Oscura inocencia

By rosalessss6

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Soy sobre natural no sabía cual era mi objetivo pero cuando te vi me volví a sentir vivo More

Sipnosis
Progolo
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Epilogo

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By rosalessss6

Frunció el ceño.

-La falda está muy corta.

Ella resopló.

-Estoy intentando seducirte... ¿Y eso es lo único que dices? ¿Qué la falda esta muy corta? –Suspiró con tristeza -¿Ves? No tardaras en dejarme. Las chicas de instituto no seducen a los hombres...

Él salió de detrás del escritorio, notó enseguida que Mariana no llevaba zapatos. Entendía más o menos a ella, que pensaba que él se sentiría incomodo con una chica que apenas cumpliría los dieciocho años. Pero Juan Pedro venía de una civilización donde los hombres tomaban por esposas a niñas de apenas quince años... Y si ella quería, el podría esperar unos años mas... De todas maneras, ya había esperado quinientos largos años por ella.

-Mariana... Si no te sientes bien conmigo, puedes simplemente dejarlo. No me molesta esperar por ti unos años, de todas maneras el tiempo es lo que me sobra.

Ella levantó la vista del suelo y entrecerró los ojos antes de ponerse de puntillas y rozar sus labios con los de él.

-¿Ya te he seducido?

Juan Pedro se inclinó y atrayéndola contra él, la beso de manera apasionada y deseosa. Cuando se separó, los ojos de Mariana estaban aturdidos por el deseo y la necesidad... Él sonrió.

-Supongo que sí –Murmuró antes de recostarla ligeramente del escritorio e introducir sus manos debajo de la falda de cuadros escoceses.

En cuanto él rozó sus muslos con las manos, Mariana suspiró antes de besarlo en los labios. Juan Pedro respondió el beso con avidez mientras la acariciaba, llenándola de una cantidad exuberante de sensaciones...

Él la empujó ligeramente contra la pared, mientras le tocaba el pecho escondido dentro de la camisa del instituto. Y de un momento a otro, sus labios bajaban de su boca hasta alcanzar su barbilla y luego su cuello... Los dedos de Juan Pedro vagaron hasta el interior de sus bragas y comenzaron a acariciar el lugar donde se localizaban el triangulo de rizos castaños.

Mariana gimió débilmente y hundió sus dedos con lentitud en los cabellos negros de él, mientras su barba incipiente le raspaba el cuello y su lengua jugaba en donde se hallaba su pulso.

Juan Pedro introdujo un dedo en su interior, comenzando así a acariciarla con lentitud y agilidad... Ella sentía que estaba al borde del abismo mientras él seguía acariciándola y cuando llegó al orgasmo, sintió los colmillos de Juan Pedro traspasar su piel y comenzar a tomar de su sangre.

La sensación la sacudió con fuerza, intensificando su éxtasis. Gimió su nombre antes de correrse nuevamente.

Con la respiración severamente entrecortada, Juan Pedro se separó de ella con los ojos encendidos y algo de sangre descendiendo de su labio inferior. Se veía tan atemorizante e intimidante, pero al mismo tiempo atractivo y sensual... Sus ojos verdes brillaban y su cabello negro resplandecía... La barba incipiente cubría su mandíbula e hizo que extendiera la mano y la tocara con la yema de los dedos sintiendo su textura.

-¡Genial! –Mariana se sobresaltó al oír la voz del lado derecho de la habitación, cuál fue su sorpresa el ver a un hombre tranquilamente sentado en uno de los muebles de la oficina de Juan Pedro. Sus ojos eran azules, brillantes y amenazadores; su cabello negro caía sobre sus hombros... Era el tipo de hombre que destilaba sexo por todos sus poros –Yo me vengo para advertirte de que corren peligro, y resulta que están aquí metiéndose mano en lugar de andar alertas.

-¿Nacho? –preguntó Juan Pedro estupefacto. Mariana se sorprendió al oír el nombre empleado; Nacho no parecía ser un nombre correcto para ese hombre sentado en la silla. Nacho tenía la vista clavada en la parte baja de su cuerpo con una sonrisita. Solo cuando siguió su mirada, descubrió que Juan Pedro aun no había sacado las manos de debajo de su falda.

Cuando Juan Pedro las sacó, la sonrisa en el rostro de Nacho se extendió completamente.

-Imagino que te gustaría también, arreglar tu escote –Dijo él. Mariana se sobresaltó al darse cuenta que su uniforme tenia los botones de arriba abiertos, y que se notaba el inicio de su encaje del sostén. Apresurada se los cerró con rapidez.

-Has venido a algo más que a espiar, Ignacio. Abre tu boca ahora.

Ella parpadeó sorprendida, Ignacio... Se llamaba igual que su mejor amigo. Y más que nadie, Mariana sabía que no era un nombre precisamente empleado en muchas personas, es más... Ignacio incluso parecía raro.

-Hay un demonio en el instituto de Mariana. Y créeme que es uno de los fuertes, cielos santo que incluso pensé que su aura era capaz de matarme –Ignacio se levantó de la silla. Mariana contempló su perfecta contextura y su musculoso, delgado y bien formado cuerpo –Además de eso, esta tras Mariana.

-¿Un demonio? –preguntó ella estupefacta por lo que había estado escuchando.

-Dime su nombre, transformista.

-No me digas así... Me hace sentir como de esas personas que se hacen cosas para lucir como los del sexo opuesto –Aseguró Ignacio estremeciéndose falsamente.

-Su nombre... -Repitió Juan Pedro.

Nacho resopló.

-Annette Rain.

Mariana rió nerviosamente.

-Oye tío, no tienes porque insultar a mi amiga diciendo que es un demonio.

-No es un insulto, princesa –Sonrió Ignacio intentando tranquilizarla al acercarse a ella. "Princesa", ese era solo un término exclusivo para su mejor amigo... Y extrañamente, Mariana comenzaba a sospechar algo descabellado –Es la verdad de lo que es, más nada.

Parpadeó. Parpadeó de nuevo. Y entonces abrió la boca antes de encontrar ciertas similitudes entre ambos.

-¿Na- Nacho?

El hombre parpadeó sin entender muy bien. Juan Pedro a su lado se tensó.

-¿Eres Nacho? Mi Nacho... ¿Mi mejor amigo? –Mariana sintió como la sangre le hervía ante el entendimiento -¡Dime si lo eres o no!

-...Si... -Murmuró él con expresión distante –Soy yo.

Mariana se volvió hacia Juan Pedro.

-No me importa que mi mejor amigo sea una especie de cambiante de formas... Lo que me importa es saber cómo demonios lo conoces.

-¿Cómo? ¿Cómo supiste que era él?

-Sus expresiones, su tono de voz y es el único que me ha llamado "Princesa" alguna vez –Juan Pedro desvió la vista con incomodidad reflejada en sus facciones -¿Cómo lo conoces?

-Yo lo envié... Nacho me mantenía informado respecto al como te encontrabas y todo. Te cuidaba mientras yo no podía hacerlo por la promesa que le hice a tus padres.

-¡Todo este tiempo me has mentido! –Dijo dirigiéndose a Ignacio -¡Entonces no eres mi mejor amigo si no un espía!

Ambos hombres desviaron la vista.

-Somos amigos, Mariana. Eso nunca cambiara.

-¿Cómo pudieron? –Preguntó al sentir las lagrimas acumularse en sus ojos. ¿Su mejor amigo realmente no era su mejor amigo? ¿Cómo debería sentirse en estas situaciones? El dolor estaba allí en su pecho, haciendo que se sintiera traicionada por dos personas a las que amaba sobre todas las cosas. Se dejo caer en el pequeño sillón de la esquina.

-Mariana, lo hacía por tu bien, entiéndeme...

-¡Peter estaba preocupado por ti! Y yo logre tenerte como amiga –Nacho se acercó a ella –Lali, jamás he tenido una amiga de verdad... Tú fuiste la primera. No te disgustes conmigo, solo le daba los informes a Peter como algo extra.

Juan Pedro observaba todo con expresión intranquila. ¿Cómo ella lo había notado? Por sus expresiones decía... Pero Ignacio ya no era el niño adolescente que Mariana conocía, en ese momento estaba en su forma original. Aun así, le hicieron comprender los grandes lazos de amistad que habían forjado esos dos a través de los años.

-Sí, claro. No me hubieses mentido si me hubieras considerado tu amiga.

-Entiende mi posición, Mariana. ¿Me hubieras creído si te hubiera dicho que soy una criatura sobrenatural que cambia de forma y que había sido enviado por un vampiro estresante y severamente preocupado por tu estado de salud?... Seamos sinceros, me hubieras enviado al manicomio.

Pudiera que si...

-Además, gracias a ti pude conocer a Candela.

Los oídos de Juan Pedro se agudizaron. ¿Candela?

-¿Nacho? –Lo llamó.

-Eso es algo de lo que quería hablarte, Nacho. Candela no es un juego, es mi mejor amiga te lo recuerdo... Y es una persona realmente maravillosa que no merece ser parte de tus conquistas coleccionables.

Ignacio puso expresión seria.

-Yo no he dicho que tenga intención de hacerla mi conquista coleccionable... -Se alegraba que Mariana se hubiera recuperado de su shock inicial, pero ahora comenzaba a preocuparse por Nacho.

-¡Ignacio! –Exclamó.

-... Ella es tan sexy, tan hermosa y con un aura realmente angelical. Te digo que hay veces en las que quisiera devorarla.

-¡¡Ignacio!! –Gritó. Y por fin, el idiota se digno a mirarlo, atrayendo también la atención de Mariana –No creo que sea buena idea que mires siquiera a Candela Vetrano.

-¿Y eso porque, Juan Pedro?

-Por que la mujer de la que estás hablando, Hijo de puta... Es mi compañera –La voz enojada y inundada de rabia inundó la estancia haciendo que todos allí se estremecieran. Cuando todos miraron hacia la puerta, se encontraron con Victorio D'Alessandro y una expresión salvaje expresada en su cara enojada.

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