Yo también quiero mi final fe...

By SarahiSalinas_

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Hollywood la ciudad de los artistas, de los famosos; de los sueños. Hazel king Turner es una chica no tan com... More

Sinopsis
Prólogo
Dedicatoria
Epígrafe
1. Regreso
2. Inesperado
3. Amigos
4. Trato de comprenderte
5. Fiesta
6. Pensar, recordar y tratar de olvidar
7. Solo un poco de cariño
8. No todo es bonito
9. Perdón
10. Películas
11. Horneando
13. Sabor amargo
14. Simplemente no puedo
15. Cicatrices
16. Sanando heridas
17. París

12. Mejores amigos

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By SarahiSalinas_

—Drystan y yo las hicimos con mucho amor —golpeó el hombro de mi amigo para que nos preste atención.

Llegamos hace un par de minutos al instituto traje conmigo dos bolsitas donde puse galletas para ambas chicas.

—Gracias Hazel, Drystan también —agradece Peyton.

—No es nada, las hicimos con mucho amor como dijo aquí esta enana —lo miro mal con su última palabra—. Nos divertimos un poco mientras las preparábamos.

Sonrió al saber que fue así, disfrute el tiempo a su lado.

Está mañana Drystan se levantó muy distraído, no presta atención a la conversación y eso que es uno de los chicos más chismosos que conozco.

Está más que claro que algo le sucede, algo le está pasando en esa mente llena de diversión. No mencionaré nada por ahora, lo dejaré estar.

Quizá sea por su nueva reanudación de modelo, sé que se levantó muy temprano para salir a correr y en el desayuno mencionó que dentro de unos días estará yendo al gimnasio cerca de la casa.

También mencionó que saliendo del instituto se encontrará con su manager Ingrid.

Avanzamos al aula para empezar el día con las clases. Los lunes son lo peor de la semana, me dan dolor de cabeza y aburrimiento.

—Vamos al centro comercial saliendo del instituto —anuncia Chelsea—. ¿Se unen?.

Sé que el rubio no podrá.

—Pasó chicas, tengo que ver algunas cosas de mi trabajo —veo algo que no está bien con él pero no logro descifrar qué.

—Que mal, ¿y tú?.

No tengo nada que hacer, estar sola en la casa, no me gusta. Me hace traer cosas del pasado que no quiero revivir.

—Voy con ustedes, solo le avisaré a mi madre —sacó mi teléfono para decirle que llegaré tarde.

Me siento en una banca, el sonido de un teléfono hace que desvíe mi mirada al dueño que lo posee.

Hay una sonrisa en su cara, al menos esta sonriendo.

—Mira esto —me pasa su móvil.

En la pantalla está una foto en todo su esplendor. Una pareja bajo la noche bonita de París.

Es Adrien de rodillas pidiéndole matrimonio a su chica, ahora su prometida. Pero qué cosa más bonita, la chica es bonita y un poco más joven que Adrien pero eso no importa.

—Desliza la siguiente —le hago caso.

Sin duda esta es la mejor toma, están cerca de la Torre, se están besando. Hay tanto amor en ellos, sin duda está consiguiendo su vida, está creándola.

—Se nota hasta acá el amor —le entregó su teléfono—. Estoy feliz por tu hermano.

—Yo por igual, se lo merece —me da la razón—. Lamento no ir con ustedes.

—No hay ningún problema tú tienes que atender tus asuntos, ya habrá más tiempo —lo tranquilizó para que no se sienta mal—. Nos veremos supongo que más tarde en la casa, espero me cuentes cómo te va en tu primer día de trabajo.

—Se siente como si fuera nuevo, solo pasó unas semanas sin trabajo y me siento oxidado —niega—. Necesito retomar mi rutina, aunque ahora habrá más cosas que hacer. Ingrid ya está organizando todo para que no me estrese de más.

Seguro será esa la preocupación que se le nota en el rostro, está pensando como tener un balance en todo.

—Lo harás bien, suerte —no tarda mucho en entrar el docente para iniciar la clase.

Peyton y Chelsea comparten risitas entre ellas, seguro se están riendo de alguna babosada. Se llevan muy bien.

Chelsea ve con un brillo a Peyton, y cada que la otra chica se da cuenta se le tiñen las mejillas de rojo, se ve tierna.
En poco tiempo esta surgiendo algo más que amistad.

—¿Qué tanto observas? —me asusta su repentino acercamiento.

—Solo observo —señaló con mi cabeza—. ¿No crees que se ven lindas?.

Están en su mundo así que no prestan atención lo que digo de ellas.

—Lo hacen, se dan unas miraditas que dicen mucho de aquí a mil kilómetros —se recarga en la banca—. Creo que se gustan.

No hay vacilación a la hora de decirlo.

—¿Cómo puedes deducirlo? —enarcó un ceja.

—Hay muchos factores y el principal es que se ven mucho, o cuando una no se da cuenta la otra lo hace. Esos sonrojos no son normales en amigas —parece experto en el tema.

—Te vez muy confiado ante lo que dices, ¿cómo lo sabes? —vuelvo a insistir—. Necesito algo que me diga que estás en lo cierto.

—Por que yo sería ellas si me gustara alguien —me quedo viéndolo por más segundos—. No lo estoy, solo digo que sería la misma forma de decir que así estaría. Es un sentimiento que se siente al mil y que muchos si lo demuestran y no lo esconden.

Me está queriendo decir que es de las personas que no esconderían el sentimiento, que el día que le guste alguien o se enamore no lo ocultará.

—Tu serías el que diga "estoy enamorado y se lo confesaré".

—Ese mismo —me sonríe mucho.

Me da tantas sonrías que a veces no se que hacer con ellas, es demasiado para mi. No entiendo porque seguimos con nuestra amistad que está más que claro que nunca hemos compartido nada, yo antipática y él risitas.

Vamos, cualquiera se da cuenta.

Siempre ando buscando algo que esté mal, algo que no encaje con nosotros para encontrar ese mínimo error y detener de nuevo la amistad.

—Y tú serías de las cuales se lo guarda, la que le tiene miedo a confesarlo y sentirlo —hago una línea fina con mis labios, sabe que si—. Yo espero saber cómo reaccionarías ante una situación así.

No lo sabría, o si lo sé solo que no querré enfrentar la situación. Huiría de ahí.

No soy la más estable en cuánto a los sentimientos y emociones, hay veces que estoy bien, otras no tanto como cuando ando de mal humor, o solo cuando quiero llorar sin parar.

Soy muy voluble, me lo han dicho aún así no soy fácil de detonar, todo se oculta en mí y el día que no aguanto exploto, saco cada residuo que me envenena. Ya sea muy temprano, a tiempo o muy tarde para enfrentar las consecuencias de cada acto.

Ahora trato de mantener a raya todo eso, por eso tengo que seguir con lo que hacía en Canadá, esto no ha acabado solo mejoré un poco por eso pude volver pero a veces pienso que solo se rindieron conmigo, o solo estoy suficientemente rota para ya no poder unir ni un pedazo más.

—Yo no sería capaz de sentir, no quiero lastimar a nadie —ahí van mis miedos—. Yo no estoy preparada para agregar una carga más para mí.

—No sería una carga, sentir no lo es. Tal vez lo dices porque no estás lista para el sentimiento, nunca lo estamos —sé que así es, nunca estamos preparados para recibirlo, solo llega—. Tú me dijiste que...

Lo corto antes de que siga.

—Pensé estarlo cuando no fue así —digo dura, no quiero hablar exactamente de eso ahora mismo—. No quiero estarlo, no quiero arruinar a nadie.

En algún punto buscamos una salida de emergencia. Yo busqué una que no me trajo nada bueno, al inicio pensé que era solución a todo cuando no fue así, solo hizo que me desestabilizara.

Fui un detonante que no supo cómo dejar de hacerlo. Lastime a más de una persona en un segundo.

—No lo mencionaré a menos que seas tú quien lo haga —cierra la boca—. Necesito ir al sanitario.

Se levanta de su asiento para ir directo a la profesora y pedir permiso de salir.

Me quedo segundos procesando.

¿Qué tan mal puede ser mi mala suerte como para volver a caer en cuanto menos lo espere?, ya lo veremos.

Vibra mi teléfono, lo saco para ver qué es un mensaje de Michael.

Ha mandado una foto, al parecer está en la universidad. Está sonriendo, con una descripción saludando.

Las apariencias engañan, creí que sería ese tipo de chicos que solo se acercan a la chica ingenua para sacar provecho en cuanto a la inocencia. Michael no es el caso, suele ser divertido cuando no está ocupado, me manda imágenes graciosas o caras graciosas de él mismo.

A mi lado pasa Bryana, he estado ignorando su presencia en el aula, casi no hago caso en cuanto sus actitudes. Suele llamar la atención además de ser una chica de gimnasio y animar los juegos de la escuela.

Desde que éramos mejores amigas siempre fue la chica que llamó más la atención, a la que invitaban a todos lados, yo también me incluía ahí. Las dos íbamos a todos lados, fiestas, juegos del instituto, tardes de compras de cosas sin sentido.

Ahora ella ya está aparte de mi vida, fuera de ella. Aprendí tarde, me dolió pero seguí. Sé que ella no sabe que yo lo sé, soy la mala de su cuento y ella es la decepción del mío.

Le di todo, mi amor, mi amistad, la creí como una hermana y sobre todo la confianza que ella pisoteó y pateo a su antojo.

Regresa, pasa de nuevo a mi lado. Me da una mirada de reojo, algún día tenemos que cortar todo de raíz.

Hablar sería una opción, no hablar para arreglar lo roto sino para dejar en claro ciertos puntos y dar cierre a un ciclo aún no está cerrado.

A veces la amistad de años no te garantiza nada.

Drystan regresa.

—Me encontré a Alexander en el pasillo me acaba de invitar a una fiesta este fin de semana —me cuenta—. Creo que iré, un rato de diversión estaría bien. ¿Quieres ser mi acompañante?.

No es lo mío, antes lo era. Ya todo se basa en «antes». Ya no hay ahora.

—Lo pensaré.

No creo ir, tanta gente me abruma cuando antes me divertía entre todo la gente que era totalmente desconocida para mí.

—Está semana será muy estresante para mí.

Retomar rutinas.

—Pero vamos sé que te gusta lo que haces sino no lo harías —lo animó—. Yo sé que animar no es lo mío, soy un asco en eso.

Me cuentan algo y no soy de las que dan consejos, soy de las que claramente solo escuchan y ya. Hasta para dar consejos soy una inútil.

—Con lo cruel que eres, con eso me basta —recarga su mejilla en unas de sus manos.

—Admite que ya no lo soy contigo —dejó por momentos esa manera de ser tan cortante—. Siéntete afortunado.

¿Qué me está pasando?.

—Me siento privilegiado, vez que si se puede. Ya no eres tan borde conmigo, tampoco con ellas. Cuando encuentras a las personas correctas todo va bien —su otra mano viaja a pellizcar mi mejilla—. Sonríe.

Aparto su mano de un manotazo.

—No me pellizques —refutó—. A veces me das alergia por lo cariñoso que eres.

—Alguien tiene que tomar el papel de serlo —traza círculos en mis manos—. Soy un amor lleno de azúcar, tú eres la sal.

Dejo que haga esos tontos círculos que resultan torpes, cálidos y me provocan sensaciones indescifrables.

—Tus comparaciones son cada vez más raras —tomó unos plumones para rayar.

No le estamos prestando atención a las clases, la conversación es mejor. Debo de poner atención, luego estaré batallando con algún deber.

—Pero únicas —me guiña—. Dibuja algo en mi —señala los plumones.

—No sé dibujar, el experto es Nevan —tomó uno.

—Yo no lo veo por aquí, así que inténtalo —me ofrece su muñeca.

En el dorso lleva aquella rosa, la rozó. La tinta en su piel, tan perfecto el trazo.

Tomo el plumón negro, estoy un poco nerviosa, lo guío más abajo de su muñeca para trazar algo torpe. No soy la mejor en esto pero lo ha pedido. Dibujo lo más sencillo que puedo.

Me quito para que vea lo que le he pintado.

Le he dibujado una mariposa como la mía, bueno lo intenté.

—Es bonita

—No lo es, es horrible —niego—. Solo lo dices porque me lo has pedido.

—Te mostraré que es todo lo contrario —ve la decisión en sus ojos—. Solo dame un poco de tiempo, unas horas.

—¿Qué harás? —lo observó un poco confundida—. Necesito una explicación más clara.

—Es una locura —veo como sonríe enseñando eso dientes blancos tan perfectos—. Solo déjame hacerlo.

Dejó sus palabras, no me dirá nada.

—Como quieras —buscó mi cuaderno para prestar atención a la clase—. Solo no lo olvides.

Después de un rato más la clase se acaba para entra otra, con otro profesor. Me propongo en poner ahora si atención.

—Oye Hazel —la voz de Chelsea interrumpe mi intento de atención—. Podrías darme una idea para una cita.

—¿A quien invitarás a salir?

—No hagas mucho ruido —pone un dedo en sus labios para que no hable recio—. Te lo contaré si me das ideas y claro, si acepta salir conmigo.

No veo a Peyton, estaba ahí hace unos minutos.

—¿Y como yo en qué te puedo ayudar?, yo no soy experta en eso. Doy asco en el ámbito de citas —no hay ninguna mentira en lo que digo—. ¿Dónde está Peyton?.

—Tu lees mucho, seguro tienes alguna idea de todo lo que lees —me forzó a sonreír—. Comparte ideas, no te las guardes.

Como le explico...

—No en todos los libros las parejas tienen citas.

Hace un puchero.

—Al menos dime una idea —se cruza de brazos—. Tenía ganas de ir a una cafetería, siento que es un poco muy básico.

—Pueden ir al cine.

—Básico

—Prepara un picnic —para mí es buena idea.

—Hasta el agua se me quema.

—Puedes comprarlo —le doy solución.

—Dama otra más —me pongo a pensar.

—Chelsea, si deberás quieres salir con esta persona no te pongas impedimentos en el camino —opinó—. Igual, lo de la cafetería no es mala idea, puedes buscar alguna que tenga fachada linda o que sea de esas que tienen aspecto aestethic.

—Me gusta lo último o algo vitage —sonríe complaciente—. Gracias.

—No es nada

—Debería de buscar algo lindo en el centro comercial esta tarde.

—¿A la persona que invitarás a salir es Peyton? —veo como se sonroja—. No tienes por qué avergonzarte, a mí no me importa con quien salgas, solo que estés bien.

—No me da pena revelar que me atraen las chicas como los chicos, es solo que no me gusta revelar nada aún sabiendo que no hay nada —veo un poco de duda—. Y si es Peyton, solo no lo menciones en frente de ella, se lo pediré esta tarde cuando nos vayamos a casa.

—Te deseo suerte, seguro acepta —no quiero desanimarla—. He visto esas miraditas.

—Yo también solo que tengo un poco de miedo que diga que no —se muerde los labios—. No sé si a ella también le interese como ella a mí.

—No lo sabrás si no le pides esa cita, pero yo creo que no es indiferente sino no te daría miradas y no se sonrojará cuando tú te das cuenta —veo como le brillan los ojos, le gusta Peyton—. Solo necesita un empujón.

Veo que ahí viene la chica, guardamos silencio para que no escuche nada.

—Tengo hambre, y aún falta una hora más para salir al descanso —se queja mientras se acomoda en su asiento—. Debí haber desayunado.

—¿No lo hiciste? —tan rápido mi amiga la interroga—. ¿Por qué?.

—Me levanté tarde y mi madre ya están a punto de irse, no quería que me dejara o tendría que haber pagado el transporte.

—Deberías de comer o te desmayarás —ordenó—. El desayuno es importante.

—Lo es —aparece Drys en la conversación—. Y no está mal añadir vitaminas.

—Tu eres los de comida saludable y balanceada —la rubia se burla—. No entiendo cómo soportas todo eso.

—Te acostumbras a la dieta —desde que era un niño ha tenido dietas balanceadas—. Cuando tomo vacaciones me doy ciertos gustos que no puedo mientras estoy laborando.

—A parte haces ejercicio —agrega la otra chica—. Yo camino más de veinte minutos y ya no quiero nada.

—Eso es flojera —nos mira como si nos hubiese salido una segunda cabeza—. Les falta un poco de ejercicio y energía.

—Soy perezosa, nadie me saca a ejercitarme.

—Ustedes no, yo sí tengo que ir todos los días.

—Haces todo ese ejercicio por nosotras —le da una palmadita en la espalda.

•| ⊱✿⊰ |•

Caminamos para subir a las escaleras eléctricas que nos llevarán al segundo piso del centro comercial, vamos llegando.

Después de la clase extra salimos corriendo. Drystan nos trajo hasta acá, el va muy cerca de aquí con su manager así que no hubo problema en traernos a las tres.

—Yo necesito algo de ropa nueva, hace meses que no piso una tienda —se queja Chelsea—. No tenía con quien venir pero ya las tengo a ustedes.

—Mi madre hizo que donara muchas cosas en Inglaterra así que también debo de buscar algo nuevo —vamos llegando a la segunda planta.

—Yo soy la única que tiene más tiempo sin venir a un centro comercial —admito sin revelar mucho.

—¿Por qué?

—Hazel estaba en un internado en Canadá —responde por mi mi amiga—. Por lo tanto Hazel debe de tener ropa muy pasada, deberías comprar.

Hace mucho que no hago ese tipo de compras, tal vez ya no adquiriré las prendas que usaba antes pero puedo comprar lo que ahora me gusta, mi nuevo estilo.

—Me parece buena idea —caminamos buscando tiendas que llamen nuestra atención.

Entramos a una muy fina, solo por ver.

—Tienen vestidos muy hermosos, me recuerda que el próximo año estaremos teniendo una graduación nosotras —toca un vestido color negro—. Hoy se siente lejos, mañana solo faltarán días.

Si, el tiempo vuela. No he pensando demasiado en el futuro, solo he dejado que avance los días. Apenas y puedo conmigo día a día. Antes de todo tenía planes, sueños y todo murió cuando la Hazel de antes la enterré.
Se llevó todo sin dejar rastro de ella, quedó está que ahora soy. Difícil, antes sin vida; poco a poco he ido sonriendo.

Me cuesta seguir a veces, solo quiero dejar todo y olvidarme que estoy viva.

—Lo que sí se acerca muy pronto será Halloween.

—Chelsea, falta más de un mes —Peyton le hace saber—. Mejor piensa cuál es la siguiente tienda que veremos.

Salimos de esa para entra en otra.

Este lugar es más juvenil, más nosotras. Veo algunos jeans que llaman mi atención, algunos jerseys para la temporada, el calor ya no es impedimento, estamos más cerca de otoño e invierno.

Llevo algunas prendas al probador.

—A mi me ha encantado esta chaqueta —muestra una chaqueta de cuero color café—, perfecta para esta temporada.

—Te queda muy bien —camino a espera de pasar al probador—. Alexander volvió a invitar a Drys a una de sus fiestas.

—Escuché que habrá una —desatiende unos jeans rasgados—. ¿Solo lo invito a él?.

—Eso supongo, me ha dicho que lo acompañe. No soy de fiestas —entró al cubículo.

—¿Antes como eras? —ella está del otro lado—. Me refiero antes de haber ido a Canadá.

Escucho la voz de Peyton.

—He visto unas sudaderas por allá —nos habla—. ¿De qué hablan?.

—Solo interrogó a Hazel de cómo era su vida antes de todo.

—Oh, eso es más interesante —ya no se mueve.

Me pruebo los jerseys.

—Entonces Hazel, nos dirás...

—Me gustaba ir a las fiestas, me invitaban a todas al lado de Bryana. Salíamos juntas a todos lados, venía de compras —me detengo al darme cuenta que era la típica chica popular—. Ya se darán cuenta que era tan activa.

—Bryana sigue siendo la misma, es novia de Alexander —sigue siendo la misma, lo sé—. ¿No extrañas nada de eso?.

Me detengo al quitarme un jersey, me quedo en sujetador pensando la pregunta.

Se me forma un nudo en la garganta, me gustaba todo eso pero después todo se fue en picada, dejé de hacer todo, dejé caerme, dejé morirme poco a poco. No hubo tiempo para nada, solo fui directo a la soledad.

—No —me dificulta decirlo—. Fue mejor así, me di cuenta de muchas cosas. Bryana en realidad no era la amiga que yo creía, era falsa ante mi.

—¿Bryana la de nuestra aula? —Peyton no lo sabe, al parecer Chelsea le da un asentimiento de cabeza por lo que dice después—. Parece tener un sufrimiento en el rostro, he visto como se llena de amigas, la chica popular del instituto. Eso es lo que eras antes Hazel...

—Si, antes. Ahora soy esta chica que trata de seguir aunque a veces se detiene para tomar un respiro y vuelve a avanzar —ya me he probado la ropa así que salgo para enfrentarlas—. Me cuesta creer que alguna vez fui ella.

Me miran, no me gusta la lástima de las personas tal vez sea por eso que no me gusta contar mi pasado. Quiero que me vean por lo que soy y no esa chica lastimada, rota y remendada que hay dentro de mi.

—Estas creando una mejor versión, eso es suficiente para que los fantasmas del pasado se queden ahí —los ojos oscuros de Peyton se llenan de tristeza—. Lucha por todo, no dejes de rendirte. No sé qué te sucedió Hazel, lo que sí quiero decirte es que yo alguna vez también tuve alguien que se apagó, solo que esta persona ya no volvió a brillar.

—Lo siento Peyton —lo digo de verdad, tomó sus manos—. Lamento que esa persona no haya vuelto a brillar, es difícil más cuando te das cuenta lo cuán rota estás.

Veo como le tiembla el labio, sus ojos se llenan de lágrimas.

—Aún la extraño, la echo tanto de menos —rueda un par de lágrimas, no mido nada. Solo la abrazo—. Mi hermana se suicido hace un año, tenía una depresión tan grande que nunca nos dimos cuenta, y cuando lo supimos fue demasiado tarde.

No digo nada, no sabiendo que está vulnerable en este momento. Verla llorar me hace abrir heridas, me golpean los recuerdos de cómo yo lastime a mis padres.

Y hace poco de nuevo los espanté, escuché los sollozos de mi madre.

Chelsea se une a mí para envolverla en sus brazos, ninguna de las dos la suelta, nos abrazamos. Consolamos a Peyton por un dolor tan grande, yo no quisiera que mis padres pasaran por esto.

No quiero imaginar cómo fue ese tiempo donde...

No, no lo recuerdes Hazel, estás trabajando en ellos y poco a poco sigues avanzando.

—Entiendo tu dolor, yo sé que con nada del mundo se borrará. Ahora seguro que ella está en paz —acarició su cabello—.

—No entiendo por qué nunca nos dimos cuenta, siempre sonreía y animaba a todos e incluso a mí en los días que me entraba el estrés por las tareas —limpia su nariz—. Solo ese día la encontramos en la casa sin vida, se había tomamos muchas pastillas.

Detengo cada recuerdo, pastillas, muchas...

—Dejó una nota diciendo que lo sentía tanto pero que ya no podía seguir que ya se había cansado hasta de sonreír y de vivir —esconde su rostros en Chelsea—. Que nos amaba sin embargo esa soledad era mil veces más grande que todo el amor. Si tan solo lo hubiese dicho nosotras la hubiéramos ayudado.

—Hay quienes no quieren ayuda...

—Eso nos dijo la psicóloga, que solo se apagan. Se dejan llevar cuando la depresión es muy grande a veces ya no queda nada que hacer y más cuando no quieren ayuda —ha dejado de llorar pero hace un hipo con los mocos.

Se aleja de nosotras.

—Ya estoy bien, sigamos adelante con las compras —intenta sonreír los suficiente para que le creamos.

Yo sé más que nadie que no está bien, que aunque quiera estarlo nadie le devolverá a su hermana.

Seguimos buscando otras prendas más, cuando termínanos nos vamos a donde venden helados para tomar unos. Para ese entonces Peyton ya estaba más mejor, solo le quedaba restos haber llorado, sus ojos se veían un poco rojos e hinchados pero ya estaba riendo.

—Ya es tarde, creo que debemos irnos —la rubia anuncia—. A sido muy bonito pasar una tarde chicas con ustedes.

Caminamos fuera del centro comercial, tomamos un taxi que nos llevar a cada una a casa. No querido molestar a mis padres para que me vengan a recoger o al chofer que seguro a esta hora ya está descansando.

El sol ya se ha ocultado, la brisa es fresca. Estamos a un paso del invierno.

Drystan no ha llegado, su auto no está.

Con cuidado llevo todas las bolsas que llevo en mis brazos, estoy cansada de cargar toda la tarde mi mochila del instituto.

Me siento en la cama cuando ya he subido las escaleras hasta llegar a mi cama. Me acuesto disfrutando lo relajante que se siente, descanso mi espalda. Ya lo necesitaba.

Las bolsas de las comprar las deja en una orilla de la habitación, ya después sacaré con calma todo lo que hay ahí.

Busco mi teléfono para reproducir alguna música, me relajo. Cierro los ojos, solo será un momento.

Me dejo llevar, me quedo dormida.

Unos piquetes en la mejillas hacen que me despierte, trato de quitar lo que me molesta.

Abro lentamente los ojos, la luz de mi recámara alumbra directo en mis ojos. Tapó mis ojos para que no me encandilé la luz.

—Me dormí —me quejo—. No debí hacerlo.

Veo al dueño que me despertó.

Drystan están sonriendo con esos hoyuelos a la vista.

—Has sido tú —lo señaló aún con sueño—. ¿En qué momento entraste a mi habitación?.

—Llegue hace cinco minutos, entré a tu recámara hace dos minutos —se sienta en la cama—. ¿Cómo te fue con las chicas?.

—Genial, una tarde de chicas —hago seña con mi cabeza para que vea todas las bolsas que hay—. Cuéntame tu, ¿qué tal el primer día de trabajo?.

—Bien, sesión de fotos, muchas —veo un poco de cansancio—. No me quejo pero si cansa, Ingrid me organizo mi primer trabajo para una marca, este fin de semana iré a las oficinas donde se llevará acabo.

Ya me imagino a Drys posando frente a una cámara, nunca he visto un trabajo de él, la última vez fue hace años cuando todavía tenía cuerpo de niño y mirada de niño; ahora es todo un joven y chico con facciones más marcadas.

—¿A qué has venido a interrumpir mi sueño? —me bajo de la cama para caminar fuera, hacia al balcón.

Mi teléfono aún reproduce las notas de la música.

—Te dije que haría una locura —lleva sus manos detrás de su espalda—. Pues ya lo hice.

Me giro para encararlo.

—¿Y?

—¿Quieres saberlo?

—Es obvio que sí

—Solo nos me llames loco o impulsivo —advierte—. Soy muy sensible ante esto.

—Cuando me dijiste que harías una locura de ahí ya te considero loco —recalcó, me recargó en el barandal—. Así que, muéstrame o cuéntame.

Pasa el peso de su cuerpo de un pie a otro.

Está nervioso, espero paciente para que habrá la boca y me cuente.

—Me estoy arrepintiéndome mostrártelo —pasa una mano en su cabello alborotándolo de más.

—Deja los rodeos y habla —ordenó—. Me desesperas.

—Prepárate

—Está bien

—¿Puedes cerrar los ojos? —pide—, por favor.

—Vale —sin rechistar le hago caso.

—No mires —agrega, no escucha más que la música—. Yo te digo cuando debes abrirlos.

Me impacientó, se tarda más de lo normal para enseñarme la locura recién hecha.

—Ahora sí, puedes abrir los ojos —no espero para que termine de hablar y ya tengo muy abiertos los ojos viendo su muñeca.

—Eso ya no es plumón —susurró.

—No lo es —afirma.

—Es tinta —proceso—. Te lo has tatuado.

—Me he tatuado la mariposa que me has dibujado esta mañana —quiero reír, también quiero llorar.

—Un tonto dibujo terminó siendo un tatuaje —sigo sin creerlo—. Es la locura más grande que has hecho, te dije que era horrible el dibujo.

—No es tonto Haz, es más que eso. Le he dado un significado —sus orbes verdes me ven demasiado—. Y solo significa algo, esto eres tú.

Llevo mis dedos al tatuaje, toco con cuidado la piel roja, no quiero lastimarlo, está recién hecho.

Está mejor trazada, eso es un alivio, le han puesto algunas cositas más para que luzca la mariposa. Igual a la mía.

—Está mejor esta —admito sin dejar de verla—. Te has vuelto loco.

—Le dije al tatuador que añadiera unos detalles —aclara—. Sin embargo, esto es tuyo. Representa el dibujo que me hiciste y no solo eso.

—¿Entonces?

—Representa lo mucho que te aprecio Hazel, los años de amistad que tenemos —declara—. Es un modo de llevarte conmigo a todas lados, ahora te tengo en la piel, te tengo tatuada.

Mi corazón bombea tan rápido, tengo ganas de llorar. Esta locura me ha terminado de gustar más de lo que debería.

—Te llevaré conmigo siempre, hasta el día que me vaya así no te echaré tanto de menos sabiendo que estarás conmigo así sea a miles de kilómetros —esto me duele.

Solo hasta que acabe el instituto estará aquí, después se irá. No sé si lo volveré a ver, no lo sé. Se me aprieta el pecho con la idea de que se irá, qué tal vez pasarán años de nuevo.

No sé si soportaré que se vaya. Él tiene que cumplir sus sueños así como yo tengo que crear los míos.

—Me ha encantado —me atrevo a revelar—. Solo espero que nunca te arrepientas.

—No lo haré, contigo nunca me arrepiento de nada —sus manos tocan mi rostro—. Y si llega a suceder serás el arrepentimiento más hermoso.

De dónde ha sacado tanto acercamiento a mí, como esto se llama, me doy cuenta que va más allá de la amistad. Cierro los ojos procesando lo que he descubierto o lo que me estoy imaginando.

Sus toque es suave, delicado, no quiero que pare al contrario quiero que siga con sus manos acariciando mi rostro.

—¿Seguimos siendo mejores amigos?

—¿Por qué lo preguntas? —no aparta las manos y yo tampoco las quito.

Siento lo cerca que está. Solo estamos a un roce de pegar neutras frentes.

—Por qué tengo miedo —abro mis ojos, sus ojos tapan mi campo de visión—. Algo cambio.

—No ha cambiado nada Haz, sigue siendo lo mismo de hace mucho...

¿Qué quiere decir?.

—Explícame que no comprendo.

O solo estoy ignorando la verdad.

—No hay nada que explicar —susurra—. Somos lo que queramos ser, lo que tú quieras ser.

—¿Y tú qué quieres? —seguimos en la misma posición.

—Muchas cosas, no sé cuál elegir pero te elijo a ti entre todo aquello —estamos tan cerca pero hay mucho que nos aleja—. Eres lo que más brilla ante mis ojos.

—Estas subiendo mucho mis estándares —me alejo un poco, no quiero hacerlo, se me dificulta hacerlo—. ¿Qué haré cuando ninguno haga justicia?.

—Subiré todas esas expectativas —desafía decidido a sus palabras, que sé que no son broma, este tatuaje lo demuestra—. Que el único que las pueda cumplir sea yo.

Sin duda esto está yendo por otro camino y no sé si vaya terminar bien. •

••| ⊱✿⊰ |•

Drys tiene la capacidad de enamorarme cada vez más 💗✨

¿Qué le sucede a este chico?, creen que ya este cayendo...

Hasta la próxima 💗✨

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