendo en cuenta que los mismo ciudadanos lucían agradecidos con la presencia de los agentes.

—Alba... ¿Por qué me dices todo esto? No entiendo... ¿Qué ganas tú diciéndome respondiendo mis preguntas? —inquirió después de procesar la nueva información que le había dicho Alba.

No encontraba lógica alguna en que ella llegara diciendo "Ayúdame" y en cambio, respondiera sus preguntas.

—Es verdad, yo no gano nada, pero tú si... Y lo hago para que puedas ayudarme, te lo dije, necesito tu ayuda.

¿Mi ayuda?, ella seguía sin entender esa parte, no tenía sentido. Era la chica quién respondía sus preguntas, no estaba ayudándole para nada.

—Una cosa más, Alba —continuó, aún sin estar satisfecha con la respuesta.

—Dime.

—Esto es real, okey, la historia y las personas... Entonces ¿lo que dicen también? —preguntó aún dudosa.

—¿De qué hablas? ¿Qué es real?

—El cuatro elementos —soltó —¿Esa persona... Sabes quién es?

Tan sólo mencionarlo hizo palidecer a Alba. Jamás esperó que le hiciera una pregunta tan directa como esa.

¿Qué debía responder? Estaba claro que no podía mentirle, sobretodo cuando eso podría causarle problemas ése día.

—Sí, sé quién es, pero es todo lo que voy a decir —respondió antes de dar la vuelta y saltar por la ventana de su habitación.

Daphne la miró con horror, corrió hacia la ventana para ver si no se había caído, pero no la encontró.

Frunció las cejas, confundida.

Bien, hablaré con ella cuando vuelva, pensó con molestia a la hora de regresar a asu cama y cerrar su laptop.

Antes de que pudiera hacer algo más su teléfono sonó, asustandola. Ella lo tomó y contestó.

—¿Quién? —dijo sin mirar el número, se talló los ojos.

—Me sorprende que aún no me hayas agregado como contacto —dijo Mike en el otro lado de la línea.

—De todos modos ¿Por qué me llamas?

—Espera, que tengo motivos para llamarte, queremos ir a la feria ¿No vienes?

—¿Queremos?

—Si, Irene y yo, ¿Vienes o no? —preguntó y en cuanto lo dijo se sintió incómoda.

—Mmm... no puedo, lo siento.

—Que mal, bueno pasaré a recogerte dentro de media hora —y colgó.

Se retiró el teléfono de la oreja, lo vio con incredulidad. Pero ¿Quién se creía? lo dejó de nuevo en el escritorio. Aún así, erabuna buena oportunidad para salir con él... Y su novia.

Se asomó a la ventana, no había rastro de su compañera. La lluvia había disminuido, lo que la animó a usar un vestido, de la falda color beige y el corsé de tirante grueso color negro.

Llamó a Monserrat, para avisarle que saldría y que necesitaba que cuidara de su hermano. La joven llegó a los quince minutos.

Y en efecto, en treinta minutos exactos un auto color plateado estaba frente a la casa de Daphne esperándola.

—Bueno, que te diviertas —le dijo Monserrat, despidiéndola

—¡Gracias! —le respondió con una sonrisa.

Daphne salió de casa y se acercó a auto.

Bajaron la ventana del copiloto, y ahí la vio a ella, Irene. Rubia de grandes ojos grises, piel bronceada.

—Sube —le dijo a Daphne.

Ella abrió la puerta trasera y subió.

—¿Por qué me invitaste? —le preguntó a Mike cuando se sentó.

—¿Tiene algo de malo? Quería que saliéramos los tres juntos a un lugar.

Parecía que se había olvidado de cuando la besó, pues actuaba como si eso no hubiese pasado nunca. Sintió una punzada en el corazón. Aunque bueno, no es como si decirlo fuera bueno para su relación con Irene.

—Bien, allá vamos.

Condujo por un largo rato, hasta que llegaron a el lugar, era una feria. Bajaron los tres del auto, Michael se fue a comprar los boletos, dejando a Irene con Daphne.

—Eres amiga de Mike ¿No? —le preguntó al cabo de unos segundos, cuando el joven rubio no estaba mirándolas.

—Sí, somos grandes amigos.

—Me alegro —le dijo, pero en realidad no sabía si lo decía de manera que tenía celos o definitivamente le daba igual

Si la llego a tratar bien puede que hasta seamos amigas. 

—¿Desde cuando lo conoces? —quiso saber la rubia.

Ella la miró, descartó aquella idea de hace un rato.

—Por favor, no tengas celos, él y yo, sólo somos amigos —se encogió de hombros.

—No, es que él siempre hablaba de ti —Daphne frunció el ceño, no era lo que esperaba oír.

—¿De mí?

Mike regresó antes de que ella pudiera regresar.

—Bueno, chicas, a disfrutar.

Le entregó a cada una sus respectivos boletos y se adentraron el la feria.

Por un rato, jugaron en donde los tres estuvieran juntos, pero se separó de ellos cuando Mike se fue con Irene hacia el tiro al blanco para ganarse un premio.

Ella se fue hacia un juego dónde tenías que golpearle a una palanca para que el muñeco sentado en una superficie cayera al tanque de vidrio con agua. (No me sé el nombre de ese juego) Pagó para jugarlo y cuando iba lanzar la cuarta de una quinta pelota, vio como el un rostro de mujer se asomaba en el agua, movía los labios, se dio cuenta de que estaba hablando, hasta que le entendió.

Ayúdanos...

Daphne había alcanzado a oír la voz, pero sonó distorsionada por el agua. Lanzó mal la pelota y no le dio.

—Lo siento, suerte para la próxima —le dijo el hombre que estaba en ese juego.

Sólo miró el agua, dónde antes estaba ese rostro ahora no había nada.

Pasaron las siguientes tres horas jugando a cualquier cosa, pero ella no les dijo lo que vio en tanque de agua.

—Deberíamos irnos ¿No? —sugirió Irene mientras bostezaba y recargaba su cabeza en el hombro de Mike. Los tres estaban sentados en una de las tantas mesas que había ahí.

—Si, yo concuerdo con ella —dijo Daphne, a pesar de que la lluvia había disminuido sentía todavía las gotas frías que caían en sus brazos desnudos.

—Bien... ¿Te molesta que primero pase a dejar a Irene a su casa? Ella debe regresar antes de las once —le preguntó Mike.

—No tengo problema con eso —se encogió de hombros.

En el trayecto desde la mesa hasta el auto, Daphne vio, como las brasas de una fogata que se estaba consumiendo vibraban, llamando su atención. Se desvió de el camino y se fue hasta los restos de la fogata que era apagada por las gotas de lluvia.

—¡Daphne! ¿A dónde vas? —le gritó Mike desde su posición. .

—¡En seguida voy! —exclamó en respuesta.

Ahí encontró lo que menos se esperaba. Una piedra brillante, no tenía forma precisa, notó que estaba hecho del mismo material que las anteriores que se había encontrado cuando había sido una niña. Era de color marrón.

—Hermosa... —susurró, metió la mano en el calor de el fuego y la sacó. Nuevamente sin sentir quemarse.

La miró, de verdad era preciosa a pesar de su indefinida forma. Brillaba y tenía ese tono característico semi transparente.

Se levantó y se la llevó. 

Alguien, que observaba lo que ella hacía, sonrió complacida.

—Están completas ¿Verdad, Sara? —dijo Alba antes de dar la vuelta y perderse entre el montón de personas.

En el auto, las cosas no marcharon bien. Ella se empezó a sentirse mal, le dolía la cabeza y comenzó a sentir la falta de aire.

—¿Puedes bajar la ventana de mi lado Mike, por favor? —le pidió Daphne al rubio ojiazul.

—Claro —con un botón lo bajó pero seguía sin ser suficiente, respiró de manera agitada, él se dio cuenta, la miró por el retrovisor que tenía enfrente —¿Estas bien? —Irene iba dormida en el asiento del copiloto.

—Si, sólo necesito un poco de aire, eso es todo.

Se volvió hacia la ventana, sentía que el oxigeno se acababa. Tomó una gran bocanada de aire, pero no funcionaba, respiró una y otra vez, pero no era suficiente.

Su mente le hizo una mala jugada, haciéndole recordar el día en que, en su habitación, el aire fue cruel con ella, casi asfixiandola.

Las imágenes de ése día se confundían con la realidad, ella giró la vista, desesperada por encontrar una salida que le diera aire fresco.

Debo... Debo salir de aquí, debo salir, pensó con miedo de que la escena se volviera a repetir.

—Mike ¿Puedo-puedo bajar del auto? No me siento bien —le pidió a su amigo.

—¿Ahora? Estamos en medio de la nada, déjame salir de esta zona y me detendré —respondió.

—Yo... Por favor, detén el auto —susurró, pero Mike no alcanzó a oírla.

—¿Daphne? ¿Dijiste algo? —se giró, alejando la vista de la carretera.

ERROR.

Ella abrió los ojos, aterrorizada al ver lo que se aproximaba. Trató de hablar para avisarle, que regresara su vista al frente, pero fue muy tarde.

Un camión arrolló al auto.

-karimodelarosa.

Han pasado dos años y sigo sin saber el nombre de ese juegoxd

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