Pasaron dos días desde que Agnes se fue.
El Templo hizo un anuncio importante.
Las montañas nevadas del Norte, llamada el Fin del Mundo, un lugar donde nunca se han dejado huellas humanas.
El Templo comenzó a estudiar sus secretos utilizando un gólem mágico creado con tecnología especial.
Hace ya varios años que se descubrieron allí extrañas ondas mágicas. Sin embargo, era un lugar al que la gente no podía acceder debido a su gran altitud.
Entonces el Templo usó un gólem especialmente hecho para explorar las cumbres de unas montañas misteriosas que nadie ha conquistado.
Inesperadamente, encontraron una enorme estatua allí, que se cree fue erigida en la antigüedad.
Era una estatua de piedra que parecía simbolizar la aparición de un dios antiguo.
Después de descubrir el lugar que sólo existía en una leyenda, los sacerdotes reunieron un equipo de investigadores capaces y estudiaron el lugar en profundidad.
Aunque era un lugar donde caía nieve todo el tiempo, misteriosamente, la nieve no se acumuló sobre la estatua, y ésta no se congeló ni siquiera con bajas temperaturas. Además, había algo extraño y fuera de lugar frente a la estatua.
Se trataba de un agujero horriblemente tosco, como si el vacío se hubiera distorsionado y rasgado, pero su interior carecía por completo de luz y era de un color negro intenso.
El Templo observaba regularmente la situación a través de las cámaras instaladas en el gólem mágico.
Los días en que había mucha nieve en el suelo, era imposible verlo, pero una vez que la nieve se derretía podía volver a verse. Sin embargo, no se pudo observar por un tiempo porque no se derritió la nieve durante un período de tiempo particularmente largo.
Un día, cuando la nieve finalmente se derritió, los investigadores pudieron ver ese extraño agujero nuevamente.
La escena que apareció fue impactante.
El pequeño agujero negro de repente se había vuelto terriblemente grande, como si una serpiente hubiera abierto la boca.
Y el día que terminó la guerra contra los demonios, la brecha desapareció como si hubiera sido una ilusión.
No desapareció por completo, sino que simplemente cicatrizó como una línea negra, como si la hubieran cerrado a la fuerza.
El Templo supuso que había una estrecha conexión entre la brecha desconocida y las grietas de donde surgían los demonios.
Y volvamos al presente...
El día reciente en el que reaparecieron las grietas, como era de esperar, el agujero negro observado volvió a abrirse como una enorme boca oscura.
El Templo le dio el nombre de "Fuente de las Grietas" y rápidamente encontró una manera de deshacerse de él.
Fue imposible enviar a los caballeros de inmediato porque desde un principio era un lugar al que la gente no podía llegar. Incluso si fueran enviados en un objeto volador, no podría elevarse por encima de cierta altura debido a la presión atmosférica.
Era imposible para una persona promedio soportar esa presión y altitud. Además, en primer lugar, se necesitaba de una gran capacidad para llegar allí.
El Templo consideró dos fuertes candidatos: Raymond Spencer, quien posee magia noble y poder divino puro, y Kaylo Gray, que tiene una fuerza explosiva y un poder mágico que supera a los monstruos.
A menos que alguien tuviera un poder que supere el de una persona común, no podría ser considerado candidato.
Sin embargo, al Templo no le era posible señalar a la persona que debía ser sacrificada.
El Templo transmitió los resultados de su juicio al Imperio a través del Emperador, excluyendo los nombres.
Fue un incidente que podría poner patas arriba a todo el Imperio.
El pueblo imperial, asustado, llegó a la capital y comenzó a protestar frente al Palacio Imperial. Levantaron la voz diciendo que la Fuente de las Grietas debía ser eliminada a toda costa.
Una parte del pueblo creía que se debería encontrar otra manera, diciendo que la paz que se preserva mediante el sacrificio de una persona no tiene significado. Sin embargo, nadie fue capaz de proponer medidas significativas.
Pasaron unos días llenos de profundo caos.
Mientras tanto, Kaylo Gray visitó varias veces el Palacio de la Princesa.
Tan pronto como escuchó la noticia del Templo, Kaylo Gray se dio cuenta de su papel.
Ahora su mente se había aclarado, como si el desordenado rompecabezas hubiera sido finalmente resuelto.
Se sentía como si finalmente hubiera recuperado su utilidad. Fue un sentimiento extraño.
Pero no podía irse fácilmente porque su codicia sin sentido seguía deteniéndolo.
Si sus pensamientos sobre gustarle a la Princesa Agnes no fueran sus propias ilusiones... No sería capaz de morir.
Pero al mismo tiempo también tenía pensamientos autodestructivos.
En cualquier caso, aunque él y la Princesa tuvieran los mismos sentimientos, no sería una relación fácil.
No tenía nada.
Ningún título importante, ninguna fortuna o ningún honor como los demás. Como no tenía nada, no podía hacer nada por Agnes.
Entonces, ¿qué pasaría si renunciaba a su vida para convertirse en un ser significativo? ¿No sería también significativo si su sacrificio hiciera que el mundo en el que vive Agnes fuera menos doloroso?
Estaba perdido en sus pensamientos sentimentales y deseaba quedar grabado en la memoria de la Princesa Agnes.
Más que nada quería reunirse con la Princesa, pero incluso al tercer día de su visita, Kaylo tuvo que escuchar el rechazo.
—Dice que no quiere verlo.
Kaylo apretó los puños ante las firmes palabras de la mayordoma.
—Una vez más... Por favor, dígale que definitivamente debemos reunirnos hoy...
—... Por favor, espere un momento.
Sin embargo, la mayordoma salió un momento después y dijo algo que lo hizo sentir aún más miserable que antes.
—... La Princesa dice que no vuelva a venir nunca más.
—...
Kaylo se dio cuenta de que esta era su realidad.
Fue el momento en que la ilusión quedó completamente destrozada.
Después de un rato, dio un paso atrás.
Una sensación de alivio llegó junto con un terrible vacío.
«Es una suerte.»
Porque podía hacer lo que debía sin tener remordimientos.
El médico del Palacio ladeó la cabeza.
Claramente no había ningún problema con la salud de la Princesa Agnes, pero ella estaba extrañamente decaída.
No quería levantarse de la cama y sólo dormía todo el día.
Después de escuchar la noticia, incluso el Príncipe Heredero Demian llegó preocupado al Palacio de la Princesa.
Sin embargo, tuvo que abandonar el Palacio de la Princesa sin siquiera poder intercambiar unas palabras con Agnes.
—Parece un síntoma de depresión...
El Emperador se enfureció ante las palabras del médico.
No podía creer que la Princesa Agnes se volviera así mientras no le prestaba atención debido al problema de las grietas.
El Emperador culpó al médico y a los sirvientes, y caminó directamente al Palacio de la Princesa junto al Príncipe Heredero.
Los médicos, sirvientes y doncellas se congelaron y siguieron al Emperador y al Príncipe Heredero al dormitorio de la Princesa.
Demian no estaba contento con que Agnes estuviera causando problemas durante la agitada situación, pero se contuvo. Al fin y al cabo, Agnes era su familia.
Además, aprovechó la oportunidad y llevó consigo a Raymond Spencer.
Hace poco escuchó que Agnes se negaba absolutamente a reunirse con Raymond, así que no le quedaba más remedio que reunirlos de esta manera.
Cuando entraron al dormitorio, vieron el interior de una habitación preciosa donde Agnes yacía dormida sobre la cama.
—Agnes.
El Emperador Alexander despertó a Agnes, que estaba dormida en la cama.
Agnes abrió lentamente los ojos y miró fijamente al Emperador.
—Agnes, ¿dónde te duele? ¿Por qué estás haciendo esto?
—...
Agnes se limitó a parpadear sin decir nada.
Las cejas de Demian se fruncieron ante el aspecto que parecía más grave de lo esperado.
Raymond, que estaba detrás de Demian, también palideció.
—¿Agnes?
—...
El Emperador pronunció el nombre de Agnes varias veces.
Y.... En un instante... El cuerpo de Agnes, que sostenía el Emperador, lentamente comenzó a desmoronarse hasta convertirse en polvo.
Las expresiones de todos se llenaron de asombro ante la escena que parecía sacada de una pesadilla.
—¡Ah! ¡Agnes...!
Las manos del Emperador, que estaba más sorprendido que nadie, vagaron en el aire intentando encontrar a Agnes.
Los sirvientes y doncellas gritaron tardíamente en estado de shock.
—¡Agnes! ¡Sal ahora! ¡Qué clase de broma en esta...! —gritó Demian mientras fruncía el ceño.
El dormitorio se llenó de un inquietante silencio que causaba escalofríos.
—...
En la cama quedaron solo restos del polvo que se había esparcido.
Pronto, el polvo se convirtió en un grupo de luces fluctuantes y desaparecieron.
Lo único que quedó fue un trozo de papel.
Las letras densamente escritas eran la letra de Agnes.
Fue la primera carta de despedida escrita por Agnes.
Todos quedaron aturdidos y no pudieron moverse de sus sitios.