El elegido.

By Jak0019

467 80 90

La vida de treinta cinco chicas esta apunto de cambiar cuando les llega la carta para participar en la "Selec... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7

Capítulo 6

52 14 10
By Jak0019

Al inicio ese sonido se escuchaba lejos. No tenía nada de ganas de salir de esta cama y de las sábanas tan cómodas que tenía en mi cuerpo y es que no puedo creer como acabo de tener la mejor noche de mi vida en un colchón que nunca espere usar para dormir. Había escuchado tantas cosas sobre que los dos usan telas tan suaves a la hora de ir a la cama. Y ahora mismo estoy viviendo la vida de un uno.

Los golpes siguen y siguen y para este punto mi cuerpo comienza a salir del estado de sueño y es una lástima porque aún no quería iniciar mi día. Trato de levantarme de la cama, pero vaya que resulta ser una tarea de lo más difícil. En un momento dado la puerta se abre y escucho los pasos de los caballeros de compañía. Dios, mis ojos los siento tan pesados como nunca ¿Eso es normal?

—No quisimos entrar de esta manera tan descortés, joven Guillermo— la voz de ¿Santiago? O es de ¿Julián? Esta acompañada de un arrepentimiento—. Pero debemos de prepararlo para el desayuno. Tiene que dar una buena imagen.

Trato de decir unas palabras, pero solo logro sonidos sin sentido en mi boca.

Lo siguiente que siento en mi rostro es el paño húmedo que comienza a limpiarme y gracias a eso siento que la pesadez de mi cuerpo comienza a ceder para que ahora sí pueda tener el control de todo.

—¿Mejor? — Kevin está delante de mí con una gran sonrisa mientras termina de limpiarme—. Es normal, siempre las castas de números más bajo les cuesta demasiado levantarse después de la primera noche en una cama del palacio. No se avergüence.

—Gracias por el dato— comento mientras miro a los tres chicos—. Lamento quedarme dormido, me pongo a sus manos.

En cuestión de lo que a mi gusto parece ser un tiempo demasiado corto me dejo llevar por esos tres caballeros que me arreglan el cabello, eligen mi vestimenta, limpian y perfeccionan algunas cosas en mi imagen. Les digo que yo puedo limpiarme solo los dientes y ellos dejan que al menos en eso yo les ayude.

Cuando terminamos estoy observándome en el espejo de la habitación. Tengo una ropa de lo más cómoda y a decir verdad los tonos que estos chicos eligieron para mí me gustan. Por primera vez no estoy usando la ropa del trabajo o la simple que nos permitimos usar en casa. Tengo esta sensación de que si mi madre me viera en definitiva diría que parezco alguien como de la alta sociedad.

Los cuatro observamos el reloj que está en una pared y la hora marcada es 7:45 a.m. Me informaron que aquí el desayuno es a las 8 a.m. en punto.

—Antes de salir le traemos sus joyas. Guillermo.

Santiago coloca en frente de mí un joyero, en cuanto lo observo recuerdo que en la casa de Andrés su madre también tenía uno. Pero claro que aquí no hay punto de comparación. Con inseguridad abro la caja para observar cadenas, anillos, brazaletes y otras que son bastantes exorbitantes para mi gusto.

—Es tradición que todas las seleccionadas usen joyas en su estancia en el palacio. No debería de cuestionar algunas tradiciones y solo dejarse llevar por ellas.

Julián es regañado de inmediato por Kevin y Santiago que le dicen que la forma de decir aquello ha sido demasiado descortés y desconsiderado.

Les digo que no me ofendí y para que el tema sea cerrado lo más pronto posible agarro un anillo con una hermosa piedra en medio de color rojo.

—El rojo siempre da de que hablar. No importa en donde se use, consejo de hombres—afirma Kevin que luce emocionado por mi elección.

Partimos hacia el comedor, los chicos se comportan de una manera tan agradable porque aún no logro ubicarme del todo en el palacio. Es decir, apenas llevo una noche en este lugar. Cuando llegamos a la puerta del salón me encuentro que allí esta Ana. Esta luciendo un hermoso vestido que la hace parecer como toda una princesa desde ya.

La saludo con la mano, ella me regresa el gesto. Mis caballeros de compañía se despiden para decirme que cualquier cosa estarán en la habitación para seguir trabajando. Quisiera decirles a que se refieren con eso, pero se marchan tan pronto como me dejaron.

—Guille, buenos días ¿Dormiste bien? — Ana se acerca a mi lado emocionada y yo no puedo evitar sonreír.

—La verdad es que creo que nunca volveré a dormir como aquí lo hice. Mi cama parece una nube, me relaje tanto que fue una tares difícil el levantarme. Estaba a punto de decir que quería pasarme todo el día allí.

—¡Lose! Mis damas tuvieron una tares difícil para vestirme y que estuviera lista. Todo esto parece un sueño, nunca creí que podría estar en una cama del palacio.

De nuevo compartimos una sonrisa, me siento un tanto cohibido por la edad de diferencia que tienen las chicas y yo.

—Cuando regrese a casa le diré a Javier sobre este lugar. Y de las camas que pudimos usar para dormir, conociéndolo se enojara un poco.

—Así es mi hermana, si me lo preguntas, todo un consentido. Pero así lo quiero.

Al ver a Ana me doy cuenta de que no soy el único que piensa en su familia.

Un movimiento se acerca por el pasillo. Ana levanta la mano a la chica que se acerca a nosotros. Luce nerviosa y algo incomoda.

—Guille, ella es Carmen Burruegos, fue la primera seleccionada que salió en el sorteo. Ella está delante de mi habitación. Ayer estuve hablando un poco con ella.

En cuanto la chica se acerca a nosotros me presento de manera educada y levanto mi mano para un saludo. Ella de inmediato coge mi mano, pero apenas tocándome para soltarse.

—Se supone que las seleccionadas solo debemos de convivir con el príncipe. No hay otro hombre al que le debemos de dirigir la palabra en sí—sentencia el ambiente con su comentario. En su mirada noto que solo el sentimiento de incomodidad va dirigido hacia mí.

—No, no, tranquila. Yo lo entiendo, creo que puedo ser una excepción ya que también estoy en esto de la selección.

—¿Esto? Ja, lo dices como si fuera una fiesta o una convivencia de solo un momento. No es un juego, es una tradición que se le debe de rendir respeto y siento yo que tú le faltas al respeto a todo lo estipulado. Incluso se vería como algo que haría un rebelde.

Ana y yo intercambiamos miradas unos segundos. El ambiente ya no se siente tan agradable como cuando solo éramos ella y yo.

Ana me trata de relajar con la mirada y sin que se dé cuenta Carmen, pronuncia en voz baja que no le haga caso.

Las puertas del salón se abren. Reacciono dando un salto por el sonido que se produjo. Lo que vemos son unos guardias del palacio que nos hacen una reverencia.

—Por favor, entrar. Elijan los lugares que más le gusten. La familia real llegara en cinco minutos.

Ana y yo agradecemos a los oficiales. Entrando a ese lugar estoy viendo un enorme comedor que nunca imagine que algún dos pudiera tener. Ver tantas sillas acomodadas de manera perfecta en la larga mesa solo me hace pensar en las personas que alguna vez tuvieron el privilegio de cenar, comer y cenar en este lugar. A medida que vamos caminando observo que hay algunos cuadros con pinturas bastante hermosas colgados alrededor de dicha habitación.

La que me gusta se trata de una playa que está en el atardecer. Se observa el mar en movimiento y a lo lejos una especie de balsa que se está enfrentando a la aventura de ver que hay más allá.

Por estar distraído tropiezo con la alfombra que hay en el piso. Trato de sujetarme de algo, pero cuando reacciono estoy en el suelo y mis rodillas duelen ya que se llevaron la parte del golpe de la peor manera.

Ana se regresa para ayudarme a levantarme. Le agradezco en el instante en que tomo sus manos.

—Con cuidado, vamos a desayunar en este lugar. No lo destruyas por favor.

Definitivamente Carmen no ganaría de momento el premio de la más delicada a la hora de hablar. Al menos conmigo.

Llegamos al extremo del comedor. Ana es la primera en sentarse y la noto tan emocionada, al ser los primeros estaremos cerca de la familia real. Ya que ellos se sientan siendo siempre la cabeza de la mesa. Y es fácil esa deducción por los tres lugares apartados. El rey como no puede ser de otra va en medio; la reina siendo su mano derecha y el príncipe la izquierda. O al menos así lo deduzco.

Me voy a sentar al lado de Ana cuando Carmen toca mi hombro.

—Disculpa, Guillermo, pero creo que es de caballeros siempre el ofrecer un asiento a una joven chica como nosotras ¿No crees?

Por un momento no tengo idea de que contestar. Ana está a punto de defenderme. Pero al final me apresuro.

—Tienes razón, adelante—realizo la acción de llevar la silla atrás para que Carmen tome el lugar. Le dedico una sonrisa y yo como el siguiente lugar a ella.

Noto que Ana se siente incomoda con el comportamiento de la chica.

—Bueno somos los tres primeros en llegar. Sin duda vamos a marcar una buena pinta ¿No lo creen?

—Espero. Estoy algo emocionada ya que es probable que el príncipe Lionel se siente muy cerca de mí—Ana no puede evitar decirlo con una voz chillona. Yo le sonrío.

—Es hora de que se noten esas clases de modales que tome a los diez años—comenta Carmen quien se comienza a acomodar un mechón de su cabello.

Una nueva chica aparece en el comedor. Ella es fácil de recordar por esa misma sonrisa que tenía en el avión. Además de que en momento en que nuestras miradas se cruzan ella levanta la mano y me saluda. Le regreso el saludo.

—Buenos días—Antonella se acerca a nosotros y mientras está de pie nos dice lo bien que nos vemos usando nuestras prendas.

—Antonella, esos aretes están hermosos—señala Ana emocionada.

—Yo preferí usar una cadena, algo sencillo pero que atraiga la mirada a mi pecho inevitablemente— comparte Carmen mientras comienza a jugar con ella.

—Yo uso este anillo— comento cuando la mirada de las chicas llega a mí—. No sabía que usar, además de que sentía que todo me quedaría raro.

—Es una hermosa joya, creo que resalta muy bien en tu cuerpo. Sin duda tus damas de compañía saben lo que hacen—Antonella al finalizar su comentario tomo asiento al lado de mí.

No quise decir nada más y tan solo me limite a observar a las chicas un momento sin ser muy obvio. Aunque Antonella lanzaba al aire uno que otro comentario al aire y yo le respondía, pero sin dar oportunidad a que tuviéramos una charla como tal.

El comedor se fue llenando poco a poco con la presencia de todas las chicas, era increíble ver tanto vestido hermoso en ellas. Cada una con un corte diferente, luciendo una joya sin repetir. Las voces de cada una iban llenando más el espacio hasta que de pronto caí en cuenta de que solo faltaba la familia real para que todos estuviéramos para el desayuno.

Mientras seguía con mi tarea de ser los ojos del príncipe trataba de recordar el nombre de todas las chicas al mismo tiempo en que me las iba imaginando en que llegaban a la final y pasaban a ser princesa ¿De verdad estaba yo viendo a la futura reina de Illéa?

—Oye, mira— la voz de Antonella me saco de mis pensamientos.

Seguí la mirada de la chica para observar como en la puerta del gran salón se llenaba de más guardias. Era evidente de que el gran momento del día estaba por suceder.

Entraron Sir Pablo y Lady Andrea y de manera sutil nos hicieron señas con las manos para que nos pusiéramos de pie. De inmediato lo hicimos. Delante de nosotros iban entrando el rey, reina y el príncipe. Ninguna de las chicas se movió y me atrevo a decir que al igual que a mi a más de una se le olvido como respirar. Nunca creí que algo como esto sería capaz de vivir.

El príncipe Lionel iba detrás de sus padres y a cada chica le lanzaba una sonrisa. Cuando paso delante de mí se limitó solo a observarme.

Los tres tomaron su lugar y tal como lo había pensado, el príncipe se sentaría en el lado izquierdo. A tan solo dos lugares de distancia del mío. Cuando ellos tomaron su lugar, el resto lo hizo también. No era necesario que ninguno de los dos mentores nos diera esa señal.

El personal comenzó a llegar con diferentes platillos que pronto íbamos a degustar y gracias a Dios que iba a probar algo de la cocina real, espero que las fantasías que siempre me he hecho con respecto de ese lujo supere mis expectativas.

Rápidamente observe a Ana y ella se mostraba al igual que yo expectante de lo que íbamos a probar. Si bien es cierto que siempre tenemos algo de comida en casa, eso no se puede comparar a lo que estamos viendo delante. Jarras de agua de sabores que nunca he probado y que decir de lo bien que huele todo.

Mi estomago comienza con ruidos que demanda probar ya un bocado.

Cuando todos los platos están bien colocados delante de nosotros. Las chicas y yo volteamos a ver al rey, quien no ha probado nada. Señal clara de que seguimos delante de un protocolo que se nos va mostrando paso a paso.

—Antes de probar un bocado de semejante banquete matutino que tenemos delante de nosotros. Debo de decirles señoritas y... caballero—noto que en las palabras del rey hay cierta carga negativa de emociones que van para mí, pero no quiero hacer que me expulsen así que lo trato de ignorar—. Que tanto mi esposa como yo estamos muy felices de tenerlas y tenerlo en nuestro palacio como invitado de un gran honor. Sepan que estaremos felices siempre de pasar tiempo con cada una de ustedes, pero recuerden que el importante es mi hijo.

Todas las miradas de la habitación se posan sobre el príncipe y puede que solo sea mi imaginación, pero creo que se trata de esconder para que no lo vean más tiempo.

—Sin más, gracias, hijas de Illéa por estar aquí. Brindemos y comamos.

Las chicas y yo levantamos nuestras copas para hacer el brindis. Que bendición es sentir agua fría y con tan buen sabor. Quisiera poder llevar algo de esto a casa para que fueran testigo de que no fue un sueño y de que en verdad paso esto.

Trato de imitar mucho el comportamiento de las chicas que recuerdo que son dos o tres, no quiero dejar mi mala imagen de que no sé como comportarme en un lugar y más a la hora de la comida. A veces mientras mastico no puedo evitar seguir viendo el comportamiento de cada chica buscando... ¿Qué? ¿Amor verdadero para el príncipe Lionel?

Y cuando trato de comunicar algo al príncipe que puede ser de su interés se ve inútil porque él no deja de hablar con su padre de algo. Así que hago unas cuantas notas mentales y decido que cuando tenga tiempo las escribiré para que no me olviden.

Creí que todo había terminado con respecto del desayuno, pero cuando veo que gente del palacio entra con lo que parece ser otra banqueta de comida siento que no podre dar un bocado más.

—Como es el primer desayuno de la familia—la voz de la reina hace que todos en el lugar la volteemos a ver—. Yo misma supervise que este postre fuera preparado como es debido. Cuando yo llegue a este lugar la mismísima reina nos dio a todas las chicas este postre y decidí que quiero que esa tradición siga aquí para ustedes.

Las palabras de la reina generan en el grupo una especie de aura tranquilizante, incluso para mí que entiendo que soy excluido de esas palabras.

Colocan delante de nosotros una especie de crema que a simple vista se ve tan suave, espumosa y que tiene una hoja en medio de color morado. No reconozco como se debe de comer esta cosa.

Volteo para ver al príncipe por inercia y nuestras miradas se encuentran. Esta vez dejo en claro que necesito su ayuda y parece ser que mi señal fue captada.

Imito sus pasos de manera lenta para no perder nada, tomo la cuchara y la hundo en medio de la hoja morada y en la crema tal como el príncipe lo hace. Luego la levanto y la llevo a mi boca como él lo hace.

La explosión de ese sabor tan dulce y suave no tiene punto de comparación, es algo que nunca había probado. No conozco su nombre y es sumamente rico, repito el mismo proceso tal como lo hace el príncipe. Y cada vez que lo vuelvo a probar siento que se vuelve más delicioso ¿Acaso eso es posible?

Vuelvo a mirar al príncipe solo para sonreírle por esta ayuda que me dio. Él hace lo mismo.

Y así sobreviví a mi primer desayuno real.

La familia real dice unas palabras para retirarse y entonces solo nos quedamos de nuevo las chicas y yo. En cuanto los tres se van el salón se llena de varios comentarios de todo lo que queremos decir. Yo mismo estoy ansioso de decir unas cuantas cosas.

—El postre, Guillermo, ese postre estuvo delicioso—Ana prácticamente me grita desde su lugar ignorando que Carmen quería decirle algo a ella.

—Estuve a punto de llorar—respondo de la misma forma.

La puerta del salón se abre para dar paso a nuestros mentores. Nos indican que salgamos de forma ordenada para seguirles. Eso hacemos.

—La sala de señoritas es donde van a pasar el resto del tiempo en el palacio cuando no tengan citas con el príncipe Lionel o cuando no tengan algún deber real. Deben de saber que ese es su espacio recreativo, conversar, leer, cantar. Yo les sugiero que perfeccionen sus habilidades, esos dones que saben que cada una posee—La voz de Lady Andrea suena como si nos estuviera dando ordenes para la guerra—. Por el momento quien no desee pasar tiempo en la sala puede irse a su habitación. Aún no nos dan la orden para que puedan explorar un poco el castillo. Así que solo tienen esas dos opciones.

Todo el grupo de chicas coindice que es mejor entrar al salón que pasar el rato en sus habitaciones. Cuando Lady Andrea abre la puerta de ese lugar puedo ver como el rostro de varias chicas cambia.

Sir Pablo se dirige directamente hacia mí.

—Esta ala solo es de las chicas, me temo que debes de regresar a tu habitación.

Y claro, que estúpido iba ser yo al creer que iba a ser parte de todas las tradiciones del lugar.

Asiento porque de nada me sirve pelear.

Las chicas entran y con ellas Lady Andrea que comienza a dar más ordenes dentro de la sala. Nos quedamos en el pasillo Sir Pablo y yo.

—No lo tomes a pecho. A decir verdad, nadie aún sabe como tratar este tema. Hemos tenido selección de hombres como lo sabes, pero nunca... bueno. Treinta y cuatro chicas y un chico. Eso nos obliga a pensar en cosas para que esto sea de la manera más justa.

—Lo entiendo, será mejor volver. Puedo hacerlo solo.

—No es una opción, mi trabajo también es cuidarte.

Sir Pablo da los primeros pasos y yo lo sigo desde atrás. El palacio de día es otra experiencia y tengo esta sensación de que todo es más grande con el sol iluminando los rincones.

Me deja en frente de mi puerta. Nos despedimos con una reverencia.

—Tratare de librarme lo antes posible para venir a verte. Puede que estudiemos un poco sobre los saludos básicos y protocolos de la familia. Nunca esta demás empezar con lo más básico.

—Lo estaré esperando si eso sucede, Sir Pablo.

—Bien, entonces pasa el rato. Apuesto a que tus caballeros de honor están esperando para que los cuatro ideen un plan para que te mantengas ocupado.

Se marcha una vez terminado el comentario.

Cuando entro a mi habitación observo que allí mismo se encuentra el príncipe esperando sentado en mi cama. Tan pronto como lo veo me pongo en posición de firme como si fuera un soldado.

—Buenos días, caballero Guillermo, ¿Disfruto del postre?

Continue Reading

You'll Also Like

590K 93.3K 37
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
4.8K 599 8
𝖤𝗇 𝗈𝗍𝗋𝖺 𝗏𝗂𝖽𝖺; ー Lozano un pediatra bastante reconocido conoce a un Alfa con dos pequeños cachorros, aquel Alfa no solo era ama...
208K 11.7K 19
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
62.7K 11.2K 56
"¡Chingue a su madre, Todo a $5 pesos!" Lionel que solamente salió de su casa para ir al tianguis a pensar cosas, jamás imaginó encontrar el amor en...