Acordes menores

By sasofiasedani

350K 13.7K 7.1K

Se llama Marcos. Se apellida Cooper. Y toca la guitarra. Jude Brown es una estudiante de periodismo, tras un... More

Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39 - Final
Nota;)

Epílogo

5.1K 223 50
By sasofiasedani

¡Tenéis disponible el primer capítulo de Irina y Nian como: ¡Acordes Mayores! En mi perfil, ¡Graaaacias!

OCHO MESES DESPUÉS.

—Tenemos que entrar.

—¿Hace cuánto tiempo qué esperabas que esto ocurriera? —me pregunta Marcos.

—Desde hace un par de meses.

—¿Y es una buena idea?—preguntó.

—Lo hago por ti, porque es momento de dar el último paso a todos tus miedos.

—Mi mayor miedo es tirarme de un paracaídas.

Lo miré con cierta inquietud, notando el peso de su suspiro en el aire. Parecía estar procesando la información que me acaba de dar, tal vez tratando de entender que no debió de haberme dicho aquel último detalle. Nos quedamos en silencio por un momento, el ruido distante de la calle llenando el espacio entre nosotros. Estábamos justamente parados al frente del uno del otro. Finalmente, Marcos rompió el silencio con una mirada serena y asintió suavemente.

—¿Estás segura de esto Jude? —me pregunto por segunda vez—Porque yo, no estoy seguro de que pueda hacerlo.

—Venga, has estado durante mucho tiempo superando cada obstáculo. Es el momento de enfrentar el último.

—Vale, ¿consideras que es lo último que me queda por resolver...?

—Sí, bueno... aparte del paracaídas.

Estuve apunto de tocar la puerta de la casa de sus padres y el me detuvo.

—Espera. ¿Qué me darías si me enfrentaría por última vez a mi mayor pesadilla? —preguntó con un deje de determinación en su voz.

—No seas infantil, Marcos.

—No, no soy infantil, soy Marcos Cooper y necesito algo a cambio. No hago favores sin recibir algo a cambio.

—Soy tu novia.

—Y nunca quisiste dejar de serlo.

Lo miré desconcertada.

—¿A qué te refieres?

—Nunca me diste una respuesta. Eres mi novia, ¿pero cuándo dejarás de serlo?

—¿Quieres que deje de ser tu novia?—Trajo el nudo que se me formó en segundos..

—Perdón, no quería... No quería decirlo de esa manera. Solo... estoy confundido. Nunca me has dado la respuesta que quiero sobre lo que te pregunté hace justo ocho meses. Siempre he sentido que estamos en este limbo, ¿sabes? —explicó, su mirada buscando la mía en busca de comprensión

—Si te preguntas porque nunca te di una respuesta a sobre casarnos, es porque no era el momento. Las cosas tienen que ir despacio, no hay que apresurarse.

—Yo soy muy apresurado.

—Lo he notado. ¿Entramos de una vez por todas para terminar con esto?—le pregunté

—Si, Jude. Entramos. Estoy... Sin respuestas, como siempre, pero entramos.

La familia de Marcos nos había invitado para pasar el día en su casa. Él no estaba muy entusiasmado con la idea, pero no quería decepcionar a su madre, ya que le había prometido que llevaría a su hijo. Así que, para no quedarme atrás, decidí abordar algo que había estado molestando durante meses: la relación entre Marcos y su padre. Aunque su trato era cordial, siempre había una tensión incómoda entre ellos, incluso pasando meses la tensión no se va y todos conocemos la relación que tienen. Así que se me ocurrió la idea de hacer un pequeño ejercicio para que finalmente pudieran sanar y perdonarse mutuamente.

Marcos estaba de acuerdo con la idea, de hecho, fue él quien la propuso, así que me aferré a ella con todas mis fuerzas para llevarla a cabo.

De hecho siento que me lee la mente.

—Nunca te daré ninguna idea, Jude. Porque siempre las llevas a cabo —me murmura antes de tocar la puerta.

—Ya me has dado una... Paracaídas.

—Ni se te ocurra porque prometo que ahí no te seguiré la corriente. Aunque me parece peor la idea de afrontar todo el tema de mi padre.

—Te mueres por acabar con esta tortura de una vez, Marcos.

—No, Jude.

—Sí, Marcos.

—Okey, Brown.

Marcos respira profundamente antes de tocar el timbre. La puerta se abre lentamente y su madre aparece, con una sonrisa cálida que ilumina su rostro.

—¡Marcos, cariño! ¡Qué sorpresa! Pensé que no vendrías —exclama ella, abrazándolo con cariño.

—Hola, mamá. Por supuesto que vine, ¿cómo no iba a hacerlo? —responde Marcos con una sonrisa algo forzada.

Y pensar que vino porque le insistí...

Entramos en la casa, todo sigue igual que la primera vez que entre a esa casa, el olor sigue siendo el mismo y el aura nunca cambia. Me acomodo en un sofá, tratando de mantener una expresión tranquila y confiada, aunque por dentro mis nervios están a flor de piel. Aria la madre de Marcos me hace un par de preguntas y luego abandona la sala. Observo a Marcos interactuar con su padre, saludándose con cortesía pero también con una cierta distancia que no pasa desapercibida.

—Siempre que habéis venido, traéis novedades. ¿Esta vez hay algo nuevo o es lo mismo de siempre? —pregunta Erick.

—Nada novedoso—comente con disimulo.

—¿Nada, nada?

—Nada.

En realidad las cosas entre nosotros estaban siendo bastante estables, lo único novedoso es que Marcos se compro un coche nuevo y yo, me saque el carnet. Aunque conducir mucho, no lo hago. Miré de reojo a Marcos, quien aún estaba de pie, observando algunas de sus pertenencias de la banda. Su madre siempre había tenido un cariño especial por la banda y guardaba cualquier cosa relacionada con ellos en la sala de estar, así que él se quedó mirándolo. Si su padre odiaba la banda, su madre la amaba.

—¿Por qué mamá guarda la primera entrevista que hicimos?— cuestionó en voz alta, con un tono de sorpresa. —Fue terrible. Y además, imprimió la que Jude me hizo para su curso universitario. Qué cojones.

—Ni yo misma, guardó esa entrevista—comente.

—Mamá tiene un favorito y es Marcos —comentó Erik—Pero no siento celos, de hecho, me hace un favor porque me siento más libre si no soy su favorito.

—Eres el favorito de tu hermano —comenté.

—Porque soy su único hermano.

—Si tuviera más hermanos, seguro que no lo serías—bromea

—Gracias por confirmarlo.

—Idiota.

Me reí. Marcos pasó una mirada rápida sobre él, luego volvió sus ojos hacia mí y terminó dejando todo sobre una pequeña mesa. Su padre seguía escuchando la absurda conversación que estábamos teniendo Erik y yo, sobre el favoritismo en la familia y el hecho de ser hija única y la atención que recibo. En un momento dado, crucé la mirada con Marcos y no dejé de hacerle señas para que empezara a hablar y completar lo planeado. Habíamos ido allí para pasar el rato, pero también para solucionar lo último que quedaba pendiente.

—¿Te has cambiado de coche? —le preguntó su padre.

—Sí, me compré un Porsche y lo estoy estrenando. ¿Te has dado cuenta? ¿Te gusta? —respondió Marcos con entusiasmo.

—Sí, me gusta —respondió su padre con una sonrisa.

—No te diré mucho, pero estoy por graduarme, así que... Si quieres, puedes regalarme uno —bromeó Erik.

—Por dios, dile a papá que te lo compre —le dijo Marcos

—O podrías comprárselo, seguirás siendo rico de todas maneras—comente, bromeando aún más.

—Tendría que comprártelo a ti, ya tienes el carnet.

—Eso es cierto—dije sonriendo—Cuando te saques el carnet, ya puedes pedirle el coche a tu hermano.

Mientras tanto, Marcos permanecía en silencio, su expresión revelaba cierta incomodidad. Parecía tener algo en mente, algo que no quería expresar en ese momento. Era como si tratara de evitar realmente de lo que tenía que hablar y de porque habíamos ido ahí realmente. Marcos se levanta de la mesa y se dirige hacia la cocina, y no dudo en seguirle. En el breve trayecto hasta la cocina, su madre me detiene con una pequeña conversación, dejándonos a solas. Me paro junto a él, cruzando los brazos, mientras él abre la nevera y saca un par de fresas.

Tengo varios deja vu.

—Esto era por ti... —murmuré.

Él me mira con cierta confusión mientras coloca las fresas en una pequeña bandeja.

—No creo que le importe mucho que pueda abrazarme y que escuche que le perdono —responde.

—Marcos... Tu padre hizo todo para que pudieras sanar, seguir adelante...

—No lo hizo hasta que apareciste tú. Jamás hubiera querido dar ese paso si...

—...Te insistí, bueno... Te forcé un poco para que lo solucionaras. Él no lo hizo porque aparecí, sino porque tú le diste la oportunidad de hacerlo... de arreglarlo —le dije, tratando de que entendiera mi perspectiva.

—Sí, lo sé. Pero nunca le di una oportunidad porque no se la merecía...

—¿Y quieres quedarte con esa espina siempre?

—No. Pero...

No siguió hablando se quedó en silencio al instante. Levantó una ceja, dejando la frase en el aire mientras me ofrecía comerlas, a lo que negué con la cabeza. Suspiró y volvió a colocar la bandeja en la nevera antes de darme un beso y salir juntos de la cocina. Al entrar a la sala, un breve silencio llenó la habitación, pero fue roto abruptamente cuando Erik dejó un vaso de agua sobre la mesa con un golpe brusco. Tuve que contener la risa, y noté que Marcos también estaba luchando por no estallar en carcajadas.

Ni siquiera me había dado cuenta que me estoy riendo.

Fran se levanta del sofá para ir a buscar un par de cosas y encender la chimenea, pero Marcos lo detiene en seco. Me acerco unos pasos hacia adelante y me siento en la mesa junto a Erick.

No soy nadie para interrumpir ese momento.

No pienso comentar nada.

Solo estaré en silencio.

Tendría que repetirme esto mil veces, porque siempre termino comentando cosas.

Ojalá termine con esto de una vez por todas.

Tengo que dejar que ellos den el último paso.

¿Porque de pronto me he puesto nerviosa por él?

Y ahí va...

—Considero que es hora de dejar atrás todo lo que quedó pendiente entre nosotros —comenzó, mirando directamente a su padre—Hubo momentos difíciles, discusiones y palabras hirientes. Sin embargo, también hubo recuerdos preciosos que nos unían y nos hacían fuertes. Aunque hubo dolor, reconozco que no te di la oportunidad de expresarte ni de entenderte. No puedo culparme de todo lo que sucedió, pero si no lo hago ahora, quizás nunca lo haga. Te perdono, no para liberarte de todas tus acciones, sino para liberarme de cargar el peso conmigo mismo. Sé que es complicado, y que debería odiarte y alejarme para siempre, pero intento hacer lo mejor que pueda para seguir adelante y buscar mi felicidad. Todavía me impactan las agresiones, pero estoy decidido a superar mi dolor, dejar atrás el pasado oscuro y construir un futuro mejor. Hace un par de meses no hubiera aceptado estar aquí aceptando esta situación, pero contando las terapias, mi novia, he logrado hacerlo. Y pequeño detalle, esto no lo hago porque mi novia me insistió, bueno lo hizo un poco pero... Yo entre en esa idea de querer perdonarte y dar este último paso, aunque me ha costado mucho poder hacerlo, solo quiero que esto termine aquí y hoy mismo.

Observe a su padre, quien parece distraído y confundido por las palabras que le acaba de decir.

—Yo... Eh... Lo... Lo siento por todo y... Gracias—murmuró con un tono suave—Puedes... ¿Puedo abrazarte?

Marcos parpadeó un par de veces.

—Wow, eso sí que es algo inesperado... —se formó un silencio en toda la sala—. ¿Tengo que permitir que mi padre me abrace después de veinte años sin haberlo hecho?

—Si.

La última vez que él lo abrazó, quizás ni siquiera lo recuerda. Su rostro denotaba nerviosismo, una pizca de miedo, y sus ojos no encontraban un punto fijo, se movían de un lado a otro sin saber qué hacer. Realmente mi Marquinhos está algo nervioso.

Y yo también lo estoy.

Después de su comentario, su padre parece tomar una pausa, como si estuviera procesando las palabras una vez más de Marcos. Lentamente, se acerca, con una expresión de disculpa en su rostro. Sus manos tiemblan ligeramente mientras se extienden hacia su hijo, como si estuviera buscando consuelo en medio de su arrepentimiento. Marcos me mira todo el tiempo.

—Estoy aquí—Susurré desde la distancia.

Avanza tímidamente hacia su padre, dudando un poco mientras extiende los brazos en su dirección. Finalmente, sus manos encuentran los hombros de su padre y se abrazan temblorosamente. Después de unos momentos, se separa con cuidado de su padre, sintiendo una extraña sensación de alivio y bienestar. A medida que se aleja, se encuentra mirando a su padre a los ojos,..

De repente, todo parecía demasiado para él. Se sentía abrumado, como si los recuerdos de lo que había sucedido lo estuvieran asfixiando. Comenzó a respirar con profundidad, tratando de mantener la calma. Pero aún así, su pecho seguía subiendo y bajando lentamente, tratando de encontrar un ritmo constante mientras se aferraba a la esperanza de que algún día todo esto pudiera desaparecer. Era el primer intento, aun quedan muchos por delante por intentar y superarlo por completo.

—¿Quieres agua?—le preguntó su padre con rapidez.

—¿Estás bien, Marcos?—pregunte

Él tomó un trago de saliva, luchando por encontrar las palabras. Aun así, siguió intentando, con su voz temblorosa.

—Sí, estoy bien. Ha sido demasiado extraño. Necesito un poco de espacio.

—Si claro...

Marcos se alejó lentamente hacia la ventana, dejando un incómodo silencio en la sala. Pude sentir su necesidad de espacio y respeté su deseo de estar solo con sus pensamientos. Mientras tanto, su padre lo observaba, preocupado.

—Lo siento por todo—repitió.

—Ahora puede controlar un poco mejor la situación—le dije a su padre—Aunque antes era mucho peor. Cuando estaba lidiando con su ansiedad, se quedaba completamente bloqueado. Después de un ataque, a menudo se aislaba y se sumergía en su propia angustia, por lo que era difícil comunicarse con él. Pero afortunadamente, encontré una técnica que funcionó para él. Le pedía que pensara en un sabor familiar, algo reconfortante, y poco a poco comenzaba a recuperar la calma y la claridad mental. La mayoría de las veces, funcionaba como un encanto. Pero realmente los primeros días, el no soportaba nada el tacto. Hubo mucho drama por esa situación.

—¿Las cosas han ido demasiado rápido entre vosotros, verdad?—comentó Fran.

Asentí con la cabeza, reconociendo el hecho.

—Sí, es cierto. Las cosas han ido rápido—admití—Marcos y yo hemos estado pasando por muchas cosas juntos, y a veces siento que no hemos tenido tiempo para analizar cada una de ellas. Pero eso no significa que sea algo malo.

—Lo malo fue todo el daño que yo le hice.

Cierto...

Marcos regresa después de un par de minutos y se sienta a mi lado con un aire más relajado y tranquilo. Observó cómo su expresión se suavizó, como si un peso hubiera sido levantado de sus hombros. Sus ojos, antes cargados de ansiedad, ahora reflejan una calma que hace tiempo no veía en él. Su padre ni siquiera quiere hablar, se levanta y se marcha. Para él también habrá sido duro.

—¿Y todo bien? —le pregunté.

—Bien. Muy bien —respondió, aunque su tono no parecía del todo convincente.

—Has... ¿Has podido abrazarlo y solo tomar el aire? —repetí.

—Y fumarme un cigarrillo. Sí, he podido —admitió, aunque su expresión facial revelaba una mezcla de alivio y nerviosismo.

—¿Eso es una buena señal? —inquirí,

Asintió con un gesto dubitativo, como si aún estuviera procesando todo lo que acababa de suceder.

—Supongo que sí. Al menos es un paso adelante —dijo, tratando de sonar optimista, aunque su voz aún denotaba cierta incertidumbre.

—Es un comienzo —añadí, intentando ofrecerle algo de consuelo—. Pero recuerda, cada pequeño paso cuenta.

—Lo sé, y viéndolo de alguna manera... He podido soportarlo. El Cooper de antes jamás lo habría tolerado, era como una alergia, pero el Marcos de ahora lo tolera.

—¿Y qué te gusta más... ese tal Cooper, el guitarrista intolerable, o ese tal Marcos tocable, el chico humilde? —pregunté con una sonrisa.

Él sonrió de vuelta.

—No soy humilde.

—Sí, me di cuenta cuando te compraste ese coche... ¿Pero con quién te quedas?

—Con Marcos, porque es más yo, y Cooper es solo un artista.

—¿Y qué tal si te quedas con los dos? —le sugerí, bromeando.

Marcos rió y negó con la cabeza.

—Eso sería un poco complicado de manejar. Además, prefiero ser simplemente Marcos, sin los adornos de la fama.

Asentí con aprobación.

—Entonces, ¿qué sigue ahora? ¿Cómo te sientes después de ese abrazo?

Marcos tomó un momento para reflexionar antes de responder.

—Me siento... aliviado.

—¿Lo volverías a hacer?

—¿Abrazarlo...? Lo haría, solo para sentir que estoy recuperado al completo.

Incluso pensé que íbamos a terminar peleados de nuevo por tratar de arreglar algo que no se debería de sacar mucho, pero ahora puedo ver la alegría en su rostro. Después de un rato, terminamos disfrutando de una agradable comida y me sentí aliviada al ver que la tensión que había antes había disminuido.

Más tarde esa noche, tuve que trabajar en un par de artículos para mi trabajo como periodista. Había conseguido un pequeño puesto importante en el periódico principal de la ciudad y, desde que me instalé en la oficina central, no he querido cambiarme de lugar. Me siento completamente cómoda trabajando allí, escribiendo para el periódico y sintiendo que es un lugar acogedor y tranquilo. Me alegra trabajar allí y pasar tiempo en un lugar donde los dramas cotidianos se mantienen a raya.

****

Una semana después de dar el paso importante con su padre, Marcos fue a su cita con la psicóloga para hablar del tema. Después, nos fuimos a casa de Miu para una barbacoa. Llevaba dos semanas sin verlos a todos. Cada uno estaba bastante ocupado con sus cosas y rara vez podíamos quedar para vernos.

—¿Ha sido tu última sesión?—le pregunté

—Sí, ya no más terapias...

—Me alegra.

—Todavía no he conseguido acabar el comeback con los chicos —me comenta—. No creo que pueda ir contigo a la barbacoa.

—Pero habíamos quedado en entrar juntos.

—No tengo mucho tiempo.

—¿Ni siquiera una hora?

—Solo media hora, pero necesito llegar al estudio.

—Sospecho que quieres escaparte, pero no vamos a discutir. Creo que hay paparazzi o alguien grabando este momento afuera—comente, resolviendo.

Él alza una ceja, sorprendido.

—Últimamente solo nos persiguen... Como si estuvieran esperando algo que nunca va a pasar.

—¿Qué piensas que están esperando?

—No sé, Jude... Tú seguro que lo sabes.

—¿He hecho algo malo? No he cometido ningún error, no quiero repetir el mismo drama... Por Dios, ¿qué he hecho ahora? ¿Me lo puedes decir? —pregunte, nerviosa y sin parar de hablar, con un dejo de ansiedad en mi voz—No te quedes callado, por dios Marcos...

—Me preocuparía de verdad el día en que no te vea hablándome rápidamente y nerviosa.

—¿Qué tal si me dices que espera la prensa?

—Una respuesta tuya Jude.

—¿Mía?

—Tuya —arrugó su nariz y me sonrió con complicidad—. En realidad, solo yo espero una respuesta... Soy impaciente, no me gusta dejar las cosas en el aire y tú lo sabes.

Arrugue mi rostro confundida.

—¿Por qué no entramos adentro con todos?

—Tengo cosas que hacer, nos vemos en casa o llamame para que te venga a buscar.

—¿No quieres entrar?—le repito

Negó con la cabeza. Vi cómo apretaba con fuerza el volante antes de arrancar el coche de nuevo. En silencio, cogí mi bolso del asiento trasero y lo miré fijamente, tratando de entender lo que estaba sucediendo. Le di un beso en las mejillas y bajé del coche. Después de escuchar el ruido del motor, me di la vuelta para confirmar que se había ido. Sin embargo, justo en ese momento, lo vi estacionando el coche y bajando de él.

Inmediatamente, sentí mi corazón acelerándose.

Joder, no me esperaba esto.

Si te lo esperabas Jude.

No.

Si.

—¿Aun puedo entrar contigo a la barbacoa o ya no quieres?—me pregunto poniendo su manos en el bolsillo y mirándome.

—Sí quiero.

En realidad podría darse cuenta en que fue en ese momento que le di una respuesta.

Pero aún no lo hizo.

Entramos a la casa de Miu y me di cuenta inmediatamente de que la casa estaba bastante ruidosa. La puerta de entrada apenas se cerraba detrás de nosotros cuando escuchamos a Irina gritarle a Eliot desde el jardin. Parecía estar enfadada por el hecho de que él había quemado la comida.

Le di una sonrisa divertida a Miu, quien nos estaba saludando mientras se acercaba.

—Parece que necesitamos un poco de calma aquí—bromeé con ella.

—¡Definitivamente! Irina ha estado un poco irritable últimamente después de mudarse.—me comenta

—Siempre ha sido irritable—comenta Marcos

Salimos al jardín y enseguida Irina nos avistó. Corrió hacia nosotros con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja. Para ella, dos semanas sin vernos eran como una eternidad. Después de saludarnos efusivamente, nos acomodamos en el sofá del jardín. Por cierto, lo de Nian y ella nunca a vuelto a estar en el presente. Muy pocas veces se han cruzado y las veces que lo hacen es para ignorarse o darse celos. Marcos permanece en silencio, observando el alboroto del jardín mientras da sorbos a su cerveza. Su mirada se posa en Eliot, quien parece estar llevando a cabo una peculiar danza alrededor de la barbacoa mientras cocina. Es una escena extraña pero divertida, y no puedo evitar soltar una risita ante la vista.

—¿Está borracho?—pregunte

—No—me contesta Irina

—Y luego dices que mis amigos son los raros—me susurra Marcos.

—No compares. —mire a Irina y le pregunté—¿Tú cómo estás?

—Bien, estoy relajada, no me iré a mi casa con mis padres. He encontrado un buen puesto en la radio y todo de puta madre... ¿Y vosotros..?

Miré a Marcos durante tres segundos contados, y antes de que él pudiera responder, hablé por nosotros.

—Nos casamos—comente.

Esperar.

¿Realmente he dicho...? 

¿He comentado que...?

¿He respondido...?

¿Acabo de decir que nos casamos?

Por dios, no...

No era...

La impulsividad...

Si ahora di que es la impulsividad, Jude.

El silencio que siguió fue casi ensordecedor. Irina dejó caer su plato de ensalada al suelo, mirándonos con los ojos como platos. Incluso Eliot, que estaba ocupado con la barbacoa, se detuvo en seco, con una expresión de sorpresa evidente en su rostro. No era exactamente la reacción que esperaba, pero ya estaba dicho.

Marcos se queda momentáneamente en silencio, con la mirada fija en mí, como si estuviera procesando la información. Sus ojos reflejan una mezcla de sorpresa y incredulidad, y su expresión no se como muy bien describirla. Finalmente, rompe el silencio con una leve sonrisa nerviosa.

—¿De verdad? —murmura, su voz apenas un susurro—. ¿Nosotros?

Asiento con una sonrisa nerviosa, esperando su reacción con ansias.

—¿Como que os casais?—repite Irina

—Si, nos casamos.

Miu fue la primera en reaccionar, dejando escapar un grito emocionado y corriendo hacia nosotros para abrazarnos. Irina seguía en estado de shock, balbuceando palabras ininteligibles, mientras Eliot nos miraba con los ojos muy abiertos, sin poder articular ninguna palabra.

—¡Vaya, esto es inesperado! —exclamó finalmente, con una sonrisa asomando en su rostro—. Felicidades, pequeña natita.

—¿Tu respuesta es un sí? —repitió Marcos, con los ojos abiertos.

—Siempre fue un sí —respondí con suavidad.

—¿Qué...? —articuló.

—Desde que me lo preguntaste, solo esperaba que pasara un poco más de tiempo y pudieras solucionar lo de tu padre, para que no se acumulara todo.

Después de un momento de asombro, una sonrisa se dibujó en su rostro, iluminando sus ojos.

—¿En serio? —preguntó, con una mezcla de incredulidad y alegría.

—Sí, en serio —confirmé, devolviéndole la sonrisa.

Hubo un instante de silencio, en el que solo nos miramos el uno al otro.

—Jude, ¿puedo ser tu dama de honor? —pregunta con entusiasmo Irina

—No —responde Marcos de inmediato.

—¡Claro que sí! —corrijo rápidamente.

—¡Cuánto me alegro, chicos! Esto merece una celebración, ¡joder! —exclama Eliot, emocionado.

—Por si os lo preguntáis, no hay fecha. No hay fecha de boda. —dije rápidamente.

—Pero la habrá—dijo Marcos.

—¿Un brindis?—pregunte.

—Habrán todos los brindis que quieras, Jude.—me dijo él.

Los acordes menores son un elemento que agrega profundidad y significado a nuestras vidas.

Así que, al igual que los acordes menores en la música, debemos apreciar todos los aspectos de nuestra vida y aprender a encontrar la belleza en cada detalle, tanto en los momentos de felicidad como en los momentos más tristes. Con el tiempo, nos daremos cuenta de que todas las notas y acordes se combinan para crear la melodía única que es nuestra vida.

Aunque a veces nos encontremos en los Acordes mayores, podrás sentir nuestras presencias como si aún estuviéramos en Acordes menores.

Pequeñas notas:

Esto no ha terminado aquí, aún nos queda un tono marrón lleno de passion y de diferencias;) Y por cierto, podéis encontrarme por instagram como: @sasofiasedani

Continue Reading

You'll Also Like

1.1M 99.8K 45
¿Y si por accidente te ganas el odio del cantante más famoso del país? *♫* Kale es el cantante juvenil más amado de la década, pero está cansado de s...
81.1K 5.7K 48
La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que pasa, de aquel que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere...nada es prefecto. El Cielo e...
36K 2.5K 16
🍃 Juego con personas...Y no me da miedo perderles Juego con sentimientos...Y no me da miedo romperlos Juego al ajedrez...Y no me da miedo estar en J...
50.5K 7.7K 54
Marcus juró que nunca volvería a amar. Luego de regresar a Nueva York por petición de su padre, Marcus intenta retomar su vida, intentando ignorar la...