𝗔𝗕𝗦𝗘𝗡𝗖𝗘

By WhiteMothXD

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Si me voy mañana ¿Estarías bien? ¿Estarías lleno de tristeza? ¿Pelearías por mí? ¿Cómo voy a protegerte? No m... More

Lover, please prepare for my absence

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By WhiteMothXD

El canto de los pájaros eran el alegre coro que lo acompañaban luego de haber cumplido su jornada diaria. El sol estaba ocultándose y ya todos se iban para sus casas, y él, como "cualquier ciudadano común y corriente" también se iba a descansar.

¡Hoy había sido un día excelente! Oficialmente se había declarado estado de paz en cuestión de la guerra, significando que todos los soldados sobrevivientes volverían a casa. Incluso su amado regresaría a él... Tal y como se lo había prometido.

Su sonrisa creció más al pensar en que aquella posibilidad fuera cierta y es que ¡Debía serlo! Su esposo era alguien fuerte, que sin importar la situación lograría salir victorioso. Esa era una de las muchas cualidades que le gustaron de él, al igual que su astucia innata y esa galantería que parecía emanar su presencia pese a ese rostro amargado que se cargaba.

Al llegar a la estación del tranvía esperó unos cuantos minutos sentado en una banca, acomodando su abrigo. Sobretodo para ocultar la zona del vientre, esa que aunque no estuviera muy abultada o algo al respecto, sentía el fuerte instinto de protegerlo. Ahora que lo piensa, debería agendar una cita con el doctor.

¿Doctor? ¿Para qué?

A su parecer contrajo un virus o algún parásito porque desde hace algunos meses se ha sentido así. Tal vez desde unos semanas después de que despidiera a su querido Alfa cuando este se decidió a enlistarse. Quería descartar la posibilidad de alguna enfermedad que le impidiera en un futuro el seguir su vida con normalidad.

Sin darse cuenta, poco a poco su aroma a frambuesas se tornaba más intenso, delatando la creciente ansiedad que quería tapar con una sonrisa y un "Todo estará bien" en su cabeza. Varios a su alrededor se alejaron un poco, y él solo continuó sentado y abrazándose en lo que trataba de pensar en otra cosa.

¡No podía recibir a su amor con una cara deprimida!

Su sonrisa que antes estaba decayendo volvió a la normalidad en lo que avisaban por los altavoces que varios tranvías partirían, incluyendo aquel que se dirigía cerca de la ruta a la que iba. Sacudió sus ropas luego de pararse y entró al tranvía, sentándose al fondo para estar solo y tranquilo. O eso intentó.

Acomodó sus lentes y miró por la ventana del tranvía, embelesado con la vista de la viva ciudad de Nueva Orleans en todo su esplendor, que enardecida de la alegría celebraba a su manera el final de una época precaria.

—¿Si viste el periódico? —la voz de una señorita que le hablaba a su amiga llamó su atención.

Ambas mujeres estaban sentadas cerca de él así que era inevitable.

—Ay si —afirmó la otra dama, abriendo su abanico y ocultando su rostro afligido—¿Puedes creer eso? El nombre del esposo de la señorita Alice apareció en la lista.

—¿La lista de los fallecidos o los desaparecidos en acción? —¿Qué? ¿Había una lista de eso? ¿En qué parte?.

—La de los desaparecidos en acción —respondió con pesar—Pobre Alice, de seguro ha de estar en una completa depresión.

Ellas siguieron hablando del tema pero Alastor solamente podía pensar una y otra vez en esa supuesta lista.

"¿Una lista en el periódico? ¿Cómo es que no me había dado cuenta antes?"

Tal vez pudo haber sido gracias a que el día había sido ocupado. Realmente ocupado. Movió su pierna ansiosamente, sobándose el brazo y regresando su atención a la ventana, viéndose en el reflejo del vidrio.

"A él no pudo haberle pasado nada. De seguro está bien, de seguro ya estará de regreso... Si..."

Ni siquiera en sus pensamientos se sentía del todo convencido. Suspiró. Tan pronto bajara del tranvía compraría un periódico.

"¿Estará herido? Tal vez con alguna que otra cicatriz"

Bajó del tranvía luego de pagar, acomodando los dobleces de su abrigo y caminar por la acera. El sol ya se había ocultado y el cielo yacía pintado en un azul medianamente oscuro.

Nervioso.

"¿Dónde es que están esos chiquillos que venden los periódicos cuando de verdad se les necesita?"

Caminó un poco más rápido, pues faltaba poco para llegar a su casa y no es que estuviera asustado porque alguien le hiciera algo. Sabía defenderse lo suficiente.

Una brisa fría pasó cuando finalmente estuvo de pie frente a la entrada. Abrió la reja y al estar dentro la cerró, caminando hasta la entrada de la casa en donde se suponía dejaban el periódico matutino. Y si, allí estaba sobre el tapete. Se agachó para tomarlo, leyendo el titular que tintado en letras negras decía;

LA GUERRA HA TERMINADO: MILES DE NIÑOS QUEDAN SIN UN PADRE, MADRES QUEDAN DEVASTADAS CON LA AUSENCIA PERPETUA DE SUS MARIDOS.

Ausencia.

Esa palabra le llamó poderosamente ma atención.

Ausencia perpetua.

Sus manos temblaron un poco en lo que se levantaba del suelo, leyendo el artículo con una expresión ligeramente preocupada. ¿¡Dónde estaba esa maldita lista!?

Pasó las páginas con histeria, bastante ansioso y con su sonrisa a duras penas en el rostro. Fue entonces que la encontró casi al final del periódico.

LISTADO DE NOMBRES: (MIA) DESAPARECIDOS EN ACCIÓN.

Tragó saliva con pesadez, frunciendo ligeramente el ceño.

—Aquí vamos...

Buscó por las iniciales uno por uno en lo que buscaba las llaves de la casa para abrir. Una vez adentro de la casa se dedicó a buscar mejor entre los muchos nombres, tomando asiento en el gran sofá café en el que su querido esposo solía descansar luego de un arduo día de trabajo. Y buscó, buscó desde la A hasta la Z pero no apareció.

Suspiró de alivio ante tal descubrimiento.

"Si... De seguro ha de estar en camino."

Con optimismo, se levantó del sofá para ir en dirección a la cocina y preparar algo para comer. Pero ni cinco pasos había dado cuando escuchó la bocina de un auto a las afueras de su hogar. Extrañado, salió armado con sus llaves de la casa. Aunque su vista recayó casi de inmediato en el tipo de vehículo que era: un Cadillac con la bandera del país de un lado.

Acaso...

¿Su amado había regresado?

Su corazón latió con entusiasmo ante aquella posibilidad, apresurándose a la entrada para abrir el enrejado, pues alguien se había bajado del auto del otro lado. Para cuando había abierto, la persona ya se encontraba frente a él; un soldado que en definitiva no era él.

Su sonrisa flaqueó un poco; confundido.

—¿Alastor Beaumont? —preguntó el joven Beta de vestimentas militares.

—Alastor Novikov —corrigió. Había dejado de usar ese apellido desde que había contraído nupcias con...

El muchacho sacó de su bolsillo un sobre, extendiéndoselo y él lo aceptó, dudoso.

—¿Y esto..?

—Lamento tener que ser yo quien le tenga que dar la noticia, señor Novikov —apenado, el joven jugó con el cuello de su camisa.

Alastor frunció el ceño claramente preocupado, contorsionando ligeramente su sonrisa.

—¿Y eso es..?

Los nervios y las ansias lo estaban comiendo vivo. Un muy mal presentimiento llegó a él como esa espinita en su corazón que le advertía a gritos que aquello que tanto quiso ignorar había pasado.

El joven Beta tomó una bocanada de aire antes de hablar.

—El soldado Husker... Falleció en combate.

. . .

¿Qué?

—¿Q-qué?

La voz se le quebró en un segundo. ¿Había escuchado bien? ¿O acaso él había dicho que..?

—Fue en el último enfrentamiento —empezó—Unos soldados del bando enemigo habían hecho un ataque sorpresa y varios murieron, incluyendo a-

—Mi esposo —completó, cubriéndose la boca del shock.

El joven asintió.

Fue entonces que el locutor sintió que el mundo se le venía encima.

No reaccionó a tiempo, solo pudo estar parada mirando a la nada mientras el corazón se le partía en miles de pedazos. ¿Su Husk? ¿Muerto? Pero si tenían tantas cosas planeadas para el futuro... Tantas cosas por hacer, ¡Incluso planeaban formar una familia más amplia! Vivir en un lugar alejado de la ciudad... ¿Dónde quedarían las noches en donde apreciarían las estrellas? ¿A dónde se irían los anhelos que siempre le susurraba al oído? ¿Qué pasará con todo lo que han construido hasta ahora? Su perpetua sonrisa había desaparecido. Cayó de rodillas al suelo, abrazando su abdomen con temblor gracias a un creciente dolor que surgía en su vientre además del claro pesar en su pecho. Su amor, su único y verdadero amor lo había abandonado de la peor de las maneras: sin intención alguna. Escuchó al joven preguntarle si se encontraba bien mientras se arrodillaba junto a él, pero estaba tan... Perdido. Todos esos besos que se dieron, todos esos abrazos, todas esas palabras bonitas, todos esos juramentos de un futuro juntos...

"Si ya no estás aquí ¿Qué será de mí? ¿Dónde quedaron los días felices? ¿Por qué? ¡¿Por qué tú?!"

—Disculpe, ¿Podría repetirlo? —preguntó—Es que no estaba prestando atención.

El Alfa suspiró algo agotado, algo incómodo de hablar del asunto al respecto, puesto que el Omega frente a él lucía tan deteriorado mental y físicamente como para añadir una carga más a la lista pero si no se lo decía sería mucho peor.

—Señor Novikov, tuvo un aborto espontáneo.

Alastor parpadeó varias veces, sin comprender.

—¿A-borto espon..táneo? —repitió con duda.

El médico asintió.

—Estaba usted en cinta, ¿No? —el locutor no dijo ni hizo gesto alguno: inexpresivo. Ahí el doctor supo un detalle que realmente empeoraba la situación—Un momento ¿No lo sabía?

El Omega pasó una mano por su vientre lentamente, sintiendo la respiración ligeramente irregular.

—¿Por qué? —preguntó de repente, con la voz temblorosa y la mirada baja.

—"¿Por qué?" —repitió el hombre.

—¿Por qué? ¿P-por qué lo perdí? —insistió en saber, aguantando las ganas de romperse allí mismo.

El médico revisó la tablilla en donde estaban las anotaciones del historial médico del locutor.

—Según por lo que me relató hace unos instantes, pudo haber sido por la noticia de lo ocurrido con su marido —sugirió—Las razones por las cuales suele haber un aborto espontáneo es por problemas de salud de la madre, problemas con cromosomas del feto, incluso exposiciones ambientales en cualquier sentido.

Alastor no dijo más al respecto.

El médico estaba a punto de decirle algo más, sin embargo, fue detenido por una enfermera que solicitó su presencia y ayuda con un paciente, viéndose en la obligación de dejar solo al joven que ni siquiera se inmutó al respecto.

Una vez completamente solo, sintió algo humedecer sus mejillas. Pasó sus dedos sobre estas, dándose cuenta que aquello que tenía eran... Lágrimas. Acarició su vientre como un reflejo involuntario, con un nudo en la garganta terrible al saber que ya no había nada. Ya no había bebé que esperar, ya no le quedaba nada de su amado. Ahora estaba totalmente solo. Debió suponerlo. Desde el día en el que se enteró de lo ocurrido con su Husk había sufrido de dolores agudos en el vientre y sangrados que ni él se había podido explicar. Y ahora que sabía la razón, solo quería llorar. Llorar y llorar, ¿Por que le pasaba esto justo ahora? ¿Cómo no se había dado cuenta que una pequeña vida, parte suya y de su esposo, se desarrollaba dentro suyo? ¿Cómo había sido tan descuidado?

Un sollozo lastimero escapó de sus labios y por segunda vez su sonrisa se había esfumado, reemplazada por una mueca temblorosa. Se cubrió el rostro y lloró, gritó devastado.

—¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¿POR QUÉ?!

Si había un dios realmente, estaba totalmente seguro de que se burlaba de él ahora mismo. Riendo a carcajadas abundantes a costa de sus desgracias, lo sabía. Tembló, derrumbándose en silencio. ¿Por qué no le ahorraban la indignidad? Él no quería saber eso, ¡No quería recordarlo!

No quería recordar que ahora ese anillo en su dedo anular no significaba nada.

—Husker... —balbuceó, triste y roto—L-lo siento tanto... Perdóname... —trató de inútimente limpiar sus lágrimas con el dorso de sus manos, solo logrando sentir como más de esas gotas saladas corrían con más fuerza de sus ojos ya hinchados.

¿Dónde había quedado ese jovial Alastor? Ese que no se inmutaba por nada a su alrededor, ese que de cualquier manera y con su astucia salía adelante.

Se había ido sin siquiera despedirse.
Con el cargo de consciencia de que lo último que su amado le había dejado, lo último que le quedaba de él para recordarlo: lo había perdido.

¿Ahora qué se suponía que debía hacer si él ya no estaba allí?

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