Narrador.
Las banderas francesas diminutas se ondean de un lado a otro bajo los gritos de júbilo de la población. Los reporteros de diferentes países hablan en sus idiomas natales ya que a sus espaldas, el palacio de Versalles ha cerrado sus puertas.
Tras que se diera la inesperada noticia de que la familia real ha conseguido a su heredero, los medios de comunicación y las redes sociales, han explotado en preguntas.
—Como sabemos, ninguno de los príncipes o princesas han tenido hijos...—Una joven reportera giró un poco su cuerpo señalando el palacio a sus espaldas—. Todos estamos desde el amanecer esperando una explicación. Ya que, en investigaciones, la princesa Diane Fontaine, Duquesa de Walyok es la única con dos hijos que se hace presente en la línea de sucesión. Sin embargo, han declinado al cargo ya que se dedican al mundo del automovilismo y a los medios artísticos. ¿Habrá alguno de ellos cambiado de opinión?
La multitud aumentó el bullicio al notar cómo la policía se habría paso entre las calles abarrotadas y los guardias reales a caballo enfundados en sus trajes oscuros, custodiaban el auto clásico que se acercaba con dos camionetas detrás.
Veintitrés años tuvieron que pasar para que las personas volvieran a las puertas del palacio para celebrar al nuevo miembro de la familia real. Ya que, la última en ser celebrada fue Angelique Dassaúlt.
Carteles llenos de colores alegres, botargas gigantes y trajes extravagantes dominaban en ese momento, la felicidad de los franceses.
Las puertas poco a poco se abrieron dejando pasar al coche y su seguridad, a lo lejos, el vocero de la familia y dos empleados más caminaban usando el traje oficial. En una de sus manos sostenía un pergamino, para que en la libre, un cuadro con la información que deberá ser relevada.
—Podemos apreciar como el vocero oficial de la reina Christine llega hasta las puertas del palacio.
Y como si fuera el mismísimo rey, poco a poco los gritos van cesando hasta que se hace el silencio. Francis despliega el pergamino mientras toma una larga respiración.
—La familia real, hace presente ante su pueblo, su más grande agradecimiento—comienza él—. Podrán celebrar con nosotros, la felicidad de saber que Francia tendrá otra reina.
Poco a poco las personas no podían contener su emoción.
—Grace Helena Christine II Dassaúlt Bonnet—anunció fuerte y claro—. Hija de los Duques de Vasellí. Nieto de la reina, Marcus Spencer II Dassaúlt Fontaine y Lady Adelaine Victoria Bonnet Dupont.
Los ayudantes del vocero acomodaron el cuadro fuera de las puertas del palacio.
—¡Larga vida a la reina! ¡Viva la heredera al trono!—Vocifero Francis dos veces seguidas, para después, dar paso a los gritos de felicidad de las personas.
Para cuando él entró nuevamente, la prensa pudo tener acceso a la información.
—Grace Helena Christine II...
Al menos cinco reporteros hicieron mención del nombre de forma seguida y concreta en idiomas diferentes.
—Grace Helena Christine II es la bisnieta de la reina de sangre Christine y que ahora, será la siguiente en ascender al trono de Francia tras un cambio totalmente radical en la línea de sucesión al trono—informó la reportera viendo de vez en cuando el cuadro con el contenido—, y que por primera vez en la historia, no fue presentada en su nacimiento por cuestiones de seguridad.
Aquello causó al principio confusión, no obstante, teniendo conocimiento de cómo la reina lideraba con firmeza el país y la seguridad, la lograban comprender tras tener el recuerdo de la muerte del rey.
La gente comenzó a ponerse cómoda sabiendo que en cualquier momento saldrían con la niña para ser presentada, era su código y ellos lo respetaban.
—¡Que viva la futura reina de Francia!—Grito uno a los lejos en el momento que las notas de la banda sonora del país sonaban.
Adelaine.
En estos momentos es que deseo haberme quedado en casa.
Ni siquiera debí de levantar el jodido teléfono, o de haber tenido contacto con Christine.
Necesito salir de aquí, de esta maldita habitación que comienza a quitarme el aire por el miedo y el nerviosismo que invade mi cuerpo.
—Te va a dar una crisis, trata de respirar—hablo a mis espaldas Trevor con suavidad.
—No puedo—contradije caminando de un lado a otro.—¿Acaso no viste a todas esas personas de allá afuera cuando se alocaron al ver el coche?
—Están felices, princesa.
—Yo no—me giré viendo las manecillas del reloj sabiendo que del otro lado, los gritos molestos de la que es mi familia me esperan.
Aún no entiendo cómo es que Christine no se ha quedado afónica de tanto gritarle a sus hijos por sus reclamos sabiendo que hay hombres de la corte también en esa sala.
—Dime una cosa. ¿Lo has visto?—Quise saber con urgencia.
—Cuando Vincent se fue con Scarlett y Flora, me saludó rápidamente. Se le ve distinto.
¿Cómo no iba a estarlo? Todo esto es un desastre del tamaño de una bola de nieve gigante que no deja de rodar y hacerse más grande.
Mis nervios se disparan aún más cuando se que se llegó la hora porque Francis entra por una de las puertas aleatorias y no puedo negar la sonrisa que se instala en mi rostro al verlo.
—Dios, Francis—se burla mi hermano y este achica la mirada en su dirección—, quiero deducir que te pagan bien para que uses eso, Pareces una botarga.
—Hasta Grace lo apoya—comente.
Francis le hizo una mueca a la niña que estaba recostada en el portabebe negro.
—Ya es momento Duquesa.
Asiento rendida acercándome por mi hija dejando su pequeña cabecita contra mi pecho y Francis me ayuda a acomodarle la diadema que la reina de obsequio.
Respiro profundamente viéndome en uno de los espejos, estoy presentable y la niña también.
Mi vestido hasta la rodilla en color crema me da la figura que necesito ya que el cintillo de piedras rodea mi cintura, los tacones me hacen ver lo suficientemente alta y en mi cuello recule el collar de diamantes que Christine me dio hace casi dos años atrás.
El cabello cae suelto en ondas y si no fuera por el maquillaje, me delataría ya que anoche estuve llorando del estrés y el miedo.
—Estoy lista.
La verdad es que no, pero eso a nadie le interesa.
Mi hermano se posa a mis espaldas dándome un poco de seguridad y a la vez paz. Grace comienza a jugar con mi collar balbuceando palabras ya que poco a poco está intentando hablar más.
Seguimos a Francis que abrió la puerta dando a un pequeño pasillo y frente a nosotros, la que en verdad importaba estaba a tan solo tres pasos.
Tras que diera tres golpes secos en la madera, sentí que podría vomitar o que caería al suelo si no fuera por Trevor que me dio una suave caricia en la espalda.
Todos están ahí.
Él está ahí.
Marcus está tratando de ver detrás de Francis que es más alto que yo y me cubre.
—Trevor...—balbuceó al borde del casi colapso nervioso.
Avance siguiendo a Francis sintiendo la mirada de todos en mí. En mi hija.
La sangre parecía haberse drenado de mi cuerpo en el momento que desgraciadamente, sus ojos aguamarina conectaron con los míos después de tanto tiempo. En que nada en él cambió más que se ha dejado crecer un poco el cabello castaño.
Su mirada rápidamente pasa a lo que sostengo en brazos que instintivamente protejo lo que es ridículo. Lo noto tragar saliva mientras vuelve a verme fijamente y deseo saber que es lo que piensa. ¿Me odia? ¿Debí haber emitido el divorcio? Lo más probable.
Son tantas cosas que es demasiado difícil de cargar y más porque lo que su presencia provoca es inimaginable.
Ni siquiera puedo saber si en este momento las pulsaciones de mi corazón son las correctas o si, en cualquier momento caeré porque todo en mi sistema nervioso se ha alterado a niveles inimaginables.
—Todo este alboroto es porque ustedes, mis hijos, no supieron cumplir con su deber ante la corona—habla Christine, pero su voz suena tan lejana cuando ella habla dirigiéndose a su familia—, se han puesto como perros y gatos al ser cambiados en la línea de sucesión al trono. Yo me sacrifique desde muy joven para esta familia y quien me vino a dar lo que más esperaba fue mi nieto.
Se que contuve aún más la respiración cuando ella hizo una seña para que Marc se acercara, se puso a mi lado en cuestión de segundos cuando me posicione del lado izquierdo de Christine.
—Mi bisnieta es la heredera al trono y se ha dejado guardado bajo llave—sentenció con más frialdad de lo habitual.
Entonces, como si fuera casi un milagro, Grace se removió entre mis brazos siendo ella tan tranquila.
Divise la atención de todos cuando la niña elevo su rostro mostrándoles a toda la familia sus grandes y enigmáticos ojos aguamarina. Evite soltar un sollozo cuando ella movió las manitas mientras echaba todo su peso de lado, llamando.
Llamando a su padre. El cual, este sonrió dejando salir un par de lágrimas antes de sostenerla.
—La sangre llama—comentó Christine mientras sonreía de lado con orgullo.
—Muñeca—habló él, sosteniendo a nuestra hija.
Su voz era como si el tiempo no hubiera pasado. Como si tan solo nos hubiéramos separado durante días, pero no era así. Nada en realidad, porque podía notar en esos ojos claros, que el dolor y el resentimiento eran resplandecientes en él. Y no esperaba menos.
—Dassaúlt—fue lo único que pude pronunciar.
Pero eso ni siquiera le importo, porque joder, en esos momentos una media sonrisa curvo sus labios siendo lo ultimo que podria haberme mandado al suelo lo cual casi lo conseguia si no fuera porque tome una larga respiración.
Sabía que Christine seguía hablando, dando sus sermones sobre el testamento y la monarquía, pero todo aquello sonaba lejano y sin sentido.
—...ahora todos salgan a ese balcón y pongan una sonrisa—ordenó la reina.
Rompí contacto visual con él en el momento que divisé a Vincent de pie junto con Scarlett. Marc se giró para ver en la misma dirección que yo y lo note asentir despacio mientras se volvía hacia mi.
—¿Quién es él?—Preguntó con sutileza.
—Eso ya lo sabes—balbuceé manteniéndome firme.
—Duques, es hora—avisan y que Christine se aclare la garganta significa que no va a esperar ni un segundo.
Lo que no esperaba era que Marc estirara la mano esperando la mía.
Esquivando la mirada de Vincent y con recelo, la tome. Sin embargo, él entrelazo mis dedos con los suyos y le hizo una mueca a Grace haciéndola reír.
Como si todo estuviera bien.
Lo cual no era así.
Pero sin embargo, lo seguí rumbo a la gran multitud para presentar a la futura reina, nuestra hija.