el sultán 𓍢 ִֶָ jikook

By honeykoottom

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Después de ser raptado por los bárbaros y llevado al mercado de esclavos, Jungkook se encuentra sirviendo en... More

prólogo
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By honeykoottom

Al día siguiente Jungkook atendió sus deberes hasta la media tarde, justo antes de que el sol se ocultara Yunjin fue por el para llevarlo a los baños, Hoseok y Minjoon le ayudaron a lavar su cuerpo y a prepararse.

El conjunto consistía en un pantalón que ajustaba en las caderas y se desprendía en tela transparente unida por el exterior a la altura de su rodilla y una vez más en su tobillo. El corsé blanco le presionó los pechos haciéndolos ver ligeramente más grandes de lo que eran, tenía unas abombadas mangas que colgaban por sus hombros y dejaban caer más tela. Su abdomen estaba descubierto y estaba adornado por una bonita joya que colgaba del corsé. El perfume de rosas le dio el toque final.

Mina mencionó que no debía llevar muchas joyas porque podría ser que solo las perdiera. Además de que todas las joyas que eran destinadas al uso de las concubinas estaban en posesión de Nayeon.

Pero a Jungkook eso no le importaba, él estaba más que emocionado de ver al sultán esa noche.

Por otro lado, en la habitación del sultán, algunos criados, a la orden de Seokjin, encendían a prisa las velas y servían los platos de la cena. Jimin planeaba platicar largo y tendido con Jungkook antes de cualquier otra cosa. El balcón estaba abierto y corría una ligera brisa que refrescaba un poco y daba calma. Estaba nervioso, emocionado y ansioso.

Cuando los criados terminaron Seokjin se retiró deseándole una buena noche. Unos minutos después tocaron dos veces.

—Adelante.

Las puertas se abrieron y con un último suspiro, Jimin por fin se dio la vuelta.

(...)

—Necesito que te calmes, deja de brincar.

Yunjin no había dicho nada más que regaños esa noche, Jungkook iba casi corriendo por los pasillos hacia los aposentos del sultán, a su lado izquierdo Yunjin que le acomodaba el traje, ya no había nada que acomodar, pero él también estaba nervioso. A la derecha Mina riendo por la actitud del castaño y lo detenía cada que empezaba a saltar. Detrás venían Jisoo, el chambelán del harem y Hoseok que no quiso quedarse atrás, pero justo al pasar la esquina del pasillo a los aposentos reales todos se detuvieron. 

Al fondo del pasillo de pie frente a los guardias de los aposentos estaba una mujer. Una omega rubia que volteo a verlos, examino a Jungkook de pies a cabeza para después reír con burla.

"¿Que se cree? ¿Cómo se atreve a ver de esa manera a un hermoso loto ese vil junco?" Pensó Hoseok.
—¿Quién es esa?

—Es Wongmin, la primera sirvienta de la sultana Sungbin, si ella está aquí significa que la sultana esta adentro.

Jisoo avanzó hacia la rubia, intercambio algunas palabras con ella y después regreso.

—Debe regresar.

—Pero debo ir con el sultán.

Mina y Yunjin tomaron a Jungkook por los codos retrocediendo.

—Si la sultana está con él no podemos hacer nada, regresa.

Jungkook miró una vez más la puerta cerrada, Wongmin lo veía de reojo riéndose, mientras era jalado de vuelta al harem.

(...)

Por la puerta entró un omega diferente al que esperaba.

—Sungbin.

Jimin quiso preguntar directamente ¿Qué haces aquí? Sin embargo, antes de si quiera poder formular la pregunta la omega se acercó sonriendo, abrazó su cintura y escondió su rostro en el pecho del sultán.

Jimin estaba absorto, estático, se sentía perdido y aunque no devolvió el abrazó, tampoco lo rechazó.

Hace tanto que Sungbin no tenía ese tipo de gestos con él. Usualmente era fría y las noches que pasaba con ella casi no hablaba. Años atrás cuando las cosas empezaban a complicarse entre ellos Jimin insistía en tener charlas sinceras con ella. Le regalaba joyas, telas y otros obsequios, para que volviera a sentir confianza con él. Pero ella se reusaba a revivir lo que alguna vez tuvieron.

¿Qué había cambiado? Sungbin no se había comportado así antes cuando empezó a tener encuentros esporádicos con Nayeon, así que no creí que la razón fuera su planeado encuentro con Jungkook.

—Mi sultán. —Ella levantó la cabeza y lo miró a los ojos, deslizó una mano por su mejilla y cerró los ojos atrayéndolo. Un beso. Sus labios no se tocaban hace tanto. Pero no cambiaba nada.

Jimin no fue capaz de disfrutar el gesto como antes, ni siquiera cerró los ojos, por el contrario, se separó en cuanto vio la oportunidad. Ella miró la mesa puesta, el alfa no se perdió la mueca de enfado, ella detestaba las cosas dulces y en la mesa había todo tipo de delicias.

Jimin extendió la mano invitándola a sentarse. La cena fue tensa. Ella apenas tocó la comida, ni siquiera miró los dulces y casi escupe el té de frutillas.

El sultán recordaba lo mucho que Sungbin disfrutaba los dulces antes, aunque él los detestaba comenzó a gustar de ello para complacerla, pero aun así, todo seguía igual.

Tras la cena Jimin se levantó y caminó hacía su balcón, necesitaba aire. Desde la mesa Sungbin lo observó varios segundos. ¿Qué estaba haciendo? Sintiendo celos de un omega cualquiera, una sultana, una sultana sintiéndose amenazada por un concubino, ni siquiera había llamado su atención la noche de la fiesta, era insípido, sin gracia. Pero Jimin lo miraba tan distinto. Del modo que algún día la miró a ella, ¿desde cuándo su corazón dejó de pertenecerle?

"Tonterías", pensó. Rodó los ojos apartando la mirada, ella era una sultana, no tenía porque siquiera voltear a ver un criado del harem. Lo que sí era digno de su atención era ese anillo deslumbrante en el escritorio de su majestad.

Cuando Jimin decidió por fin enfrentar los ojos azules de Sungbin y volver adentro la encontró frente a su escritorio embelesada con el anillo en el que había trabajado desde hace días.

Se acercó a paso rápido cuando hizo amago de ponérselo. —Aún no está listo —dijo tomando la mano que sostenía el anillo y se lo quitó.

—No importa, así es perfecto —ella extendió la mano para que le colocara el anillo, pero esa joya no era para ella.

—Aún no lo termino, Sungbin.

Tras eso el anillo se perdió dentro de la gaveta superior del escritorio.

Era la primera vez que el sultán le negaba algo, siempre había sido complacida. Cuando quería algo, por ridículo que fuera, Jimin se lo daba. Entendió rápidamente hasta donde podía presionar, mientras sus deseos no interfirieran con los deberes del sultán o molestaran a la madre sultana, incluso podía ignorar algunas reglas. ¿Por qué se lo negó?

Jimin tomó asiento tras el escritorio, tomó algunos papeles y leyó, o fingió leer, a pesar de todo él nunca pudo engañarla. A sus ojos Jimin era transparente como el agua, ella comenzó a ver a través de él justo cuando él dejó de hablarle cariñosamente.

—Entiendo... ¿Es para él?

El alfa levantó ligeramente la mirada, pero no llegó a sus ojos, tomó aire y volvió la vista a los papeles en sus manos. —A ti te he entregado joyas de todo tipo, te he dado no solo esmeraldas, también rubíes y diamantes, oro, plata y la mejor seda. ¿Por qué te interesa un anillo de esmeralda?

—Es hermoso, ¿es qué no lo merezco?

Jimin sonrió. —Te mereces lo mejor Sungbin.

—Entonces, ¿será mío cuando esté listo?

Jimin bajó la mirada sin responder, pero la sonrisa no desapareció. Sungbin tomó eso como una respuesta positiva y sonrió orgullosa.

—Gracias mi señor.

—Descansa sultana, puedes quedarte aquí.

A la mañana siguiente Sungbin salió de los aposentos sin adornos en el cabello y con el corsé flojo, pasó por el harem sonriendo y todos comenzaron a murmurar. Ella se detuvo un momento a mirar al concubino castaño con unas profundas ojeras y la mirada perdida. Ella sonrió de lado.

—Iluso, te quedarás así.

Tras la ida de la sultana, Jungkook escondió el rostro entre sus rodillas pegando su espalda a una de las esquinas de la sala común, Hoseok se sentó a su lado deprimido por verlo así y sin saber qué decirle.

Ninguno de los dos se percató de la mirada del sultán desde el pasillo exterior.

(...)

Jungkook atendió sus lecciones y deberes lo más normal que pudo ese día. De cuando en cuando cabeceaba soñoliento. Apenas picó la comida y no había probado bocado de no ser porque lo obligaron.

Cuando el sultán pasó de regreso, Jungkook estaba cerca y tuvo que inclinarse, aunque Jimin se detuvo a verlo un momento el omega no levantó la mirada.

De regreso a sus aposentos, el sultán llamó a Jisoo, que no tardó mucho en llegar.

—Dígame su majestad —dijo el hombre pelinegro.

—Ayer por la noche quien debía estar aquí, era Jungkook. Más sin en cambio quien durmió aquí fue Sungbin. ¿Quieres explicarme que pasó?

Jisoo no pudo hablar para explicarse.

El sultán suspiró. —Te nombre a ti como chambelán de mis aposentos porque tengo una perspectiva de ti bastante grata, eres responsable y nunca me has fallado. Excepto anoche.

—Majestad, yo personalmente supervisé a los maestros del harem que prepararon al omega que solicitó, sin embargo, cuando llegué aquí la sultana ya estaba dentro. Lamento mi error, no volverá a pasar.

—Más te vale que así sea. No tolerare que pase de nuevo, nadie debe entrar a mis aposentos sin consentimiento, y entra quien yo quiero que entre. ¿Entendiste?

—Perfectamente mi señor.

Jimin no respondió más, tomó asiento tras su escritorio y comenzó a pulir el anillo de esmeralda.

—¿Se le ofrece algo más su señoría? Hoy es jueves. Noche bendita, ¿quiere que llame a la sul-

—Dile a Kim que venga. Que no tarde.

Confundido, Jisoo tomó esa orden como un claro ya vete, se inclinó mientras respondía.
—Como diga majestad.

Cuando el pelinegro estaba a punto de cruzar el umbral de salida el sultán habló de nuevo.
—Dile a Yunjin que preparé a Jungkook.

Una vez más el chambelán quedó contrariado. Con un "por su puesto mi señor", se retiró.

(...)

Nayeon estaba recostada contra los almohadones de la sala común comiendo uvas verdes. Reía y reía con otras dos omegas de sabrá el cielo qué cosa, mientras Hoseok las miraba de vez en vez, pues ellas hacían lo mismo viendo a Jungkook y ya lo estaban hartando.

—Esta noche es noche bendita. La sultana Sungbin estará con él sultán. Después de todo ella es una sultana.

El castaño levantó la mirada sin voltear, sabía bien que se estaban burlando de él. Ya todas le habían restregado una y otra vez que ni siquiera Nayeon había tardado tan poco en los aposentos reales. Y dicha mujer no se cansaba de repetir que al sultán le había parecido tan feo que lo corrió apenas entró.

Jungkook por sí solo se sentía miserable por haber sido rechazado sin haber intentado y esas omegas no ayudaban.

Hoseok lo volvió a abrazar cuando ellas comenzaron a reír de nuevo.

—¡Silencio todos! —Yunjin entró, parecía ansioso. Se acercó rápidamente hacía ellos dos y sonrió.

—Jungkook, ven rápido.

—¿Qué sucede? Si lo llevas a cumplir tus labores olvídalo. Está demasiado mal como para ayudarte.

—Llame a Jungkook, tu ni siquiera te pareces ¿Cómo te atreves a contestarme así? Uno es amable y se aprovechan de tu bondad. Omegas mal agradecidos.

Hoseok apretó los labios entre arrepentido y fastidiado.

—Jisoo me llamó hace un momento. Hoy es jueves, la noche de los jueves es considerada noche bendita, y se supone que es la noche reservada para la sultana por ser la esposa de su majestad.

Jungkook frunció el señor. —¿El sultán tiene esposa? ¿Qué sultana?

—Aigh pues Sungbin, ¿cuál otra? Bueno no se casaron realmente pero el sultán le otorgó el grado de todos modos.

—Ahora que lo pienso, ¿cómo es que Sungbin es sultana? ¿No debería ser madre de un príncipe al menos?

Yunjin miró alrededor antes de responder en susurros. —La sultana llego al palacio como sultana, forma parte de una de las ramas de la familia real, ni una vez fue tratada como criada, pero antes de que el sultán ascendiera, ellos se conocieron en Aki, la provincia del primer príncipe, allí, la madre sultana la eligió para ir a los aposentos de su majestad, dicen que durante mucho tiempo ella fue la favorita y que no llamaba otros omegas.

Yunjin volvió a mirar al rededor, temiendo que la susodicha apareciera. —Pero cuando Sungbin quedó embarazada, el sultán le dio el grado de esposa para protegerla de las envidias. Claro que nadie esperaba que ella perdiera al bebé. El sultán es piadoso, dicen que aún sin dar a luz la dejo conservar el título de su esposa para remediar un poco su dolor. Llegó aquí jactándose de ello, aunque según las reglas del harem no debería.

—¿Si el sultán es piadoso cómo se le ocurrió que dejando ser a una mujer tan cruel como Sungbin sería bueno?

—Porque él pensaba en el bienestar de ella, no en el de omegas feos como tú Hoseok.

Él mencionado abrió la boca con indignación, pero antes de poder hablar Jisoo irrumpió en la sala con cara de pocos amigos. —Yunjin, te envié a prepararlo no a hacerle plática. ¡Muévete!

—Ya vamos, estará listo a tiempo no se preocupe.

Tras eso el chambelán salió casi corriendo muy enojado, pero esta vez no abandonaría la entrada de los aposentos, Sungbin pasaría a los aposentos sobre su cadáver.

Yunjin tomó a Jungkook del brazo para levantarlo. —Vamos, tienes que estar listo antes de la cena.

—¿Para qué?

—Para ver al sultán ¿para qué más?

—¡¿Qué?! —preguntaron ambos criados al unísono.

—El sultán está enfadado con Sungbin por lo de ayer, entró a los aposentos sin permiso, en castigo él no le permitirá entrar hoy. Le otorgara la noche bendita a Jungkook.

Hoseok sonrió en comprensión. Y casi carga a Jungkook camino al baño por las prisas.

El vestido de esa noche era color verde en dos tonos distintos, uno fuerte para las secciones ceñidas a su cuerpo y un tono oliva para las transparencias.

Seda cubría su pecho, dos dedos arriba del ombligo y subía hasta el cuello, por la espalda desnuda caía una línea de joyas hasta la unión inferior. Las mangas transparentes iban desde la mitad de su hombro hasta las muñecas. La parte inferior se componía de dos partes, un pantalón transparente que dejaba a la vista su muslo entero por el exterior y se sujetaba con tela dorada hasta los tobillos. Por encima llevaba una falda abierta de los costados que cubría lo necesario sobre el pantalón transparente, iba sujetada por un cinturón rojo de algodón.

Yunjin puso alrededor de su cintura una cadena de oro adornado con varias joyas, era del tamaño justo para no caer por sus anchas caderas, pero sin apretar en la curva.

Su cabello no llevaba adornos de nuevo, pero pusieron más esmero en su maquillaje está vez

Jungkook no quería emocionarse, aún tenía el mal sabor de boca del día anterior, pero aun así estaba ansioso. Los dedos le temblaban y sentía que caminaba sobre las puntas de sus pies. No podía dejar de jugar con las piedrecillas en su cintura a pesar de lo mucho que lo regañaban al respecto.

Estaba a punto de desmayarse cuando llegaron a la puerta de los aposentos.

Entrando al pasillo que Yunjin dijo era el 'camino al paraíso', se detuvo antes de ingresar con el sultán, respirando profundamente trató de recordar las palabras de Mina.

"Cuando lo veas, has una reverencia, acércate hasta el, arrodíllate y besa su dobladillo, no te muevas hasta que te lo indique."

Soltando el aire que guardó en sus pulmones caminó al final del pasillo, parándose frente a la puerta de madera tallada.

(...)

Jimin miró la cama un momento. Jungkook debía estar cerca, casi podía olerlo. Unos instantes después tocaron a la puerta.

—Adelante.

La puerta se abrió y por el umbral atravesó un omega delgado y hermoso. Jungkook hizo una reverencia, titubeó un momento. Estaba nervioso. Se acercó a él, se arrodilló y besó su túnica. Jungkook sonrió. Inclinó el cuerpo y tomó la mejilla del omega con la mano derecha levantándolo.

Jungkook elevó la mirada y sus ojos se encontraron, la sonrisa que iluminó su rostro encantó a Jimin.

—Bienvenido.

Acarició su mejilla y apartó un riso de su frente. El omega río sin poderlo evitar más.

—Creí que estarías molesto.

—Bueno, habría agradecido saber antes que usted era el sultán, pero más que enojado estoy aliviado.

—¿Por qué no soy el rabo verde amargado que esperabas?

La risa que brotó de su garganta fue sincera y alegre.

—Porque el sultán me agrada.

—En ese caso, permíteme aprovecharme de tu buen humor. —Jimin extendió la mano hacía la terraza.

Había delicias de diferentes tipos sobre la mesilla y dos almohadones alrededor. El alfa tomó asiento en uno y señaló el espacio a su lado para que Jungkook lo imitara.

Estaban tan cerca el uno del otro que podían escuchar sus respiraciones, a Jimin le deleitaba tener tan cerca el aroma a lavanda de Jungkook.

Charlaron sobre su pasado, el sultán estaba genuinamente interesado en saber sobre su vida en el bosque de Safta, preguntó por su padre, enterándose que los rizos los había heredado de él, mientras que el color fue herencia de su madre. Ambos se dedicaban al campo, aunque su padre era diestro cazador y su madre hábil costurera.

—Namjoon no es en realidad mi hermano de sangre, él era hijo de un amigo de mi padre, pero sus padres fallecieron por una grave enfermedad, Namjoon comenzó a vivir con nosotros después de eso. Yo era muy pequeño así que no lo recuerdo, viví toda mi vida a su lado, él me protegía y yo siempre lo quise muchísimo. Me duele no saber dónde está ahora.

—Por lo que me has platicado de él parece un alfa fuerte. Debe estar bien, seguramente.

—Realmente lo espero. Y usted sultán ¿Tiene hermanos?

—Nuestras leyes dictan que el sultán debe deshacerse de sus hermanos cuando toma el trono.

—¿Quiere decir... Asesinarlos?

Jimin asintió. —Sin embargo, para mi buena suerte no tengo hermanos alfa, así que no tuve que arrebatarle la vida a nadie de mi familia cuando ascendí.

—¿Pero la sultana Rose no es alfa?

—Lo es, pero los únicos que pueden ascender son los alfa varones, si la ley aceptara a las mujeres en el trono ella sería la sultana, por ser la primera hija.

—¿Así que ella es mayor que usted?

—Lo es, yo soy el segundo hijo. Mi padre y yo peleábamos mucho cuando yo era joven, mi madre me reprendía por eso, ella dice que nos distanciamos por mi culpa.

—¿Por qué sería su culpa?

—El sultán tenía un estilo de vida bastante particular, disfrutaba de la compañía de omegas de todo tipo, aun estando casado y teniendo hijos. La ley le da poder sobre cualquier cosa, y él solía decir que el harem está para usarse. Vi a mi enamorada madre llorar toda mi infancia porque mi padre paseaba por el palacio con otros omegas más jóvenes.

—Debió ser horrible.

—Lo fue. El sultanato anterior tenía tantos problemas que daba rabia. El año que cumplí 15 hubo una sequía que devastó los campos de las provincias principales, había hambruna y enfermedad en todo el territorio, fuera del palacio niños y ancianos morían de hambre, pero en el palacio de mi padre nunca faltó fruta, carne ni vino. —Jimin miraba hacia el exterior mientras hablaba. —Era un pésimo gobernante y me enfadaba como el infierno que estuviera más interesado en comprar joyas y vestidos a sus concubinas en lugar de dedicarle tiempo a sus deberes reales, peleábamos por eso todo el tiempo, además todos esos omegas se comportaban como sultanas y hacían menos a mi madre por haber perdido el favor del sultán.

—¿Significa que ya no la amaba?

—El la ignoraba, creo que él intentaba castigarme a mí haciendo sufrir a mi madre, pero eso solo provocaba que yo estuviera más a la defensiva. Cuando crecí y comencé a tener presencia en las decisiones del estado mi padre se desesperó por procrear otro hijo varón. Pero solo tuvo hijas.

—¿Así que tiene hermanas?

—Muchas, demasiadas, aunque hay un rumor acerca de que una de las últimas concubinas que tuvo estaba embarazada, claro, sigue como rumor porque ella al parecer escapó al mismo tiempo que se anunció la muerte del sultán y que fue un varón. Dicen que la mujer se esconde en una de las provincias del reino aguardando a que el príncipe crezca.

—¿Usted lo mataría?

—No sé si el rumor sea cierto, pero en caso de serlo, no me atrevería. Haya sido procreado o no para arrebatarme el trono somos hermanos, por nuestras venas corre la misma sangre. Rose es hija de la primera esposa y es de las personas que más quiero en este mundo.

—Todo este tiempo creí que ella era hija de la sultana madre, ambas parecen tener una buena relación.

—Cuando la primera esposa dio a luz a una hija la desprecio, mi madre terminó criándola, por eso Rose la trata como si fuera su verdadera madre.

—La sultana Minyung se oye como alguien muy amable.

—No lo creas, en realidad es mandona, no tiene paciencia y siempre disfrutó golpearme.

Jungkook rio creyendo que el sultán exageraba. Jimin no quiso corregir, en su lugar secundó la risa.

—La sultana parece ansiosa todo el tiempo, en el harem dicen que se preocupa mucho por usted.

—Se preocupa porque aún no tengo un heredero. Envía omegas a mi habitación cada semana cuando me encuentro en el palacio.

—Bueno, si algo llegara a pasarle el imperio se quedaría sin sultanato, todos están secretamente preocupados por eso.

—Lo sé, y yo quiero ser padre, pero temo el género de mi primer hijo.

—¿Por qué? ¿No quiere tener hijas? ¿O teme que sus hijos peleen por el trono?

—Quiero criar a mis hijos para que en el futuro no ambicionen lo que los demás tengan. Si tengo más de un alfa me encantaría que el mayor no se vea en la situación de tener que matar a sus hermanos. Por otro lado, deseo con todo mi ser que mi primogénito sea un alfa varón, de esa manera sus hermanos nacerán con la noción de que el trono ya tiene a su heredero.

—Discúlpeme majestad, no lo entiendo.

—Yo nací después de Rose, ella siendo mujer se vio obligada a crecer en el harem sin derecho a intervenir en los asuntos del estado a pesar de ser alfa. No importa que haya nacido primero, ni siquiera tiene derecho a desear el trono. Si yo fuera un niño todavía, quien asumiría el mandato sería mi madre, como regente del estado, a pesar de Rose ser una princesa.

—Parece algo injusto ser una sultana de sangre.

—Y la he visto sufrir durante años entre las paredes del harem, su boda se decidió sin su consentimiento a pesar de ser sultana, enviudó joven, pero, aun así, su destino seguirá siendo siempre permanecer aquí. Si mi primer hijo fuera omega o fuera mujer, no me gustaría verlos sufrir del mismo modo, por otro lado, si el mayor es alfa y un hombre, el peso del trono será siempre su responsabilidad y no causará tentación entre sus hermanos.

—Comprendo, pero creo que hay otro modo. La sultana y usted tienen una buena relación, estoy seguro que ella lo ama tanto como usted a ella, si sus hijos crecen del mismo modo no tendría por qué haber rencor ni ambiciones.

—¿A qué te refieres?

—Amor Sultán, Amor. Si crecen como hermanos, con usted guiándolos, dudo mucho que en el futuro se vean envueltos en circunstancias difíciles de enfrentar.

—Amor.

Cenaron entre risas causadas por lo confundidos que estaban todos sin la presencia del sultán en el salón la noche de la elección. La charla trivial acerca de sus comidas favoritas, hizo a Jimin tomar nota mental de lo que
Jungkook definió como "la cosa más deliciosa del mundo". El postre de fresas llamó más su atención que los bollos y desprecio absolutamente la mermelada. No volvería a pedirla.

—Fue muy obvio que la sultana madre se enfadó. El gran visir le evitaba la mirada.

—Mi madre sigue enojada, Taehyung no haya en qué palo ahorcarse.

—...Y ¿Qué hay de la sultana Sungbin?

Jimin volteó a mirarlo, Jungkook no se atrevió.

—Parecía enfadada, ayer ella...

Jimin soltó los cubiertos e hizo pensar al omega que estaba molesto.

—Lo siento, no debí preguntar, yo solo...

—Sungbin infringió las reglas, está acostumbrada a tener todo lo que quiere, sin embargo, admito que me sorprendió que haya interferido en mis aposentos, me hizo enojar. Y sé que te molestó a ti también.

—No quiero que piense que lo digo por eso, no tengo ningún derecho, yo solo.

—Te llamé a ti, te esperaba a ti, no quise regañarla y no le dije nada, pero eso no significa que no me haya dolido no verte hoy en el jardín.

—¿Estuvo ahí?

Jimin asintió.

—Creí que no me volvería a llamar, cuando Yunjin me buscó hoy me alegré muchísimo. Aunque para ser honesto espero que la sultana no se moleste porque yo esté aquí hoy.

—Lo dices ¿por qué es noche sagrada?

—Sé que la sultana tiene un temperamento fuerte, en el harem varias chicas le temen, aún no la conozco, aunque... Bueno, ella es una sultana y no tengo ningún derecho a hablar de ella.

—Sungbin era diferente cuando la conocí, era amable y tímida, no era nada de lo que es ahora, es así que se ganó un lugar en mi corazón, sin embargo, si el amor no se nutre por sí solo no crece, ella ya no estaba dispuesta a entregar más, yo solo la deje ser. Se acabó. —Jungkook noto en los ojos del sultán que el tema le traía recuerdos tristes. Prefirió dejar el tema en paz. —Aún con eso, la respeto y le tengo aprecio, pero no tolerare que quiera interferir en algo que no le concierne.

Jungkook no lo entendió. Sungbin era la esposa del sultán, que su esposo viera a otros omegas, en su opinión, tenía toda la razón del mundo para enojarse, pero no solo era su esposo, era el sultán de Zalama.

No lo entendía. Jimin apreciaba a Sungbin por sus años juntos, pero ella siendo terca y testaruda había despreciado el corazón del entonces príncipe, creyendo que la pérdida de su cachorro solo le dolía a ella. Jimin también sufrió, era su bebé, él también lloró. En aquel entonces lo que más quería era pasar tiempo a lado de la mujer que amaba, apoyo y comprensión, le hizo tanta falta cuando se sentía perdido, pero ella solo lo alejó. Aún así Jimin siguió intentando, regalando y cediendo a todo por el amor que le tenía, pasaba por alto su desprecio y se convencía que lo trataba fríamente porque el dolor aún no la dejaba.

Quizá Sungbin se perdió a sí misma entonces, no lo sabía, pero si estaba seguro de que al menos a él si lo perdió completamente.

—Se volvió costumbre para ella que le complaciera todo, para mí también lo es, pero ya va siendo tiempo de poner un alto. Hay reglas que no deben romperse.

Jungkook solo bajó la mirada a su postre un momento, casi escucho la voz de Hoseok susurrándole "No es tu problema, concéntrate en ti"

Suspiró y levantó la mirada con una sonrisa. —¿Y qué me dice de una niña?

Jimin volteó la mirada hacia Jungkook de nuevo, comprendiendo que buscaba cambiar de tema, lo agradeció. —¿Una niña? Si, me encantaría una niña.

La conversación siguió un rumbo más afable entonces hasta que el postre se terminó. 

(...)

Gracias por leer ❤️

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