La suavidad de más sábanas, el calor de las mantas, la almohada que abrazaba con ahínco contra su pecho y nariz para poder apreciar e impregnarse del aroma. Todo aquello le hizo saber que, de nuevo, despertaba solo en su cama. Pateó su pie izquierdo, pies el derecho parecía dormido, para buscar a Bam a sus pies de la cama. Su cachorro no estaba tampoco.
La primera bocanada de aire de aquella mañana fue seguida de un suspiro demasiado grande, largo y que mostraba la comodidad y descanso. JungKook se desperezó, estirando su cuerpo y quejándose de modo repentino por el dolor en sus costillas.
Con el dolor latente, abrazado a su propio torso, se sentó de golpe en la cama. El grito brotó de forma natural e incluso asustado por el dolor.
-¡Jin!
Rápidos pasos atolondrados se escucharon al otro lado de la puerta cerrada, los ladridos de Bam resonando en el apartamento mientras rascaba la puerta tratando de entrar junto a él.
Escozor quemó en sus ojos, al verse la pierna escayolada y no dormida como creía, al verse el tronco envuelto en vendas y saber que tenía una fisura en su costilla, al ser conocedor de la brecha en su sien.
Por un momento, por unos míseros segundos de ignorancia feliz, se había despertado en su cama, sabiendo que su marido había ido a trabajar y había buscado a su cachorro a sus pies.
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-¿Quienes son ese Kai y ese tal SooBin? -Preguntó JungKook, sentado en su sofá, viendo de lejos en la cocina a su cuñado más menor preparle el desayuno.
-Son mis amigos y parte de mi banda. -El tatuado alzó una ceja con curiosidad.
-¿Tienes una banda? -BeomGyu asintió. -¿Qué oportuno que yo sea el cantante de una famosa, no? -La paciencia que el Omega se había obligado a desarrollar esa mañana se fue al garete con esa pregunta con retintineo.
-Si estás insinuando cualquier gilipollez como que me llevo bien contigo por tu trabajo o que mi hermano está contigo porque yo tengo una banda... para ahora mismo ahí. -La taza de café fue dejada con violencia en la mesita de centro del salón. -Nunca te he pedido ayuda para nada, nunca has venido a ninguno de mis conciertos, ni si quiera mis mejores amigos y miembros de la banda sabían que éramos familia. -Volvió a la cocina a por la comida. -Si estás buscando una razón para dejar a mi Hyung sé sincero contigo mismo.
-No busco una razón para dejar a SeokJin, busco una razón por la que él esté conmigo. -Alzó la voz. -Seré rico, sé que soy atractivo, pero no soy una gran persona. -Su costilla magullada latió con una punzada de dolor ante el grito que había dado. -Solo quiero entender qué vio él en mí y yo en él.
Al alzar la vista se encontró con la descorazonada mirada del menor. BeomGyu apretó sus labios y se dejó caer a su lado en el sofá. Mientras el menor le daba, una y otra vez, palabras de aliento y conformidad, apresando su mano tatuada con las dos suyas más pequeñas hacia su pecho, la neblina espesa en su mente decidió aclararse.
Recuerdos escuetos y fugaces, como pequeñas corrientes eléctricas, le llevaron a amar al joven que era su cuñado. BeomGyu y él había hecho travesuras juntos, se habían reído hasta llorar, gritado, cantado, tocado la guitarra y jugado deportes. BeomGyu había sido su mayor confidente y ayuda para lograr el amor de SeokJin.
-Lo siento, Gyu. -Las palabras idas de ánimo del Omega se cortaron ante el apodo cariñoso de su mayor. -Siento todo esto. -Puede que no tuviera todo claro y no recordara a la perfección, pero BeomGyu pudo ver en su mayor que, al menos ahora, tenía idea de quien era para él.
-Vamos, Kookie Hyung. -Lo abrazó contra su pecho. -En el fondo sabes que puedes contar conmigo para todo y por siempre.