Sostenme en tus brazos

By BTbae_MinYoonJi

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Kim NamJoon es un arrogante doctor católico con una vida perfecta de acuerdo el estándar coreano pero que no... More

Sostenme En Tus Brazos
CAPÍTULO UNO: When I Was Done Dying
CAPÍTULO DOS: Oblivion
CAPÍTULO TRES: Alice
CAPÍTULO CUATRO: Tender
CAPÍTULO CINCO: Beetlebum
CAPÍTULO SEIS: Play dead.
CAPÍTULO SIETE: Bury A Friend
CAPÍTULO OCHO: Il Pleut
CAPÍTULO NUEVE: We Were Friends
CAPÍTULO DIEZ: Wake
CAPÍTULO ONCE: Save Me
CAPÍTULO DOCE: Nobody
CAPÍTULO TRECE: Let It Happen
CAPÍTULO CATORCE: Magic
CAPÍTULO QUINCE: Me Gustas Tú
CAPÍTULO DIECISÉIS: Venus As A Boy
CAPÍTULO DIECISIETE: Algo Sucede
CAPÍTULO DIECIOCHO: Song For you.
CAPÍTULO DIECINUEVE: Generous Palmstroke
CAPÍTULO VEINTE: Parents
CAPÍTULO VEINTIDÓS: Borderline
CAPÍTULO VEINTITRÉS: Felicidad
CAPÍTULO VEINTICUATRO: When Memories Snow
CAPÍTULO VEINTICINCO: Your Blood
Q&A PERSONAJES SETB pt1
CAPÍTULO VEINTISÉIS: Candy - Fantástico
Q&A PERSONAJES SETB pt2
CAPÍTULO VEINTISIETE: Ilomilo
CAPÍTULO VEINTIOCHO: Come Sweet Death
CAPÍTULO VEINTINUEVE: Call Out My Name
CAPÍTULO TREINTA: Final
COMENTARIOS FINALES
IMPORTANTE
CUENTA DE TWITCH
Universo En Desarrollo
NO ES UN CAPÍTULO, ES UN MEME

CAPÍTULO VEINTIUNO: Peanut Butter & Tears

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By BTbae_MinYoonJi

«Son las 5 de la mañana y me tengo que ir. El viento me está rompiendo los ojos (lo sabemos, lo sabemos). Los amigos me dicen que parezco tan muerto. Creo que están viendo a través de mi disfraz (ellos lo saben, lo saben), donde he estado. Me vuelvo muy amigable con los extraños (ooh, sí). La forma en que he sido, me pierdo tanto en mi color. Me tomó algo de tiempo. Y mis dientes han estado moviéndose durante años. Mi mantequilla de maní y tus lágrimas. Oh, ¿por qué esa cara triste, cariño? No puedo controlar todos mis miedos.»

(DPR IAN, Peanut Butter & Tears, 2023, 0m29s)

Era el primer domingo de agosto, las noticias sonaban de fondo por todo el apartamento. NamJoon descansaba en el sofá con el móvil a lado, aun sintiéndose extremadamente agotado por la dura semana que había tenido en el hospital. El cintillo en la pantalla indicaba la temperatura del día mientras los presentadores hacian hincapié en el pasado miércoles 1° de agosto, cuando la temperatura máxima del país había sobrepasado el récord nacional en 111 años con 39.5 grados. Para ese fin de semana NamJoon ya había perdido la cuenta de cuantos insolados habían sido ingresados a urgencias del hospital.

De acuerdo con las noticias, las altas temperaturas seguirán por el resto de la semana, incluso ese día, la temperatura media había alcanzado los 33°C, razón por la cual el aire acondicionado estaba a todo lo que daba en todas las habitaciones.

«Un ciclo vicioso» dijo NamJoon dentro de su cabeza, pensando en las repercusiones climáticas del uso prolongado y casi unánime del aire climatizado en todo el país. Sin embargo, a pesar de las noticias y los constantes reportajes al respecto, había dos seres en el apartamento a los que parecía no importarles en lo más mínimo. Por supuesto el principal era ese maldito gato malcriado, y ahora gordo, de Guksu, que descansaba sin pena ni gloria en el sofá, echado panza arriba mientras, de vez en cuando, sus orejas se agitaban sin ritmo alguno. NamJoon lo observó por un rato con los ojos entrecerrados, juzgándolo.

No obstante, YoonGi tampoco parecía interesado en la situación del país. No, para él joven pelinegro parecía existir una preocupación mucho mayor. NamJoon no necesitaba adivinar cuál, no cuando se giró hacia la mesa y lo encontró revisando, por quinta vez, sus libretas y libros mientras los volvía a meter uno a uno, por quinta vez también, a la mochila. Su primer día de escuela era la mañana siguiente

YoonGi se detuvo un segundo y abrió el libro de pasta roja con la ilustración de un Nautilus cortado por la mitad al centro de este. Estaba leyendo el índice, supuso NamJoon, y mientras aquello hacía, aquel frunció el ceño y los labios. Fue un gesto que le pareció de lo más tierno, lo suficiente para estrujar su corazón mientras una sonrisa se le escapaba de los labios. Fue entonces que tomó el móvil del sofá, abrió la cámara y disparó en su dirección.

El estruendoso ruido llamó de inmediato la atención de YoonGi quien alzó el rostro y le miró, primero sorprendido luego con una silenciosa acusación. NamJoon se paralizó un segundo para después encogerse de hombros y declararse culpable de todos los cargos. YoonGi le sonrió en respuesta, dejando el libro sobre la mesa antes de cruzarse de brazos y quedarse mirando en su dirección, quieto y aún sonriendo.

— ¿Quieres tomarme una foto?

A NamJoon le tomó dos segundos entender la situación y antes de perder la oportunidad, levantó el móvil y disparó otras tres veces más. Luego de eso YoonGi volvió a tomar el libro y seguir leyendo. NamJoon estudió detenidamente cada una de las cuatro imágenes. Decidió que la primera era su favorita y que la penúltima era en la que YoonGi lucía más guapo. Se levantó del sofá y se sentó en la mesa, frente a YoonGi.

— ¿Te gusta? —preguntó, enseñándole la imagen.

YoonGi la observó apenas un instante y después se encogió de hombros.

— No lo sé —respondió.

— ¿No lo sabes?

YoonGi volvió a negar, de nuevo con la mirada puesta en el contenido del libro.

— Pocas veces en mi vida me he sacado una foto —dijo—, sólo para los trámites escolares y los documentos de identidad, así que no sé si me gusta o no como me veo.

NamJoon detectó una nota de dolor en sus palabras así que no insistió con la misma pregunta, en cambio dijo:

— A mi si me gusta.

— ¿Las fotos?

— Tu foto —repuso—. Me gusta tu foto y me gustas tu.

YoonGi ya no respondió, sin embargo el color rojo de sus orejas le dijo lo suficiente a NamJoon. Repentinamente, otra vez, NamJoon se encontró preguntando interiormente si él también le gustaría a YoonGi. Lo más seguro era que sí, sin embargo YoonGi no era muy bueno expresando sus sentimientos y NamJoon no lo podía culpar, después de todo, él tampoco lo era.

YoonGi fue a la cocina por un vaso de agua de la nevera y NamJoon inmediatamente fue detrás de él, con la excusa de que también tenía sed. YoonGi le sirvió un vaso bien frío y ambos bebieron en silencio. Cuando le entregó el vaso vació, el joven pelinegro se dio la vuelta y se dispuso a lavar los recipientes de cristal, fue entonces que NamJoon aprovecho y lo rodeo por la cintura, dejando un suave beso detrás de su cuello. Inmediatamente YoonGi se tensó, girando para, con sutileza, rechazar su contacto.

¿Cuándo había sido la última vez que él y YoonGi se habían besado? NamJoon hizo cuentas. Tenía el mismo tiempo de su última vez en la cama, la noche en que le había confesado su historia, la misma noche previa a sus resultados. Mes y medio sin ninguna clase de contacto físico más allá de un abrazo o un beso en la mejilla. NamJoon no insistió, mucho menos al percatarse de la expresión apenada de YoonGi, casi angustiada. Dejó un beso sobre su mejilla y le dijo que tomaría un baño para después irse a dormir, YoonGi asintió y de forma tímida le devolvió el beso en su otra mejilla. NamJoon le sonrió.

Ya recostado y con las luces apagadas, NamJoon aún se quedó despierto por casi cerca de una hora, mirando al techo mientras escuchaba los suaves y sigilosos movimientos de YoonGi quien, de alguna forma, procuraba no molestarlo. Lo escucho jugar con el gato, arreglar la cocina, guardar sus cosas, servirle su última comida del día a Guksu, apagar las luces y finalmente, irse directo a la habitación del fondo del pasillo, la habitación que era solo de YoonGi. Si, también habían dejado de dormir juntos.

«Además me gustaría ofrecerles atención psicológica, en el hospital podemos darles el servicio. Acostumbrarse a su nuevo estilo de vida y aceptar su nueva condición puede ser un proceso largo y cansado, la atención psicológica oportuna puede ayudarles a que este proceso sea más llevadero.»

Recordó las palabras del médico Lee DoHyun y aunque NamJoon no era afecto a las ciencias de la psicología sí que comenzaba a plantearse si era algo necesario. Tal vez si necesitaban atención emocional sin embargo YoonGi no se veía convencido y él, por mucho que lo contemplara como una posibilidad, no podía obligarlo.

Así que simplemente, convencido de aquello, se limitó a cerrar los ojos y dormir.

»

Los paramédicos del hospital entraron a la sala de urgencias y la primera en revisar al joven de la camilla fue Ahn HyeJin. Aquel muchacho se sacudía fuertemente mientras sus labios morados se agitaban. Los sostuvo firmemente con ambas manos y pudo observar cómo sus dedos dejaban un par de marcas de color lila sobre la piel blanca y rasguñada.

Cuando las convulsiones cesaron tomó una lámpara y examinó sus pupilas, buscando alguna respuesta neurológica. Separó uno de los párpados con cuidado y pasó rápidamente el haz de luz por la pupila, haciendo que esta de inmediato se contrajera y expandiera al segundo siguiente. Estaba por repetir el mismo proceso con el otro ojo cuando noto que el par de ojos estaban abiertos y lo miraban fijamente, de par en par.

YoonGi se levantó de la camilla lentamente mientras se arrancaba las intravenosas de sus brazos y sangre rojo escarlata brotaba de ambas heridas. Le pidió con urgencia que volviera a acostarse pero cuando quiso empujarlo contra la cama este lo sostuvo con fuerza de sus brazos, mirándolo con intensidad antes de acercar su boca a su rostro y besarlo.

Quiso soltarse pero YoonGi parecía ser más fuerte que él y por más que se resistió al final tuvo que ceder. Rindiéndose lentamente ante la lengua que en un inicio había estado acariciando su labio inferior, antes de adentrarse a su boca y frotarse con la suya. Despacio y sin aviso, la manos de YoonGi lo fueron soltando para suavemente tomarlo de la cintura y jalarlo hacia él. En respuesta él también lo tomó de la cintura y lo estrujo, gimiendo de placer cuando sus entrepiernas chocaron, frotándose entre sí.

Con valentía encaminó sus manos de su cintura hacia las esbeltas caderas e intentó levantar la ropa para tocar esa piel rota y magullada, YoonGi gruño más no opuso resistencia...

»

El móvil timbro con estruendo a mitad de la noche. NamJoon abrió los ojos mientras su corazón latía salvajemente. Tomó el aparato para revisar la hora y al mismo tiempo verificar el remitente. Eran las cuatro de la mañana y le marcaban desde el número del hospital. Atendió la llamada y al sentarse pudo notar la erección que se había despertado entre sus piernas y que lentamente iba perdiendo rigor sanguíneo. Despejó tanto como pudo su cabeza y escuchó con atención a la asistente médica darle los detalles de un escabroso accidente automovilístico. Asintió un par de veces y apenas colgó la llamada se levantó para vestirse.

Mientras buscaba su ropa la puerta de la habitación se abrió, dejando entre ver la figura de YoonGi mientras por el espacio recién hecho se colaba el muy entrometido de Guksu.

— ¿Está todo bien? —preguntó YoonGi, aún amodorrado por el sueño.

Incluso así, hinchado y con las sábanas marcadas en el rostro, YoonGi le encantaba.

— Hubo un accidente, hay tres heridos de gravedad que requieren cirugía inmediata, tengo que ir al hospital ahora mismo.

— Son las cuatro de la mañana.

— Lo sé —dijo, aún vistiéndose.

YoonGi pareció entender porque asintió sin decir palabra, solo frotándose los ojos. NamJoon terminó de cambiarse, tomó su cartera y antes de dejar la habitación dejó un beso en la frente de YoonGi.

— Suerte en tu primer día, YoonGi —dijo.

YoonGi le devolvió una sonrisa apenas perceptible y asintió una vez más. Sin más que agregar corrió al pasillo, se puso los zapatos y tomó las llaves de su auto. Lo último que vio antes de cerrar la puerta fue su mirada.

...

YoonGi despertó una hora más tarde, unos minutos después de las cinco de la mañana. Al abrir los ojos se sintió brevemente desorientado. Recordaba haberse ido a su habitación la noche anterior así que no sabía el motivo por el cual estaba en la cama de NamJoon con Guksu durmiendo sobre su pecho. Le tomó un par de segundos extras recordar el llamado de emergencia que había recibido Kim Doctor a media madrugada.

Con cuidado apartó a Guksu aunque de inmediato, este, con aires de indignación, se estiró y abandonó la habitación. YoonGi río por lo bajo y lo siguió, directo a la cocina. Le sirvió de comer para después revisar la guía de alimentación que el nutricionista les había proporcionado. No es que aún no se aprendiera las porciones y los alimentos que debía favorecer por sobre los que debía evitar en la medida de lo posible, simplemente que seguir esa rutina, la de repetirse lo que debía o no debía comer le recordaba que estaba enfermo y que nunca podría permitirse olvidarlo ni por un solo día.

Puso unos fideos en la olla y dejó un poco de carne en la sartén a fuego lento en la estufa mientras comenzaba con su rutina diaria, empezando por hacer las camas, primero ordenó su habitación y después le siguió la de NamJoon. Cuando fue por la toalla de baño de NamJoon para cambiarla por una limpia se topó con el collar médico de este olvidado sobre el tocador, ahí junto a la llave de agua. Lo tomó y sostuvo entre sus dedos.

De pronto recordó a NamJoon diciendo: «Yo soy alérgico a la penicilina, ¡ah! y a la canela pero sólo me da comezón. Igual tengo que llevar esto.» Aquel día el médico le había explicado la importancia de siempre llevar ese collar consigo. Fue el mismo día en que se habían topado de nueva cuenta con la desagradable persona de Park JiMin. Sacudió la cabeza y apretó la cadena con el dije en el puño, llevándoselo consigo.

Eran las siete de la mañana cuando YoonGi salió del apartamento, con mochila al hombro, vistiendo su ropa nueva y con la panza llena de medicinas. Incluso siendo tan temprano YoonGi supo de inmediato que ese día, igual que los anteriores, sería de un maldito calor infernal. Había hecho bien en dejar programado el aire acondicionado para encenderse cuando la temperatura empezará a elevarse por sobre los 24°C y ponerle un plato bien lleno de agua a Guksu.

Sus clases no empezaban hasta las nueve de la mañana de ahí el motivo que no haya tomado camino en dirección a la estación del subterráneo y en vez de ello estuviera de camino a la parada del bus. La línea que le dejaba en la esquina del hospital no demoró y en menos de 20 minutos ya estaba en el Lobby del Hospital Universitario ChungAng. Se acercó a la recepción donde había al menos cinco asistentes médicos, cuatro mujeres y un hombre. Fue hasta donde se hallaba el hombre y le pidió información sobre el piso de cirugía. El recepcionista con tono amable y atento le indico el camino que debía tomar, a que elevador subir y en qué piso bajarse.

Cuando llegó al tercer piso busco inmediatamente una de las asistentes médicas, no encontró a ninguna sin embargo una enfermera que iba pasando por ahí le dijo que el doctor Kim NamJoon no estaba dando consultas aún y que probablemente estaba en su oficina. De nuevo, se vio siguiendo un par de instrucciones hasta dar con la oficina que debía ser de NamJoon. Tardó unos minutos en llegar a la puerta con la placa donde se leía «Médico cirujano Kim NamJoon "Cirugía general"».

Tocó a la puerta pero nadie respondió, insistió una vez más pero tal parecía no estaba. Se le pasó la idea de meterse así sin más, sin embargo sabiendo de la suerte que gozaba, lo más probable es que lo acusaran de ladrón antes de poder hacer absolutamente nada. Así que fue de vuelta a los consultorios.

Miro el reloj del móvil y se dijo a sí mismo que debía darse prisa o de lo contrario llegaría tarde a su primer día de escuela y lo que menos quería era llamar la atención tan pronto. A mitad de su camino y dándole vuelta a sus pensamientos, se topó con una mujer bastante conocida. Por su ropa azul y zapatos blancos de inmediato supo que era un doctora y lo confirmó cuando esta se acercó con una leve sonrisa antes de saludarlo.

— Mi viejo paciente Min YoonGi —dijo está.

Inmediatamente su memoria se puso a trabajar.

— Doctora Ahn...

— Ahn HyeJin —agregó ella.

YoonGi inclinó la cabeza devolviendo el saludo un tanto apenado por no recordar el nombre completo.

— No te preocupes —dijo la doctora haciendo sus ojos pequeños al sonreír con mayor amplitud—. La gente suele olvidar mi nombre.

No respondió nada.

— ¿Estás buscando a Kim NamJoon, cierto? —preguntó.

Él asintió para después agregar:

— ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?

— Ambos entramos al quirófano a eso de las cinco, justo vengo de allí, pero escuche que su cirugía está presentando algunas complicaciones —dijo Ahn HyeJin mientras miraba su reloj de pulsera—. No debería tardar mucho más sin embargo no estoy segura de ello. ¿Necesitabas algo? ¿Te puedo ayudar?

— Sí —respondió de inmediato, sacando el collar del bolsillo de sus vaqueros—. Kim Doc... Quiero decir, Kim NamJoon dejó esto en su apartamento y se que es importante que lo tenga.

Le tendió la cadena y dije a la doctora quien de inmediato los tomo y estudio.

— Su collar médico.

— ¿Cree que podría dárselo en cuanto lo vea? Debo irme justo ahora.

— Por supuesto, yo se lo daré de tu parte.

YoonGi se inclinó a cuarenta y cinco grados y le agradeció. Después con otra reverencia se despidió y abandonó el hospital.

...

Apenas NamJoon puso un pie en su oficina fue directo al sofá y se tiró en él, aun llevando puesto el uniforme azul del quirófano. Cerró los ojos y se frotó la sien haciendo pequeños círculos con sus dedos. Había estimado que la cirugía le tomaría, por mucho, tres horas y sin embargo, al final había necesitado cinco para estabilizar a su paciente. Siguió pensando en el hombre y en sus heridas, de milagro había llegado con vida al hospital y a pesar de haber hecho lo posible por el dentro de quirófano la realidad es que a partir de ese momento todo dependía de la suerte nuevamente.

Intento no pensar más en ello, más tarde, cuando debiera empezar sus rondas, pasaría por cuidados intensivos 'para verificar su estado, sin embargo, NamJoon hacía muchos años que ya había aprendido, de la peor manera posible, a no esperar absolutamente nada sobre el progreso de sus pacientes. Dicho aquello, planeaba dormir aunque fuera un par de horas.

No obstante el llamado a su puerta le obligó a abrir los ojos y permitir que pasase aquel que llamaba. Ahn HyeJin ingreso sin demora y le sonrió con suavidad.

— Fue una cirugía difícil —dijo esta al mirarlo.

NamJoon asintió con pesadez.

— Será una fortuna si pasa de hoy.

— Espero que así sea.

«Yo no» quiso responder, sin embargo se lo guardó para sí mismo. Se levantó a medias y le ofreció asiento a HyeJin, ella tomó una de las sillas del escritorio.

— ¿Qué es lo que necesita, Doctora Ahn?

— Min YoonGi pasó a verte hace unas horas —anunció—. Dijo que habias olvidado tu collar médico en casa así que, muy preocupado, te lo trajo.

Ahn HyeJin saco del bolso de su bata el collar de color plata y se lo extendio. Distraído, NamJoon llevó una mano a su pecho y verificó que, efectivamente, no llevaba puesto su collar. Tomó el dije con la cadena y se lo puso de inmediato.

— Gracias —dijo.

La mujer asintió mientras aún lo observaba. Había algo extraño en su expresión.

— ¿Pasa algo? —preguntó-

— Min YoonGi aún vive contigo —dijo esta, a modo de afirmación.

— Ha tenido unos meses difíciles.

— Imagino que sí pero esa no parece una razón válida para Kim NamJoon.

Entrecerró los ojos y tragó saliva.

— ¿Eso qué significa?

— Tu no eres así, a ti no te importa la gente.

— Lo mismo dijiste el día que operé a YoonGi.

— Y también lo dije cuando lo llevaste contigo al congreso.

Algo encendió las alertas dentro de la cabeza de NamJoon.

— ¿A qué quieres llegar, HyeJin?

La mujer cerró sus rasgados y delineados ojos hasta hacerlos una fina línea. Volvió a esbozar una corta y pequeña sonrisa antes de mirar hacia la ventana. La mujer se relamió los labios con nerviosismo respirando un poco tensa. NamJoon la observó con detenimiento.

— ¿Tu y Min YoonGi se han vuelto cercanos?

— Somos amigos —respondió sin dudar.

— Eso imaginé —dijo ella.

Hubo un breve silencio, luego ella prosiguió.

— Hay algo que debo decirte, desde hace unas semanas ha estado corriendo un rumor sobre ti. Creo que empezó después de aquella discusión con tu padre en la cafetería.

— ¿Qué rumor?

— Qué eres gay —dijo.

NamJoon no supo porque simplemente guardó silencio en lugar de correr a desmentirla.

— ¿Tú crees eso? —preguntó en cambio.

Ella sacudió la cabeza con tranquilidad.

— NamJoon, a mi no me importa en lo más mínimo si esos rumores son ciertos o no, simplemente creo que deberías estar enterado para tomar medidas al respecto de ser necesario.

— Pero si me lo dices es porque también lo piensas.

— Te lo digo porque soy tu amiga —respondió—. Y si resulta que es cierto de igual modo es algo que a mi no me incumbe, pero si ese es el caso entonces no creo que sea conveniente que Min YoonGi te visite en el hospital o que esté a solas contigo sin ser tu paciente. Solo tomalo como un consejo.

Ahn HyeJin se levantó para irse. NamJoon permaneció allí en el sofá.

— HyeJin —llamó.

Ella volteó y él inclinó su cabeza una vez más.

— Gracias.

...

A diferencia de la preparatoria tradicional, los cursos impartidos por la universidad estaban adaptados a las necesidades de sus alumnos, o eso pretendían por lo menos. Cuando el iba a la preparatoria normal la clases empezaban a las siete de la mañana y finalizaban a las dos de la tarde, además, dos veces por semana, debía quedarse con sus compañeros hasta las tres haciendo limpieza del aula para después dedicar otras dos horas a las actividades de los clubes y finalmente pasar el resto de la tarde y parte de la noche estudiando.

Sin embargo en su nueva escuela las clases duraban solo cinco horas diarias, de nueve a dos o de siete a doce, dependiendo del día; y las actividades del club solo eran tres horas los días sábado. Además, como era un edificio universitario, la limpieza corría a cargo del personal exclusivo para ello. Fue una de las pocas cosas que le gusto de ese nuevo sitio. Sin embargo, las clases le parecieron igual de difíciles que siempre. Aquel día había empezado con dos horas de coreano y después había tenido una hora de ética. No obstante, lo peor siempre aguardaba al final y esas dos últimas horas de cálculo en una sola variable, había sido la prueba fehaciente de ello.

YoonGi siempre supo que las matemáticas no eran lo suyo, jamás las comprendió del todo, pero ese día había sido mucho peor para él porque ni siquiera recordaba lo más básico del álgebra. Ahí fue cuando se dio cuenta que debía estudiar mucho si quería estar al nivel de sus compañeros y sobre todo si no quería que lo bajaran de tercero a primero. Ya mucho era tener que terminar el último año a su edad como para que lo cambiaran a un nivel aún inferior.

Fue por ello que pasó toda la tarde en la biblioteca tratando de hacer ejercicios de álgebra básica a pesar de que, para su fortuna, aun no le enviaban deberes de matemáticas, haciendo a un lado por completo los deberes que le habían mandado de lengua y de ética. Ya los haría por la noche. Estaba tan concentrado en lo que hacía, en las fórmulas y en las literales que ni siquiera noto cuando alguien se sentó a dos sillas de distancia en la mesa de la biblioteca.

Fue media hora después, cuando se estiró que noto al joven tatuado a su izquierda, en la esquina de la mesa, justo al lado de la ventana. YoonGi debió quedarse mirándolo por mucho tiempo porque este levantó la mirada encontrándose con la suya. YoonGi de inmediato apartó la mirada, intentando no sentirse nervioso por haber sido descubierto. Igual importó poco porque al minuto Jeon JungKook ya había tomado asiento justo frente suyo.

— Estamos juntos en la misma clase —dijo el joven alto, sonriendo.

— Lo sé —respondió YoonGi a secas, aun sosteniendo un lápiz en sus manos nerviosas.

— ¿Cual es tu nombre? —preguntó el muchacho—. Yo me llamo Jeon JungKook.

El muchacho se inclinó al presentarse y YoonGi reprimió las ganas que tenía de responder nuevamente con un «lo sé» a su presentación. No quería parecer alguna clase de acosador aunque sabía que no lo era. En su lugar se limitó a responder la reverencia y dar su nombre.

— Es un gusto Jeon JungKook—dijo—. Yo soy Min YoonGi.

— Un placer Min YoonGi.

De nuevo se encontró con esa sonrisa de enormes dientes. ¿Por qué carajos sonreía tanto? Tal actitud ya le estaba poniendo los nervios de punta.

— ¿Qué edad tienes? —preguntó el joven, quien, recientemente y en silencio, YoonGi había bautizado como Jeon Tatuajes.

— Veinticuatro años —respondió.

— Vaya, pareces mucho más joven, yo tengo veintiún años.

— ¿Deberías ir a la universidad, por qué estás en una escuela para adultos? —preguntó sin siquiera darse cuenta si eso podría sonar grosero o descortés.

Jeon JungKook no le dio importancia.

— Tuve algunos asuntos que atender así que me quede a mitad del primer año de la preparatoria, después me enliste y ahora que ya no tengo pendientes puedo acabar con mis estudios —dijo con una peculiar y desconcertante energía.

YoonGi no supo decidir si le desagradaba o si simplemente era demasiado raro para él.

— ¿Y tú? —continuó el muchacho—. ¿Por qué estás aquí?

— También tuve algunos asuntos que atender —mintió casi por instinto.

JungKook le sonrió una vez más y asintió como si de alguna forma le estuviera diciendo: no te creo pero lo comprendo. El gesto le incomodó un poco a YoonGi pero no dijo nada al respecto. Entonces Jeon Tatuajes volvió a hablar.

— ¿Te molesta si me quedó justo aquí estudiando? Me concentro mejor en compañía.

YoonGi no estaba acostumbrado a la compañía, sobre todo si estaba librando una batalla con uno de sus más viejos enemigos, sin embargo, en contra de todo pronóstico asintió suavemente esbozando una pequeña sonrisa. La compañía al final no le resultó tan mala.

...

Cuando NamJoon llegó a la casa ya casi eran las siete de la noche. Fue la primera vez que YoonGi no le recibió con un saludo, solo Guksu fue el único que le dio una escueta bienvenida y eso únicamente porque estaba buscando quien le diera de comer. Entonces supo que YoonGi aún no volvía a casa y algo en su interior se estremeció.

Intentó tranquilizarse, repitiendo mentalmente que el joven pelinegro no tardaría en volver. Algo que YoonGi jamás haría sería abandonar a Guksu ahí con él. Con eso en la cabeza fue a tomarse un baño, estaba cansado y el agua fría apenas y le ayudó a relajar los hombros tensos por tantas horas de cirugía. El agua corriente se llevó el sudor del día y arrastró las impurezas de aquellas extenuantes horas en urgencias. Una vez fuera de la regadera el olor a comida inundó sus fosas nasales.

Ya vestido en ropa más cómoda fue donde la cocina y saludo a YoonGi, este le dio una suave sonrisa y le aviso que la cena estaría lista en unos minutos. NamJoon asintió para decir después:

— La doctora Ahn me dio el collar, gracias.

— Se que es importante — murmuró YoonGi.

De nuevo asintió y siguió mirando a YoonGi.

— ¿Quieres que vigile la estufa para que puedas ducharte? —dijo al ver sus mejillas sonrojadas y sus ojos secos a causa del infernal calor de la calle—. Debes estar exhausto.

YoonGi parpadeo con evidente cansancio.

— ¿Prometes no incendiar la cena? —preguntó esté en tono de broma.

NamJoon entrecerró los ojos con falsa indignación y sonrió. Eso logró que YoonGi enseñara un poco sus dientes en una nueva e inexplorada sonrisa. Sus encías eran de un precioso rosa.

— Creo que puedo arreglármelas.

YoonGi no demoró en el baño y NamJoon no supo si fue por mera eficiencia o porque no confiaba que él pudiera cuidar de la comida. Las experiencias previas apuntaban a lo segundo y NamJoon sabía que no podía culparlo. El recalentado incluía bibimbap y jajangmyeon, y dios, no logro recordar si alguna vez en su vida había probado fideos más deliciosos que esos. Por un segundo, con la salsa chungjang derritiéndose en su lengua imagino que la felicidad, si fuera comida, sabría exactamente así.

Observó al joven pelinegro y encontró que sus ojos estaban entrecerrados mientras sorbía los fideos, llenando sus labios lentamente de salsa negra para después lamerselos con intenso placer. ¿YoonGI sentiría la misma satisfacción al cocinar como él la sentía al realizar sus figuras de origami? Le pareció que era así y extrañamente eso le hizo sonreír en su interior. Lamentablemente, la sensación no perduró cuando YoonGi, casi disgustado, recordó que debía tomar sus medicinas. NamJoon discretamente le vigiló tragar ambas píldoras.

Finalizada la cena NamJoon ayudó a YoonGi a colocar los platos sucios en el lavavajilla mientras esté programaba la lavadora con la ropa sucia de la semana. Al final ambos tomaron asiento en el suelo de la sala, apoyados contra el sofá. Él para mirar las noticias (que seguían hablando sobre la ola de calor en Corea) y YoonGi para leer el manga que, seguramente, recién le había traído TaeHyung.

Por cerca de una hora ninguno de los dos dijo nada y NamJoon, aprovechando la distracción de YoonGi, cada tanto se giraba para mirarlo, estudiando sus gestos, guardandolos de algún modo dentro de su cabeza. La manera en que YoonGi frunció en ceño y apretaba los labios provocaba que su pecho se estrujara, y cuando su expresión pasaba de la concentración máxima al desconcierto y sorpresa, el corazón de NamJoon latía más rápido que nunca. ¿Qué era aquello que YoonGi tenía que ninguna otra persona logró hacerlo sentir así jamás? Fue uno de esos misterios que NamJoon nunca alcanzó a descifrar a tiempo.

En ese momento aquello no importaba, lo que sí le importaba a NamJoon eran las enormes ganas que tenía de darle un largo, muy largo, beso. Intentó distraerse de nuevo con el televisor pero eso no le funcionó porque, apenas se había dado la vuelta, fue que sintió una mirada intensa y penetrante sobre su nuca. NamJoon miró en dirección a YoonGi apenas de reojo. Se encontró con sus preciosos ojos negros solo para que estos se desviaran un segundo después, fingiendo volver a su lectura.

NamJoon giró y se acercó a YoonGi. Este fingió no notarlo. De todas maneras, NamJoon ya tenía un rumbo fijo y no se detuvo en su camino con dirección a aquella pequeña boca. Pero YoonGi puso una mano en su pecho y lo frenó. De nuevo lo estaba rechazando.

— ¿Por qué ya no me dejas besarte? —preguntó sintiéndose al fin cansado—. ¿Ya no te gusta?

— No es por eso —respondió YoonGi.

NamJoon lo observó un tanto curioso, inquiriendo en silencio dentro de su mirada. YoonGi parpadeo con pesar y dejó el libro de manga sobre la mesa.

— No quiero que tengas esto —contestó a su pregunta silenciosa, haciendo énfasis en aquella última palabra.

Supo de inmediato a lo que se refería. Suspiró con suavidad y tomó a YoonGi de su mano, notando esas viejas heridas, de nuevo, recién abiertas. Acarició sus dedos y se llevó tres de ellos al rostro, dejando un casto beso sobre ellos. YoonGi respingo de forma casi imperceptible.

— No tienes porqué preocuparte por ello, ya te los explicamos Lee DoHyun y yo.

— ¿Pero y si aún así sucede? —preguntó YoonGi.

— Las probabilidades son casi cero —respondió con seguridad.

— No soy muy listo pero sé que casi cero no es igual a cero, hay muchos decimales de por medio.

— Son insignificantes.

— Igual siguen sin ser cero —repuso una vez más.

— ¿Por qué te importa si me contagió o no?

YoonGi no respondió y tiró de su mano suavemente para soltarlo. NamJoon lo observó un buen rato, sonriendo como imbécil al darse cuenta de lo que aquello significaba. YoonGi frunció las cejas.

— ¿Por qué carajos te ríes?

— Porque eso quiere decir que quieres pero te preocupas tanto por mi que decides quedarte con las ganas.

— No todo el tiempo estoy pensando en cojer.

— Pero apuesto que igual tienes ganas.

YoonGi se puso rojo de las orejas, de inmediato hizo el intento de levantarse pero NamJoon lo tomó del brazo y le obligó a sentarse, acercándose con decisión a su boca.

— Las probabilidades de contagiarse de VIH a través de los besos es de cero —dijo mirándolo fijamente—. ¿Qué harás con esa información Min YoonGi?

— Estoy seguro que no es igual a cero.

— ¿No?

YoonGi permaneció quieto, dejando notar que estaba dubitativo al respecto. NamJoon siguió mirándolo, estudiando cada pequeño detalle de su ser, sobre todo concentrándose en la respiración de este y en el suave tono rosa que iluminaba su piel clara. Una clara desventaja de tener un color tan pálido, dijo NamJoon en su cabeza, satisfecho de poder tomar ventaja de ello. YoonGi no movió un solo músculo por ese minuto previo a que NamJoon comenzará a acercarse de nuevo.

Una vez que estuvo lo suficientemente cerca pudo sentir la respiración cálida y agitada de YoonGi contra su rostro. Esta vez no lo estaba apartando así que NamJoon no esperó un segundo más. Puso sus labios sobre los de YoonGi en un pequeño y corto beso, al cual le siguió otro y otro más. Así, transcurridos los segundos, entre cada uno de los besos, las pausas fueron cada vez menos frecuentes y la saliva empezó a tener mayor protagonismo.

NamJoon amaba la lengua de YoonGi y como esta se movía contra la suya, casi se había olvidado de aquella maravillosa sensación por aquel terrible abandono.

Emocionado por haber recuperado el precioso tacto de YoonGi, llevó sus manos a su cintura y acaricio, primero con suavidad y después con extrema necesidad. El joven pelinegro dejó escapar un corto y grave gemido. Paseó sus manos sobre su abdomen, su cintura, sus caderas y sus muslos, después lentamente y sigiloso las coló por debajo de sus pantalones cortos, acariciando la piel del interior de sus muslos, rozando con provocación su entrepierna. YoonGi respondió tomándolo por el pecho de la playera con una mano y apretando su garganta descubierta con la otra, duro y firme, enterrando sus dedos sin llegar a lastimarlo. Eso le excitó tanto.

Respondió a la sensual agresión colocando su mano encima de la erección recién despierta de YoonGi y apretándola, de vez en cuando tallando sus dedos sobre los testículos. Se sintió crecer debajo de su propia ropa, tan caliente y desesperado que se le cruzó por la cabeza la idea de arrancarle a jirones la ropa a YoonGi, sin embargo se detuvo cuando, sin ninguna vergüenza, el entrometido de guksu fue a meterse entre ellos dos. YoonGi de inmediato lo tomó para correrlo con la mano hacia otro lado de la habitación.

Ambos se miraron con sus pupilas dilatadas y sus respiraciones agitadas haciendo ruido de fondo. NamJoon de nuevo lo vió dudar. Se levantó de prisa y le extendió la mano a YoonGi, invitándolo a la habitación. YoonGi no se veía seguro.

— Hay otras maneras de hacerlo —dijo NamJoon.

— ¿Ah sí? —respondió alzando una ceja, viéndose curioso y casi coqueto.

Maldita sea, NamJoon se volvía loco con esa puta expresión.

— Te mostraré.

YoonGi tomó su mano y lo siguió sin dudar hasta la habitación. Ya dentro, y asegurándose que el maldito gato se quedará fuera, cerraron la puerta. NamJoon sin perder el tiempo comenzó a desnudarse y YoonGi luciendo divertido lo imitó.

— Si que estás caliente Kim Doctor —canturreo con insolencia.

NamJoon lo tomó de nuevo entre sus brazos y lo calló con un beso largo y salvaje. Cuando logro controlarse lo soltó y le dijo que se acostara en la cama. Este obedeció y lo siguió con la mirada mientras él iba hasta el tocador y sacaba una caja de condones junto con el tubo de lubricante a base de agua. NamJoon voló de un lado a otro dejándose caer al lado de YoonGi para seguir besándolo. Al fin sin ropa que le impidiera el paso, lo acaricio sobre la pelvis, entonces nuevamente YoonGi puso resistencia, otra vez, luciendo preocupado.

NamJoon lo tenía todo resuelto.

— Ven —dijo, instándole a recostarse más cerca de él.

YoonGi le obedeció y fue ahí que NamJoon tomó uno de los tres condones y se lo puso a YoonGi. Echo un chorro delgado de lubricante sobre su mano y tomando el pene de YoonGi lo ungió de arriba abajo. Las mejillas del joven pálido volvieron a tornarse de un tenue y uniforme color rosa mientras suspiraba bufaba de satisfacción. NamJoon lo atrapó con su boca y le siguió besando.

YoonGi estaba duro y palpitaba a ratos contra su mano mientras subía y bajaba su mano, primero lento después más rápido. Aún acostados uno al lado del otro, YoonGi lo tomo a él y también le masturbo al ritmo que él le había impuesto, NamJoon suspiro de placer y sin embargo seguía sin ser suficiente, quería más, deseaba el calor de YoonGi y quería hacerlo explotar frente su mirada.

Dejó de mover su mano y tomó otro condón de la caja, YoonGi no paró de tocarlo aún cuando lo observaba con curiosidad mezclada con lujuria. NamJoon no se detuvo explicarle sus planes, solo extendió la cubierta de látex sobre dos de sus dedos, los baño en lubricante y los llevó directo a la apretada y caliente entrada de YoonGi. Froto aquel estrecho agujero con gentileza, girando lentamente mientras milimetro a milimetro se abría paso, dilatandolo.

YoonGi jalo aire cuando sus dedos dieron con el bulto duro y prominente dentro de él. NamJoon presionó ambos dedos contra la próstata, frotando de adentro hacia afuera en un vaivén rítmico y acompasado con la respiración de YoonGi.

— Carajo —gruñó YoonGi cuando, en un repentino ataque de excitación, NamJoon saco y tiro, al mismo tiempo—. Así.

NamJoon repitió otras tres veces el mismo movimiento hasta que los ojos de YoonGi comenzaron a notarse de un intenso y brilloso color negro. Conocía esa expresión, los segundos previos al final. YoonGi estaba por correrse y NamJoon, hecho locura misma, no resistió un segundo más.

Saco sus dedos de su interior y con prisa se hizo del último de los condones, se puso un montón de lubricante y se colocó entre las piernas de YoonGi, este alcanzó a pronunciar una pequeña protesta antes de que NamJoon se inclinara y lo besara de nuevo.

— No pasa nada —gruñó, apretando con fuerza los labios de YoonGi con los suyos, evitando morderlo con sus dientes.

YoonGi lo tomó con su mano y le apretó, girando la muñeca a lo largo de toda su firmeza.

— Usa mi mano —dijo aun sosteniéndolo con fuerza por el cuello, apretando sus dedos contra su garganta, ahogando su respiración.

— Confía en mí —suplico—. Quiero correrme dentro, lo necesito.

— En mi mano —insistió.

NamJoon se meció con fuerza contra el firme agarre de su mano. YoonGi definitivamente sabía como masturbarlo sin embargo seguía sin ser suficiente, NamJoon lo quería completo. Anhelaba con desespero ese calor y esa suavidad única en el mundo. Y tal vez habría podido resistir de no notar el desesperado movimiento de YoonGi que le decía sin palabras que él también lo necesitaba dentro suyo.

Se estremeció cuando YoonGi pasó su pulgar encima del prepucio. Beso el cuello de YoonGi y lamió su sudor dulce y fresco.

— Tú también quieres —dijo con tono de reclamo—. Quieres venirte conmigo dentro.

YoonGi apretó con mayor fuerza su cuello, advirtiéndole que no se atreviera a desobedecer. Grave error, eso solo hizo que la erección de NamJoon creciera más y YoonGi fue consciente de ello porque aceleró el movimiento de su mano. Las blancas caderas se retorcieron debajo suyo, NamJoon recargo todo su peso sobre su mano izquierda y con la derecha agarró por la muñeca el brazo de YoonGi con la que este lo mantenía a raya.

— YoonGi —suplico de nuevo.

Esta vez el agarre de YoonGi contra su cuello cedió un poco y NamJoon aprovechó para quitarse su mano de en medio, inclinándose más y más cerca. Entonces noto lo que estaba pasando, YoonGi, con su otra mano, la que había utilizado para complacerlo, lo estaba guiando a su interior. NamJoon no dejó perder la oportunidad y con suavidad pero con prisa, se hundió dentro del caliente cuerpo de YoonGi.

La firmeza lo abrazó y se deleitó con su delicioso calor, entrando y saliendo a medias en cada oportunidad. YoonGi jalaba aire cada que lograba presionar contra su placer. NamJoon siguió meciéndose una y otra vez, más rápido con cada segundo transcurrido, ambos cerca de llegar. Dos, tres, cuatro estocadas más y sintió las piernas de YoonGi temblar.

Su corazón se aceleró tanto que sus latidos se desconectaron de su respiración, haciendo que sus ojos perdieran enfoque. Y finalmente, sucedió.

YoonGi enterró sus dedos contra su espalda y gimió con los labios cerrados mientras ambos se corrían: NamJoon dentro suyo, ambos con condón aun puesto. Nunca un orgasmo se sintió así de delicioso para ambos.

La abstinencia tenía su magia después de todo.



🌸✨ Aquí les traje un capitulo largo, casi siete mil palabras, dieciocho paginas y claro que si, su bien merecida dosis de lemon. 

Se los de debia, por el año y medio que me estuvieron esperando y nunca perder la fe en mi, jaja. 

No se me deshidraten porfa.✨🌸

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