La Chica de los Cuatro Elemen...

By karimodelarosa

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Su salvación... según sus iguales. Un fenómeno... según las personas. Otra oportunidad... según los Científic... More

Nota
Booktrailer
Introducción.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capitulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Nota de la autora.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Epílogo.
Agradecimientos.
Segunda Parte. En Busca del Quinto Elemento.

Capítulo 5.

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By karimodelarosa

—¡Michael!— le dijo Daphne emocionada, olvidando que no debía llamar la atención del profesor.

El muchacho se volteó apenas había escuchado su nombre y se mostró sorprendido al ver a Daphne. Por un segundo su cerebro no reconoció quién era la joven castaña frente a él, pero al ver sus ojos esmeraldas, lo supo de inmediato. Abrió su boca por la sorpresa y la emoción, sin lograr formular palabra alguna. El chico se levantó del asiento y de inmediato abrazó a Daphne. La joven, aunque estaba sorprendida por el acto, le devolvió el abrazo con gusto.

—Oh, Daphne… eres tú —se separó de ella para tomar sus rostro entre sus manos, admirando con nostalgia a su amiga.

—Yo también me alegro de verte, Mike —le sonrió con felicidad. Sus ojos brillaban y tenía las mejillas sonrosadas.

—Jóvenes, se separan por favor —el hombre se volteó a reprenderlos —Platican en descanso y se abrazan lo que quieran, en mi clase pondrán atención a lo que… ¿Y ahora qué? —había empezado a escribir en el pizarrón cuando volvieron a abrir la puerta del salón, interrumpiendo lo que estaba diciendo.

Abrió la puerta y se topó con otro alumno, después de preguntarle que se le ofrecía, el joven dijo que se le había asignado ese salón como alumno de nuevo ingreso. El profesor, sin más, le dejó pasar. 

Ella sólo pudo ver su oscuro cabello, pues él llevaba la mirada hacia abajo en unos libros que el profesor le dio y se sentó dos mesas enfrente de Daphne. Dejó de mirar al chico y se volteo hacia el rubio.

—Eres tú —le dijo por fin, mientras miraba fijamente sus ojos azules brillantes.

—En carne y hueso.

Parecía que los años que pasaron se habían desvanecido al instante. Mike había cambiado, sólo un poco, las pecas que rodeaban sus mejillas se veían más, sus ojos azules intensos brillaban más, su cabello rubio ahora lucía alborotado, ella volvía a ver todo lo que había extrañado esos años. 

Al terminar las clases, ambos quedaron de verse esa misma tarde.

Llegando a su casa, Daphne se desilusionó al no ver a sus padres, sólo estaban su hermano y Monserrat la niñera, quién también le ayudaba a preparar las comidas. 

A Daphne le caía bien la niñera, era respetuosa y siempre sabía como iniciar una conversación. A veces, cuando ella llegaba tener un mal día, Monserrat la escuchaba algunas veces sin decir nada o otras le daba consejos. Para Daphne, Monserrat era la representación misma de la belleza, pues su cabello era de un rubio llegando al blanco hasta los hombros y ondulado. Tenía unos ojos peculiares, uno de ellos era azul y el otro color café, la joven respondió a ello, como un defecto genético llamado Heterocromía.

—Los señores Brown salieron —avisó Monserrat al verla llegar—Avisaron que llegarían tarde.

—Con que por eso me dieron dinero de más en la mañana—dijo en voz baja—Está bien, iré arriba y enseguida regreso.

—Claro yo... calentaré la comida.

A pesar de que a Daphne le caía bien la niñera y mantenía cierta amistad con ella, pensaba que Monserrat les ocultaba algo ya que la habitación que le dieron siempre la mantenía cerrada con llave. Lo cual le resultaba un tanto extraño, pero no le preguntaba nada, por no tocar temas que podrían ser incómodos para ella. Y prefería mantener así su relación.

Cuando abrió la puerta de su habitación, se recostó en su cama y cerró los ojos.

Cuando los volvió a abrir se asustó al ver a la chica sentada en la orilla de su cama. 

—¡Oh, joder! —exclamó, sorprendida.

—Tranquila, no estaba haciendo nada, sólo esperándote.

—¿Es-esperando? C-creí que eras... Un sueño—tragó en seco el nudo en su garganta.

—No, no puedo irme, necesito que me muestres las piedras, te lo dije la última vez —respondió Alba —Para que puedas ayudarme.

Pues pensé que sería la última vez que te vería, pensó Daphne al instante. Lo cierto es que si creyó que sólo la vería esa única ocasión. Le aterraba la idea de pensar que había una chica que aparecía y desaparecía conviviendo con ella en su habitación.

—No sé en dónde están —mintió.

—Claro que lo sabes, necesito saber cuántas tienes y cuales son replicó con más brusquedad de la que esperaba.

—¿Sólo eso? Pues tengo tres, pero no recuerdo cuales son, además… ¿Quieres decirme por qué son tan…?

No terminó la pregunta.

Al pensar en las piedras, recordó de manera involuntaria la pesadilla que había visto cuando se desmayó en el Instituto. Recordó a las personas y lo que llevaban en sus manos, las imágenes de las piedras pasaron por su mente y ella lo relacionó. Fue cómo si se hubiera encendido un foco sobre su cabeza.

—Son… son los elementos ¿verdad? —le preguntó al cabo de unos segundos de comprensión.

Alba abrió la boca para hablar, pero enseguida la cerró, claramente no sabía que decir.

—Esas piedras representan los elementos ¿no es así? ¡Por eso las quieres! —aunque desconozco las razones para querer tenerlas, pensó Daphne con cierta desconfianza.

—¡No! ¡No las quiero para mí! —exclamó ella, con la molestia escrita en el rostro —Son para ti, es por ti, es por tu bien de debo saber cuáles tienes... Entonces tendrás una oportunidad contra ella —susurro demasiado bajo que Daphne no alcanzó a escucharla.

—… Dices eso porque sabes qué significan —afirmó Daphne, de manera acusatoria —Lo lamento, pero hasta que me expliques qué son y por qué las encontré, te diré cuales tengo.

—… Necesito saber cuáles tienes, quizás no te queda mucho tiempo —advirtió.

—¿Qué sucederá? ¿Moriré? Por favor, son sólo rocas —replicó —No seas ridícula.

—No, no morirás, pero podrían atraparte y entonces sí morirías… ¡Agh! Eres muy joven para saber todo esto —se lamentó.

— ¿Atraparme? ¿Quiénes? —le preguntó, de lo más confundida.

¿Quiénes querían encontrarla? Y más importante aún ¿Por qué? ¡Necesitaba explicaciones!

¿Qué quería la gente de ella? Tan sólo era otra chica que estaba apunto de cumplir los dieciocho años, que cursaba el último semestre de preparatoria ¿Cuál era la razón de que quieran encontrarla? Esas preguntas llenaron su mente de dudas, curiosidades y mucha confusión.

—Científicos que trabajan para la directora del laboratorio.

Daphne se quedó callada, pensando en la respuesta del espectro.

La palabra “Científicos” rondó su mente, había visto a aquel hombre de bata blanca como la veía a ella, como si estuviese esperando algo suyo. Se estremeció. ¿Acaso ese hombre tendría algo que ver? ¿Ese hombre había sido un Científico?

— ¿Pero por qué?

—Es que, no puedo contártelo, creí que te lo había dicho, pero ten cuidado —respondió, lo que le dio pensar a Daphne de que en realidad había cosas que no quería decirle.

— Entonces... si, me ocultas algo — dijo después de un rato.

— No, entiende yo no ...— Daphne le interrumpió.

— Ya. ¿Podrías al menos darme una pista? — le preguntó.

—Necesito saber cómo sabes que son los elementos, ¿Cómo lo descubriste? ¿Alguien te habló de ello? ¿Quién? —empezó a atacarla con preguntas, tantas que ella sólo logró entender unas pocas.

—¡Basta! —exclamó Daphne —Te diré, pero tú también responderás mis preguntas de una vez —sentenció mientras la señalaba con el dedo.

El espectro asintió varias veces, impaciente por saber lo que diría la joven.

Daphne, dudosa, comenzó a contarle lo que había sucedido en su escuela. Desde que vio al hombre de blanco, pasando por el “sueño” y terminando con la relación de sus piedras con lo que había visto.

—Lo que viste, fue la guerra para encontrar a el Cuatro Elementos — le respondió con la cabeza y voz baja.

—¿Guerra? ¿Ahora me hablas de una guerra? —preguntó con incredulidad, resopló —Ahora dime, ¿Para qué las necesitas? Las piedras.

—Debes tener cuatro, son tuyas, ahora ¿Me dirás cual piedra te falta? —preguntó en voz baja.

—Si son los cuatro elementos como dices… Entonces me hace falta uno, el de la tierra , es todo —Y salió de la habitación dejando sola al espectro.

Cuando terminó de comer, se dirigió a la Biblioteca de la cuidad, se puso a buscar sobre las guerras de los últimos cincuenta años. 

Encontró varios libros, pero ninguno hablaba sobre lo que ella quería. Cerró uno con frustración. Comenzó a jugar con su lápiz contra el cuaderno que ella se había llevado.

¿Hay siquiera libros que traten sobre esas guerras?  Esto suena como ficción.

Dejó el lápiz, chasqueó los dedos. 

¡Pues claro! ¡Ficción!

Miró el reloj, aún tenía un par de horas antes de reunirse con Michael. Se levantó de la silla y se fue a la sección de "Ciencia Ficción" Tomó varios tomos que parecieran contener sobre lo que ella comenzaba a buscar, los llevó a la mesa y leyó algunas hojas de los libros. 

Apuntó algunos datos importantes en el cuaderno que ella llevó, pero ciertamente, no era suficiente, tenía muchas dudas.

Ella sólo había descubierto, que la "alucinación" no fue una "alucinación" eso en verdad pasó y hace un poco más de cincuenta años, y por supuesto, que seguían buscando a esa persona.

Alba tenía razón, pensó con un poco de culpa por no haberle creído y dejarla así en la tarde.

🔥💧🌪️🌱

—Y... un café para ti— dijo Mike llegando a la mesa, mientras le entregaba el vaso a Daphne— Y uno para mi.

—Gracias.

Ambos estaban sentados en lasesas fuera de una cafetería. El día parecía estar tranquilo, no había tráfico y el viento soplaba de manera suave, perfecto para tomar un café.

Daphne y Mike también pasaron por ese control de seguridad y los dejaron entrar tranquilamente. Aunque la castaña seguía sin entender muy bien ese protocolo, lo aceptaba sin rechistar.

—¿Cómo llegaste aquí? — preguntó ella mientras Mike se sentaba —Me refiero, a la ciudad.

—Bueno, para ser sincero, empezaba a odiar el lugar dónde vivíamos y convencí a mis padres de mudarnos. Este lugar me empieza a gustar.

—Vaya, ¿Tú sabias que yo estaba aquí?

—¿Qué? No, en realidad no —respondió después de tomar un sorbo de su café —Nos hemos encontrado por pura coincidencia.

—Las coincidencias no existen —Daphne dio un sorbo de su café.

—¿Entonces que fue? ¿Obra del destino? —le preguntó, en broma, luego ambos rieron.

Michael notó los cuadernos que ella traía, tomó uno con curiosidad.

 — ¿Y esto? ¿Puedo saber de que es? —le preguntó mientras lo veía y bebía de su café. 

—¡Oh! —le retiró el cuaderno de sus manos, no alcanzó a quitárselo —Son sólo apuntes, sólo eso.

—Pues si sólo son apuntes, no hay problemas en que los lea ¿Verdad? —estiró su manos hacia arriba para poder leerlo.

Daphne replicó y estiró su manos para tomarlo, pero su amigo tenía brazos largos y era más alto que ella.

— ¿Los Elementos? ¿En serio? ¿Qué es esto? ¿Una historia de Ficción?— se burló.

— ¡Deja eso!— se levantó y le quitó de cuaderno de sus manos— Son cosas que no entiendes.

— Y tú si— Daphne tomó su asiento frente a él, mientras su amigo se reía.

— Yo estudiaré para Científica por si no lo sabes— le mostró la lengua, él hizo lo mismo— Quizás este tema, no sé.

— Científica, eh ¿No es muy pesado esa carrera?— le preguntó su amigo. 

—Tal vez, pero yo quiero eso, cambiemos de tema — le dijo — ¿Y que me cuantas de Sophia?

—Ah… bueno, ella bueno, se casó, ahora vive más lejos de aquí. 

— Entonces, ya eres tío, ¡Que bien!

— Sí, de dos. La verdad, es una lata, tienen cuatro años y ¡No dejan de molestar! —ambia rieron por la reacción de Mike.

Él la miró, había estado extrañándola si, durante mucho tiempo, había estado extrañando ver sus ojos, su sonrisa, todo de ella, así que intentó algo.

Despacio, se acercó a ella y la besó.

Ella después de un instante de confusión, le siguió el beso. Al cabo de unos segundos se separaron y para su sorpresa, Mike negó con la cabeza.

—No, esto esta mal, le haré daño a Irene —dijo y cerró sus ojos por un segundo.

—¿Cómo?— preguntó con incredulidad.

Sus palabras fueron suprimidas por una ola de gritos. La gente salia corriendo de el lado derecho de la calle, en sus rostros se veía el terror.

— ¿Qué esta pasando? — preguntó asustada Daphne al tiempo que se levantaba.

Su respuesta llegó unos segundos después, era un hombre el que causaba el desastre. Pero no uno cualquiera y ella se dio cuenta, era uno de esos que había en la "alucinación" lanzó semillas y al instante en que él las señaló, comenzaron a crecer de manera descontrolada, formando enormes raíces gruesas que tapaban las calles.

— ¡Falta poco! ¡FALTA POCO! — gritaba el hombre, parecía feliz — ¡Nos salvará! ¡Nos va a salvar! ¡Llegará los Cuatro Elementos!

Corría detrás de la gente, y de el suelo salían plantas, raíces.

— ¡Agáchate! — le gritó Mike, para que ambos quedaran bajo la mesa, una planta cruzó justo cuando ellos se agacharon.

—¿Que pasa? — y luego dijo algo que quizá sólo una persona entendería — ¿Qué es él?

—No lo sé. Pero debemos irnos, esa persona no parece tener intenciones amigables.

El hombre miraba a todos lados, desesperado, parecía estar buscando a alguien. Hasta que la encontró.

Corrió en dirección a Daphne, quién no hizo nada más que retroceder asustada.

La tomó de los brazos y la miró con desesperación en sus ojos, sus manos aplicando fuerza, lastimandola, pero no dijo nada.

Sólo se quedó ahí, parecía querer hablar, pero su boca estaba firmemente cerrada.

Hasta que Michael reaccionó y golpeó al hombre en la cara, haciendo que soltara a Daphne. Sacudió su mano adolorida, mientras esperaba que eso hubiera sido suficiente.

Un camión llegó, más bien un tanque color gris con las letras impresas en una puerta de color negro que decía:

"G.L."

Abajo sus abreviaciones:
Gran Laboratorio.

Había un hombre que portaba el mismo traje que los que ella había visto en esa "alucinación", también traía un arma, listo para disparar.

— ¡Tú no iniciaras otra guerra! — gritó el agente.

Le disparó al hombre y éste cayó al instante, las ramas y raíces, se secaron y se hicieron polvo.

-karimodelarosa.

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