Por Tu Amor ( Saga 3 metros s...

By Malikhey

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Continuación de la Saga 3 metros sobre el cielo More

CAPÍTULO I - HUGO
CAPITULO II - BABI
CAPÍTULO III - GIN
CAPÍTULO IV - LOS CHAVALES
CAPÍTULO V - DIEGO y PERLA: EL PRIMER ENCUENTRO
CAPÍTULO VI - EL SEGUNDO ENCUENTRO
CAPÍTULO VII - CONFESIONES DE AMIGAS
CAPÍTULO VIII - BABI y H: EL REENCUENTRO
CAPÍTULO IX - UNA NOCHE SALVAJE
CAPÍTULO X - EL TERCER ENCUENTRO
CAPÍTULO XI - LA REDENCIÓN DE DIEGO
CAPÍTULO XII - EL GRAN ENCUENTRO
CAPÍTULO XIII - UNA SITUACIÓN DIFÍCIL
CAPÍTULO XIV - UN NUEVO REENCUENTRO
CAPÍTULO XV - REVELACIONES DOLOROSAS
CAPÍTULO XVI - REALIDADES A LA LUZ
CAPITULO XVII -LUCHANDO POR AMOR
CAPÍTULO XVIII - CHEQUEOS DE RUTINA
CAPÍTULO XIX - UN GOLPE MUY DURO
CAPÍTULO XX - SITUACIÓN INESPERADA
CAPÍTULO XXI - MILAGROS DE AMOR
CAPÍTULO XXII - NOVEDADES EN EL FRENTE
CAPÍTULO XXIII - UNA ESPERANZA DE VIDA
CAPÍTULO XXIV - LA GRAN BATALLA
CAPÍTULO XXV - ADIOS MADRE. SIEMPRE TE AMARÉ
CAPÍTULO XXVI - LA VERDAD SALE A LA LUZ
CAPÍTULO XXVII - LA CONFIRMACIÓN
CAPÍTULO XXIX - EL ACERCAMIENTO

CAPÍTULO XXX - HERMANOS

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By Malikhey

Chapter 30: Capítulo XXX - Hermanos


La boda de Dani y Alex fue una gran fiesta. Familiares y amigos de los novios se dieron cita en los jardines de la mansión Vidal-Alcázar, a pesar de la ausencia de Babi, quien había decidido no retornar a Barcelona por tiempo indeterminado y como compensación por su ausencia, cedería su casa para que su hermana celebre el día más feliz de su vida.

Esa noche, Dani y Alex estaban muy felices de haber podido por fin blanquear ante la sociedad, ese amor clandestino que tanto tiempo llevaban guardado, un poco por la diferencia de edad entre ambos y otro poco por las suspicacias siempre presentes que se suelen levantar en torno a una relación de este tipo. Mientras ellos festejaban, los muchachos también celebraban sus reencuentros. Perla y Diego se reencontrarían después de un breve tiempo, separados por los estudios de la joven. Horacio y Valeria siguieron juntos tras la liberación de él, mientras que Andrés (muy feliz por la decisión tomada por su madre) celebraría con Valentina la velada. Asimismo y por pedido de Diego, Perla invitaría especialmente a Bosco y Canela a la celebración.

Esa noche, todos eran felices. Todos tenían motivos de festejo. Pero solo una persona, no encajaba en ese cuadro de felicidad. Ese era Hugo, quien no podía quitarse a Babi de la cabeza y menos aun, no sabiendo de su paradero por Europa. Entristecido por no poder compartir la fiesta con su amor, saludó a su hermano y a su nueva cuñada, deseándoles lo mejor y retirándose temprano, después de la cena. En el trayecto de regreso a su casa, comenzaría a pergeñar como haría para encarar a Diego y contarle la verdad sobre su medio hermano Horacio.

A la mañana siguiente, Hugo decidió encarar a su hijo Diego y contarle toda la verdad. Fue así que lo citó al escritorio de su casa, donde iniciarían su diálogo.

- Diego, necesito dialogar contigo, de hombre a hombre - inició Hugo.

- Dime. Sabes que siempre estoy para responderte.

Hugo no sabía cómo ni por donde comenzar, por lo que decidió retrotraerse en el tiempo.

- Esta historia es muy larga hijo. Tiene que ver con el pasado y con cosas que han sucedido en los últimos días. Y tienen que ver contigo, conmigo y con nuestra familia.

- Papá - interrumpió Diego - ve al grano, no andes con rodeos. ¿Qué es lo que me quieres decir o contar?

- Hijo... te pido que seas fuerte con lo que te contaré. Es un tema muy delicado. - persuadió Hugo. Diego en respuesta se preparó:

- Dime papá. ¿Qué es eso que me quieres decir?

- Cuando era joven, casi de tu edad, conocí a una muchacha de la cual me enamoré profundamente. Ella fue un gran motivo de alegría en mi vida, hasta que diversas circunstancias se mezclaron y terminaron matando ese amor que nos teníamos. Unos años después, conocí a tu madre y terminé formando con ella una hermosa familia.

- Padre, no sé por qué me cuentas estas cosas. ¿Qué tiene que ver conmigo o con mamá?

- Hijo... antes de oficializarme con tu madre, había vuelto a ver a esa joven. La vi una noche, que tu madre audicionaba. Yo para ese entonces, noviaba con ella, pero no era su pareja oficial. Esa noche sonaría mi teléfono y del otro lado me pidieron que vaya hacia una reunión. En esa reunión estaba esta joven que fuera mi primer amor. Esa noche intentaría eliminarla de mi mente, pero fue inútil. Fuimos a la playa y tuvimos un encuentro amoroso por última vez. Tras ese encuentro, ella me confesaría que se casaría con otro, por lo que decidimos separar nuestros caminos y seguir cada uno su vida. Sin embargo... - Hugo detuvo su relato, ya que no sabía cómo encarar ese tema.

- ¿Sin embargo? - pidió Diego.

Hugo tomó coraje y encaró a su hijo

- Esa no sería la última noche que tendríamos. Hoy, tras casi 22 años la he vuelto a ver. Y nuevamente volvió a generar esa chispa de amor que sentía por ella - respondió Hugo.

- ¿Lo que significa que te quieres enamorar y no te animas a hacerlo por el miedo que te genere si la rechazo o no? ¿Es eso no? - preguntó Diego - Papá, ya eres grande para decidir por tu vida. Si quieres rehacerte, en hora buena. No tienes impedimento de mi parte. No por eso vas a olvidar a mamá.

- Hijo, no es ese el problema... Tú siempre serás mi hijo. Tú eres mi heredero. Pero hay otro tema que debes saber - dijo Hugo.

- Papá, ¿Qué es exactamente eso que debo saber?

- Hace pocos días, me enteré. Te juro que nunca supe que había sucedido. Pero es la realidad... Diego... tienes un medio hermano. Es casi de tu misma edad. Lo concebimos con esa joven, aquella noche de nuestra despedida. Te pido que me entiendas por favor. ¡Yo no sabía nada!

Diego quedó mudo ante semejante noticia. Un hermano y encima, fuera de la línea sucesoria de su madre. No podía aceptarlo. ¡Le resultaba inadmisible!

- No es cierto... ¡No es cierto! ¡NO ES CIERTO! - gritó Diego enfurecido.

- Hijo por favor, no te pongas así - pidió Hugo

- ¡¿QUE PRETENDES?! ¡¿QUE FESTEJE QUE LE MENTISTE A MAMÁ, ENGAÑANDOLA ESA NOCHE?! ¡RESPONDEME CARAJO! - gritaba Diego.

- ¡BASTA! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME HABLES DE ESA FORMA! - sobrecargó Hugo.

Diego no quiso seguir la discusión, por lo que tomó las llaves de su moto y bajó al garaje para buscarla y escapar. Una vez montado en ella, comenzó a acelerar completamente alocado, hasta que un semáforo lo detuvo. En ese momento, por su costado derecho, apareció Horacio, quien al verlo le propuso correr por la avenida, hasta el cuarto semáforo. Una vez que dio el verde, ambos aceleraron y comenzaron a correr, pero tras pasar el cuarto semáforo, Diego siguió acelerando, escapándose de la ciudad. Horacio preocupado por él, fue a buscarlo persiguiéndolo sin cuartel. Ambos llegarían a la carretera, donde Horacio intentaría frenar a Diego, quien seguía acelerando como un endemoniado. No sabía cómo pararlo, ya que cada vez que aceleraba y conseguía apareársele, Diego aceleraba aun más y conseguía sacarle ventaja. Hasta que finalmente y viendo que no iba a haber forma de volver a apareársele, Horacio tocó con su rueda delantera la rueda trasera de Diego, haciendo que pierda el equilibrio. Al sentir que perdía el control, Diego trató de ensayar una maniobra para amortiguar la caída, cayendo sobre su hombro y comenzando a dar tumbos en el asfalto. Su gruesa campera de cuero, evitaría que su cuerpo sufra raspaduras, mientras que su casco evitaría que estrelle su cabeza contra el suelo, pero su moto continuaría su camino, pegando contra las barreras de contención y volando en mil pedazos, dejando plásticos y combustible diseminados en la carretera. Diego quedó mirando al cielo y lo veía hermoso, celeste, enorme. Pensó en su madre y en lo bien que le haría que esté acompañándolo en ese terrible momento. De golpe, el cielo comenzó a oscurecerse hasta convertirse en una pequeña luz blanca titilante que se desvanecía de a poco.

Finalmente, Diego reaccionaría de esa pesadilla y al despertar, descubriría que se encontraba internado en una cama de hospital, con un enorme yeso en su hombro izquierdo. Asustado, intentó levantarse, pero alguien lo detuvo. Al ver de quien se trataba, descubrió que era Horacio, quien al ver como había caído, llamó a Emergencias para que lo socorran. Diego lo reconoció y lo reprendió:

- ¿Me quieres decir que hago aquí?

- Tuviste una caída mortal de tu moto. No sé cómo le hiciste, pero conseguiste zafarte de la situación.

Diego recordó todo.

- Tú... Tú me tocaste con tu moto. Tú me tiraste a la mierda, cabrón hijo de puta. Casi me matas, ¿te diste cuenta?

- Perdóname hermano - respondió Horacio dejando escapar esa palabra inconscientemente - pero era la única forma de frenarte. Necesitaba hablar contigo y no frenabas.

- ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Y qué carajos querías hablar conmigo? No tengo nada que dialogar contigo, amigo. Y no me llames hermano, porque no lo somos - respondió Diego.

Horacio quedó inmóvil con esa respuesta, pero finalmente resolvió hablar.

- Eso es lo que tú piensas. Pero las cosas no son como las imaginas.

Diego lo miró sin comprender.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Creo entender los motivos de tu enojo. Y déjame decirte que he pasado por lo mismo. Yo también me he enterado de esa forma, pero de boca de mi madre. Hoy lamento mucho haberla tratado como la traté. La necesito más que nunca. Por eso te pido que no le hagas esto a tu padre. Vas a lamentar mucho si llegaras a perderlo. - respondió Horacio.

Diego seguía sin entender, por lo que comenzó a atar cabos para entender de qué le hablaba Horacio.

- ¿De qué me hablas? ¿Cómo sabes que lo que hice, lo hice por una pelea con mi padre? Explícame que no entiendo.

- Diego... Yo también me enojé con mi madre por el mismo tema. Descubrí que mi verdadero padre sigue con vida. - respondió Horacio.

- ¿Pero por qué puntualmente dices que corrí esa carrera contigo porque me peleé con mi padre? Podría haberme peleado con tu hermana que hubiera sido lo mismo ¿Por qué insistes con eso? - Siguió cuestionando Diego.

- Porque soy tu hermano - soltó finalmente Horacio - Diego, yo soy tu medio hermano. También soy hijo de Hugo. Déjame decirte que esta es una situación indeseable, pero es la realidad. Me ha costado aceptarlo, pero así fue. Yo soy el fruto de esa relación clandestina entre tu padre y mi madre. Diego... Soy tu hermano.

Diego no lo podía aceptar. No podía creer que quien fuera hasta ese momento su rival, por una situación de celos con su prima y que a la vez casi lo mata en un accidente, era su hermano.

- No es cierto... No es cierto... - decía Diego completamente vencido.

- Es así. Somos hermanos. Y como tal, quiero primeramente pedirte perdón por haberte hecho tener este accidente. Segundo, pedirte que ni se te ocurra dejar a mi hermana, porque esta revelación, no altera nada lo que viven entre ustedes. Es mi hermana, no la tuya. Y por último, no hagas sufrir a papá. Ya bastante tuvo con lo de tu madre y ahora con lo que no encuentra a mi madre. Ten piedad de él. Te necesita más que nunca.

- No... vuelvas... a llamarlo padre... ¡ES MI PADRE! ¡DE NADIE MÁS! - gritó Diego enfurecido, sin reparar por sus lesiones.

Horacio se sintió herido por la reacción y el rechazo de su hermano. Lo ponía muy mal que no lo quiera aceptar, por lo que pensó que iba a ser muy difícil establecer una hermandad con él. Resignado, se retiró de la habitación y partió caminando como un alma en pena, dolido por todo lo que estaba sucediendo.

Diego por su parte, no podía digerir la noticia de que Horacio era hermano suyo. No podía perdonar a su padre por lo que había hecho y lo destruía que Perla haya quedado en el medio. Apesadumbrado por lo vivido ese día, aprovechó su soledad, para echarse a llorar y desahogarse por todo lo sucedido.

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